Heya~! Hola a todas :3 Bueno, antes que nada, no estoy muy... satisfecha con este fic. Especialmente porque lo uso para practicar un poco mis maneras de narrar xD (soy un asco en ese ambito) ademas admito que soy una adicta al relleno, me gusta poner un poco de relleno aqui, otro poquito alla, pero de esa manera me divierto mas al escribir fics :D (Kishimoto, te comprendo! x'D).
Aviso: para que se ubiquen esta historia es mas o menos en la de los años donde los castillos, reyes y principes existian (dejenme soñar ;-;) pero voy a aumentarle algunas invenciones del siglo 20 hacia adelante, solo algunas cosas, como las armas de fuego, no se preocupen, solo son unas cuantas cositas.
Y sin más, el primer capitulo lleno de relleno (?
Disclaimer: los personajes que reconozcan son del juego Amour Sucre o Corazon de Melon creado por ChiNoMiko.
Otro día más, levantarse, entrenar, comer y dormir. Es lo único que hago.
Hola a todos, me llamo Jun, he pertenecido a la armada de mi país por casi toda mi vida ya que mi padre es muy reconocido por su alto estatus dentro de esta. Aparte de eso, soy normal. No soy de las típicas chicas del ejército que siempre se mantienen serias. Me gusta reírme, hacer bromas y le caigo muy bien a la gente, hasta puedo bromear algunas veces con mis superiores, que a pesar de tener casi 30 años más que yo, son uno de los mejores en la historia del reino Amarillo, ósea mi país.
Hoy es mi cumpleaños número 20, nunca celebro este tipo de cosas pues me parece algo trivial. Cada año que pasaba, me arrastraba más cerca de la muerte. Estaba haciendo algunas planchas en el gimnasio principal cuando mi padre entro.
-Hija, veo que estas ejercitándote. - me dijo con su voz gruesa y estricta.
-Sí, padre. No puedo perder ni un día de entrenamiento, necesito ser más fuerte. - estaba algo cansada, sin embargo no se me permitía mostrar ninguna debilidad frente a otras personas de mayor rango.
-Tengo una misión para ti
Paré de hacer planchas y me senté en el suelo mientras mi padre me daba una botella de agua.
-Esta noche vas a asistir a una ceremonia - abrí mis ojos como dos platos
-Padre, ¿Por qué debería ir a esa ceremonia? ¿Es algo importante?
-Claro que lo es. He sido invitado y sería muy descortés de mi parte rechazarla. Además la invitación decía que tenía que llevar a toda mi familia. - su tono de voz sonaba más relajado. Eso quiere decir que me es permitido hablarle como mi padre y no como mi superior.
-Papá, ¿no crees que es suficiente llevar a Kentin? No me llevo muy bien con todo eso de vestidos.
-No te preocupes por eso querida, no estaremos mucho tiempo allí, probablemente una horas.
No soy capaz de desobedecer a mi padre, el siempre habla con certeza y seriedad.
-Claro, ¿A qué hora tengo que regresar para cambiarme? - si se trataba de una ceremonia formal, todo eso tendría algo que ver con vestido, peinado y maquillaje.
-Ahora mismo. El costurero Leigh y su esposa Rosalya ya están esperándote en casa, así que recoge tus cosas que nos vamos a caballo. ¿Entendido? - Su voz se volvió más severa
-Como usted demande, padre - fui a recoger mis cosas y regresé a casa.
Tal como mi padre dijo, Leigh y Rosalya ya estaban esperándome. Leigh es el costurero personal de mi familia y Rosalya se encargaba de todo el maquillaje y peinados. Fui a tomarme una ducha y cuando salí, pude ver un vestido azulino con uno que otro detalle en la parte del busto.
-Ven querida, es hora de arreglarse - Rosalya me dijo en un tono amable, señalando una silla para sentarme.
Rosalya tardó 1 hora completa en solo el peinado y ahora seguía lo peor.
-Emmm, Rosalya, ¿podrías no poner una capa de maquillaje tan gruesa en mi cara?
-¿A que te refieres? No te preocupes de eso, tú no eres como las demás chicas que he maquillado. Tu cara natural es muy hermosa y tu piel, aunque siempre entrenes en arena, muy suave. Aunque por alguna razón siempre has tenido una piel demasiada pálida. ¡Solo un poco de rubor y te verás magnífica! - me dijo con una gran sonrisa en la cara.
Solo pude soltar un suspiro y dejar que ella siga con su trabajo. Cuando ella terminó, mi padre entró en mi habitación sin previo aviso.
-Hija, el carruaje ya está esperándonos afuera. - mi padre vestía con uno de sus mejores abrigos.
-Claro, padre.
Fui al carruaje y en todo el camino mi padre me decía que debía de ser amable y cortés, que mi lado militar no resalte.
Esta noche será aburrida, solo conoceré a los socios de papá. Además solo voy a estar allí como una muñeca, vestir lindo y que los demás te alaben solo por eso.
En todo el recorrido estaba mirando a la ventana y todas las casas se me hacían familiares, me quedé pensativa unos minutos, cuando reconocí una torre amarilla. Íbamos al castillo de los reyes. Me calmé un poco, era un lugar que conocía muy bien, además el rey, la reina, el príncipe Nathaniel y la princesa Amber me trataban como si fuera parte de la familia puesto que mi padre era la mano derecha de su majestad.
-Oye, Jun - Kentin, mi hermano, me había dado un codazo al cual se lo devolví más fuerte todavía.
-¿Qué pasa? - le pregunté mientras él se frotaba su brazo por el dolor.
-No era necesario usar tanta fuerza. Quiero pedirte un favor. ¿Puedes mantener en secreto de que antes era débil?
Lo miré extrañada.
-¿Por qué crees que le diría a alguien?
-Prefiero tomar precauciones contigo.
Solo asentí con la cabeza y seguí viendo por la ventana. A los pocos minutos, llegamos a un castillo pintado de amarillo, que representaba el color del reino Jaune.
Cuando entré en aquel salón lleno de luces, el príncipe Nathaniel que se encontraba saludando a algunas personas, se acercó a mí.
-Es un placer verla por aquí, Jun - hizo una reverencia.
-El placer es mío, príncipe Nathaniel. - le devolví la reverencia.
Después, saludó a mi padre y a mi hermano. Cuando terminó, se disculpó y se retiró a donde estaba su padre.
-Miren quien vino, la señorita militar - alguien había posado su mano en mi hombro. Me voltee y pude ver la sonrisa gigante de la princesa Amber.
-También es un gusto de verla, princesa Amber. - hice una pequeña reverencia.
-¡Basta de formalidades! Ven aquí - me agarró de la mano y me arrastró a una habitación en donde habían 3 sofás muy lujosos.
Ella se sentó en uno y yo me senté en otro. No era la primera vez que ella hacia esto. De pequeñas siempre nos escabullíamos de las fiestas y nos escondíamos en esos tipos de cuartos.
-Bien, mi querida Jun, dime todo
Ya sabía a lo que se refería ella, Amber era conocida por sus problemas amorosos, esta vez era mi hermano, Kentin.
-Amber, ya te dije que te olvides de él. No creo que se fije en alguien que siempre lo ha estado molestando
-Pero ahora ya no lo hago, digo, quien lo haría, con lo guapo que está ahora - eso era lo único que le atraía a Amber, el físico.
Estaba a punto de contestarle, cuando alguien entró. Tenía que ser mi hermano.
-Princesa Amber, su majestad la está llamando. - Kentin comenzó a ponerse nervioso, no por el hecho de que estuviera enamorado de Amber, sino que nunca había sido bueno con mujeres.
-Oh, es cierto, hay invitados especiales. Nos vemos - le mandó un beso volado a Kentin.
Cuando me quede a sola con él, comenzó a rascarse la cara como para quitar ese beso.
-Ya basta, exagerado. Si sigues así, la piel se te va a salir.
-Odio a esas personas superficiales, y lo sabes - me miró con reproche - A lo que venía, nuestro padre nos está llamando.
Seguí a Kentin hasta donde estaba mi padre. La razón era que iban a anunciar a los invitados especiales, probablemente de otro reino.
Estaba en lo cierto, eran de otro reino, pero no cualquier persona, eran los príncipes en persona.
Príncipe Castiel del reino Rouge
Príncipe Lysandro del reino Vert
Nathaniel estaba parado a un costado con Amber quien parecía anonada viendo al príncipe Castiel. Supongo que eso dejaría a Kentin tranquilo.
No había nada más que hacer, mi padre seguía hablando con personas que ni siquiera conocía, Kentin había sido arrastrado por Amber a quien sabe dónde y yo creyendo que lo dejaría en paz. Lo único que me quedaba era estar parada en medio de esa gran fiesta. Aunque el ambiente era bueno, no me apetecía quedarme allí por más tiempo, salí al jardín trasero.
Era de noche, la luna estaba iluminando aquel lugar lleno de arbustos, su luz reflejaba en una fuente de agua. Me senté en el borde, las fiestas no eran para nada lo mío. Solté un suspiro.
-Se puede saber ¿porque una señorita tan bella como usted hace aquí debajo de la luna suspirando sola? - alguien me había dicho, su voz era suave y mostraba mucha caballerosidad.
Sabía que era mala educación no mirar a una persona a la cara cuando le están hablando, pero en ese momento no me sentía para nada bien.
-No mucho, disfrutar de la brisa de la noche es algo que me relaja, odio este tipo de fiestas. No sé cómo la gente puede soportar un ambiente tan tenso.- le dije al misterioso hombre, aún seguía de espaldas hacia él.
-Tiene razón, la brisa nocturna es uno de los mejores que hay, sin embargo, sería malo que una dama se enfermase por ella.
Estaba a punto de contestarle pero sentí algo en mis hombros. Era un abrigo y por la textura de la tela, pude reconocer que era una muy fina. Mi curiosidad me mataba, ¿quién era aquella persona?
Me voltee y pude verlo a los ojos, uno verde y otro amarillo, pelo blanco con las puntas de color negro. Era el príncipe Lysandro. No voy a negar que él era guapo y que estaba un poco nerviosa. Reaccioné.
-Su alteza Lysandro, perdone por mi manera de expresarme. No era mi intención. - me había inclinado hacia su dirección en manera de reverencia.
-Levante la cabeza, no es necesario tanta formalidad
-No, su alteza, usted es un invitado especial y necesita ser tratado como uno
-Eso será dentro de la fiesta, sin embargo ahora estoy fuera de ella y le pediría que no me trate como si fuera un príncipe si es posible.
Levante mi cabeza.
-No es posible su majestad
Era terca, lo sé, pero tampoco tenía opción, mi padre me había advertido y tenía que tratar así a las personas. Pude ver como el príncipe se sentó en el borde de la fuente y dejo salir un suspiro.
-Para serte honesto, yo también quería salir de ese ambiente, me parece muy incómodo
-Pero usted deberá de volver pronto, su majestad podría estar buscándolo en este preciso instante.
-No creo que ese sea el caso - se volteo a mirarme - por cierto, ¿usted sabe el propósito de esta celebración?
Eso me dejó algo desconcertada, ¿se le habrá olvidado? ¿O se está haciendo el que no sabe?
-Pues, ¿no es para celebrar su venida a nuestro reino?
Su mirada fue a parar hacia la luna - Así que no sabes sobre el propósito - él había dicho en voz baja, pero podía escucharlo claramente.
No pude contestarle, era verdad que mi padre no había dicho nada acerca de eso. Y solo había aceptado por ser una orden.
El príncipe Lysandro me volvió a mirar.
-Bella dama, podría decirme su nombre y su edad por favor - eso me desconcertó, ¿para qué quería saber? No es como si lo volviera a ver, pero órdenes son órdenes.
-Mi nombre es Jun, Jun Lincort. Tengo 19, no... mejor dicho, tengo 20 ahora. - lo había olvidado por completo, hoy era mi cumpleaños.
-¿Cuándo ha cumplido años? - me miraba algo confundido, bueno quien no lo estaría, me equivoqué en mi propia edad.
-El 15 de febrero, su alteza.
-¿15 de Febrero? Eso es…
Solo asentí. Se quedó pensativo por unos segundos y se levantó lentamente acercándose lentamente hacia mí, agarró mi mano y la beso suavemente. El roce de sus algo secos pero cálidos labios sobre mi mano, mi rostro comenzó a tornarse un color rojo intenso. Mi corazón latía rápidamente que hasta me dolía el pecho. Alzó su mirada para que chocara con la mía. Hubo una gran pausa, cada segundo que pasaba hacía que mi corazón latiera más fuerte. ¿Qué era esta sensación?
-Le deseo feliz cumpleaños, señorita Jun. Le prometo que la próxima vez, será algo más que solo un beso en la mano
Estaba perpleja, ¿próxima vez? ¿Acaso nos volveríamos a encontrar?
-¡¿Qué está pasando aquí?! - alguien nos gritó.
Volteamos y vimos al príncipe Nathaniel. Por su expresión, no parecía muy contento. El príncipe Lysandro seguía sosteniendo mi mano y al parecer, no tenía intenciones en soltarla.
-Oh, disculpe, príncipe Nathaniel, solo le estaba dando un pequeño regalo de cumpleaños a esta bella dama
Nathaniel me miró confundido. Mi cara seguía como un tomate pero solo le asentí.
-Ya veo, disculpe si he interrumpido algo, he estado buscándolo, mi padre desea hablar un poco con usted - la voz de Nathaniel había vuelto a la normalidad y se le veía más tranquilo.
-Enseguida voy - se volteó a mí - será un placer volver a verla de nuevo señorita Jun
El príncipe Lysandro finalmente soltó mi mano y se volvió a dirigir a la fiesta. Cuando lo perdí de vista, noté a Nathaniel algo furioso.
-Pasa algo, príncipe Nathaniel
-Ya te dije millones de veces que no me llames así cuando estamos solos
-Perdón, es una costumbre.
-¿Que estaban haciendo antes de que viniera? - su cara aun mostraba enfado.
¿Como decirle sobre todo eso? Estaba pensando como nunca lo había hecho. Lo que acababa de pasar me había dejado desconcertada y aún seguía roja.
Era la primera vez que me quedaba sin palabras.
Estaba mirando hacia el piso cuando de repente sentí 2 cálidos brazos rodear mi cuerpo. Estaba sorprendida, pero no me separé. Era una sensación muy dulce. Levanté mi cara y me encontré con unos ojos color miel.
-Hagamos como si nada de esto hubiese pasado. Dejándolo de lado, feliz cumpleaños Jun – me miró a los ojos intensamente.
Jamás en mi vida lo había visto tan serio. Comenzó a acercarse lentamente hacia mi. Su cara estaba cada vez más y más cerca de la mía. No podía moverme, sus brazos en mi cuerpo me restringían cualquier tipo de movimiento. Solo cerré los ojos a esperar lo que seguía.
-¡Príncipe Nathaniel! ¿Donde se encuentra? - escuchamos gritos desde lejos, él paró en seco y se alejó de mí.
-Perdona Jun. Continuaremos en otro día – parecía avergonzado por lo que había hecho.
Me quede sola, no podía mover ningún músculo, ¿que significaba todo lo que había pasado esta noche? Mi corazón parecía estar en una carrera compitiendo por el primer lugar, mi cara estaba totalmente colorada, mi cabeza estaba toda revuelta. No podía pensar claramente.
-¡Jun! - alguien me gritó de lejos, sacándome de mis pensamientos.
Voltee a mirar a aquella persona, era mi padre.
- Padre, lamento mi ausencia en la fiesta, pero deseaba tomar un poco de aire fresco.
-Eso está bien, pero... - me miro - y ese abrigo de quién es?
¿Abrigo? Me había olvidado completamente, el príncipe Lysandro me lo había dado y seguía sobre mis hombros.
-Es... es del príncipe Lysandro, me lo ha prestado - no sabía cómo reaccionaría mi padre.
Solo soltó una pequeña risa y me sonrió.
-Bueno, si es solo el, entonces estará bien.
¿What? Su reacción normal sería que estuviera molesto por haber entablado una conversación con un Príncipe aparte de Nathaniel.
-Te estaba buscando, ya no tenemos nada que hacer aquí. Nos vamos.
-Pero, padre, necesito devolverle su abrigo al príncipe Lysandro.
-Eso será un problema, todos los príncipes ya se retiraron. Tendrás que devolvérselo otro día.
Lo miré sorprendida. ¿Cómo estaba tan seguro de que lo volvería a ver? Espero que no me traiga a otro tipo de eventos similares a este.
Solo asentí y volví a casa. Mi cabeza seguía dando millones de vueltas.
Fui a cambiarme y directo a mi cama, quería pensar con más claridad. Cerré mis ojos y estaba a punto de dormidos cuando mi padre entro a mi habitación sin previo aviso.
-Hija, lamento interrumpir tu sueño.
-No te preocupes por eso padre, ¿qué sucede?
-Desde mañana comenzarás un nuevo método de entrenamiento, uno mucho más duro del que estas llevando ahora - lo miré sorprendida.
Mi entrenamiento actual no era algo que una persona normal pudiera sobrevivir. Era muy duro, pero mi cuerpo aun podía dar para mucho más. No quería decepcionar a mi padre, siempre había creído que para mi padre, yo era una pérdida de su tiempo por ser mujer. Un entrenamiento un poco más intenso no me matará.
-Claro, padre. Sin embargo me gustaría saber la razón por la cual mi entrenamiento ha sido cambiado. - le dije con la voz más serena que tenía, ocultando una super curiosa y extremadamente irrespetuosa voz.
-Ah, pues te estoy preparando, hija. - Una amplia sonrisa estaba reflejada en su rostro - dentro de un mes tendrás una competencia entre militares femeninas, y como hija mía, tienes que participar en ella.
"Competencia", esa palabra siempre había sido mi preferida, me encantaban los retos y la sensación de salir victoriosa aun sin tener un premio.
-La idea no es nada mala, padre. Me agrada, es más, le pediría que mi entrenamiento sea más difícil todavía - le había contestado con una amplia sonrisa.
-Esa es la actitud, sin embargo, no solo es físico, sino también mental. - estaba procesando la información, con mental ¡¿se refería a estudios?! - tendrás que trabajar el doble de duro, entrenamientos y estudios señorita.
Eso último me desconcertó, ¿para que necesitara estudios? No es que sea mala en eso, es más, lo hacía muy bien.
No salían palabras de mi boca, por lo que solo pude asentirle a mi padre. Me sonrió y se dio media vuelta saliendo por el marco dorado que separaba mi cuarto con el pasillo.
Me cubrí con la sabana hasta la cabeza y me quede dormida al instante.
Les dije ;-; solo es un fic que he hecho para "practicar" mis tecnicas de narrado (y no parece que haya dado fruto) pero espero que pueda continuarla mejor.
Hice a Amber buena :D ! al menos por ahora ewe quien sabe que podria pasar.
