Aquel día fue mi primera oportunidad para empezar una nueva vida. No estoy seguro de si este internado me ayudará a hacer más amigos.
¿La razón de mi llegada aquí? Mis padres. Creen que encerrándome aquí me haré más sociable. Pero bueno, tengo muchas ganas de conocer el ambiente de por aquí... parece haber gente amigable.
Justo cuando iban a empezar las clases, dos chicos que estaban mirándome se me acercaron. No tenían nada de malo y parecían buenas personas. Uno de ellos, que era un equidna rojo, me saludó:
- ¡Hola! Tú eres el nuevo, ¿no?
- Sí - contesté tímidamente.
- ¿Y cómo te llamas?
- Sonic.
El zorro anaranjado de dos colas, que estaba al lado del equidna me preguntó:
- ¡Hey! ¿Y por qué estás aquí?
- Me obligaron mis padres porque...
Pero no pudimos acabar nuestra conversación porque un alumno que estaba de pie en la puerta nos avisó de que ya venía el profesor. Cuando estábamos todos sentados, me fijé en un erizo negro que se sentaba delante de mí. No le veía la cara, pero parecía tener una personalidad seria.
- ¡Je, je! Después hablamos, ¿vale? - terminó el zorro.
El profesor, que al poco rato entró por la puerta de lado por su enorme barriga, Me miró y dirigió una mirada a toda la clase y mencionó:
- Hoy tenemos un alumno nuevo. Se llama Sonic y espero que os llevéis muy bien con él. Levántese, Sonic. Yo soy el profesor Katthon. Espero que te vaya bien este primer día después de vacaciones.
Me levanté, y me di cuenta de que todas las caras que veía me eran desconocidas... pensé que estaba a punto de empezar nuevas amistades.
Después de la clase, que solo fue una hora ya que hoy era el primer día, mis dos amigos me quisieron enseñar el internado por fuera, mientras dábamos un paseo. El zorro me dijo:
- ¡Oye, nosotros no nos hemos presentado! Ja, ja. Yo me llamo Miles "Tails" Power. Prefiero que me llamen "Tails" Y este es...
- ¡Knuckles! - le interrumpió rápidamente - me llamo Knuckles...
De repente, una erizo de color rosa se nos acercó corriendo. Parecía estar interesada por mí.
- ¡Hola! Te he visto en clase, tú eres Sonic, ¿no? Yo me llamo Amy.
- Estamos hablando - interrumpió Knuckles - ¿A qué vienes?
- Pues a hablar. Pero cállate un momento. ¿Cuántos años tienes? - volvió a preguntar.
- 15... Como todos los de la clase, ¿no? - le contesté.
- ¡Jajaja! - empezó a reírse Knuckles - Déjalo ya, Amy... Ven a dar una vuelta con nosotros.
- Jo, ¿por qué no vamos a ver a los chicos al gimnasio? - se quejó Amy - Están practicando para el partido de baloncesto contra el internado de la ciudad de al lado. Sonic, ¿por qué no te apuntas?
- Bueno... iré a ver cómo va eso, no estoy seguro... - le contesté.
Pronto, llegamos al gimnasio. Hacía mucho calor ahí dentro.
- ¡Mira! Llegamos justo para el comienzo del entrenamiento.
- Me di cuenta - le respondió Tails - ¿dónde nos sentamos?
- ¡Allí! - dijo Amy, señalando a una parte de las gradas- Desde allí se ven a todos los chicos.
Yo me senté mirando a los jugadores del equipo. Jugaban un erizo blanco con peinado muy raro, un erizo verde con gafas de sol, un camaleón morado y el erizo negro que estaba delante de mí en clase... En ese instante me quedé mirándole.
Todos estaban jugando un pequeño partido para practicar entre ellos. El erizo negro y el blanco, contra el erizo verde y el camaleón. Iban ganando el primer equipo, aunque a cualquiera le costaría enterarse de lo que pasaba, con Amy a mi lado gritando como una loca. Terminaron el partido y los erizos negro y blanco ganaron por dos puntos. Yo todavía estaba con la mirada fija en ese erizo negro. Cuando el árbitro anunció la puntuación, aplaudí al igual que los demás, pero yo seguía mirando a aquel erizo negro, por fin pude verle la cara. Tenía los ojos enfadados por así decirlo, pero se notaba una leve sonrisa en su cara.
Todos estaban sudando, especialmente aquel al que no podía dejar de observar. Él se quedó allí, en el gimnasio, frotándose la frente mientras que los otros cogían las toallas para irse al vestuario. En ese momento, Amy se fue a ver a algunos de los jugadores para hablar con ellos. Yo seguía mirando a aquel tipo. Entonces, sin previo aviso, se quitó su camiseta deportiva llena de sudor, quedándose desnudo de cintura para arriba y dejando al descubierto el vello blanco que poblaba su pecho. No podía apartar la mirada de él: era como si solo estuviéramos en el gimnasio los dos solos. Sentía que mi corazón galopaba a mil por hora...
- ¡Sonic!- Knuckles me puso los pies en la tierra.
- ¿Qué... qué pasa?
- Te has quedado embobado - se rió - ¿A quién mirabas?
- A nadie... Estaba... pensando.
Dejó de hacer preguntas, pero yo me quedé pensando en la rara y nunca antes experimentada conexión que sentía con ese erizo negro. Algo nuevo estaba surgiendo en mí, y tenía que averiguar qué era.
