Texto , dialogo normal.

Texto , pensamientos


Más que un error


Capítulo 1


Bien.

El asunto es el siguiente.

Hay una carta en el escritorio de Sakura. Es rosa como su cabello y huele a fresas. La ha tenido ahí por días. La ha leído y releído. La ha escrito y reescrito. Y finalmente, quedo algo –relativamente- decente. Habla de sus sentimientos, de lo que pasa cuando lo mira y piensa en él, pero sin llegar a cursilerías ni ser empalagosa (o al menos, la dosis mínima permitida en una carta de amor.)

Ha barajado también, todos los posibles escenarios para su entrega. En la entrada, en el receso, en la salida, afuera de su salón… Todos los escenarios.

(Y los que no, esos también)

Se ha preparado. ¡Vaya que se ha preparado! Ha practicado frente al espejo. Incluso ensayado con Ino (en donde la rubia usaba una gorra y automáticamente cambiaba de sexo)

Y aunque había sido rechazada con anterioridad, se repetía que esta vez sería diferente.

No es un simple capricho si han pasado años y sigo sintiendo lo mismo, pensaba, invocando aquella palabra que él había usado en esa ocasión.

Finalmente, el frabulloso día llegó. Esa mañana coge su listón más bonito y lo amarra alrededor de su cabeza, dejando el lazo estilizado sobre ella. Tal como un regalo. Pune algo de rimel en sus pestañas y acorta la distancia falda-rodilla- para exponer más piel-, a pesar de ambas cosas estar prohibidas en la escuela. Nada de eso importa ese día, debía lucir bonita.

Muy muy bonita.

Estaba nerviosa. Las manos le sudaban y de rato en rato las agitaba temerosa de empapar su carta. Su vista no se apartaba del ingreso, que observaba desde el segundo nivel del edificio.

El plan era sencillo: Sasuke llegaba a la escuela siempre a las 7:45am. Dejaba sus zapatos al ingreso, algo de 5-7 minutos. Caminaba por el pasillo, entr minutos más; 5 a lo mucho, si alguien aparecía y saludaba. Luego subía las escaleras y ahí, solo era cosa de contar los paso y aparecer. Entregaría la carta y, si todo salía bien, a la salida tendría su respuesta.

Era simple.

No había forma de que saliera mal. Había estudiado infinidad de veces ese plan.

De repente, Sasuke hizo su aparición en el ingreso.

Sakura deja su posición de centinela y camina a toda prisa al lado de la escalera, tras el muro, y con reloj en mano, comienza la cuenta regresiva.

Los minutos iban agotándose. Su corazón se aceleraba a cada tic-tac. Oye los pasos acercarse, aunque en el primer nivel. Un paso, dos pasos…un escalón, dos escalones…solo faltaban dieciséis escalones más. Respira hondo. Vuelve hacer un monologo mental de lo que va a decir y siente miedo.

¡Vamos Sakura! No es momento de acobardarse.

Y retoma la cuenta. Dieciséis escalones, diecisiete escalones, dieciocho escalones y - sin darse mucho tiempo para pensarlo más- sale de atrás del muro con carta en mano, una pequeña reverencia y los ojos cerrados, al igual que su boca y adiós palabras practicadas.

– Sasuke, el… ¿una carta? – Oh no, esa no era la voz de Sasuke. – ¿para mí? – Ella sabía perfectamente de quien se trataba y abrie los ojos solo para cerciorarse de ello–Gracias.

Madara Uchiha, el tío de Sasuke (aunque por la edad, más parecía su primo) había recibido su carta. La tenía entre sus manos y Sasuke solo observaba la escena, más lejos que cerca.

El rostro se le pinta con acuarelas al ver que había cometido un error. Uno muy grave y su boca estaba cerrada, casi cosida. Incapaz de articular palabra alguna.

Entonces da la vuelta y sale corriendo, con un nudo en la garganta y el corazón que le quiere explotar de vergüenza.

¿Qué hiciste Sakura? ¡¿Qué hiciste?!

Se reprocha durante toda el camino hacia el aula.

Había huido de la escena tan rápido, que no pidió su carta de vuelta. A estas alturas, Madara ya debía haberla leído.

– ¿Y? ¿Qué tal te fue? – pregunta curiosa Ino, tomando asiento en el pupitre delante de ella.

Sakura siente sus ojos llenarse de agua. Quiere llorar, hacerse bolita y esconderse. Cambiarse de escuela y no volver.

– Te rechazó – afirmaba Sai, compartiendo asiento con Ino.

– Peor. – niega acurrucándose sobre su pupitre y escondiendo rostro entre sus brazos. – La carta la recibió Madara y no Sasuke.

Puede oírlos bufar y aguantarse la risa, antes de preguntar los detalles de cómo sucedió eso. Ella cuenta todo a grandes rasgos sintiéndose estúpida.

¿Quién entrega una carta de confesión con los ojos cerrados? ¿Quién se equivoca de persona y no dice nada?

– Vamos, no es tan malo. – Habla finalmente la rubia, conteniendo la gracia que le hace imaginar tal escena. – Cuando vea el nombre de Sasuke se la entregará. La habrá leído, sí, pero no creo que se lo diga a nadie, así que tranquila

¡Claro! Ino tenía razón. Cuando Madara viera el nombre de Sasuke…

Mierda mierda mierda.

Alza el rostro, mejillas coloradas, despeinada y con una expresión en los ojos que podría ser de horror: – ¡No puse nombre! – Grita en tono medió quejándose, medio culpándose– ¿Qué voy a hacer ahora?

Era una soberana estúpida. ¿Quién entrega una carta de amor sin siquiera escribir el nombre del ser amado con corazoncitos? En estos momentos Madara debía estar leyendo su carta y pensando irrefutablemente que ella estaba enamorada (isima) de él.

– Entonces ve y pídesela – aconseja con simpleza Sai.

– Como si fuera tan fácil.

– Es fácil. Sólo vas y…

– Cariño, no – le interrumpe Ino – Veamos soluciones rápidas. Una es que, efectivamente, vayas y se la pidas. Le digas la verdad y listo. La otra, es que con un poco de suerte, te rechace y fin.

¿Suerte? ¿Ser rechazada era suerte? Bien. Madara no era a quien iba dirigida esa carta, pero ser rechazada sólo aumentaría la poca autoestima que le iba dejando ese día. Cada solución era peor que la otra.

La conversación se da por pausada cuando el maestro ingresa al aula y todos deben volver a sus asientos. Sin embargo su mente tejiendo diversas posibilidades, ninguna amable con ella. Termina pensando que con algo de suerte, Madara no iría al lugar acordado y todo eso no quedaría más que como una mala (pésima) experiencia.

...

A la salida, se dirigige detrás del gimnasio- lugar acordado- con la esperanza de que Madara no hubiera tomado enserio la declaración (tal como ella pensaba) y no estuviera ahí. Pero nada es sale como quisiera y el Uchiha estaba ahí. El corazón se le salta un latido de la sorpresa (medio alegre, medio nerviosa), ya que si todo salía como dijo Ino, solo debía acercarse y esperar ser rechazada.

Sin embargo, la vergüenza (y un poco de amor propio), son más fuertes y termina huyendo nuevamente. No podía hacerle frente a ese hombre y que la rechazara.

No ese día.

Ni el siguiente.

Ni el que le siguió a ese.

En una ocasión (en el transcurso de esa semana), Naruto le comentó que Madara había preguntado por ella (aunque él no supo el porqué) Y a partir de ese día, se la pasó escondiese en el aula durante los recesos y partiendo velozmente durante las salidas.

Pensando que de seguir así, el asunto podría darse por olvidado.

Hasta las deudas expiran.

Pero ese viernes fue diferente. Mientras salía raudamente de su aula al baño y del baño al aula, fue intersectada por el Uchiha. Estaba parado en el corredor, frente a su salón y cuando ella giró la esquina, no hubo forma de escapar.

El cuerpo entero se le heló cuando lo vio caminando hacia ella.

– ¿Cuánto más me ibas a hacer esperar? Han pasado días.

Sakura se queda en blanco. Sus compañeros volverían del receso en cualquier momento y lo último que quería era que la vieran con él y se hicieran una idea que no era. Menos aún, que vieran el preciso momento en el que era rechazada.

– Yo…debo irme.

Pero Madara no está dispuesto a irse sin hablar y la toma del brazo, con firmeza, pero sin lastimarla.

– ¿No se supone que querías una respuesta? Estuve esperándote en el gimnasio como pediste. Dos días seguidos.

Ella traga duro y baja la mirada, sintiéndose un poco culpable por hacerlo esperar en vano. El mayor tenía intenciones de darle una respuesta, así que no podía simplemente decirle que fue un error. Lo mejor era seguir el juego y esperar el rechazó inminente, tal como dijo Ino.

Se para frente a él, cara a cara, y asiente.

Que sea rápido y sin dolor.

– Sí – Los ojos se le abrieron de par en par. ¿Qué había dicho? – Te espero a la salida para irnos juntos.

¡¿Que?!

Madara se va con prisa, mientras ella queda ahí, parada sin entender nada.

Él no la conocía. Ella no lo conocía. Era dos grados superior, había 4 años de diferencia entre ellos.

Trago hondo nuevamente. Ino debía ir ideando una solución a este nuevo dilema.

.


Nota de la autora:

¡Hola!

Aquí con un nuevo fic y una pareja poco común.

Debo aclarar que me base en un doujinshi que vi hace un tiempo. Este primer capítulo, es básicamente el doujinshi puesto en palabras(o lo que recuerdo de el). Me pareció interesante el cómo se daban las cosas y pensé que necesitaba una continuación.

Tal vez uno o dos capítulos, no más.

Espero que les haya gustado.

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