Villa Tōkamachi, Ciudad de Myoko, Niigata Japón.
El jeep color blanco se detiene en medio de aquellos campos pantanosos repletos de plantas verdes de arroz, y de este bajan dos hombres. Uno de ellos, alto y evidentemente extranjero, rubio y muy apuesto, toma unos binoculares que penden de su cuello y mira con estos la extensión de tierra cultivada que hay a su alrededor. Los retira y sonríe a su compañero.
-Es increíble de verdad Nataku. En unos cuantos meses has levantado esta plantación de haber estado casi desaparecida y en ruina a lo que es ahora.-comenta en un correcto inglés el joven rubio de ojos azules a su compañero. El joven japonés a su lado asiente y sonríe.
-Ha costado mucho, de verdad Andrew, cuando llegué a Myoko no tenía idea de lo que era un campo de arroz, es irónico… ¿No te parece? La familia Fujimoto era de las más ricas de Tokio a base de su producción agrícola y el heredero no sabía nada sobre cultivo de arroz. Era vergonzos-asegura el chico japonés de cabello plateado tomando un gorro con forma de cono el cual se pone amarrando un hilo bajo su cuello.
-Vaya vaya, jamás creí ver esto, Nataku Fujimoto, mi gran amigo y uno de los chefs más talentosos que he conocido, se ha vuelto un campesino. ¿Qué le pasó al joven alegre y galante con quien compartía piso en París, con quien me iba de juerga por toda la "Ciudad Luz", con quien conquistaba chicas lindas en Montparnasse, y sobre todo con quien ganaba los concursos de gastronomía en "Le Cordon Bleu"?-comenta el atractivo joven extranjero.
-Ese hombre murió Andrew.-comenta el chico japonés y comienza a caminar seguido de su amigo en medio de las plantaciones.- ¿Y sabes qué es lo mejor? Que me alegra.
-No puedo creerlo. Aún recuerdo el día que recibiste la llamada de tu administrador, el día que te anunciaron que tu fortuna estaba por agotarse y que tus estudios en París eran insostenibles. Recuerdo la ira y la desesperación que vi en ti ese día al saber que abandonabas la escuela…y ahora creo encontrarte incluso feliz de estar en "Esa maldita aldea en el fin del mundo" como llamabas a tus tierras.-argumenta el rubio caminando con su amigo por aquel lugar.
-Antes no sabía lo que decía; y tienes razón en algo más, soy feliz.-asegura el joven japonés.-antes pensaba que lo único que me haría feliz era esa vida, el ser un chef reconocido y el tener el dinero y las comodidades que mi condición podía costear, pero jamás entendí dónde estaba la verdadera felicidad. Esto Andrew…-se agacha el japonés mostrándole a su amigo una pequeña planta de arroz en medio del pantano.-esto es la felicidad.
-¡Konochiwa Fujimoto sama!-se inclina un granjero anciano que removía las plantas de arroz con los pantalones arremangados hasta la rodilla y un sombrero igual al del heredero Fujimoto.
-Konichiwa Tanahiro san.-saluda este inclinándose al igual que el campesino.
-Konichiwa Príncipe san-saluda ahora al invitado de su señor que solo de inclina levemente. Los dos jóvenes siguen su camino pasando por en medio de la plantación de arroz.
-Nataku Fujimoto un campesino…me cuesta aun creerlo.-asegura el rubio.
-Créelo. Por algo te invité a venir a pasar estos días conmigo, quería que mi mejor amigo viera lo que he hecho desde que nos dejamos de ver, que conociera los límites de mi reino, por decirlo en tus términos; aprovechando que le has tomado gusto a mi país.-una sonrisa del rubio.
-Es verdad Nataku, aunque confieso que cuando me decidí a solicitar el intercambio a "Le Cordon Bleu, Tokio" mi intención verdadera era aprender sobre cocina japonesa, he de aceptar que tu país tiene bellezas insospechadas que pueden hechizar a cualquiera.-asegura el príncipe.
-Bellezas insospechadas…vaya…si Reika Nishimura supiera que la llamas de ese modo quizá se sienta incómoda. La modelo más cotizada de Japón y una de las mejores del mundo merece un apelativo más adecuado.-opina el joven japonés. El príncipe Stenberg sonríe.
-¿Es ironía lo que detecto en tu voz, amigo?-pregunta Andrew.
-Quizá…no lo negaré. Jamás pensé que un hombre como tú, noble, rico y además apuesto, el príncipe azul con quien sueñan todas las mujeres…
-Exageras.-comenta el rubio extranjero.
-No es así y lo sabes. Dime quién en el Jet Set europeo no conoce al Príncipe Andrew Zdenko Stenberg, heredero de una de las fortunas más grandes del orbe, y además chef reconocido internacionalmente. Tu foto aparece en todas las revistas y periódicos, tienes una página de internet propia, admiradores…y sobretodo admiradoras…-comenta Nataku Fujimoto.-y si eso no fuera suficiente incluso escribes. Recibiste un premio en Madrid por tus versos.
-¡O los versos!-comenta sonriendo el atractivo príncipe.-esos versos llegaron a mi vida junto con Reika.-asegura soñador pensando en su futura esposa-antes de enamorarme de ella jamás habría creído posible que en mi corazón de ordinario práctico encendiera la llama del amor de esta forma.-asegura el conde.
-¿Estás seguro de que lo que sientes por Reika es amor?-duda el chico japonés.
-¿Por qué la duda Nataku?... ¿A caso te parece que una mujer tan hermosa, distinguida e inteligente como ella no es capaz de despertar el amor en un hombre como yo?-serio el conde.
-No es eso Andrew, te conozco bien, y sé que eres un hombre bueno y soñador, propenso a enamorarte, lo que dudo es si una mujer tan brillante como Reika Nishimura, acostumbrada a los reflectores, las fiestas y el glamour vaya a ceder tan fácil a ser la recatada princesa Stenberg, con todo lo que exige de ella el protocolo Checo.-reitera Nataku Fujimoto. Los dos chicos han atravesado el camino de los arrozales y ahora se internan en el sendero que conduce hacia la villa.
-Lo dudas porque no la conoces tan bien como yo. Reika es deslumbrante. La amo tanto…¡Tanto!...no puedes entenderlo Nataku, no puedes porque tú no has estado enamorado de verdad, pero algún día, cuando lo estés, te recordaré esta charla y me darás la razón.
-Cierto…yo no he estado enamorado-sonríe de lado el heredero Fujimoto.
-Es una fortuna que este mundo moderno no sea tan estricto en cuestiones de matrimonio de la nobleza y tanto Reika como yo podamos casarnos sin ningún problema.-asegura el príncipe.
-No solo eso, sino que parece que Reika desde que es la novia del príncipe Stenberg, ha aumentado su publicidad…muy conveniente…-asegura Nataku con leve tono irónico que su amigo no nota.-ambos son la pareja más amada por los reflectores. Parece un cuento de hadas. El príncipe encantador y la bella modelo.
-Lo es Nataku, es mi cuento de hadas. Y espero de verdad lograr convencerte para que salgas de tu destierro en este lugar y vayas a Praga a mi fiesta de compromiso. Es en un mes.-pide Andrew tomando del hombro a su amigo.
-No sé qué decir Andrew…-confuso el chico japonés.
-Di que aceptas. Sabes que eres el mejor de mis amigos. Casi diría el único…
-Mientes Andrew, un príncipe tiene seguramente muchos más amigos y más importantes que yo.-con modestia Nataku.
-No digas eso de nuevo o me ofenderé. Jamás olvidaré cuando llegamos a París, y comenzamos a estudiar en "Le Cordon Bleu". Cuando la legitimidad del título de mi padre estaba en duda, todos me llamaban despectivamente "Le Petit Prince" haciendo mofa de la sangre noble que corría por mis venas. Entonces tú eras el único que me apoyó, y cuando tuve problemas de dinero, antes de recibir mi herencia, me prestaste un dinero que jamás quisiste recibir de vuelta para pagar los estudios. Eso Nataku, son cosas que no se olvidan, y los checos tenemos palabra. Cuando llamamos a alguien "Amigo" es para siempre.-asegura el rubio.
-Asistiré entonces Andrew.-asegura Nataku.-porque en mi país a eso se le llama honor, y sabes que también lo tengo.-reitera este. Los dos chicos estrechan sus manos.-pero cambiemos de tema, quiero mostrarte la forma como modernicé la empacadora. Acaba de llegarme la maquinaria desde Alemania.-emocionado el chico japonés.
-Interesante tu idea de la empacadora. Habrás invertido mucho.
-Dos terceras partes de la inversión son de mi capital. La otra la pone el gobierno de la prefectura de Myoko. Soy buen amigo del gobernador Hino, y él, que es dueño de la empacadora, decidió invertir porque la modernización de esta beneficia a la comunidad, es una nueva fuente de empleos.
- ¿Y estos otros arrozales que se miran a lo lejos?-pregunta el príncipe. Una gran sonrisa de Nataku Fujimoto.
-Eso es el arroz especial gourmet de que te hablé. Una variedad especial de arroz aromático, parecido al "basmati" pero de una variedad mucho más especial, conservando el tipo japónico, el cual se utilizaría para recetas selectas que venderemos a un pecio muy elevado a los principales restaurantes de Tokio y el mundo. Tengo los resultados del experimento inicial en casa para que preparemos algo de sushi, como en los viejos tiempos, y me des tu opinión profesional de si lo estamos logrando o no.
-¿Lo estamos logrando?...¿Tu y quién?
-Hino san-responde Nataku.
-¿El gobernador también sabe de agricultura?-pregunta asombrado el príncipe Stenberg.
-No dije jamás que fuera el gobernador. Hino san es su hija, Rei, te hablé de ella en el camino desde Tokio. De haberme puesto más atención y pensar menos en tu prometida lo recordarías Andrew.
-O si…lo recuerdo…¿No es esa misma chica molesta que estaba liderando a los campesinos cuando volviste aquí? ¿La que se oponía a que vendieras el terreno a la fábrica de electrónicos?
-La misma.-asiente Nataku Fujimoto.
-¿Y cuando dejó de ser tu enemiga y se volvió tu colaboradora?-sigue preguntando Andrew.
-Cuando me di cuenta de que tenía razón, de que mi verdadero futuro era este, que mi herencia era la tierra y de que no podía venderlo solo por solucionar mis problemas de dinero, pensando de manera egoísta y perjudicar a toda la villa. ¿Sabes algo? Rei san además estudia ciencias agrícolas en Todai. Ama la tierra, creció en la villa y conoce el proceso de cultivo del arroz mejor que nadie. Todo lo que ahora sé sobre arroz, variedades, tipos gourmet, procesamiento y cultivo ella me lo ha enseñado.
-Vaya, hablas de ella en un tono tan fervoroso que estoy deseando conocerla.-asegura Andrew.
-Es una pena no poder presentarlos hoy, Rei está de viaje. Viajó a Roma, a la cede de la FAO para llevar el nuevo tipo de arroz que gourmet ante la "Comisión Internacional del Arroz" y si aceptan su validación, podremos producirlo a gran escala.-orgulloso Nataku. –pero cuando regrese, si es que alguna vez vuelves aquí, te la presentaré.-En ese momento el conde se detiene y mira al lado del camino.-¿Andrew? ¿Qué pasa?-cuestiona su amigo.
-Esa choza derruida…¿Es acaso humo lo que sale de ella? ¿Puede vivir alguien allí?-cuestiona el príncipe Stenberg.
-O eso…es la choza de la anciana Cyrconia…no tiene importancia, es solo una pobre pordiosera. Vamos…-lo jala Nataku, algunos muchachitos de la villa, con sus amplios sombreros picudos pasan corriendo a su lado, llevan una cometa la cual vuelan jalando un hilo entre gritos y algarabía y se detienen para saludar inclinando la cabeza uno a uno a Fujimoto sama y a su invitado para seguir corriendo después.
-Los niños….quien pudiera quedarse para siempre en esa edad.-asegura Andrew, cuando de repente, de entre unos arbustos sale disparada una piedra, que el príncipe logra esquivar.-¡Qué demonios!-pero no bien ha dicho esto cuando un segundo proyectil lo impacta en la frente derribándolo al suelo.
-¡Andrew!-se alarma Nataku y se agacha a ver a su amigo que sangra abundantemente, con la ceja abierta.- ¿estás bien?-pregunta ayudándolo a levantarse.
-Que fue eso…-duda Andrew tocando la herida y mirando la sangre. Nataku lo ayuda a caminar apoyándolo en su espalda.
-¡Sea quien sea el que esté allí salga ahora!-habla en japonés el heredero Fujimoto.-¡Ahora mismo!-exige, de entre los arbustos surge la figura extrañamente alta de un jovencito, con la ropa desarrapada y sucia, no lleva zapatos, y el sombrero de pico cubre su cabeza en que destaca una maraña difusa de cabellos castaños. Andrew se queda mirando la extraña figura que apareció, pero mucho más se asombra al ver dos pares de brillantes esmeraldas de un tono verde intenso que el muchacho tenía por ojos mirarlo con un brillo que lo encandila. Furioso con el extraño agresor, Andrew Stenberg de dos zancadas llega a su lado y lo sujeta del brazo primero, luego lo toma de la camisa levantándolo en alto.
-¡Qué demonios te crees tú para herir al príncipe Stenberg!-espeta furioso Andrew.
-¡Andrew cálmate! ¡Bájalo! Seguramente fue un accidente y la piedra no era para ti sino para los niños que pasaron antes…¿Eso fue, verdad?-pregunta Nataku al pillo en japonés, que no responde nada.-Andrew, vamos, bájalo, no quiso lastimarte con intensión-Concilia Nataku, el joven príncipe vuelve a mirar al jovencito que tiene en su mano y lo suelta. Este cae al suelo de golpe y se arrastra en la tierra lodosa hacia atrás.
-¡Ven aquí y discúlpate con el príncipe!-le grita Nataku, el niño se levanta y llegando frente a este, se inclina.
-¡Gomen!-es lo único que dice antes de salir corriendo y perderse otra vez en el bosque. Nataku ofrece su pañuelo al príncipe que lo recibe y limpia la sangre.
-Lo siento de verdad amigo.-se excusa Nataku.
-Deberías ir por ese rapaz y darle un castigo ejemplar. Es un jovencito agresivo y peligroso…
-¿Jovencito?...ese no era un jovencito Andrew, solo era Mako…
-¿Mako?-cuestiona dudoso Andrew.
-Sí, Mako…¿Recuerdas que me preguntaste quién sería capaz de vivir en la derruida choza de atrás? Pues allí vive ella…
-¿Ella? A mí me apreció un muchacho. Tiene mucha fuerza y una estatura no común.
-Es una chica, debe tener quizá 18 años ahora, es una pobre miserable que ha crecido sola, como salvaje, al cuidado, si podemos decirlo así, de su abuela. Viven en esa choza desde que Mako era un bebé. Mi Padre le dio permiso a la vieja Cyrconia de vivir allí sin cobrarle derecho de tierra, son personas dignas de lástima y por ello no las he corrido…anda...quita esa cara, sé que ha dolido mucho el golpe pero me parece que es mucho más por el atrevimiento…¿No? Una chiquilla pordiosera sacando la sangre azul del Príncipe Andrew Stenberg.-comenta Nataku riendo.
-Si…búrlate…-se queja Andrew, pero luego acaba por reír igualmente-¡En verdad es muy gracioso! ¡Yo atacado por una pequeña salvaje!-ríe junto con su amigo y ambos chicos siguen su camino hacia el lejano edificio de la empacadora de arroz.
Mientras tanto, tras un árbol, se asoma una cabeza de largos y desordenados cabellos castaños, ocultos tras el gorro picudo y las dos hermosas y enigmáticas esmeraldas que tenía por ojos se clavan en la alta figura del rubio extranjero que se aleja.
-Un príncipe…es un príncipe…-murmura una voz femenina con extraño timbre dulce, y el jovencito harapiento camina por el terreno lodoso en silencio perdiéndose por el bosque con sus pensamientos.-¡Makoto Baka!...seguramente el príncipe te odia…te odia…-se repite recreando en su cabeza exactamente los rasgos varoniles del invitado de Fujimoto sama y esos ojos azules que la miraban airados.
Cuando se da cuenta del tiempo que ha pasado vagando por el bosque, es ya de noche, y sobresaltada por su retraso, corre de regreso hacia la derruida casucha y quita el pedazo de madera que tenía por puerta desamarrando un lazo ennegrecido.
-¡Oba chan estoy en casa!-grita la alta joven. No recibe respuesta, pero no le extraña, jamás la recibe cuando llega, a veces se pregunta por qué sigue saludando cuando llega a casa, quizá porque una parte de ella quería sentir calor de hogar, aunque este jamás hubiese existido . A lo lejos se ve una fogata, y una anciana de rostro arrugado y expresión maléfica está sentada en un banco mientras mueve algo que dentro de una hoya se calienta y despide humo.
-¿Traes dinero?-pregunta la vieja sin voltear.-si no lo traes puedes largarte a dormir en el monte o donde mejor te dé la gana…no me importa…-asegura ella. La chica de enmarañado cabello castaño se acerca a la mesa y deposita unos cuantos yenes encima. El sonido metálico parece tener magia sobre la anciana porque esta sale de su mutismo y voltea su arrugado y desagradable semblante mirando con ojos ávidos las monedas las cuales aprisiona en sus huesudas manos de uñas largas.
-¿Estás contenta ahora Oba chan?-pregunta la joven.
-¿Solo esto? ¿Doscientos yenes?-se queja la vieja Cyrconia.
-Fue todo lo que pagaron por la jornada.-asegura ella.
-¡Mientes! ¡Makoto Baka!-ruge la vieja-¡Esto es el salario por medio día de trabajo! ¿Crees que no lo sé?...¡Dime qué estuviste haciendo por la tarde! Seguramente corriendo por el campo, buscando tus malditas hierbas o volando esa cometa que te regaló la estúpida hija del gobernador.-acusa Cyrconia.
-¿Te traje dinero no? Lo que haga con mi tiempo no te importa.-asegura furiosa Makoto.
-¡Makoto Baka! ¡Eres y siempre has sido una inútil, un estorbo!-ruge la vieja.
-¿Un estorbo no?...¿Y por qué te quedas siempre con el dinero?-le contesta la joven.
-¡Impertinente! ¡Cómo puedes contestarme así a mí! No me tienes respeto-aúlla la vieja.
-Debe ser porque no te lo has ganado.-reitera la alta joven de ojos verdes.
-¡Ya fue bastante! ¡No te daré de cenar!-asegura Cyrconia.
-No me importa, no tengo hambre.-termina la discusión Makoto e ignorando los insultos que profiere su abuela se dirige hacia una puerta de madera, la cual abre y entra en una buhardilla oscura. Caminando dentro como quien conoce el lugar aun a oscuras, enciende una vela y la débil luz de esta alumbra el lugar. Dentro solo hay un futón, una mesita con algunas cosas encima y al fondo una manta, ella se acerca hacia allí y corre la manta, detrás hay unos palos donde se haya su escasa ropa, toda igual a la que tiene. La camisa blanca y larga y los pantalones cortos que usaba para trabajar. Se pone la ropa limpia, y luego, se tira sobre el futón. Suspira hondo y busca algo en su modesta cama, toma a una muñeca, que era en todo parecida a su dueña. Cabellos enmarañados, vestido sucio y roto y un ojo cerrado, evidentemente averiado. Makoto mira a su vieja muñeca y acaricia sus cabellos.
-Buenas noches Rei. ¿Me echaste de menos?...yo a ti sí.-la abraza.-eres lo único por lo que vale la pena regresar a casa…¿Te cuento algo?...hoy vi a un príncipe.-habla con voz queda Makoto mirando el techo de su habitación.-estaba jugando con el cometa que me regalaste el Domingo…¿Te acuerdas?...entonces Shoujiro y Taro con sus horribles amigos pasaron y se burlaron de mí. Eran ocho. Les pegué a algunos, pero me lo quitaron, entonces me enojé…¡Kuzo!...y les empecé a lanzar piedras…pero terminé por darle al príncipe…es amigo de Fujimoto sama…¡Si lo hubieras visto Rei!...su cabello parece de oro, como los adornos del templo Sensoji…y sus ojos son azules, azules como el cielo…no negros como todos los ojos que he visto antes…ni morados como los tuyos. Azules…y me tocó…aquí…-asegura ella tomando su brazo.-¿Te digo algo más?-pregunta a la muñeca levantándola y mirándola con la luz de la vela.-no entiendo que me pasó…pero cuando los ojos del príncipe me miraron…sentí un dolor muy fuerte aquí…-se toca el pecho.-no podía hablar, no podía moverme, no podía respirar, y solo podía mirarlo…¿Qué es esto que siento, Rei?- cuestiona ella a su muñeca-nunca en mi vida me había sentido así…jamás…y él me llamó pequeña salvaje…¡Pequeña salvaje!…¡Me odia!…-unas lágrimas se forman en los ojos verdes de la chica y al final se vuelven llanto.
Abrazando a la destruida muñeca, Makoto llora por vez primera en su vida por algo que no era dolor, hambre o frío…era algo que no lograba entender, pero que la lastimaba mucho, y tenía una idea de a qué se debía. Era por el desprecio que había visto en los ojos del Príncipe. En su vida la habían tratado siempre con humillación y dureza. Su abuela, desde que tenía memoria la había llamado "Makoto Baka" no la amaba. Eso le quedaba muy claro, la gente de la aladea la llamaba "La nieta de la bruja" o "Hisui Me" (ojos de Jade). Todos le temían, decían que quien la miraba a los ojos, a esos extraños ojos verdes, quedaba maldito. Ella misma se llegó a convencer de que el color de sus ojos estaba mal, era malo…leer el desprecio en los rostros de los demás era algo con lo que se había acostumbrado a vivir y que no le importaba, pero el desprecio en los ojos azules del príncipe le dolía tanto.
-Rei chan…creo que debería haber aceptado ir contigo a tu casa, en lugar de lanzarte lodo y asustarte.-comenta ella mirando a su muñeca.-Eres la única persona que ha sido buena conmigo…tú y Fujimoto san…-recuerda Makoto cerrando los ojos aquel día hace diez años, cuando se atrevió a ir a la ciudad a la fiesta del Otaue, para ver los fuegos artificiales. Aún recuerda como los muchachos le empezaron a tirar agua fría y piedras, allí fue que la empezaron a llamar con burla "Hisui Me" y ella molesta se lanzó a golpearlos, morderlos y arañarlos, todos huyeron aterrados, y de pronto ella se encontró sola, tirada en una de las calles de Myoko, en un charco de lodo, sangrando de su frente y llorando de rabia, arriba en el cielo los fuegos artificiales comenzaron.
-¿Estás bien?-escuchó la voz de alguien a su lado, abrió los ojos y vio a una niña, debía tener más o menos su edad, llevaba un kimono rojo, y tenía el cabello negro sujeto en un bello peinado. Sus ojos eran de un raro color púrpura. Llevaba abrazada una hermosa muñeca, le sonreía, y se agachó a su lado, tomando un pañuelo le limpió la sangre.-esos chicos son muy malos, no debieron lastimarte.
-¿Tu no me tienes miedo?-preguntó Makoto a la niña, ella rió.
-¿Por qué miedo?...eres una niña como yo- La niña apartó el cabello castaño y miró sus ojos.
-¡NO! No me mires…mis ojos son malos…-la apartó ella.
-No es verdad, son muy lindos. ¿Cómo te llamas?-pregunto la de cabello negro.
-Makoto.-balbucea ella. La niña de kimono rojo le sonrío y la ayudó a levantarse.
-Me gustaría que fuéramos amigas Mako…mira toma.-le alargó la muñeca que llevaba en su brazo.-te la regalo, los amigos se hacen regalos.
-Yo…no tengo nada para darte.-se excusó la más alta.
-No pedí nada. Solo tómala.-Makoto tomó la bella muñeca.
-¡REI! ¡REI CHAN DONDE ESTÁS!-se escuchó la voz de alguien.
-Me debo ir, me llama Otou san, pero espero verte después Mako…¡Tomodachi!-se despide la niña corriendo por la calle de regreso. Makoto se queda sola mirando a la muñeca que tiene en sus manos, le sonríe.-Rei..Rei…-repite el nombre que escuchó.
Desde ese día, Rei se convirtió en su única compañera, le hablaba y le contaba todo como si fuera alguien real. Cierto que luego supo que esa niña, era la hija de Hino sama, un hombre rico de Myoko, dueño de la empacadora, y aunque la vio muchas veces luego de eso siempre se portaba de lo más salvaje y grosera con ella, aunque la chica parecía recordarla bien e intentaba acercarse, Makoto sentía que ahora menos que nunca ella podía ser su amiga. La hija del gobernador de Myoko, y ahora mano derecha de Fujimoto sama…¿Amiga de "Hisui Me"?.
-Mañana iré a verla.-se dijo la joven decidida.-voy a pedirle que me ayude, no quiero que nadie más me mire como me miró el príncipe…no quiero…-se repitió convencida abrazando a su muñeca.-no quiero que me miren así de nuevo…-murmuró antes de caer en un profundo sueño, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
NOTAS FINALES: Este fic inició no como idea mia del todo sino para dar un regalo a alguien especial, de igual modo cuando fui investigando y estructurándolo me gustó como enmarcarlo en Japón con toda esta idea de la cosecha de arroz y de la vida en una villa arrocera así que lo dedico a los fans de Mako y Motoki que quieran leerlo, gracias especiales a mi amiga MADE que es muy fan de esta pareja por los consejos que me dio sobre la pareja protagónica que confieso no manejo nada bien y a mis amigas que me animaron a no dejarlo, seguiré publicando cada semana un capítulo nuevo de esta historia. Ya voy avanzando más, he hecho fics de Serena, de Ami, de Mina y ahora de Mako, para que vean que no solo se hacerlo de Rei chan aunque ella sigue siendo mi favorita.
Gracias a todos y los veo en el siguiente chap.
ATTE: LADY PHOENIX.
