Decepción
Regulus conocía muy bien esa palabra, era la que empleaban sus padres cada vez que hablaban de Sirius, una palabra que siempre había relacionado con las risas escandalosas, los comentarios descarados, el olor a motocicleta y a aceite de motor, las revistas muggles de chicas con poca ropa que no se movían y las huidas diarias a medianoche a través de la ventana pidiéndole que le acompañara. También lo relacionaba con la expresión de sus padres cada vez que sacaba malas notas, saludaba un amigo que no era de sangre-pura o cuando, de niño, le pedía a Sirius que le llevara a un parque muggle y sus padres les pillaban, Aun así no la había experimentado nunca en sus propias carnes, al menos no con tanta intensidad, hasta ese día.
Ahora comprendía porqué sus padres ponían esa mueca, como si les estuvieran pinchando repetidamente, cuando alguien mencionaba a su hermano huido. Realmente sus padres eran unos maestros del disimulo si podían esconder ese vacío interior, ese amargo sabor de boca y esas nauseas en su garganta bajo unas muecas tan insignificantes. Él, en cambió, lo único que quería era estirarse en su cama y, si fuera posible, despertarse sabiendo que eso solo era un mal sueño.
Sus padres siempre hablaban de lo grandioso que era el Señor Tenebroso y de lo orgullosos que estarían el día en que Regulus cumpliera su deber hacia la familia y su estatus de sangre uniéndosele para limpiar la estirpe de los magos y librarlos de esas sanguijuelas sangre-sucias que les debilitaban bajo el poderoso manto de su nuevo señor. Ahora la figura de ese gran mago caía como el plomo por su propio peso.
Todavía no se creía lo que ponía el papel que tenía entre los dedos y que, sin querer, llevaba estrujando desde que lo leyó, pero no había equivocación posible, allí, con letra clara, elegante y alargada estaban escritas, con tinta verde, las palabras que hacían que todos sus esquemas cayeran y que su mundo se tambaleara.
Alumno: Tom Sorvolo Ryddle
Fecha de nacimiento: 31 de Diciembre de 1926
Residencia: Orfanato Wool's, Londres
Padres: Tom Riddle (muggle) y Merope Guant (bruja)
"Muggle" esa palabra resonaba en su cabeza mientras miraba el documento que el gran señor Tenebroso le había ordenado robar del archivo de alumnos de Hogwarts y destruir, sin leer, de forma que no quedara rastro ni se pudiera recuperar de ningún modo. Debió creer que el miedo sería suficiente para no abrirlo y que, si lo hacía, él desconocería a quién pertenecía ese apellido pero subestimó la curiosidad de la serpiente y su necesidad de conocer para poder sobrevivir.
Por su mente, pasaban con velocidad vertiginosa todas las muertes, las torturas, los secuestros y las batallas en las que había participado, todo en nombre de la pureza de sangre, todo en nombre de un poderoso mago que iba a salvarnos a todo, todo en nombre de un mestizo. Mestizo, un ser al que debían despreciar en nombre de su señor y del estatus de sangre.
El nuevo régimen no era la purga de la raza que él creía, era la malsana búsqueda de poder de un loco ávido de triunfar que utilizaba a un grupo de radicales sin escrúpulos ni cerebro para lograr lo que quería. Y él era uno de esos estúpidos locos radicales que le seguía ciegamente en nombre de una cruzada contradictoria desde el punto más alto.
Todo eso y más pasaba por la cabeza de Regulus que se había desaparecido a su casa. Ignoró las preguntas preocupadas de su madre y la mirada extrañada de su padre mientras subía las escaleras en dirección a su cuarto. Llegó a la puerta pero se detuvo con la mano en el picaporte, no podía verse rodeado de nuevo por la ideología que destilaban las paredes de su habitación si quería pensar con tranquilidad.
Con indecisión miró la puerta del otro lado del pasillo, esa puerta que había intentado olvidar durante más de diez años, des de sus catorce, y que había logrado ignorar todo ese tiempo pero que ahora necesitaba.
Entró en la habitación de Sirius vigilando que sus padres no le vieran, no quería que se llevaran un disgusto. En el momento que cruzó el umbral se vio abrumado por el color de la sala, tan luminoso y distinto del resto de la casa. Sonrió imperceptiblemente y se sentó encima de la polvorienta cama examinando su alrededor.
Sirius.
Hacia mucho que no pensaba en él, era demasiado doloroso. Su vista se dirigió a la ventana por donde vio salir a Sirius la última vez, bueno, la última vez en la que no había maldiciones, mortífagos, gente de la orden y muertes por en medio. Exhaló un suspiro mientras su vista seguía vagando por la habitación.
Se detuvo en la foto donde su hermano salía con sus amigos del colegio. Lupin, Pettigrew y Potter, ese maldito Potter. Había pasado cerca de una década y aun sentía como le carcomían los celos al pensar en ese tipo. Aun así, el escozor que sentía en ese momento, no se podía comparar con el que le atacaba cada vez que oía que alguien decía que esos dos "eran como hermanos". Él era el hermano de Sirius no James Potter. Apartó la mirada fatigado. Ahora se le planteaba, por primera vez, una decisión en la que sus padres y sus ideales no tenían nada que ver.
909 palabras de las 1.000 que podía tener, espero que os haya gustado, el siguiente sentimiento es duda. Las críticas se aceptan muy gratamente igual que los comentarios.
