ATARDECER

Disclaimer:los personages de Crepúsculo y Inu-Yasha, así como la historia...no me pertenecen...pertenecen a las autoras Rumiko takahashi(Inu-Yasha) y Stephanie Meyers(Twilight)...

Advertencia: no crean qe lo plagie, es el libro en si mismo...

cap 1: Primer encuentro

En la isla de Kitakyushu, al sur del país de Japón, existe un pueblo llamado Fukuoka cuyo cielo casi siempre permanece encapotado. En esta insignificante localidad llueva más que en cualquier otro sitio de Japón. Mi padre se escapo conmigo de aquel lugar y de sus tenebrosas y sempiternas sombras cuando yo tenía apenas unos meses. Ahora vivía en Kioto. Me encantaba el sol, el calor abrasador y ahora me exiliaba a Fukuoka, un acto que me aterraba, ya que detestaba aquel lugar. Mi padre se había vuelto a casar y yo me sentía incomoda en la presencia de su nueva esposa por eso decidí ir a vivir con mi madre y dejar a mi padre con ella.

Mi madre me esperaba con el coche patrulla en el aeropuerto de Fukuoka, lo cual no me extraño. Para la buena gente de Fukuoka, Izayoi mi madre es la jefa de policía Taisho. La principal razón de querer comprarme un coche fue para que Izayoi no me llevara en ese coche.

Izayoi me abrazo con un abrazo de oso bajaba del avión, ella siempre era así de expresiva.

-Me alegro de verte, Inuyasha-dijo con una sonrisa al mismo tiempo que me sostenía firmemente-. Apenas has cambiado. ¿Cómo está Inutaisho?

-Papa está bien. Yo también me alegro de verte, mama- no le podía llamar Izayoi a la cara.

Traía pocas maletas, así que cupieron fácilmente en el maletero del coche.

-He localizado un coche perfecto para ti, y muy barato- anuncio una vez que nos abrochamos los cinturones de seguridad.

-¿Qué tipo de coche?

- Bueno, es un Porch, un Porch Turbo pare ser exactos.

-¿Dónde lo encontraste?

-¿te acuerdas de Shinta Black, el que vivía en La Push, el amigo de tu padre?

La Push es una pequeña reserva india situada en la costa.

-No.

-Solía venir de pesca con nosotros durante el verano- me explico.

Por eso no me acordaba de el. Se me da bien olvidar las cosas dolorosas e innecesarias.

-Ahora esta en una silla de ruedas- continuo Izayoi cuando no respondí-, por lo que no puede conducir y me propuso venderme el coche.

-¿Pero funciona?- pregunte yo.

-claro que si, a las mil maravillas.

-¿y que entiendes por barato?

-Bueno cariño, ya te lo he comprado como regalo de bienvenida.

-No tenías que hacerlo, mama. Iba a comprarme un coche.

-No importa. Quiero que estés a gusto aquí.

Izayoi mantenía la vista fija en la carretera mientras hablaba. Pero con una gran sonrisa, era diferente a mi padre, ella siempre expresaba sus emociones, en cambio mi padre era muy reservado, a lo que se refiere a las emociones...por que al muy iluso...le encantaba gastar bromas sin parar...

-Es estupendo mama. Gracias. Te lo agradezco de veras.

-Bueno de nada. Eres bienvenido.

El paisaje era hermoso, por supuesto, no podía negarlo. Todo era de color verde. Era demasiado verde, un planeta alienígena.

Finalmente llegamos al hogar de Izayoi. Vivía en una casa grande con seis dormitorios que compro con mi padre durante los primeros días de su matrimonio. Al llegar aparcado fuera de la casa estaba mi nuevo Porch.

-¡caramba, mama¡Me encanta¡Gracias!

-me alegra que te guste- dijo Izayoi con más alegría que la mía...

Entre en la casa y me dirigí a mi habitación donde comencé a guardar mis cosas. Estaba preocupado por mi primer día en el instituto ya que yo nunca destacaba. Era un muchacho "normalito"...bueno las chicas de mi antiguo instituto decían que era realmente atractivo...pero yo me veía como uno más y ellas me decían que era muy modesto, tenia el pelo largo y plateado al igual que mi padre, los ojos de un dorado...era raro...pero en nuestra familia había mucha gente con ese color de ojos y según las habladurías de las chicas de mu antiguo instituto, era de lo más guapo...con rasgos felinos...eso último no lo entendía del todo...

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A la mañana siguiente, lo único que veía era densa niebla y me desanime.

El desayuno con Izayoi se desarrollo en alboroto, no paraba de hablar de lo feliz que estaba de que yo estuviera allí, de que ella habló mucho de mi con sus amigas...etc...al final me deseo suerte en el instituto y le di las gracias. Izayoi se marcho primero a la comisaría. No quería llegar demasiado pronto a la escuela pero ya no quería seguir en la casa. Me puse el anorak y me encamine hacia la llovizna. Dentro del Porch estaba cómodo y a cubierto. El coche arranco a la primera y avance.

Fue muy fácil encontrar el instituto ya que estaba al lado de la carretera. Aparque frente al edificio donde ponía "oficina principal". De mala gana salí del coche y entre en el edificio. Dentro había un mostrador con una mujer pelirroja que alzo la vista al sentir mi presencia.

-¿te puedo ayudar en algo?

-Soy Inuyasha Taisho- le informe, y de inmediato advertí en su mirada un atisbo de reconocimiento. Me esperaban. Sin duda, había sido el centro de los cotilleos.

-Por supuesto- dijo.

Rebusco entre los documentos hasta encontrar lo que buscaba.

-Precisamente tengo aquí el horario de tus clases y un plano del instituto.

Después de un largo tiempo en que me informada de mis clases y marcarme en el mapa el mejor recorrido para ir a mis clases. Me entrego una cartilla que mis profesores debían firmar y tenia que devolvérsela al acabar las clases.

Los demás estudiantes comenzaban a llegar y yo los seguí para poder aparcar. Examine el plano en el Porch para no tener que utilizarlo. Guarde el mapa y comencé a caminar hacia el edificio. Logre encontrar mi aula sin mucha dificultad ya que estaba muy bien señalada.

El aula era pequeña. Los alumnos que tenia delante se detenían para colgar sus chaquetas. Los imite. Entregue mi comprobante al profesor, el Sr. Mason. Se quedo algo idiota al leer mi nombre pero no me dijo nada. Me envió directo a mi pupitre lo cual agradecí. Me senté en el último pupitre donde nadie podría mirarme ya que no se podían girar. Comencé a leer la lista de los libros que teníamos que leer: Brontë, Shakespeare, Chaucer, Faulkner. Los había leído todos, lo cual era cómodo...y aburrido. Me pregunte si mi madre me enviaría la carpeta con mis antiguos trabajos.

Cuando sonó el zumbido casi nasal el timbre, un chico flacucho, moreno y con un pircing en la ceja, se ladeo desde su pupitre y me hablo.

-Tú eres Inuyasha Taisho ¿verdad?

-Solo Inuyasha...-todos se volvieron a mirarme.

-¿donde tienes la primera clase?- pregunto.

- Eh... Historia, con Susuki, en el edificio seis.

-Voy al edificio cuatro, podría mostrarte el camino- demasiado amable, sin duda-. Me llamo Bankotsu Shichinitai- añadió.

Sonreí con algo de desanimo, pero pareció que él no se dio cuenta.

-gracias.

Recogimos nuestros abrigos y nos adentramos en la lluvia, que caía con mas fuerza.

-Bueno, es muy distinto de Kioto ¿eh?- pregunto.

-Mucho.

-Allí no llueve a menudo¿verdad?

-tres o cuatro veces al año.

-vaya, no me lo puedo ni imaginar.

-hace mucho sol- le explique.

-no se te ve muy bronceado, bueno solo un poco.

-es la sangre albina de mi padre.

Me miro con aprensión.

-¿y ese color de pelo?¿te lo has teñido?...-volvió a preguntar interesado, lo mire con algo de fastidio.

-no...este color es muy común en la familia de mi padre...-explique sin muchas ganas de hablar, él asintió y por el momento pareció que no me iba a preguntar nada más...

Suspire. No parecía que las nubes y el sentido del humor encajaran muy bien. Bankotsu me acompaño hasta la puerta de mi clase.

-en fin, suerte- dijo cuando roce el picaporte-. Tal vez coincidamos en alguna clase.

Le dedique una sonrisa que no comprometía a nada y entre.

El resto del día transcurrió de forma similar. Después de dos clases comenzaba a reconocer a alguna gente. Alguno con suficiente valor se acercaba a mi y me preguntaba si me gustaba Fukuoka. Procure actuar con diplomacia, pero por lo general mentí mucho.

Una chica se sentó conmigo en clase de trigonometría como en español y me acompaño en la cafetería para almorzar. No me acordaba de su nombre por lo que me limite a sonreír mientras me hablaba del instituto.

Nos sentamos al final de una larga mesa con varias amigas suyas que me presento, de las cuales olvide el nombre. Parecían orgullosas por tener el coraje de hablar conmigo. Todas me miraban extraño, algunas de ellas cuchicheaban entre ellas mientras me miraban...no les preste mucha atención, en eso llegaron más personas pero estos eran cinco chico, entre ellos estaba Bankotsu, que al verme me saludo con la mano, después de comer salimos un poco al aparcamiento.

Y allí estaba yo, de pie en el aparcamiento, intentando entablar una conversación con doce desconocidos llenos de curiosidad, cuando los vi por primera vez.

Se pararon en un rincón del aparcamiento, en la otra punta de donde yo me encontraba. Eran cinco. No conversaban, no me miraban de forma estúpida como los demás, por lo que no había peligro: podía estudiarlos sin temor a encontrarme con un par de ojos excesivamente interesados. Pero no fue eso lo que atrajo mi intención.

No se parecían lo mas mínimo a ningún otro estudiante. De los dos chicos, uno era serio, tan serio que parecía que carecía de expresión facial, tenia el pelo plateado al igual que yo, era alto y fuerte, llevaba puestos unos pantalones baqueros y una camisa blanca, encima de esta estaba un anorak muy grueso. Otro, mas bajo, era igualmente de delgado y tenia el cabello color chocolate, algo largo, recogido en una pequeña coletilla y tenia las facciones de un duendecillo, llevaba unos vaqueros negros, una camisa gris y una cazadora negra, lo miraba todo con alegría y diversión, sentado en una Harley.

Las chicas eran tres polos opuestos. La más alta era escultural. Tenia una figura preciosa, del tipo que se ve en las portadas de las revistas. Su pelo castaño caía en cascada hasta la mitad de su espalda, llevaba puesto unos vaqueros azules, una camisa blanca con tres botones desabrochados y una chaqueta clásica negra. La chica baja, su pelo también castaño largo hasta el final de su espalda recogido con un lindo lazo, esta llevaba puesto un vestido largo de color rosa que delineaba sus curvas y encima una torera negra, miraba todo con adoración, aunque se la veía muy tensa. La ultima era la más hermosa, era la más juvenil, el cabello azabache con destellos azulados, que acababan en rizos, hasta la mitad de su espalda y unas facciones finas...estaba sentada detrás del chico de cabello castaño, con la cabeza apoyada en su brazos, que estos a la vez estaban sobre la espalda del muchacho y miraba para la otra parte, es decir para la parte donde yo no estaba, llevaba puesto unas mayas muy ajustadas negras, una camisa de tirantes negra y roja y una chupa como la del muchacho, del cual esta apoyada...todos eran muy diferentes. Aun así todos se parecían muchísimos. Eran blancos como la cal. Todos tenían ojos muy oscuros, a pesar de la parecida gama de colores de cabello, y orejas malvas. Era como si todos padecieran de insomnio o se estuvieran recuperando de una rotura de nariz, aunque sus narices, al igual que el resto de sus facciones, eran rectas, perfectas, simétricas. Pero nada de eso era el motivo por el cual no conseguía apartar mi mirada. Continué mirándolos porque sus rostros, tan diferentes y tan similares al mismo tiempo, eran de una belleza inhumanas y devastadora.

Los cinco se reían, sus risas eran como campanas, el chico bajito y de cabello castaño, sonreía, mientras le hacia casquillas a la más pequeña de ellos, la había echo girar, ella intentaba escapar, pero no podía y se reía a más no poder, una sonrisa se me plasmo en mi cara, mientras miraba a ese hermoso ángel reír, aunque llevaba unas gafas de sol, se podía apreciar su belleza.

De repente la que tenia el cuerpo escultural llamo la atención de todos los demás que estaban apoyados sobre un Volvo plateado y empezó a decir muchas cosas rápidamente, mientras los otros se partían de risa, el de pelo plateado, estaba furioso...a lo mejor estaba hablando de él, se levanto bruscamente, parando las risas y se fue...

-venga cariño...solo fue una broma...-le grito la mujer, el solo la miro de reojo y me pareció ver que sonreía y la llamaba, ella sonrió sensualmente y corrió detrás de él, saltando alegremente, mientras el de facciones de duende y la chica del lazo se reían, el hermoso ángel ponía cara de asco...

-¿quienes son esos?- pregunte a un chico que se apoyo a mi lado. El alzo la mirada y miro, la más hermosa y delgada, lo miro. Urano un segundo se fijo en mi vecino, y después sus ojos oscuros se posaron sobre los míos.

Desvió la mirada rápidamente, aun mas deprisa que yo que estaba ruborizado de vergüenza.

-Son Kagome, Miroku y Rin Higurashi la la que se acaba de ir con el muchacho de pelo plateado, ese y la chica que parece tensa se llaman Sesshomaro y Sango Hygure todos viven con el doctor Higurashi y su esposa- me respondió con un hilo de voz.

Mire do soslayo a la chica hermosa, que ahora estaba de nuevo apoyada en su hermano. Movía la boca muy deprisa, sin abrir a penas sus labios prefectos.

¡que nombres tan raros, pensé. De repente me acorde que mi vecino se llamaba Sheizo un nombre completamente normal.

-Son...guapos.

-¡ya te digo!- Sheizo asintió con una risita tonta- pero esta juntos. Me refiero a Sesshomaru y Rin, y a Miroku y Sango, y viven juntos.

-¿Quiénes son los Higurashi?- pregunte-. No parecen parientes...

-claro que no. El doctor Higurashi es muy joven al igual que su esposa. Todos son adoptados. Los Hygure son hermanos mellizos y los Higurashi son su familia de acogida.

-parecen un poco mayores para estar en una familia de acogida.

-ahora si, Sesshomaro y Sango tienen diecinueve años, pero han vivido con la señora Higurashi dese los ocho. Es su tía o algo parecido.

-¿siempre han vivido en Fukuoka?

-No- con una voz que daba a entender que era obvio-. Se mudaron aquí hace dos años, vinieron desde Alaska.

Experimente un sentimiento de compasión, porque a pesar de su belleza, era extranjeros y resultaba evidente que no se les admitía. Uno de los Higurashi, la mas joven levanto la mirada mientras yo los estudiaba y nuestras miradas se encontraron. Yo la desvié enseguida.

-¿Quién es la chica del pelo azabache?- pregunte.

La mire de refilón. Ella seguía observándome, pero no con la boca abierta, como el resto de los estudiantes.

-Se llama Kagome. Es guapísima, por supuesto, pero no pasa el tiempo con nadie. No sale con nadie. Quizas ninguno de los chicos le parezca lo bastante guapo- dijo con una muestra clara de despecho.

Uno de mis amigos llamado Kyo me acompaño a la clase de biología ya que la teníamos juntas. Al llegar todas las mesas estaba ocupadas por una pareja de alumnos. Solo había un asiento libre al lado de Kagome Higurashi. Entonces, justo cuando yo pasaba cerca se puso rígida. Volvió a mirarme fijamente y nuestras miradas se encontraron. La expresión de su rostro era de lo mas extraña, hostil, airada. Pasmado aparte la vista y me sonroje. Me había dado cuenta de que tenia ojos negros como el carbón. Mantuve la mirada fija en el suelo mientras me sentaba junto a ella, ya que la hostilidad de su mirada aun me tenia aturdido.

La vi cambiar de postura. Se inclino en la dirección opuesta, sentándose al borde de la silla. Deje caer mi pelo atado en una coleta baja sobre el hombro derecho para crear una pantalla plateada entre nosotros e intente prestar atención al profesor. durante la clase no me podía controlar y de vez en cuando echaba un vistazo través del pelo a la chica que estaba a mi lado. Esta no relajo aquella postura envarada, sentada al borde de la silla, lo mas lejos de mi- durante toda la clase. La mano izquierda, crispada en un puño, descasaba sobre el muslo.

Pensé que su actitud no tenia nada que ver conmigo. No me conocía de nada.

Me atreví a mirarla de nuevo y lo lamente. Me estaba mirando con sus ojos negros llenos de repugnancia.

El timbre sonó en ese momento y Kagome Higurashi abandono su asiento y salio antes de que ninguno se pusiera de pie.

-eres Inuyasha Taisho ¿no?- me pregunto un chico. De ojos castaños y pelo corto marrón.

-Inuyasha

-me llamo Houjo.

-Hola, Houjo.

-¿necesitas que te ayude a encontrar tu próxima clase?

-Voy al gimnasio, y creo que puedo encontrarlo.

-es también mi siguiente clase.

Fuimos juntos a la siguiente clase y comenzó a hablarme. Vivió en California, por eso entendia como me sentía a causa de la ausencia del sol. Resulto ser la persona mas agradable que había conocido.

Pero cuando íbamos a entrar al gimnasio me pregunto:

-oye ¿le pinchaste con algo a Kagome Higurashi, o que? Jamas la había visto comportarse de ese modo.

Dios lo había notado, en ese instante decidí hacerme el tonto.

-¿te refieres a la chica que se sentaba a mi lado?

-Si, tenia cara de dolor o algo parecido.

-no lo se- respondí-. No he hablado con ella.

- es una chica rara aunque esta muy buena...-sonrió pervertidamente, en ese momento me vinieron ganas de golpearlo, por haber dicho eso, pero me contuve y le sonreí falsamente.

En gimnasia, me hicieron participar mucho en el partido de voleibol, todas las chicas me miraban, bueno en el otro colegio era muy bueno en los deportes y eso no fue nada para mi...si pensareis...¡que creído!...pero es la verdad, si llegue a ganar una competición de deportes en Kioto.

Al final sonó la campana que indicaba el final de las clases y me dirigí a la oficina a entregar mi comprobante. Estuve a punto de volver a salir cuando entre, ya que Kagome Higurashi se encontraba delante del escritorio, lo reconocí por su pelo azabache y sus mayas negras. Parecía que no me había oído y espere a que terminara.

Estaba discutiendo con la secretaria para que la cambiara de la clase de biología a cualquier otra hora. No podía creer que eso fuera por mi culpa, si no le había hecho nada. Debía se por otra cosa. Era imposible que aquella desconocida sintiera una aversión tan intensa y repentina hacia mi.

Al final se canso de intentarlo y se giro mirándome con sus penetrantes ojos llenos de odio. Por unos segundo sentí pánico. No duro mucho, pero esa mirada me heló la sangre. Se dirigió a la recepcionista, con una sonrisa fingida

-bueno, no importa. Ya veo que es imposible. Muchas gracias por su ayuda.-dijo con la voz más melodiosa que yo había escuchado nunca. Giro sin mirarme y se marcho. Me acerque a la secretaria y le di mi comprobante.

-¿como te ha ido el primer día, cielo?- me pregunto de forma maternal.

-bien- mentí con voz débil.

CONTINUARA...