SOY RYAN, RYAN DANNIELDS
Estaba mareado, me sentía exhausto . Me levanté y fui al baño. Al momento tuve que ahogar un grito al ver que no era yo, es decir, no la misma persona. Mi pelo era rubio y mis rasgos demasiado aristocráticos, en plan realeza... ¿RUBIO? ¡Dónde cojones esta mi pelo moreno! Pero no solo eso, sino que, ¿Dónde cojones estoy?
Salí afuera y me encontré en frente de una cabaña toda rodeada de un frondoso bosque.
De repente escuché un grito. Mi primer instinto fue ir a ver que pasaba.
Allí la vi, una chica guapísima. Algún tipo de animal que no supe reconocer la amenazaba. Parecía algún tipo de caballo, pero que yo recuerde estos no escupen fuego.
Mi instinto como militar me hizo ir a salvarla. Corrí lo más rápido que pude, ni me enteré de la gente que la rodeaba. Estaba bien entrenado y era muy rápido, justo en el momento en el que el animal atacó, yo me tiré encima de la chica protegiéndola con mi cuerpo.
Noté un fuerte golpe en mi espalda, pero podía soportarlo. Al menos la chica estaba bien. Algo intervino entre el animal y nosotros que lo hizo detenerse. Una especie de hombre, bueno, más bien semi-gigante lo calmó y hizo que se fuera.
Me separé despacio de la chica y no pude evitar sorprenderme.
-Hermione…
-Ryan…
La conocía, ese mismo verano ella me había ''atropellado'' accidentalmente con la bicicleta, haciendo que ella saliera despedida encima mío al chocar contra mi cuerpo.
Nos miramos intensamente a los ojos mientras un grupo de gente nos rodeaba para comprobar que estábamos bien.
-¿Quién eres tú?- me preguntó el semi-gigante sorprendido.
-Soy Ryan, Ryan Dannields.
-Y dime señor Dannields, ¿De dónde has salido?- preguntó firmemente
-Pues no estoy seguro señor. Desperté en una cabaña no muy lejos de aquí. Vine a ayudar cuando escuché los gritos.- Hermione me miró y sentí que me moría por dentro.- Menos mal que llegué a tiempo.
En ese momento pude apreciar una sonrisa de agradecimiento por parte de la chica. Estaba muy confundido, no sabía como había llegado allí. Entonces ocurrió, mi mirada se cruzó con la de un chico. No sabía quien era, pero sus ojos verdosos se clavaron en los míos y sentí dolor.
He sentido muchas veces dolor, pero no de esa manera. Era insoportable, no lo podía aguantar. Cuando ya estaba de rodillas, caí rendido al suelo desmayado.
