Ministerio del Tiempo_2017.

Alonso de Entrerríos estaba hecho a combatir en las distancias cortas, en las largas, con las armas más sofisticadas e incluso teniéndose que valer únicamente de sus propias manos. Había luchado —y sobrevivido; que su "muerte" se había debido realmente a otros asuntos, mucho más feos y peligrosos— en la guerra en Flandes. Y su paso por el Ministerio le había fortalecido, había aprendido nuevas técnicas y le había obligado a hacerse a todo tipo de ambientes… O eso creía él.

Lo cierto es que ni Alonso, ni Amelia, ni los que aún se tenían en pie en esos pasillos del demonio, estaban acostumbrados a enfrentarse de manera eficaz a la hipoxia. Y ni que decir tiene que los que habían sucumbido ya, mucho menos.

Incapaz de ver lo que tenía a los laterales, como los borricos en los campos, lo que veía por el visor de plástico medio empañado era un panorama desolador. Demasiado parecido a su vida anterior como soldado: sus compañeros de trincheras abandonados a su suerte, tirados en el suelo como muñecos, pero sin aliento… muertos. ¿Muertos?

Intentó apartar tan macabro pensamiento. No, no iba a morir nadie. La rabia que sintió le sirvió para tirar con más fuerza y determinación, para acelerar el paso. La carga del maldito traje de seguridad (con respirador interno incluido) no era nada en comparación a arrastrar a duras penas el peso del cuerpo a su compañera, que se le medio asfixiaba entre los brazos luchando por no respirar. Porque de eso era de lo que se trataba, de no respirar ese humo tóxico. O eso les habían dicho antes de bajar.

Eran el equipo de contención, de evacuación, o cómo diablos lo hubiera llamado Irene. Y qué cosas: ahora eran ellos los que necesitaban ayuda. Porque para Amelia no había ni tiempo ni gaitas, la rotura en su traje era grande y el gas se colaba por ella. Tenía que sacarla de allí sí o sí, su amiga no iba a unirse a los cientos de cuerpos que yacían de cualquier manera por los pasillos.

No daba tiempo a volver arriba pero había una puerta… Una puerta que podían cruzar y buscar un matasanos, un curandero… o algo. Y estaba cerca. Podía funcionar.