CAPITULO UNO

μ's

Dos años han pasado desde que la realidad derrumbo de golpe todos mis sueños, estoy bajo la lluvia, realmente mojada, nada me cubre, nada me protege, nadie me busca, parece que fue un sueño, todo lo que viví y pase, en preparatoria al menos mis primeros dos años, cuando las chicas, mis amigas, las musas eran mi más grande respaldo.

Soy Honoka Kousaka o la sombra que ha quedado de ella; después de la graduación de Nozomi-chan, Niko-chan, y Eli-chan, las cosas cambiaron poco a poco, al grado de que cuando me di cuenta, me había quedado sola, Nozomi y Eli, se fueron a estudiar al extranjero, en Rusia para ser exactos, la primera estudiaría astronomía, algo que realmente la había apasionado desde mucho antes de conformar μ's, y la segunda se convertiría en una gran abogada, después de lograr tantos sueños juntas ellas, por fin encontraron un sueño propio, por el cual lucharían sin descanso. Niko, también se iría a estudiar lejos pero, a pesar de que su sueño siempre fue ser una gran IDOL, la IDOL NUMERO UNO, para ser específicos, termino por inclinarse a estudiar gastronomía.

El día de su despedida, prometimos permanecer juntas siempre, pero poco después descubriría que nunca más sería así, seguimos juntas en el club un tiempo, y en el consejo estudiantil al menos Umi, Kotori y yo pero las cosas cambiaron poco a poco, Maki, Hanayo y Rin se fueron haciendo más unidas pero también lejanas poco a poco. Entre ellas su relación iba viento en popa, llenas de energías y ánchelos al compartir juntas millones de sueños, hechos momentos, siguieron cantando, eventualmente, solo por pasar tiempo juntas, en ese tiempo Umi y Kotori, se hicieron mucho más cercanas.

Cada momento, cada segundo que estaban juntas, todo parecía desaparecer a su alrededor, estaban enamoradas, la una de la otra, soy un poco torpe para comprender muchas cosas pero hasta eso, yo lo sabía, lo veía, en sus miradas llenas de anhelo al juntarse y pasar tiempo unidas, no sé si lo notaron, pero yo me hice a un lado poco a poco para darles su espacio, deje de salir con ellas, contribuía para que trabajaran juntas aunque eso implicaba quedarme sola, más tiempo de lo común sola entre clases y en el consejo estudiantil, pero, no me importaba yo solo quería verlas muy felices, a las dos.

Pero esa distancia, se convirtió en mi mascara preferida, claro eso lo descubriría con el tiempo, la vida estaba por darme la lección más difícil de mi existencia, la situación que más me cambiaria y me haría darme cuenta de una verdad universal; estamos solos, nadie nunca iba a estar de nuestro lado realmente, cosas como el amor, la amistad, la esperanza, los sueños, son vanos y simples espejismos que nos creamos para, poder sobrevivir a la realidad, aunque realmente creo, que es mejor ver las cosas como son, y dejar de soñar, los sueños, solo te hacen daño, tener esperanza, creer en el amor y sentirte protegida aun más, no existe nada de eso.

Era el segundo trimestre de mi tercer año en preparatoria, llegue a casa sola, después de escuchar la misma respuesta de Umi y Kotori: "tenemos algo que hacer, adelántate" supongo que habían olvidado que ese día, les mostraría mi avance en piano. Si, pese al distanciamiento que tuve con Maki y las demás seguía enseñándome más sobre la música, ya que sin querer, la ame más de lo que me podía imaginar, tanto así que quise aprender algo tan difícil como el piano.

Después de un afortunado acontecimiento tenia por fin un piano en el ático de mi casa, una de nuestras tías, necesitaba sacarlo cuanto antes de su casa ya que pronto tendría que vender ese lugar y no podía dejar ahí ese mueble inútil que nadie sabía utilizar.

Así que le pedí a papa, que me dejara tenerlo, después de discutirlo y que me pusieran varias condiciones, empecé realmente gustosa por estar en contacto directo con la música, Maki era una chica estricta, con lo que ama y le agradezco me diera la oportunidad de encontrar, un refugio, yo realmente amaba la música, más que a mi vida, porque la música es sincera siempre, porque ella te da lo que quieres decir, la realidad aunque no quieras demostrarlo, ella te hacer saber que la realidad, pesa y duele, no te miente.

Aquel día al regresar más temprano de lo normal, tuve el impulso de ir rápidamente a seguir ensayando, para perfeccionar y poder mejorar con prontitud, realmente amaba tocar el piano, crear música con él. Baje con cautela al sótano de mi casa, muy emocionada, para así perfeccionar un poco más mi interpretación, mi casa es grande, ya que ha pasado de generación en generación en la familia Kousaka, el sótano al ser la última habitación, estaba asilada del ruido de la casa, y de allí tampoco salían ruidos, podías esconderte por semanas en ese lugar, sin que nadie te notara, claro teniendo la debida precaución para no ser visto.

Entre sin hacer ruido, sumida en mis pensamientos, realmente la situación con Umi y Kotori me dolía, comenzaba a sentirme aislada de ellas, como si no importara nada más para ellas que esa relación que empezaban a formar, si no fueran por las clases de Maki hace meses que no hablaría con ella, creo que con nadie. Me sentía realmente confundida, levante la mirada y lo que me encontré me dejo helada, en mi lugar amado, mi tesoro, se encontraba MI PADRE, enfrascado en una relación pasional con, Kagura, una chica que acababan de contratar para una de las nuevas sedes que pondría la academia de dulces tradicionales Kousaka, estaban tan enfrascados en su lucha pasional que no me vieron, pero yo jamás podre quitarme esa imagen de la cabeza, ella sobre un viejo futón, mientras mi madre con los pantalones bajados, la penetraba salvajemente. Salí corriendo.

Me encerré en mi cuarto a llorar, mi héroe, mi padre, mi príncipe, estaba engañándonos a todos, ese hombre tan serio, correcto, lleno de principios, estaba mancillando mi hogar, el lugar donde, sus más grandes y apreciables tesoros vivían, según sus palabras. Ahora era un simple motel de paso, donde nos humillaba con la presencia de esa tipa, en un momento de enojo volví a bajar, cuando entre se estaban vistiendo, al verme se quedaron pálidos, pele con mi padre, aquel día, le grite le reclame, le pedí que sacara a esa puta de nuestra casa, en respuesta el solo me golpeo, jamás lo había hecho.

Tuve que llevar un parche en mi mejilla unos días y ocultar los hematomas de mis piernas y brazos, me sentía tan sola, no le conté nada a mi madre ni a Yukiho, tampoco a Umi ni a Kotori, es más ni siquiera lo notaron, después de darles una torpe excusa por el golpe en mi cara, no volvieron a preguntarme nada de ese hecho, es más al mes Maki me comunico que ya no podía seguir enseñándome, tenía que concentrarse en sus estudios para poder entrar a la Universidad de Tokio a estudiar medicina.

Yo, no pelee, le agradecí el hecho de que me enseñara y me enfrasque en todo lo que me correspondía, me encargue de pasar todos mis exámenes de la mejor manera posible, de no mostrarme como una maldita carga, deje de insistir en salir con mis "amigas de toda la vida" me di cuenta, en esta vida estamos solos, en aquellos días respirar me costaba bastante, me sentía realmente vacía.

Pasaron los meses, hice mi examen para la universidad, promovimos a Rin, Maki y Hanayo como parte del consejo estudiantil, me gradué, cantaron una vez más Ashiteruze Bansai, tuve una ceremonia esplendida, pero mi corazón, mi mente, mi alegría ya no estaban conmigo, los resultados llegaron pronto, había reprobado, no me quede en la universidad, mi padre volvió a golpearme por mi ineptitud, mi madre no metió ni las manos, creía justo el castigo por ser una vaga confiada.

Kotori y Umi lo lograron, como suponía, como se esperaba, la primera entro en educación y la segunda a la abogacía, estaban llenas de alegría, su sueño se hizo realidad, al mes ya no vivían cerca de mi casa, ya no comíamos helado en el lugar de siempre, ya no cantábamos juntas, ya no me quedaba nada. Regresaba a casa muy tarde, odiaba estar cerca de mi padre, pero un día volví temprano, necesitaba sentir la música en mi corazón, en mis dedos, saber que podía expresarme, no enloquecer, absurdamente aun tenía la esperanza de que todo cambiara, aun quería que alguien me salvara, pero eso no iba a pasar.

Llegue con cautela, de nuevo, entre al sótano, y la escena se repitió, de nuevo ahí estaban dos personas, dejándose guiar por su pasión desmedida, como dos animales sedientos de fricción, pero en esta ocasión no era mi padre y su amante, era MI MADRE, quien con fuerza y vivacidad, recibía las carisias de un joven, que hace dos semanas, se me presento como el nuevo aprendiz de la familia, ya que ni Yukiho ni yo habíamos decidido seguir con la tradición familiar, aceptaron un pupilo.

No lo tolere, grite, llore, reclame, mi padre entro segundos atrás al escuchar el tremendo jaleo que hice, el cual debió ser grande para que lo escuchara, mi madre y el otro habían logrado vestirse antes de que entrara, y ese día paso lo más estúpido del planeta, mis padres sabían que tenían sus nuevos amantes, estaban hartos el uno del otro y me comunicaron que la semana entrante sus nuevas parejas vivirían en mi casa, que no podían divorciarse por motivos obvios, sobre lo que la gente pudiera decir, al ser una familia tradicional y lo complicado que sería eso a la hora de repartir vienes.

Abandone mi habitación esa tarde, ahora le pertenecía a mi madre y su nuevo amor, viviría en el sótano y hasta que no demostrara ser una digna descendiente de la familia Kousaka o me largara de ahí no recibiría en esa casa más que golpes y reclamos, lo comprobé al paso de los días. Yukiho se fue dos meses después, se fue con Arisa-chan a estudiar al extranjero, no quería seguir ahí, y me culpaba, me culpaba por destapar esa mentira, donde ella podía ser feliz, me odiaba.

Llegaron las vacaciones de navidad, un par de días libres para muchos, Umi y Kotori regresaron, pero ya no eran las mismas, la universidad les había dado toda esa alegría y felicidad que las hizo más fuertes, más maduras, estaban aun más compenetradas, me contaron todo, sobre lo bueno que era ser universitaria, sobre lo bello que era ser feliz, sus nuevos amigos, todos tan interesantes e inteligentes como ellas, su satisfacción de tener lo que merecían. Aquel día me aconsejaron dejar de ser una vaga, y tomara las cosas enserio, me alentaron a estudiar y dejar de ser una tonta, a dejar de vivir soñando, y yo solo sonreía, solo actuaba como siempre, mientras por dentro lloraba amargamente.

Solo las vi un par de horas, ya que pasaron a despedirse el día después de navidad, fue la última vez que las vi tan cercanas a mí, los siguientes años, sabía que volvían por casualidad, cuando estaban por irse o llevaban semanas que se habían marchado. Queme, borre, tire y destruí todo lo que tenía que ver con las Musas, aprendí a vivir lo necesario, para limpiar, barrer, soportar humillaciones, no tener esperanzas, baje mucho de peso, me volví muy delgada, ya que no comía mucho por la depresión que vivía, intente hacer diferentes exámenes para la universidad pero no había logrado ingresar.

El segundo año que fui rechaza en la primer vuelta del examen, corrí mucho, y por un largo rato, llovía no sé cuantas veces me caí, no sé cuando comencé a gritar, termine en lo alto de un puente, a punto de lanzarme al vacio y terminar con esta maldita pesadilla, pero cuando mi cuerpo estaba por caer, en un impulso retrocedí y caí de espalda al suelo, no pude matarme. Comencé a decirme de todo, desde idita, hasta maldita cobarde, no fui valiente para cortar con esta vida de mierda, estaba cansada de los sueños, de creer que un día despertaría en mi cama, en mi habitación, que mis padres estarían felices juntos, que llegaría a la preparatoria y mis amigas, todas, juntas las nueve, estaríamos juntas, pero siempre despertaba en el sótano, en el futón que servía de testigo para las infidelidades mis padres, sola y con un enorme sentimiento de querer desaparecer, o al menos saber que seguía viva, porque me sentía muerta.

Me senté a seguir llorando, cerré los ojos y al abrirlos me encontré con una chica misteriosa, era un poco más alta que yo, cabello rojo, casi como la sangre, vestía completamente de negro, con largas mangas, me miraba con mucha compasión, hable con ella y me obsequio un bello dije en forma de mariposa, con la promesa de que podría encontrar pronto la manera de sobre llevar todo lo que vivía, y podía experimentar de vez en cuando la certeza de que seguía viva y seguía viviendo, seguía siendo humana.

Hoy estaba bajo la lluvia, otra vez mi padre me había golpeado argumentando que estaba harto de mi inutilidad, ya que no era posible que no lograra acceder a la universidad, estaba esperando, la última carta que espero tener en mi vida, un rechazo más y así poder aceptar mi derrota para desaparecer de este mundo. Hice un último examen, para entrar al Conservatorio nacional de música en Otonokizaka, o a la licenciatura en música moderna en la Universidad de Tokio, y aunque ya sabía que no me quedaría, solo quería confirmar una vez más que los sueños no existen, para personas como yo.

Después de que dejo de llover un poco, por fin llego la correspondencia, regrese a casa como autómata, nadie me recibió, nadie me dijo hola, nadie se alegro de verme, baje al sótano, observe mi nueva habitación, cajas y algunas mantas que me arroparon en los días fríos de invierno. Mire el piano, el único que me acompaño este tiempo, repleto de letras nuevas, que salieron como producto de todo esto, lo único que me mantiene un poco cuerda a pesar de todo.

Tome el sobre con calma y saque ambas respuestas, el conservatorio me daba las gracias por interesarme en ellos, pero amablemente me decía lo que ya sabía, soy una inútil. Con calma deje a un lado esa respuesta y vi por mero morbo la respuesta de UT, a diferencia de la otra, esta decía: ACEPTADO, me habían aceptado, tenía una oportunidad inefable.

Continuara…