En una ciudad muy moderna, cuyo nombre es Konoha, caminaba muy apurada una chica de un exótico color (es que, no deben existir muchas personas de un color de pelo rosa natural, ¿verdad?), yendo a un gran y hermoso edificio gris con grandes y bonitas ventanas. O mejor dicho iba apurada a su nuevo empleo en la empresa Namikaze, una importante industria que se dedicaba más que nada a objetos deportivos de todo tipo como palos de hockey, balones, botines, canilleras, y todas esas cosas. Pero lo más importante de lo que queremos hablar es sobre la jovencita que estaba llegando tarde el primer día de trabajo.

-Inner de Sakura: ¡cha! No es posible que lleguemos tarde el primer día ¡y todo por quedarte dormida "cinco minutos más"! – protestó.

-¡cállate que no mejoras nada! – contestó molesta con su Inner.

Al cabo de diez minutos llegó a su destino triunfante, pero cuando recordó que aún no conocía a su jefe y que no sabía que tan estricto podía llegar a ser, su sonrisa desapareció.

Una vez que pasó por la recepción y la secretaria le dio indicaciones, subió por el elevador a la última planta (o sea a la planta nº 25) abrió temerosa, una puerta muy lujosa que daba paso a una habitación luminosa donde la esperaba un hombre alto, de anchas espaldas, de buen físico y ciertamente atractivo ya que era rubio y de ojos azules como el cielo, que la miraba curioso.

-Y-yo - ¡pero ¿desde cuándo Sakura tartamudeaba? – Emmm, lo siento mí nombre es Sakura Haruno y… bueno, usted m-me había contratado para un puesto de… - pero el hombre la interrumpió exclamando:

-¡Pero por supuesto! Usted es la joven Haruno-san que aprobó excelentemente mi examen para entrar aquí- el amable hombre la miró detenidamente antes de invitarla a sentarse.

Ya sentada, Sakura empezó a ofrecer disculpas por la demora, presentando justificaciones, pero el señor, que se había presentado como Minato Namikaze y que le había rogado que lo llamara solamente por su nombre, le sonreía diciendo que no, que no se preocupara.

-Haruno-san, luego le pediré a mi secretaria Hinata-san que la acompañe a su oficina, mientras que ahora yo le explicaré todo lo que usted debe… - pero no pudo terminar de hablar ya que la puerta se abrió bruscamente dejando entrar a un joven adulto que no debía tener más de veinticinco años que gritaba:

-¡viejo, ero-sennin acaba de…! – sus gritos terminaron cundo vio a una chica que él conocía perfectamente.

-Sakura-chan – murmuró el rubio atónito.

-Naruto – murmuró Sakura en el mismo estado.

¿Es que, el destino los odiaba tanto como para hacerlos encontrar de nuevo?

Bueno espero que les guste ahora capaz que parezca aburrido o sin emoción pero prometo que va a mejorar.