Bueno, acá vuelvo con una serie de relatos breves acerca de Lily y James Potter. ¡Espero que los disfruten!

Aviso Nº1: No todos los "capítulos" serán en primera persona.

Aviso Nº2: Ni el espacio ni los personajes me pertenecen.

Ahora sí... ¡A leer!

Amor

Esta tarde le escribo al amor en su estado más infeliz. Le escribo al amor cuando no es amor, cuándo las palabras no alcanzan para llegar al corazón. Cuando la reciprocidad es un concepto inútil y difícil de aplicar. Cuando duele sentir, cuando casi se preferiría no saber. Etapa, el amor no es una etapa. Es algo más, algo distinto a todo lo conocido, a cualquier otra palabra existente. Porque ese sentimiento -¿O sería mejor llamarle sensación?- sólo puede definirse como algo indefinido.

Hay, a mi criterio, distintos tipos de amor. El amor no correspondido puede llegar a ser el más verdadero porque, según lo que he leído (y he leído bastante), no existe en esos casos otra cosa para el amante que la profunda necesidad de poseer y de hacer suyo al ser amado. La insistencia y la angustia caracterizan a este tipo, en el que la vida sin un compañero es literalmente imposible a menos que se tenga una vida desdichada y miserable.

Luego está también el amor sin ser amado (algo muy distinto al amor no recíproco). Este sentimiento podría parecer a simple vista falso y carente de significado. Pero nadie dijo, o eso creo, que el amor deba ser racional. Al contrario. Esta sensación - y se retoma el debate de si no sería mejor llamarle sentimiento - la conozco bien. Es de la única que podría hablar (o escribir) basándome en mi propia experiencia. Se resume, si es que algo tan complejo se puede realmente sintetizar, en la necesidad y el deseo de amar pero en la falta de receptor. Ni siquiera hay una persona rondando en tu cabeza como para que tus pensamientos tengan destinatario.

Típico de novelas románticas - esos escritos que siempre repudié pero a los que ahora les encuentro una desconcertante fascinación - existe también el amor no realizado por determinadas, y casi siempre fatídicas, circunstancias. Ambos dos personajes se aman. Su amor es sincero y pasional, mas nunca pueden consumarlo. Quedan entonces dos soluciones posibles: o suicidarse (y permanecer juntos por toda la eternidad) o resignarse y continuar.

Recuerdo ahora la historia de mi abuela, se llamaba Lily, como yo, y no alcanzó a conocerme. Ella no se casó por amor. Su madre no se lo permitió. Estaba enamorada, muy enamorada, de un hombre algunos años mayor y, aquí viene lo terrible para mi bisabuela, divorciado. Por aquellos años, en los que la mujer contaba con muy pocas libertades y se actuaba de acuerdo a lo que estaba socialmente bien visto, casarse con un señor de esa condición era impensable. Por lo que Lily se comprometió con su mejor candidato, elegido y aprobado por sus padres. Pero se que nunca lo amó, y que no logró olvidarse hasta el lecho de su muerte de aquel hombre que no pudo ser lo que ella siempre quiso que fuera. Ignoro que fue de la vida del co-protagonista de esta historia, pero dudo que haya sido feliz.

Mi abuela no es de ningún modo un ejemplo para mí, pero la admiro. La admiro por haber seguido con su vida, tratando de dominar otros aspectos de ella. Por no haberse rendido ante la perspectiva de vivir sin amor.

Por último, si es que no me olvido de algún otro, está el amor utópico. Te casás, tenés hijos, vida perfecta, felicidad, felicidad. Bien, yo no creo eso. Es decir, ¿Puede existir acaso una felicidad constante? ¿Una vida perfecta? ¿Y es tener hijos y casarse criterio suficiente para poder calificar algo de "perfecto"? ¿No debería la vida ser algo más que parir y cocinar?. En fin, creo que soy demasiado extremista. Casarse no implica necesariamente que vaya a ser tu único logro.

Hace unos 30 minutos que deje de pertenecer al grupo de "amar sin saber a quién", o tal vez hace más. Pero lo que sí se es que hace 30 minutos admití, frente a esta hoja de papel, que estoy completa y locamente enamorada de James "idolátrenme" Potter.

No es mi mejor escrito, pero...