¡Prisioners! ¿Cómo están? Los y las he extrañado bastante =( pero aquí estoy con un nuevo fic para ustedes =D Bueno, es un mini fic tiene solo 10 capítulos peeeeeeeeeeero sé que les va a gustar mucho, es muy gracioso y lindo =33

Okaaay, sin más…

ENJOY!

SECOND CHANCE

PRÓLOGO

Blaine se quedó mirando al maniquí de la vitrina en la tienda.

Era simplemente hermoso; era alto, un hombre delgado, su piel brillante de color lechosa bajo las luces de la tienda, y tenía el pelo castaño, peinado de una forma espectacular. La "piel" de alrededor de sus ojos estaba cubierta de ¿maquillaje?, sólo mejorando el resto de su cara de plástico.

Sin embargo, si Blaine no supiera que el hombre de pie frente a la ventana estaba hecho de plástico, podría haber jurado que era real. Su piel lucía suave y palpable a pesar de estar realmente dura, fría y brillante.

Lo que realmente traicionaba la verdadera identidad del maniquí eran sus ojos. Toda su creación era tan real que Blaine pensó que podría moverse en cualquier momento, a excepción de los ojos. Los ojos eran azules, brillantes de aspecto vítreo, y carentes de vida.

—¿Blainey, cariño? —Blaine saltó y se estremeció cuando se volvió para mirar a su madre con los ojos muy abiertos. Elaine le sonrió amablemente. Se apartó un rizo negro de su dulce cara ovalada y se acercó a su hijo. Ella puso una mano suave en la parte superior de su mano, acariciando suavemente sus grandes y despeinados rizos. Blaine había empezado a dejarse crecer el cabello y dejó de peinarlo—. Cariño, David dice que tiene algunos comics en su oficina. ¿Te gustaría verlos? —preguntó Elaine a su hijo de ocho años.

Blaine sacudió la cabeza en silencio, volviendo la atención hacia el hombre de plástico en la ventana. Elaine siguió su mirada, levantando una ceja cuando vio a su hijo mirando al maniquí que estaba modelando los últimos diseños de David. Se preguntó por qué estaba tan cautivado por él, normalmente Blaine se abalanzaba hacia los cómics a la primera oportunidad que tenía.

Elaine suspiró y se inclinó para besar la parte superior de la cabeza de Blaine antes de volverse hacia David.

—¿Vendrá? —preguntó David, sacudiendo entre sus manos una vieja copia de 'Spider-Man'.

Elaine sacudió la cabeza.

—Tenemos mucho trabajo que hacer antes de irnos — Elaine sonrió con tristeza.

David asintió.

Como un diseñador de moda de ir y venir, David finalmente había ahorrado suficiente dinero para abrir su propia tienda. No podría haberlo hecho sin la ayuda de Elaine, que no sólo era su sastre, sino también su mejor amiga. Sin embargo, Elaine había sido recientemente abandonada por su marido William, y actualmente estaba embarazada de su novio James. Ella y Blaine se trasladarían a Canadá después del nacimiento del bebé quien estaba a tan sólo unas semanas de ser concebido. David suspiró profundamente inclinándose para empezar a sacar toda la ropa de las cajas. Se había gastado el último centavo que tenía en la compra de la propiedad, y ahora se iba a quedar solo, sin Elaine para consolarlo en sus momentos más difíciles.

Después de una hora de trabajo, Elaine dejó escapar un suspiro pesado completamente agotada, y se hundió en una silla abanicándose con las manos. David le lanzó una sonrisa de disculpa antes de acercarse a la ventana donde se encontraba Blaine de pie, todavía encantado por el maniquí.

—Hey, Blaine —David juguetonamente acarició al niño en la cabeza, destellando una sonrisa—. ¿Qué estás haciendo? —estaba sorprendido de que un niño de ocho años de edad, en lugar de una explosión de energía, estuviera en silencio mirando a un objeto inanimado y aburrido.

—Nada —respondió Blaine sin apartar los ojos del maniquí.

—¿Te gusta la ropa? —sonrió David—. Es parte de mi nueva colección de otoño. Te dejaré probarte algunas prendas, em… cuando estés más grande —bromeó. Blaine le devolvió la sonrisa, incluso riendo en voz baja antes de negar con la cabeza—. ¿No? ¿No te gusta la ropa? —David hizo un puchero, fingiendo estar herido.

—¡No, tonto! —rio Blaine— ¡No estoy mirando la ropa!

—Entonces, ¿qué?-

—Estoy mirándolo a él.-

—¿Él?-

—El hombre de plástico en la ventana.-

David parpadeó mirando a Blaine por un momento, un poco desconcertado. Luego volvió a centrar su atención completamente en el maniquí, frunciendo el ceño pensativo. El maniquí no era diferente a docenas de otros, tenía los mismos ojos brillantes y muertos, la misma superficie fría y dura, y el mismo porte espeluznante. David nunca habría pensado que un maniquí podría ser tan interesante para nadie.

David se rio en voz baja, recordando algo.

—¿Quieres oír algo gracioso, Blaine?

Blaine finalmente apartó la mirada del maniquí por un momento, con los ojos brillantes en David mientras asentía con rapidez.

—Bueno —comenzó David sentándose y cruzando las piernas para que su cabeza estuviera en el mismo nivel que el de Blaine—. Compré el maniquí cuando estaba en Egipto. Sabes dónde está, ¿no?

—¿En el desierto? —Blaine arrugó la nariz, tratando de recordar lo que había aprendido sobre el lugar llamado Egipto cuando estaba en la escuela.

—Así es —David asintió—. Yo estuve ahí hace ocho años de vacaciones. Verás, este anciano estaba vendiendo todo lo que tenía porque se estaba mudando. Él me dio el maniquí de forma gratuita porque realmente quería tirarlo a la basura. Me contó una historia muy divertida sobre el maniquí antes de obsequiármelo.

—¿Cuál? —Blaine le preguntó con impaciencia.

David se echó a reír, sacudiendo la cabeza con incredulidad.

—Me dijo que una vez cada dieciocho años, ¡el maniquí se despierta!

—Whoa —los ojos de Blaine se abrieron como platos y miró al maniquí con incredulidad—. ¿Por qué no se despierta ahora? —frunció el ceño con decepción.

—Hay mucho más en la historia —añadió David, contento de ver que su historia era tan impresionante para alguien—. Cuenta la leyenda que este maniquí cuando se despierta, tiene hasta la luna llena para encontrar al verdadero amor. Si no lo encuentra se vuelve de plástico durante otros dieciocho años más. Sólo puede permanecer como un ser humano si encuentra un amor real. Estupendo, ¿eh?

Blaine sacó la lengua, la cara arrugada.

—Ew, ¡eso es muy cursi!

—¿No crees en el amor verdadero?

Blaine negó con la cabeza e hizo una mueca.

—Las niñas son estúpidas

—Créeme pequeño, existe el amor real —David le revolvió el pelo a Blaine, quedando sus dedos atrapados en la maraña.

—Entonces, ¿cómo es que no tienes novia? —Blaine arqueó las cejas al hombre mayor.

La boca de David estaba abierta. Él no se esperaba aquello y no estaba completamente seguro de cómo responder. Guardó silencio, echó una mirada nostálgica hacia Elaine, posando sus ojos en el rebote suave de su pelo rizado de color negro y la curva de su vientre. Él suspiró y se puso de pie, acariciando suavemente el hombro de Blaine.

—¿Extrañarás Ohio? —Preguntó David, cambiando de tema.

Blaine ya no estaba fascinado por el maniquí más, nunca había sido de los que creen en fantasías y cuentos de hadas.

—Mamá dice que también hablan inglés en Canadá —Blaine se encogió de hombros—. Y James me prometió que me va a enseñar a tocar la guitarra.

—¿Quieres tocar conmigo algún día? —sonrió David.

Blaine asintió lentamente, una sonrisa extendiéndose por su rostro mientras trataba de imaginarse a sí mismo todo crecido, como una famosa estrella de rock que podía tocar la guitarra mejor que nadie en el mundo entero.

10 AÑOS DESPUÉS…

Cuando Blaine volvió a entrar en la tienda diez años más tarde, ésta lucía exactamente igual que cuando lo había dejado. Todo estaba en desorden, había un montón de cajas por todos lados, David estaba luchando para tener todo listo y por supuesto ahí estaba el maniquí. El hermoso hombre de plástico en la ventana.

—¿Blaine? ¿Estás aquí? —la voz de David llamó desde una habitación en la parte trasera.

—¡Sí! —contestó Blaine.

David se dirigió a la parte delantera de la tienda, abriendo mucho los ojos al ver al hombre con el pelo gelificado frente a él. La última vez que había visto a Blaine tenía el cabello desordenado y enredado por sus rizos y sus ojos color ámbar tenían una racha de picardía. Blaine no había crecido tanto como lo espero pero tenía los mismos ojos juguetones y el mismo pelo negro, pero ahora llevaba el cabello muy bien peinado y llevaba un corbatín alrededor de su cuello.

—Es increíble cómo alguien puede cambiar en diez años, ¿eh? —David murmuró mientras abrazaba a la ligera a Blaine, quien siempre había sido como un hijo para él.

—No has cambiado —señaló Blaine, sonriendo descaradamente a David. Era cierto; David tenía la misma cara, el mismo pelo, la misma ropa, todo. Sólo que ahora sus ojos brillaban de felicidad y riqueza mientras que antes estaban tan agravados por la decepción y la lucha.

—Créeme, he cambiado —David le guiñó un ojo, palmeando la espalda de Blaine—. Así que, ¿cuánto tiempo vas a estar de visita?

—Un poco más de un mes —respondió Blaine—. James, Mamá, y Giselle se quedan con mi abuela, y yo me quedo con un amigo.

—¿Quién es Giselle?

—Mi hermana pequeña —Blaine respondió cariñosamente.

—Ah... —David asintió lentamente, recordando que la última vez que había visto a Elaine, estaba enormemente embarazada. Se había dado cuenta que tenía que dar a luz en algún momento, pero nunca había visto al bebé—. Bueno, vamos al grano. Te contraté porque confío en ti, ¿de acuerdo?

—No te preocupes, no voy a quemar tu preciosa tienda —Blaine rodó los ojos.

—No lo hagas —dijo David en serio. Suspiró, mirando alrededor de la tienda que era su bebé, su creación, y su único y verdadero amor. Si a algo le había puesto su mayor esfuerzo era a esta tienda, y ahora tenía que salir de ella durante dos semanas porque tenía que irse a París para presentar sus nuevos diseños a algunos diseñadores de moda de renombre. Él estaba emocionado como un loco, pero temía salir de su tienda. Sabía que Blaine era un buen chico, pero no podía evitar sentir que algo grande estaba a punto de suceder—. Saldré pronto... un chofer vendrá a buscarme —David suspiró unos minutos más tarde. Metió la mano en el bolsillo y sacó la llave de la tienda y se la entregó a Blaine junto con un montón de responsabilidad. David miró a su alrededor una vez más aterrizando sus ojos en el maniquí—. Antes de que se me olvide... —murmuró. Desapareció en uno de los muchos bastidores de ropa y salió sosteniendo una camisa blanca abotonada y un broche de hipopótamo.

—¿Qué es eso? —preguntó Blaine.

—Es para vestir al maniquí —dijo David. Se encaramó a la repisa de la ventana y le puso la camisa al maniquí de cabello castaño sin molestarse con los pantalones. Se inclinó torpemente sobre el maniquí para poder colocarle la camisa blanca y enseguida la abotonó, colocándole también el broche sobre su pecho de plástico.

—Creo que realmente recuerdo eso —Blaine se quedó mirando al maniquí, acariciando brevemente con el dedo la superficie fría de la espalda antes de que ésta estuviera envuelta con la ropa—. ¿No dijiste que lo conseguiste en Egipto o algo así? ¿Y había alguna leyenda al respecto?

—Ah... te acuerdas más de lo que pensaba —David sonrió, saltando fuera de la cornisa—. ¿Cómo luce? —dio un paso atrás para admirar el traje que había diseñado. Una simple pero clásica camisa de cuello blanca sobre unos pantalones ajustados, y un bonito broche para completar el look.

—En realidad si lo maquillas más, le pones una peluca y otra ropa parecería una chica, ahora que lo pienso —Blaine murmuró, mirando por encima de la cara de plástico. Sus ojos estaban como cristales así como recordaba, y sus labios eran rosados, una nariz elegante y sus pómulos perfectos.

—Me refiero a la ropa —dijo David.

—Eh. No es mi estilo —Blaine tiró de sus pantalones arriba del tobillo.

—Por supuesto —respondió secamente David, observando la vestimenta de Blaine—. En realidad, ahora que lo pienso, he tenido este maniquí durante dieciocho años desde que empecé con la tienda —le dio unas palmaditas a su cabello castaño como de paja cariñosamente—. Tal vez la leyenda sea cierta.

Blaine se burló.

—Yo no creo en esas cosas —dijo en voz baja, mirando a otro lado del maniquí.

—Su nombre es Kurt, por cierto —murmuró David.

Blaine soltó un bufido.

—¿Le pusiste un nombre a tu maniquí?

—¡Hey, no es sólo un maniquí! Este hombre ha estado aquí conmigo durante todo el viaje. Él es especial —David rio, acariciando el pecho del maniquí.

—No se ve como un "Kurt". Es muy normal —Blaine arrugó la nariz de la misma manera que cuando era un niño pequeño.

—Es por eso que es perfecto —dijo David, cruzando los brazos—. Es un nombre común para una cosa extraordinaria. Es coincidente, ¿sabes? Es inesperado. Las cosas son mejores cuando son inesperadas.

—... Supongo.

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David se había ido hace unas horas y Blaine estaba vagando sin rumbo por la tienda, mirando a través de los bastidores de ropa, pasando por los baños y familiarizarse con el lugar. Después de todo, estaba a punto de pasar una buena parte de su verano aquí.

No pasó mucho tiempo antes de aburrirse, por esa misma razón sacó su teléfono celular preguntándose si debía llamar a su compañero de cuarto, Sam. Decidió no hacerlo y en su lugar sacó su paquete de cigarrillos, colocando uno entre los labios y lo encendió. Respiró hondo y exhaló el humo, sabiendo que David lo habría matado si lo hubiera visto fumar en su preciosa tienda.

De repente, hubo un fuerte ruido en la parte delantera de la tienda. La frente de Blaine se frunció y aspiró cuidadosamente, sabiendo que había puesto el cartel de "Cerrado" en la puerta.

—¡Está cerrado! —gritó Blaine.

No hubo respuesta. En cambio, hubo otro golpe seco y luego el sonido de bastidores y ganchos que cayeron al suelo.

—¿Qué mierda? —Blaine murmuró. Con impaciencia escupió el cigarrillo al suelo de linóleo, aplastándolo con el pie antes de correr a la fuente del ruido. Sus cejas se alzaron cuando vio a un chico desgarbado y pálido en el piso de la tienda, con la espalda vuelta hacia él. El chico llevaba una camisa de cuello blanco y un pantalón negro.

—Hey, ¿estás sordo? —gritó Blaine apretando los puños dispuesto a golpear a este chico y enviarlo fuera—. La tienda está cerrada. Y ni se te ocurra pensar en salir antes de limpiar este desastre —escupió, mirando por el lugar, ahora caótico. La ropa yacía por todas partes y la mitad de los bastidores estaban boca abajo—. Hey ¡levántate! —Blaine le gritó al muchacho que seguía torpemente retorcido en el suelo.

El chico finalmente se dio la vuelta, su cara sosteniendo una expresión de inocente asombro y miraba a Blaine con ojos cristal.

La boca de Blaine se dejó caer. Aquel chico era exactamente igual que el maniquí de la ventana.

¡Hasta aquí el primer capítulo! ¿Les gusto? ¿Qué opinan? Espero el fic sea de su agrado =)

Nos estamos leyendo Prisioners los quiero mucho =D