Mayura en el País de las Locuras


Disclamer: Matantei Loki Ragnarok no me pertenece sino que a su creadora, la mangaka Sakura Kinoshita.

Alicia en el País de las Maravillas tampoco es de mi autoría sino de Lewis Carroll.

Summary: Mayura es una chica hiperactiva la cual está obsesionada con lo misterioso. Pero una vez que se ve rodeada de un mundo de maravillas, desea escapar a toda costa sufriendo una sobredosis de locura ¿podrá escapar del país de las "maravillas"?


Nota de autora: Hola gente, aquí me ven con un nuevo proyecto. Desde ya les digo que hay cosas de Alicia, pero están modificadas para que tenga mi personalidad y mis costumbres. Verán a una Mayura muy hostil y grosera en algunos momentos.

Espero que les guste así como a mí al escribirlo jejeje


1


— ¡Loki-kun! — gritó la adolescente cuando arribó al despacho. El aludido suspiró con una gota en la sien, bajando el periódico. Siempre tenía uno del día y todo para ver algún caso interesante por allí, pero nada, otra decepción.

— Buenas tardes, Mayura-san — saludó Yamino con una agradable sonrisa. Ésta se giró hacia él y lo saludó efusivamente.

— Hola Yamino-san — levantando su mano libre —. ¿Cómo te ha ido el día de hoy?

— Muy bien, he hecho un par de compras por catálogo y he preparado un pastel de chocolate con nueces.

— Mmm — se relamió Mayura como niña pequeña —: Que rico se oye — sonrió abrazando el libro que llevaba en sus manos. Yamino sonrió y prometió servir un poco.

— Ahora vengo, traeré té y el pastel — y se fue del despacho.

Mayura volteó hacia Loki, éste estaba escondido detrás del periódico. Se acercó y tomó el papel bajándolo y obteniendo una fría mirada por parte de Loki.

— ¿Hay algún caso hoy?

— No — y quitó de mala manera el periódico de la mano de Mayura. Ésta bufó molesta por el comportamiento de su amigo e infló sus mejillas.

— Que aburrido — se quejó.

— Si es tan aburrido, puedes irte a tu casa… nadie te detiene.

La chica infló más sus mejillas, enfadándose más. Dejó salir el aire y frunció el ceño a la vez que posaba sus manos en sus caderas...

— Mou Loki-kun, eres malo…

— Sólo digo la verdad.

— Mou — se cruzó de brazos. Pero Mayura no era buena guardando silencio, por lo que interrumpió de nuevo —. ¿Vamos por un caso?

— No…

— ¿Por qué?

— Porque no quiero…

— Está bien — espetó molesta y girando sobre sus talones. Con ambas manos sostuvo por detrás el libro que llevaba, objeto que llamó la atención de Loki.

— ¿Qué llevas ahí?

— Un libro…

— ¿De qué?

— Mmm… se llama… "quete"

— ¿"Quete"? — dijo confuso y Mayura lo miró por sobre su hombro.

— "Que-te importa" — a Loki se le formó una vena en forma de X en la frente por tal descortés contestación.

— Hablo en serio — dijo gélido. Mayura levantó un poco el libro y dejó ver su tapa marrón con letras doradas —: ¿Alicia en el país de las maravillas? — observó a Mayura y ésta parecía en otro mundo, distante a eso.

Y el tan simple pensamiento de que todo lo que vivía era como un sueño la hacía dudar de que todo lo que la rodeaba fuera real, que fuera producto de su imaginación. Suspiró y se marchó, dejando a un muy sonriente Loki.

— Loki-kun es muy malo conmigo — infló entre triste y enojada las mejillas. Suspiró nuevamente.

Pero al abrir la puerta de la mansión se quedó inmóvil observando el entorno. Sin pensarlo se adelantó unos cuantos pasos a ese escenario maravilloso que la rodeaba. Con una tonta sonrisa volteó hacia la puerta para avisarle a Loki de lo que sus sorprendidos ojos estaban viendo, pero tan sólo se encontró con la misma nada detrás de ella.

Su rostro se transformó a una de horror y se acercó tanteando en el lo que era el aire, en donde debería estar la puerta de la mansión. Miró sus manos… el libro no estaba. Su corazón se aceleró y comenzó a dar vueltas en su propio eje, viendo cada rincón del extraño y esplendoroso bosque que la rodeaba. No había indicio de recorrido conocido y tan sólo pensó en que eso debería ser un mal sueño.

Comenzó a caminar trastabillando y terminando de cara el suelo, el escozor en sus rodillas y palmas de las manos comenzó a sentirse y al verse estaban sangrando. No era un sueño, no, nada de eso. Era muy real y el sentimiento de miedo surgió en ella obligándola a correr sin rumbo hasta tropezar y caer en una madriguera que jamás vio venir.

Se aferró a las raíces, pero aún así, no tenía fuerza para trepar por lo que cayó y todo se volvió oscuro.

….

Duele… duele…

Aún le costaba abrir los ojos por lo que sólo hacían un vago amago temblando sus párpados. Los abrió a regañadientes cuando empezó a sentir frío, claro, si estaba tirada boca abajo en el suelo, y se incorporó sobándose las partes adoloridas haciendo, nuevamente, el vago intento de abrir completamente los ojos.

Observó el penumbroso lugar con una sola ojeada y sólo divisó dos puertas y una mesa. Se puso de pie y gracias a la poca luz fue hasta las puertas sin llevarse nada por delante. Colocó su mano en el pomo y trató de girarla, pero nada, no cedió así como la otra puerta más pequeña. Suspiró, ahora cómo saldría, se preguntó. Volvió a dirigirse hacia donde estaba anteriormente y miró hacia arriba, no podía ver nada, sólo un pequeño destello de claridad. ¿A cuántos metros de profundidad habría caído?

Enfocó su mirada en la mesa y se encontró con dos cosas que llamaron su atención. Se acercó y encontró un frasco con un líquido extraño y una llave. Tomó el frasquito para observarlo minuciosamente y encontrándose, finalmente, con una tarjetita enredada en cuello del frasquito con una cinta verde esmeralda. Abrió la tarjetita y con una letra muy legible y familiar decía Bébeme.

— ¿Qué demonios? — ¿Debería beberlo? Se detuvo a pensar un segundo ¿y si era una trampa? ¿Y si era veneno? ¿Debía confiar? Miró con desconfianza el frasco de cristal y luego dirigió la mirada a las puertas. Se sorprendió al notar lo diferentes que eran; una era de madera oscura y la otra clara, la oscura era de su tamaño mientras que la otra era como para que pudiera atravesarla un duende o algo como por el estilo.

Su mente reconocía ese escenario, pero no lo tenía claro ¿sería un juego? ¿Qué era todo eso? ¿Por qué a ella y por qué fuera de la casa de Loki? Ahora comenzaba a sospechar que él no sólo tuviera algo que ver sino que también era causante de todas las cosas extrañas que les rodeaba.

Sacó el tapón de corcho y se tomó más de la mitad de líquido. No reparó en el error que estaba cometiendo y dejó el frasco allí pensando en que había exterminado la sed que tenía.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué todo está creciendo? O… — sus ojos se ensancharon al darse cuenta de que no eran las cosas que se estaban agrandando, sino que ella era la que se estaba encogiendo. Notó que la ropa le sobraba, eso la estaba tapando y también su visión al darse cuenta que estaba quedando en la medida de un saltamontes.

Ahora se daba cuenta de que no sólo la ropa le quedaba grande así como todo su alrededor sino que las puertas también eran realmente enormes para ella. Suspiró y nadó en ese mar de ropa para poder salir de allí. Una vez en el suelo, tomó la cinta que rodeaba la cintura del vestido y se rodeo con ella para tapar su desnudez. Caminó el lugar hasta que sus ojos captaron una pequeña cajita en el suelo envuelto con una cinta del mismo color que el de la botella. Se acercó y lo desató con todo el esfuerzo que le requería por su tamaño pequeño y cuando las tapas cayeron, dentro había un pastelito con una tarjeta en la cual se encontró con la misma caligrafía anterior una palabra: Cómeme.

— Esto se me hace extraño… — y sin pensar más, fue prudente y comió tan sólo un mordisquito que le hizo crecer lo suficiente como para la puerta así como para llegar a la mesa. Volvió a acomodarse la ropa – a pesar de que le quedaba grande y demasiado suelta –, tomó la llave haciendo puntas de pie y ayudándose, luego, con una silla y corrió a la puerta pequeña cargando con la pesada tela. Su razonamiento fue obvio al ver el tamaño de la cerradura y de los dientes de la llave y todo eso gracias a su gran coeficiente de detective – según ella.

La cerradura hizo clic y se abrió sin trabas, si lo que había visto al salir de la casa de Loki había sido maravilloso, lo que había detrás de la pequeña puerta era el mundo de Alicia.

Un bosque de cuentos de hadas con todo lo misterioso y paranormal hizo que la emoción de la pelirrosa rebosara por cada poro de su cuerpo. Corrió sin más, intentando encontrarse con algo que le dijera donde se encontraba y maravillándose con cada cosa extraña con la que se cruzaba.

Se detuvo al ver venir a alguien corriendo a trotes. Sus ojos se desorbitaron al ver a un apresurado Yamino trotando hacia ella con un reloj de bolsillo de color dorado y un bastón, vestido con una chaqueta y un pantalón de vestir repitiendo como loco la frase: "Dios mío, Dios mío, se me hace tarde"

La pelirrosa lo detuvo y éste se frenó sin dejar de repiquetear los pies como si estuviera saltando en su sitio. Mayura lo observó detenidamente y éste también, aunque nervioso.

— Yamino ¿hacia dónde corres así de apresurado? — enarcando una ceja.

— Llego tarde — contestó sin dejar de trotar.

— ¿A dónde? — escaneándolo de arriba abajo y descubriendo algo extraño en él. ¿Orejas de conejo? —. Yamino ¿Qué es…? — señalándole las orejas, éste pareció desentendido y volvió a mirar a su reloj abriéndosele los ojos tan grandes que parecía que se le saldrían de la cara.

— ¡ES MUY TARDE! — gritó como un loco y se echó a correr. Mayura sin pensarlo, lo siguió pero tan pronto Yamino hizo aparecer un aparato extraño – de aquellos que compra por catálogo – salió despedido como una bala desapareciendo del campo de visión de la muy agotada pelirrosa.

— Debería comprar uno de esos la próxima — jadeando de cansancio y deteniéndose junto a un árbol en el cual había un poste de madera con varias flechas de madera señalando hacia varios caminos y con distintos escritos pero lamentablemente estaban ilegibles, parecía que maltratadas por una gran lluvia, seguramente.

Suspiró de decepción al no saber hacia donde ir hasta que una voz quejumbrosa desde lo alto de un árbol junto a las indicaciones. Allí había alguien y cuando se aproximó sonrió al reconocer quien era.

— ¡Kazumi-kun! — exclamó con alegría, el niño giró su cabeza lentamente hacia la chica que todavía no podía salir de la emoción. Éste suspiró y se relamió el dorso de la mano, pasándoselo por una de sus orejas de gato.

Mayura frunció el ceño extrañada al ver las actitudes gatunas del chico de cabellos morados. Éste la miró con su único ojo y se recostó en la rama, posando su mejilla en la palma de su mano, esperando a que llovieran cerdos… aunque eso no era poco probable que pasara ya que allí todos estaban locos, pensó. Volvió la vista a la pelirrosa y no hizo más nada.

— Kazumi-kun ayúdame…

— Primero en principal… no soy Kazumi-kun, soy el gato Cheshire.

Mayura contuvo el aire al oír lo que le había dicho el chico con un suspiro desganado mientras se miraba los dedos de las manos y movía las orejas como lo hacen los gatos. Ella dudó un segundo, sacando sus propias conclusiones y reflexionando de una vez cuando chocó el puño con la palma de su otra mano con suavidad. Luego miró al pelimorado levantando el dedo índice de su mano derecha como si aún dudara.

— ¿Puedo hacerle una pregunta?

— Dos — respondió secamente. Mayura puso los ojos en blanco y volvió a lo que iba.

— ¿Este es el mundo de Alicia?

— ¿Este es el mundo de Alicia? — preguntó el chico observándola.

— Dime la respuesta.

La respuesta.

— ¿Ah?

— Tú me lo dijiste… me pediste que te dijera la respuesta y te lo he dicho.

— Pero yo pido la respuesta a mi pregunta.

— ¿Qué pregunta?

— La que te hice — dijo algo más nerviosa.

— Bueno… me has hecho dos preguntas…

— ¿Dos? — dudó —. Pero que yo recuerde te hice una — murmuró confundida.

— Primero me preguntaste si podías hacerme una pregunta…

— Bueno, pero te hice otra…

— Ves que eran dos…

— Eres exasperante — se molestó Mayura.

— Y tú insoportable…

— ¡¿Qué?! — se indignó cruzándose de brazos y frunciendo la boca, inflando las mejillas mientras que murmuraba palabras a lo bajo, casi sin entenderse.

— Me largo — dijo fastidiado. Mayura se giró a mirarlo y le pidió que se detuviera. El pelimorado la observó expectante.

— ¿Es el mundo de Alicia?

— ¿Quién demonios es Alicia? Que yo recuerde… esto es tuyo — dijo bufando y resoplando por la nariz. El trabajo que tenía allí le estaba jodiendo la existencia.

— ¿Mío?

— ¿Acaso te llamas Alicia?

— No… me llamo Mayura, pero éste lugar se parece al de Alicia en el país de las maravillas.

— Bueno, como ves… este lugar es de locos y tú estás loca, así que no me molestes más y vete por ahí, que otro te ayude… mi paciencia ha sido colmada — y desapareció.

— Pero que gato de Cheshire más malhumorado… deberían cambiarle el papel… — murmuró molesta y se dirigió hacia uno de los dos caminos sin detenerse a pensar si era el correcto. Si eso era como en Alicia, uno de los caminos lo llevaría a la casa del Sombrerero y el otro a la de la Liebre de Marzo. Cruzarse con esos locos no le ayudaría mucho, pero peor es nada.

El camino era algo exhaustivo, pero no había otra así que haría lo que fuere para salir de esa locura, ya le estaba colmando…

Que fácil te rindes…

Continuará…


N/A:Hola nuevamente! Les traigo algo nuevo y espero que les guste! He cumplido con mi promesa de escribir sobre Alicia jejeje

Espero comentarios por aquí :)