Prólogo
Hubo una vez un reino dividido en dos naciones independientes cuyos soberanos soñaban con la posteridad de los mismos.
El rey que vivía al norte se llamaba Zafiro de la tierra de Ilusión, alto, gallardo, seguro de si mismo con una espesa y bien cuidada cabellera negra y una profunda mirada azul, su esposa Esmeralda era la mujer más bella del reino a pesar de no ser tan alta, tenía un rostro muy hermoso con mejillas sonrosadas, unos vivaces ojos aceituna y cabellera color verde. Su esposo la adoraba sobre todo por su amabilidad e inteligencia, siempre había sido muy despierta y tenía una intuición muy acertada.
El rey que vivía al sur se llamaba Kenji del reino de Plata, el rey conocido por su amplia sonrisa, dueño de una intensa mirada azul y una brillante cabellera negra azabache, su esposa era la bella Ikuko una agradable mujer de cabello azulado, de mirada almendrada, su piel era la envidia del resto de las mujeres de la corte, era aterciopelada, fina, blanca y sus pómulos conservaban siempre el color rosa natural.
Cierto día apareció un visitante en aquel reino, su nombre era Rubeus, un comerciante extranjero que venía de tierras muy lejanas. Solicitó audiencia para poder comparecer ante el Rey Zafiro y su esposa Esmeralda. Tenía una lengua mañosa y envolvió de inmediato al rey, Esmeralda no estaba muy convencida que digamos, ella presentía que había algo turbio en las proposiciones de dicho hombre quien pidió le permitiesen poner un negocio en aquella región y a la vez el proveería de empleo a personas de las aldeas circundantes.
Zafiro era generoso por naturaleza y nada mezquino, no pudo negarse y mucho más al contemplar los costosos regalos que le ofrecía el extranjero, de cabellos rojizos.
Igual pasaría con el rey Kenji cuyo noble corazón le impedía negarse ante cualquier súplica.
Ambos reinos no sabían que pronto estaban por cambiar sus destinos dirigidos por un negro y oscuro propósito. Un visitante que lejos de desear el bien de aquellas tierras, ansiaba poder y gloria.
LUCHANDO CONTRA EL DESTINO
CAPITULO I
El hombre se acercó a los reyes quienes sonreían afablemente, sentados desde sus gloriosos tronos.
-¿Es eso todo lo que pides? No es mucho, te lo concedo –Le dirigió el rey-
-Agradezco a su majestad por permitirme poner una gran tienda de finas telas en su región –Dijo el hombre y se retiró satisfecho haciendo una reverencia a ambos reyes-
La misma zalamería empleó con los reyes del Sur. Kenji e Ikuko se sorprendieron al ver los baúles llenos de extrañas riquezas.
-Esto no es nada –Les explicó el hombre- soy comerciante de cosas hermosas, sé que su reino es bello pero me gustaría embellecerlo mucho más con mis grandes tesoros
Ikuko era muy joven y le agradaban las cosas hermosas, no pudo evitar tomar entre sus manos un precioso manto rojo bordado con hilos de oro y brillantes.
-¡Qué lindo!
-Es para usted su majestad
-¡Gracias! Nunca había visto una tela tan suave y tan fina como esta
-Entre las cosas que planeo traer a estas tierras están los exquisitos bálsamos, esencias puras, aceites perfumados como estos –Abrió un pequeño cofre donde guardaba varios frasquitos de colores-
-¿Puedo? –Preguntó la entusiasmada reina-
-¡Por supuesto! Tome usted la que más le agrade
Kenji se había quedado observando a su esposa, se veía tan feliz y a él le agradaba complacerla en todo.
-¿Qué es lo que quiere a cambio? –Le preguntó al hombre de mirada bruna-
-Solo que me dejen poner una de mis tiendas por los alrededores
-No es mucho, petición concedida
Al cabo de poco tiempo el hombre estaba colocando sus tiendas en los lugares que había solicitado y la gente se maravilló de tanta belleza. Los súbditos de ambos reinos compraban, otros estaban muy contentos en sus nuevos puestos de trabajo y Rubeus iba y venía de sus viajes siempre trayendo cosas nuevas y llamativas. Las que más compraban eran las mujeres, siempre vanidosas, buscaban las telas más hermosas para confeccionarse preciosos vestidos, también los aceites perfumados se vendían como pan caliente, los precios eran sumamente asequibles.
Transcurrido cierto tiempo Rubeus urdió un plan, ganándose la confianza de los habitantes de ambas naciones difamó a los reyes y presentó pruebas falsas de que le estaban robando al pueblo. La gente indignada pidió se los juzgara y se nombrara un nuevo rey que guiara ambas naciones.
-Yo he traído riquezas y prosperidad a este reino si me nombran rey les prometo que todos seremos ricos, y nadie nunca más les robará
Zafiro y Kenji fueron encarcelados y encerrados en una de las prisiones más tenebrosas de Tierra de Ilusión, las reinas fueron llevadas cautivas al palacio real de aquel país y Rubeus fue nombrado el nuevo rey de ambos imperios. Tierra de Ilusión y Reino de Plata, ahora era una sola nación a la cual llamaron "Milenio de Plata".
Todo parecía marchar con completa normalidad, Rubeus fue coronado pero al poco tiempo salieron a la luz sus verdaderas intenciones, era déspota, malvado, un verdadero tirano y explotador, no le importaban para nada sus súbditos a quienes maltrataba cada vez que podía, les impuso leyes muy duras, impuestos demasiados altos y a quienes no cumplieran los mandaba a prisión.
La gente empezó a sufrir y se arrepentía de haberlo hecho rey, ahora querían sacarlo del trono pero se había hecho muy poderoso y no había quien se atreviera a sublevarse.
El anciano que custodiaba el templo sagrado de Milenio de Plata notificó al pueblo que el oráculo había pronosticado tiempos mejores, una vez que los legítimos descendientes recuperaran su reino. La profecía era la siguiente:
"El príncipe y la princesa se amaran y juntos derrotaran al villano y levantaran un imperio lleno de paz y armonía si se mantienen juntos" "Su amor será como un rayo que golpeará sus corazones y en cuanto se vean y se conozcan se enamorarán y su amor será para siempre, nada en el mundo podrá impedirlo"
El pueblo entonces entendió que se había equivocado al desconfiar de sus antiguos soberanos y pusieron fe en aquella profecía.
