Disclaimer: The 100 y todo su mundo no me pertenece, yo solo imagino.
Nota de autor: Nos situamos en el episodio 5 de la cuarta temporada, si no habéis visto la serie hasta ahí puede que te spoilees un poco también aparece un personaje que no debería, pero lo necesito para la historia jeje.
Fuego por todas partes, las toses de las personas se mezclan con el ruido de las explosiones, la desesperanza y el miedo se mezclan en sus rostros a partes iguales. Los gritos pidiendo ayuda retumbaban en los oídos de Clarke como si de una horrible banda sonora se trataran. Hacía pocos segundos que había llegado con Roan a Arkadia y allí solo se encontraron con el horror.
Corrió hacia Niylah cuando vio que salía del amasijo de hierros que ahora era el Arka junto con Octavia. Dejó a su compañera con su hermano y acompañó a la terrestre a un lugar más seguro, alejadas del fuego y el calor.
— ¿Estás bien?— Murmuró la joven rubia pasándose el dorso de la mano por la frente, el sudor empezaba a correr por ella sin poder evitarlo.
—Sí, creo que sí, Octavia...ella...—La mujer tosió respirando con dificultad.
— Está con Bellamy, se pondrá bien— Clarke quería preguntarle qué había pasado, como es que ahora todo era fuego y cenizas.
—Ilian... ha sido Ilian...— Susurro Niylah casi más para ella que para Clarke.
Esa especie de confesión cogió por sorpresa a la joven que se incorporó como un resorte, llena de furia, con las esperanzas rotas una vez más, notaba el picor en los ojos, y no sabía si era por las llamas o por las lágrimas apunto de brotar de impotencia. Se giró sin decirle nada a su interlocutora y buscó al hombre entre la muchedumbre. Pero sus ojos nunca llegaron a posarse sobre el causante del desastre. Tuvo que frotárselos un par de veces por la incredulidad que ver aquella toga marrón oscuro y la calva perfectamente tatuada. Una palabrota recorrió su mente cuando comprobó que aquel hombre se dirigía serpenteando entre la gente hacia ella. No podía describir el daño que le había hecho al quitarle a Lexa.
Solo tuvo que andar unos pocos pasos para encontrarse con él, ya no le importaba Niylah, ni el fuego, ni las explosiones, que Titus estuviera allí era demasiado extraño, demasiado raro, y más en un momento como ese, quizás en el fondo ese hombre tuviera algo que ver con lo que estaba pasando.
—¿Qué haces aquí?— No le saludó, solo pronunció la exigencia.
—Tenemos que hablar.— Como siempre el hombre parecía calmado, como si lo que ocurría a su alrededor no fuera importante.
—No es el mejor momento como puedes comprobar— Resopló exasperada. Titus se tambaleo levemente sobre sus pies, con la mirada ansiosa, pero sin quitar el aparente rigor serio de su inexpresivo rostro.
—Es importante, necesito tu ayuda.— Clarke casi se atraganta con su propia risa cuando oyó esas palabras. Había aceptado guardar la Llama, aunque ya no la tuviera con ella (estaba en un lugar mucho más seguro), y sobre todas las cosas había evitado el matarle, por arrebatársela.
—Ya te he ayudado lo suficiente, como ves, no tengo tiempo para esto ahora mismo— Su mirada se dirigió hacia las llamas, al igual que la de Titus.— Así que si me disculpas, puedes volver por dónde has venido— Esas últimas palabras las pronuncio mucho más brusca, remarcando cada una de sus silabas.
— Esto te interesa, Wanheda.— Clarke le empujó con fuerza cuando el hombre rodeó su muñeca con la mano.
—No me toques. No me interesa nada de lo que tengas que decirme ya, la Llama está a salvo, no hay comandante, mi gente necesita ayuda, no tienes ni idea de lo que se avecina. —estalló en gritos que hicieron que más de una persona la mirara.
—Entonces simplemente las dejaré aquí, necesitan tu protección —El hombre seguía calmado, aún con los gritos y los empujones. Eso llamó la atención de la chica rubia que volvió a mirar al hombre entogado.
—¿Quién?— Murmuro Clarke temiendo alguna jugarreta del hombre del que no se fiaba.
— Acompáñame. — El hombre hizo un movimiento de cabeza para que le siguiera y se encaminaron por donde él había venido, serpenteando de nuevo entre la gente, hacia fuera de la verja de Arkadia.
Allí fuera, como si casi fuera un fantasma en el camino, un caballo oscuro, quizás negro, relinchaba atado a un carro en forma de caja de metal de al menos dos metros de largo y uno y medio de alto. Titus la guió hacia la parte trasera del carro donde una puerta con barrotes cerraba a cal y canto el carro, dentro, Clarke pudo ver solo unas sombras en el suelo, unos bultos juntos tirados en él.
—Natblida...— Murmuró Titus mirando a Clarke intensamente.
—No pueden quedarse... no aquí, no ahora.
— Azgeda...— volvió a murmurar el hombre— Contigo estarán seguras.— Clarke resopló.
—Roan está aquí, es imposible que no te hayas dado cuenta.— Clarke buscó con la mirada al dueño del nombre que había pronunciado, y lo vio a lo lejos, junto a algunos soldados de su ejército, no parecía haberse dado cuenta de la presencia de Titus.
—Sé que cuidaras de ellas, a mi lado corren peligro.
— Creía que tu trabajo era proteger a las personas así, buscarlas por el reino, llevarles a Polis, entrenarles, eso era lo que ibas a hacer ¿no?— Espetó casi con rabia.
—Necesito un Comandante para su protección, sé lo de Ontari, sé que ahora no hay Comandante.
—Tú te encargaste de eso— el "casi" de la rabia de Clarke se esfumó, esas cinco palabras mostraron un enorme resentimiento, un rencor que no creía capaz de expresar. Titus apartó la mirada y se dirigió hacia el caballo, tomo una antorcha que colgaba de la silla del animal y la encendió para iluminar el interior del carro.— De todas formas no tengo por qué hacer tu trabajo— Continuó Clarke al no encontrar respuesta del hombre.
— Créeme que querrás— El hombre parecía nervioso iluminando el interior del carro, en el que Clarke solo podía ver esas dos figuras cubiertas por una unas sucias telas grises, una mucho más pequeña que la otra. Ella iba a replicarle, pero el hombre introdujo entre los barrotes la antorcha iluminando el habitáculo aún más y golpeó con la madera uno de los barrotes, con fuerza.— ¡Despertad! ¡Venga, arriba!
De nuevo los malos molos del hombre hicieron que a Clarke se le juntara la bilis en la garganta, pero sus palabras se quedaron enganchadas ahí, en su garganta. Primero vio como una pequeña cabeza rubia, de una niña de no más de tres o cuatro años se asomó del bulto de telas más pequeño. Pero lo que más la horrorizó fue la otra cara que vio: Pelo castaño, cejas definidas, labios sonrosados, gruesos, aunque no demasiado y enormes ojos, ojos verdes que la miran con cierto temor, el mismo temor que la pequeña niña que está a su lado. El grito también se quedó atascado, trastabilló hacia atrás hasta que sus huesos dieron contra el suelo.
—Lexa...
Nota de autor 2: Bueno, este es mi primer fic de una serie que aún se está retrasmitiendo, tengo solo medio capítulo más escrito, supongo que al final acabaré cogiendo algunas cosillas de las que vayan pasando (o no, a saber). Me enganché hace poquito a la serie, vi los 4 primeros episodios por la tv y luego me la descargué para verla del tirón en una semana, y los acontecimientos me dejaron un sabor de boca extraño, asique me dije ¿por qué no? Y aquí está mi locura transitoria.
LEXA DESERVED BETTER!
Espero que os guste y que me merezca algún review.
May we meet again
