He vuelto. Voy a reeditar los capítulos y más o menos cada cuatro o cinco días acabaré de subir los capítulos que le quedan al fic. Lamento la tardanza, pero estoy de vuelta.
Un saludo
STaty
El dulce aroma del pasado
Capítulo 1: El inicio de todos los males
Este debería haber sido el séptimo año de curso de Harry, Hermione y Ron en Hogwarts, pero en lugar de eso habían estado recorriendo Inglaterra para encontrar y destruir todos los horrocruxes. Había destruido casi todos, solo les quedaban dos. Harry en ese momento se estaba encargando de uno de ellos con la ayuda de Ron. Hermione estaba con la profesora McGonagall preparando las defensas ya que pronto comenzaría el ataque.
-Profesor Flitwick, ¿qué ocurre con la barrera?- le preguntó la profesora McGonagall.
-Parece ser que hay un objeto o un artefacto que impide que la barrera se complete- le dijo muy preocupado.
-Pero si no se completa, no servirá de nada- comentó Hermione.
-Efectivamente.
-¿Dónde está el objeto?-preguntó la chica.
-Se debería encontrar detrás de esa colina.
Hermione no espero nada más empezó a correr en la dirección que le había dicho su profesor. Cuando llegó vio una roca, le lanzó varios hechizos, pero ninguno surtió efecto. Alguien la había hechizado. Era una roca enorme, recordaba que en los tiempos de los fundadores habían puesto varios pilares que formaría como un cierre que impedía que nada saliese ni entrase sin su consentimiento. Esta parecía ser parte de los restos.
Buscó un palo o una rama. Hasta que encontró algo con lo que hacer palanca. El problema es que tenía que colocarse fuera y echarla hacia dentro, era la única forma. El problema era que se quedaría fuera de la barrera ya que no le daría tiempo a meterse dentro. No tenía otras alternativas, no podía aparecerse en ningún lado debido a que la profesora McGonagal había puesto encantamientos para evitar que se apareciesen los mortífagos y como sabía que por mucho que corriera la atraparían no correría como una cobarde.
Escuchaba como los mortífagos y sus aliados se acercaban. No tenía mucho tiempo, pero esa roca era enorme. Después de varios intentos lo consiguió. Cuando estaba cayendo la barrera apareció Ron.
-Hermione, ¡no!
El chico comenzó a golpear la barrera, estaba llorando. Hermione comenzaba a ver a los mortífagos. No quería que Ron viese lo que le iba a pasar así que se giró y se despidió.
-No lo hagas- le suplicó.
-Adiós- le dedicó una última sonrisa triste.
Lentamente se encaminó hasta los mortífagos notando como su corazón se rompía en mil pedazos. Cuando supo que Ron ya no la podía ver, creó varias barreras de protección a su alrededor. Y se preparó para recibir al enemigo. En cuanto empezaron a estar a tiro comenzó a lanzar hechizos. Pero rápidamente fue rodeada debido al gran número de oponentes.
-Vaya, vaya. Miren a quién tenemos aquí. Una asquerosa sangre sucia- comentó Bellatrix.
-Yo seré una sangre sucia, pero tú eres una sangre pura podrida. Bombarda.
Bellatrix logró esquivarlo.
-Avada kedavra-eso fue suficiente para romper todas las defensas.
Hermione en el último momento logró esquivarlo tirándose al suelo.
-¡Expeliarmus! Que nadie la toque. Será de más utilidad viva- dijo la voz de Severus Snape.
-Crucio-gritó Bellatrix.
-Cogedla y llevadla a una de las celdas- ordenó Snape.
No sabía cuántas horas llevaba metida en ese sótano. La habían noqueado por lo que lo único que conocía de ese sitio era que tenía unos escalones ya que veía de vez en cuando luz por debajo de la puerta que estaba a una determinada altura, no tenía ventanas y sus paredes debían ser casi todas de piedra. No pudo palpar toda la celda ya que tenía unas cadenas en las muñecas que la sujetaban a la pared.
Ya habían venido dos mortífagos a torturarla, no querían sacarle ninguna información, solo querían divertirse. Por lo que Hermione supuso que no tenían ni idea de quién era ella. Ambos cuando habían llegado la habían despertado y se habían ido cuando se había vuelto a desmayar. A pesar de todo solo se sentía dolorida y un poco atontada debido al fuerte golpe que se había dado en la cabeza.
Ahora se encontraba despierta, pero sabía que sería por poco tiempo. Era la tercera vez que inspeccionaba la celda cuando escuchó unos pasos. Rápidamente volvió a su sitio. Vio como pasaban varias sombras por delante de su celda. Sabía que hablaban pero no lograba escuchar que decían.
-Esperad aquí, ahora salgo-fue lo único que escuchó antes de que se abriese la puerta.
Al abrir la puerta la luz la cegó y no pudo distinguir quién entraba. Cerró la puerta e iluminó la celda.
-Señorita Granger, no tengo mucho tiempo- le habló bajito, pero reconoció la voz del profesor Snape.
Cuando sus ojos se acostumbraron pudo comprobar que era él de verdad. Se le notaba tranquilo.
-Si ha venido a torturarme, comience de una vez- le gritó.
-Por una vez cállese. He conseguido que Draco Malfoy sea su vigilante. Solo tiene que convencerle de que la libere. Ahora grite como si la estuviese torturando.
Hermione gritó durante un rato.
-¿Por qué hace esto?- preguntó extrañada
Hasta donde ella sabía Snape había matado a Dumbledore traicionando a la Orden del Fénix. Era un verdadero mortífago.
-Draco es un buen chico. Cuando Potter acabe con esto necesitará de alguien que lo defienda.
-¿Y que gano yo con eso? Es un mortífago. No hizo nada cuando su tía me torturó delante de sus narices.
-Es muy difícil para él todo esto. Su cabeza le dice que haga una cosa y su familia otra- le dijo con la mirada pérdida como si estuviese recordando algo- a mí me ayudó Albus, él también necesita una oportunidad.
-Tú mataste a Dumbledore, lo traicionaste- aprovechó para gritar.
-Albus se estaba muriendo. Si Draco no lo mataba, tenía que hacerlo yo o Voldemort desconfiaría y me mataría. Necesitaba a alguien dentro.
-Porque debería confiar en tu palabra -dijo escéptica.
-¿Qué dominio tiene de legeremancia?
Hermione se acercó y pudo ver una conversación donde Dumbledore le decía que iba a morir. También pudo ver varias reuniones con el director donde Snape le informaba de los planes de Voldemort. Estaban demasiado claras las visiones para haber sido modificadas.
-¿Por qué no se lo ha dicho a nadie?-preguntó Hermione.
-Ahora que ya sabe lo que tiene que hacer, me voy. Convénzalo.
Subió las escaleras y se fue tan pronto como llegó. Al poco entró Draco Malfoy cerró la puerta e invocó una silla en la cual se sentó.
-Así que vas a ser mi carcelero.
-Cállate Granger, ahora vas a decirme todo lo que quiero.
Hermione se sorprendió que la llamase por su apellido y no sangre sucia. Ahora tenía que pensar en cómo hacer que traicionase a su familia.
-¿Qué quieres que te cuente? Ya le he contado todo lo que sabía a Snape.
-Empieza por las defensas.
-A estas horas ya deberíais conocer todas las defensas. La principal habrá caído, los guardas del castillo os estarían esperando. Los alumnos y profesores ya los conoces. Tendrán alguna cosa preparada, pero esos detalles no los sé.
-¿Eso es todo?- preguntó estupefacto. Dejo pasarlo.
-¿Qué más quieres saber?
-¿Cómo se puede vencer a Potter?- preguntó rápidamente.
-Tú, nunca- le aseguró.
-No estoy para tonterías- le dijo sacando la varita.
-Ahora me toca preguntar a mí, sino no te seguiré contestando.
-Granger, te recuerdo que el que está armado aquí soy yo.
-Como si eso significase algo para mí- le retó.
-Ahora verás.Crucio.
Hermione comenzó a retorcerse en el suelo, pero no soltó ningún grito de dolor. Cuando paró, la chica comenzó a reírse.
-¿Eso es todo lo que tienes? Por favor no me hagas reír. Al lado de los de tu tía, eso fueron cosquillas.
-Crucio.
-Cuando te canses me avisas.
A Hermione le dolían, notaba como miles de agujas la atravesaban. Notaba como todo su cuerpo ardía y su cabeza parecía que iba a explotar. Pero a pesar de todo, necesitaba que eso no se notase. Necesitaba que la conversación fuese en ambos sentidos.
-Te contestaré a lo que quieras, pero a cambio yo te haré un pregunta y me la contestarás.
-¿Qué quieres saber?- preguntó sabiendo que no tenía mucho tiempo.
-¿Por qué haces esto?
-Específica más- le gruñó.
-¿Por qué te uniste a los mortífagos?
-Por mi familia.
-¿Cómo vencer a Potter?-preguntó por segunda vez.
-El único punto débil es cualquiera que esté en peligro- le respondió la chica.
-¿Daría la vida por cualquier damisela en peligro?
-Eso es otra pregunta. Mi turno. Si tu familia no influyera ¿qué acciones no habrías hecho?
-No me hubiese tatuado esta marca. No soy ganado para que lo marquen como tal.
-Ahora que lo dices, me recuerdas un poco a un cerdo.
-Granger, me estoy cansando.
-Malfoy, ¿hay alguna posibilidad de que salga viva de aquí?
-Primero contéstame- le recordó el chico.
-Ya estoy harta de tanta tontería. No puedo quedarme haciendo de cebo para Harry así que contesta- le dijo con lágrimas en los ojos.
-No, no tienes ninguna posibilidad. Fuera hay unos cuantos hombres-lobo, luego un par de mortífagos delante de la única salida, y fuera rodeando los dementores. Así que sácate esa tontería de la cabeza-le dijo serio.
-Pues mátame.
Draco no daba crédito a lo que escuchaba.
-Granger, estás chalada.
-Bien, conozco un hechizo que simula bastante bien la mordedura de un hombre-lobo. El hechizo se llama Spantu. Si mueves la varita a la derecha sale agua, si la giras a la izquierda...- Hermione se quedó sin voz- les suele gustar morder en la curva que forman el cuello y el hombro.
-No puedo- le dijo el chico.
-Yo Hermione Granger con plena facultad de todos mis sentidos informó de que Draco Malfoy ha sido alguien imprescindible para la victoria en esta guerra. Por lo que pido su total exculpación para cualquier cargo del que se le acuse. Para su familia pido clemencia. Apúrate, coge el recuerdo.
Cogió el recuerdo y lo metió en un frasco, al que miraba sin estar convencido.
-¿De qué va todo esto?
-Dame tu varita, necesito mandarle un mensaje a Harry.
-Jamás- Draco se negó en rotundo.
-Pues déjame mover la varita, aunque esté en tu mano.
-Como me la juegues, te enteras.
Hermione le mandó un patronus a Harry para decirle que no se tenía que preocupar por ella que se encontraba bien y que iba de camino a un buen lugar.
-¿A qué esperas?- le preguntó nerviosa.
-Aunque no lo creas, no soy un asesino. Dame un minuto.
Se levantó, dio un par de vueltas y apuntó con su varita al hombro de la chica.
-Spantu.
Notó como la desgarraba, como si le arrancaran la piel a tiras, no pudo aguantar el dolor y cayó de lado retorciéndose del dolor. Lo último que vio fue unos ojos grises cargados de preocupación.
De repente, se comenzó a sentir bien. No le dolía nada. Supuso que eso era debido a que ahora estaba muerta. Miró a su alrededor, se encontraba en la estación de King Cross, que estaba vacía. No podía ver las cosas con definición debido a la niebla que había. Solo podía ver las paredes y los bancos próximos. En uno de ellos se encontraba el profesor Dumbledore. Caminó hasta sentarse a su lado.
-Profesor- le llamó.
El giró su cara para mirarla.
-Aquí ya no tiene que llamarme profesor.
-¿Dónde estamos? Sé que es la estación de King Cross, pero no es la misma.
Dumbledore no contestó.
-¿Me tengo que quedar aquí?- preguntó la chica.
-Pronto se irá. El lugar al que irá dependerá del señor Malfoy- le anunció con una media sonrisa.
-¿A qué se refiere? ¿Aún no estoy muerta?
-Señorita Granger, este no es todavía su momento.
-Pero si vuelvo Harry estará en problemas- se lamentó la chica.
-Volver no depende de usted, sino del señor Malfoy.
-Pero si él me mató ya no hay vuelta atrás.
-Técnicamente aún no está muerta.
-¿Cuánto tiempo tengo que esperar? No creo que tarde mucho en morir.
-Verá se encuentra en un sitio donde el espacio-tiempo funciona de forma diferente.
-¿Entonces cuánto tiempo tengo que quedarme aquí?
-Aquí no se puede quedar.
-¿Entonces?
-Irá a otro tiempo, a otro universo.
-¿A dónde me mandará?
-A donde su corazón decida.
-No le entiendo, ¿va a mandarme al pasado?
-Depende de usted.
-Pero en caso de que fuese al pasado, con solo mirarlo lo cambiaría.
-Lo sé, por eso no se preocupe. Si la actualidad es tal y como es, es debido a que su presencia así lo quiso.
-Pero profesor-preguntó confusa.
-Deberá tener cuidado con sus acciones, ya que podría producir un gran cambio.
-Pero, profesor. Si mis acciones hicieron así el presente, ¿podría volver a cambiarlo?
-Podría ser, por eso le pido que piense muy bien lo que hará y como lo hará. Ahora cierre los ojos y deje su mente en blanco.
Apareció en el bosque prohibido. Conocía bien ese lugar, estaba detrás de la cabaña de Hagrid. A pesar de lo bien que se sintió hace un momento. Las torturas que había sufrido le estaban pasando factura ya que apenas se podía poner en pie. Se tocó el hombro y notó que su piel había sido desgarrada, pero la zona no sangraba. Se colocó la capucha de la capa. Tenía que volver cuanto antes al castillo, pero esta vez iba desarmada y debía tener cuidado ya que no sabía en donde se encontraba ni con qué circunstancias se encontraría.
Cuando ya estaba saliendo, vio cerca del sauce boxeador un perro. Lo miró ya que le pareció extraño un perro en Hogwarts y notó que esos ojos los había visto antes. Estaba casi segura de que era Sirius. Intentó llegar hacia él, pero trastabillo y se cayó. Para cuando volvió la mirada al sauce, el perro había desaparecido. Haber visto a Sirius vivo significaba que Dumbledore estaba vivo. Se puso en pie y salió corriendo como pudo, al despacho del director. Llegó a la entrada del despacho, pero no sabía la contraseña.
-Caramelos de limón, tarta de chocolate, ranas de chocolate, gominolas, grageas de todos los sabores, manzanas de caramelo.
Cuando por fin se abrió la puerta, subió rápidamente las escaleras apoyándose en la pared de piedra. Cuando ya pensaba que no podría avanzar más, vio el fin de las escaleras. Con esfuerzo llegó hasta la puerta del despacho.
No había nadie, ni siquiera Fawkes. Se acercó a su jaula y vio un montón de cenizas.
-No se preocupe, pronto renacerá.
-Profesor, me ha asustado- le dijo la chica que se había llevado una mano al corazón.
-No se preocupe, ahora siéntese y cuénteme, ¿quién es usted? ¿Y a que debo su visita?- le preguntó amablemente.
-Vera profesor, vengo del futuro. Por lo que creo que será mejor que no le revele mi verdadero nombre- le contestó de la manera más educada que encontró.
-Lo comprendo. También le voy a pedir que no me revele nada ya que le sacaría lo emocionante a la vida- se rio.
-Gracias.
-Por lo que veo, conoce bastante bien el castillo así que debo suponer que ha estudiado aquí.
-Sí, profesor.
-Bien.
-Profesor, tengo que explicarle algo. No puede quedar ninguna constancia de que he estado aquí, es decir, dentro de un tiempo yo desapareceré.
-Comprendo. Se me está ocurriendo una cosa. Hace unos días, unos parientes lejanos míos han sufrido un ataque y se hayan desgraciadamente todos muertos, menos una chica. Por lo que me he podido enterar, está muerta. Pero si tú quieres podría ayudarte a pasar por ella y así estarías bajo mi protección. Que por lo que veo le va a hacer falta- comentó al ver el estado en el que se hallaba la chica.
-Comprendo. Por mí no hay ningún inconveniente.
-Bien- abrió el cajón y sacó un medallón este colgante está ligado a mi familia. Los que los atacaron lo robaron, pero gracias a un amigo he podido recuperarlo. Tiene ciertas habilidades, no te lo pueden sacar a menos que estés muerta y siempre y cuando te lo coja alguien de la familia o te lo saques voluntariamente. Puede darte el aspecto que desees. Póntelo, yo te diré que debes cambiar.
-Profesor, no creo que yo deba...
-No se preocupe. Debemos hacer que nadie dude que sea ella.
Hermione ante la insistencia se lo colocó. Rápidamente sintió un pequeño y confortable calor, recorriendo toda su piel.
-Se me olvidó comentar que también se puede hacer invisible el medallón. Te recomiendo que sea así la mayor parte del tiempo. Ahora concéntrate e imagínate a ti misma.
-Sí.
-Ahora piensa que eres más alta.
-¿Cuánto más?-preguntó con miedo a fallar.
-Unos centímetros, no te preocupes mucho por eso- le comentó el profesor al verla tan nerviosa.
-Así está bien, ahora piense en el pelo más largo y más rubio. Perfecto. Ahora cámbiese el color de los ojos por un azul claro. Parecidos a los míos.
-¿Así profesor? -preguntó la chica al abrir los ojos.
-Bien. Ahora te voy a comentar un poco de mi historia familiar. Tengo otro hermano.
-Sí, conozco a Alberforth.
-Perfecto. Teníamos una hermana pequeña que por un accidente murió. Se llamaba Ariana como te vas a llamar tú. Mi tía Honoria, tuvo una hija, se llamaba Allison que tuvo a Ariana. No se casó, es más, nunca dijo quién era tu padre.
-Comprendo.
-Voy a tener que avisar al primer Ministro. No creo que sean muy duros contigo, pero debes decir que tu familia es una familia con muchos secretos y que nunca te contaron ninguno. Pero primero, a la enfermería.
-Profesor, ¿hay alguna posibilidad de que durmiendo cambie mi imagen?
-Para cambiar su imagen, debe estar muy concentrada y desearlo de corazón. No se preocupe.
El profesor la acompañó a la enfermería.
-Profesor, ¿en qué año estoy?
-Se encuentra en el año 1976.
El profesor notó la mueca de dolor que hizo Hermione al levantarse. Así que, le lanzó un hechizo para aliviar el malestar.
Cuando una muy joven señorita Pomfrey la vio, puso el grito en el cielo. El hombro todavía le sangraba un poco, tenía los músculos en tensión por los cruciatus, tenía la ropa toda sucia y un poco rota del campo de batalla y de la celda, además, de tener varias contosiones.Comenzó a untarla y a darle un montón de pociones. Después de cuarenta y cinco minutos, apareció alguien.
-Querida espera un minuto. Señor Lupin, por aquí.
Aunque, no podía verle con las cortinas, pero su pulso se aceleró. Después de cinco minutos, regresó con la chica.
-Bien ya estoy con usted. ¿Cómo pudieron hacerle semejante cantidad de heridas? Eso es inhumano.
Cuando llegó al hombro se espantó.
-¿La mordió un licántropo?- preguntó asustada.
-No, fue un hechizo- le contestó.
Sabía que Remus estaba escuchando y que debió dolerle pensar que la hubiese podido morder.
-¿Ha sido atacada con la maldición cruciatus?
-Sí-contestó cansada.
-Por lo que veo, varias veces. Tienes alguna hemorragia interna, pero nada serio. Tómate esto, te hará dormir profundamente mientras tu cuerpo va sanando.
-Gracias- le agradeció la chica.
Se dispuso a dormir ya que sabía que el día siguiente sería largo.
En la habitación de los chicos de séptimo curso, comenzaban a asomar los primeros rayos de sol. Lo que significaba que en menos de dos horas, tendrían que levantarse para ir a clases. Pero eso poco les importaba a los tres chicos que estaban entrando por la puerta.
-Cornamenta, te lo digo en serio.
-No es que no te crea, pero se me hace raro que veas a una chica que no conoces, que estaba ensangrentada y que aún por encima pareció reconocerte.
-Lo sé- se giró hacia su otro amigo.- ¿Tú qué opinas?
-Que tengo sueño- contestó Peter.
Cada uno se metió en su cama.
-Tenemos que madrugar, quiero contárselo a Lunático antes de clases. Quizás pueda saber algo.
-Lo que tú digas Canuto. Buenas noches o buenos días, lo que prefieras.
Como de costumbre, se despertaron con el tiempo justo para llegar a clase.
En la enfermería se encontraba el director, acompañado de una mujer. Ambos se acercaron a Hermione.
-¿Es ella Albus?
-Así es Millicent.
Millicent Bagnold era la actual ministra de magia. Era justa y respetuosa con las leyes. A pesar de eso, había mucha gente a la que no le gustaba. Tenía un gran respeto por los muggles.
-Ahora se encuentra dormida, así que déjenla descansar- dijo enfurruñada la señorita Pomfrey.
-No se preocupe, estoy despierta-comentó con un bostezo.
Desde hacía tiempo, tenía el sueño muy ligero. Al menor ruido, siempre se despertaba.
-Ariana, esta señora es Millicent Bagnold la ministra de Magia.
-Encantada- dijo la chica apretando la mano de la ministra.
-Perdona que no te deje descansar, pero es importante tratar de resolver todo esto.
-Lo comprendo, puede preguntar lo que quiera- se ofreció la chica. A pesar de todo la señora le daba confianza.
-¿Sabes quién te atacó?
-No puede reconocer a nadie ya que llevaban máscaras.
-¿Qué buscaban?
-El colgante de mi familia.
-¿Lo consiguieron?-preguntó nerviosa.
-No.
-¿Cómo ocurrió todo?
-Mi madre y mi abuela, me estaban esperando para comer. Como siempre me había entretenido y llegaba tarde. Cuando llegué, las habían matado. Me preguntaron por el colgante, les dije que no lo sabía y me torturaron hasta que creyeron que estaba muerta. Cuando pude moverme, vine aquí.
-¿Por qué no fuiste a San Mungo?
-Porque no estaba segura de si me estarían esperando. Además, Albus era el único del que me fiaba, con él sabía que estaría segura.
-Bien. Por lo que sé tienes diecisiete años.
-Si.
-A pesar de que hasta ahora te formaste en tu casa, te sugiero que te quedes a estudiar aquí.
Hermione se giró a mirar al director esperando una respuesta. Él le sonrió. La señora Bagnold se dio cuenta y se giró a Dumbledore.
-¿Qué opinas Albus?
-Si Ariana está de acuerdo no tengo ningún inconveniente, al contrario.
-¿En qué año estaré?- preguntó.
-En séptimo, ya que sé que tienes un buen nivel. Además es el curso que te toca por tu edad contestó el profesor Dumbledore.
-¿Cuándo puedo ir a clases?-preguntó Hermione ilusionada.
-Aún tiene mucho trecho por recuperarse- comentó la señorita Pomfrey.
-Pero si ya estoy bien.
-No me replique señorita- le dijo graciosamente la enfermera.
-Mañana si veo que está mejor, igual podría darle el alta.
-No quiero perderme nada- le aseguró la chica- por cierto, ¿a qué casa iré?
-Eso es trabajo del sombrero seleccionador- le dijo el director.
-Bueno Albus me tengo que ir. Gracias por todo. Espero que te recuperes pronto- le dijo la mujer como despedida.
En la enfermería las horas pasaban terriblemente lentas y a media mañana Hermione ya estaba aburrida.
-Si al menos tuviese algo para leer- se lamentó en voz alta.
-Si quieres te puedo dejar uno- le dijo una voz próxima.
Hermione se levantó y fue hasta donde debía estar Remus Lupin. Corrió la cortina y lo vio leyendo. Era un chico de cabellos castaños con ojos color miel. A pesar de estar pálido y con ojeras, tenía buen aspecto. Sabía que las transformaciones lo desgastaban mucho, pero jamás se imaginó que su antiguo profesor hubiese sido tan guapo. A pesar de que sus ojos y su sonrisa le daban seguridad y confianza tenía un aura que lo hacía verse especial.
-Hola- le saludó el chico con una sonrisa- me llamo Remus Lupin.
-Yo Ariana Dumbledore.
Hermione le tendió una mano que el chico aceptó.
-¿Qué estás leyendo?- preguntó interesada.
-Las principales transformaciones que debe conocer todo mago. No está mal.
-¿Te importa si me siento?- le preguntó la chica señalando los pies de su cama.
-Por supuesto que no. Me alegro de no estar solo. Esto es muy aburrido.
-¿Vienes mucho por aquí? -tan pronto salió esa pregunta de su boca se arrepintió. Ya sabía la respuesta.
-Sí, aunque no en tan malas condiciones como tú.
La cara de Hermione se entristeció al recordar que todos sus amigos debían de estar jugándose la vida.
-Perdona, no quería hacerte recordar lo de tu familia- se disculpó rápidamente el chico.
-No te preocupes. ¿En qué curso estás?- preguntó cambiando de tema.
-En séptimo año, como tú. Si te toca Gryffindor, soy prefecto de esa casa.
-¿Podrías dejarme los apuntes del año pasado?
-Claro, pero no te apures. Los profesores no son malos. Comprenderán tus circunstancias. Venir nueva a un colegio como este debe ser muy distinto.
-Bastante- comentó divertida.
Siguieron hablando toda la mañana.
-Lunático- escuchó que llamaban.
Estaba segura que era la voz de Sirius. No estaba muy segura de cómo reaccionaría al verlo.
-Estoy aquí- dijo el chico.
-¿Cómo estás?
Antes de que pudiese volver a su cama, ya estaba rodeada por James, Sirius y Peter.
James era idéntico a Harry, siempre había escuchado que eran iguales. Pero jamás se imaginó que sería hasta ese punto. Lo único que los diferenciaba a parte de sus ojos marrones y que no tenía cicatriz, era que era más ancho y un poco más alto. A parte de eso, vio que tenía el pelo más revuelto que Harry y que no era tan cálido como su amigo.
A Harry lo veías y sabías que podías poner tu vida en sus manos. James se veía muy seguro de sí mismo hasta el punto que daba la impresión de presumido y un poco altanero Harry nunca daría esa impresión.
Sirius por su parte, a pesar de que en su época se encontraba delgado y muy desgastado por Azkaban todavía se veían vestigios del chico que ahora tenía delante. Era tan alto como James y un poco más ancho. El pelo lo llevaba igual que cuando lo conoció largo, por el hombro, un poco ondulado. Si le pareció que James tenía un buen concepto de sí mismo de Sirius ni te imaginas. Cuando llegó con su sonrisa de galán parecía que venía de salvar al mundo, le recordó a cierto profesor…
Peter por su parte, era bajito y algo regordete. Tenía bastante espinillas y granos. Era rubio, con ojos marrones, cuando vio a Hermione le puso una sonrisa que pretendía resultar sexy.
-James estoy bien.
-No me extraña que estés bien, con una chica tan guapa como ella, cualquiera.
Hermione no se lo podía creer, Sirius Black le acababa de sacar los colores.
-Sirius Black- le dijo tendiéndole la mano.
Ella se la dio, pero para su sorpresa el giró su muñeca y le dio un beso en el dorso.
-Estos son mis amigos James Potter y Peter Pettigrew- presentó Sirius.
Cuando salió de su estupor se presentó.
-Soy Ariana Dumbledore.
-¿Eres de la familia del director?-preguntó Sirius.
-Sí- contestó algo incómoda.
-¿Pero no habías muerto?- preguntó Peter, que obtuvo como contestación de James un pisotón.
-Si estuviese muerta no estaría aquí- le dijo sin problemas- supongo que en el periódico dirían de todo.
-Perdona-murmuró por lo bajo Peter.
-No te preocupes. Bueno os dejo. Remus gracias por los libros -se despidió la chica para ir a su cama.
Su corazón latía muy fuerte. Por un momento casi salta de la cama para abrazar a James. Se parecía tanto Harry.
-Ves como había una chica que no conocíamos- le replicaba Sirius a James.
-Ya la vi- le dijo el chico divertido.
-Chicos- les llamó Remus en voz muy baja- no tenéis ni idea de cómo llegó esta chica.
-¿A qué te refieres?-preguntó Sirius en el mismo tono.
-Parece que estás muy ansioso por saber de la chica- se burló James.
Remus puso los ojos en blanco y siguió hablando.
-Tenía algunas fracturas, varios moretones y tenía el hombro desgarrado como si le hubiese mordido un licántropo. Lo peor es que presentaba signos de haber recibido varios cruciatus.
Ambos se quedaron sin nada que decir pensando en lo mal que lo debía haber pasado.
-Muy rica la comida señora Pomfrey. Tengo un hambre- escucharon decir a Hermione.
-Chicos fuera, el señor Lupin necesita comer. Al igual que vosotros. A la tarde le daré el alta- le dijo la señora Pomfrey mientras los echaba.
Cuando estuvieron en el pasillo, Peter preguntó.
-¿Crees que nos escuchó?
-No lo sé. Depende de si es cotilla o no. Estábamos separados por cortinas.
-James, ¿le dejaste el mapa a Remus?
-Sí, así puede pasar un poco el rato.
Después de comer, Hermione se acercó a charlar con Remus. Pero este se encontraba durmiendo, cuando se iba a ir vio un pergamino que reconoció.
Lo cogió y lo llevó a su cama.
-Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.
Rápidamente apareció un mapa del castillo junto con los nombres de la gente que en él se encontraban. Para su sorpresa, en la enfermería solo había dos personas: Remus Lupin y Ariana Dumbledore.
Le devolvió en un momento el mapa a Remus y se puso a pensar si no sería cosa del medallón. ¿Qué otra explicación había? Con esas y otras cavilaciones se quedó dormida.
Cuando despertó vio que estaba anocheciendo. Tenía pensado ir a ver a Remus cuando escuchó hablar a alguien.
-Es una pena que esté dormida, me hubiese gustado hablar un poco más con ella- le escuchó a Sirius.
-¿Tendrá novio?- preguntó Peter.
-Aunque no lo tuviera, no tienes ninguna oportunidad con ella- le dijo James divertido.
-Ahora vámonos, no me gusta estar aquí más de lo necesario.
-Lo que tú digas Lunático- le dijo Sirius.
-Por cierto, ¿volviste con Samantha Hugh?- preguntó maliciosamente Remus.
-¿Hablas conmigo?- le preguntó Sirius mientras abría la puerta para que salieran.
-Sí, sé estuviste con ella un buen rato.
-James, ¿para qué le dejas el mapa?
Ya no pudo escuchar más ya que las voces se alejaban.
Hermione hizo todo lo que la señora Pomfrey le mandó, quería salir de ahí cuanto antes. Ahora entendía las prisas de Harry por irse.
