Esta es mi primera historia!! Espero que os guste mucho, y que disfrutéis como yo lo he disfrutado escribiendo.
Crepúsculo no me pertenece, todo es obra de la genial Stephanie Meyer!!
Capítulo 1: Los seres perfectos.
-Hora de levantarse- La voz cantarina de siempre.
-Sí, mamá- Contesto yo con un gruñido.
-Venga Bella hija, ¡Qué hoy vuelves a Forks!-
Ahí si que me levanto a toda prisa. Por fin, después de una semana de vacaciones en la soleada casa de la playa de Jacksonville volvía, la última semana de Agosto, a mi queridísima ciudad-pueblo de Forks, es que Forks es pequeño para ser considerado ciudad, pero grande para ser un pueblo. ¿Cómo llamarle entonces?... Y esas dudas no me dejan dormir... En fin, volvía a mi auténtico hogar, donde ya llevaba siete meses, con mi padre, Charlie, mi mejor amiga Angela y mi novio Mike; que después de tres meses insistiéndome, acepté a salir con él, vistos los "paquetes" que circulan por mi instituto, preferí salir con el más... ¿Guapo?, no, mejor decir el menos raro.
Y en estas estaba yo cuando mi madre me quitó de mi ensimismamiento cuando la oí cantar una de las antiguas y absurdas canciones que le gustaban. La miré con una cara que mataría a un oso pardo, pero ella siguió. Qué se le va a hacer, es ley de vida, a unos les tocan los padres que le ponen en evidencia delante de su novio o las madres que cantaban canciones absurdas... A mí me tocaron los dos...
-Desayuna, petarda- Oí a Phil, el nuevo marido de mi madre, que me hacía burla sentado enfrente de mí. Sabía que me lo decía sin malicia... Por eso no me molesté con contestarle con una de esas expresiones que los adolescentes de hoy en día nos inventábamos o que habíamos vuelto a poner de moda, en su defecto.
Salimos de casa a correr, ¿Por qué siempre llegaba tarde a todos lados? Bueno, al menos llegaba... no como aquella vez que Mike se olvidó de cuando cumplimos un mes y no llegó a la cita. Le perdoné sí, pero no se me olvidó, cada vez que se olvida de algo, lo miro con cara de rencor, y entonces sabe que me estoy acordando y traga saliva convulsionadamente. Se lo hago más bien porque me hace reír, aunque él piensa que es porque aún estoy enfadada. Creo que piensa regalarme algo, para él, superguay cuando hagamos dos meses. En dos semanas.
Bueno, por fin en el avión con Renée, mi madre. Mientras, ella se despedía de su maridín como una estúpida niña pequeña, mi madre, sí, parece una niña pequeña solo por como piensa, pero es muy lista en realidad.
Mantengo lo de lista, pero ahora con dudas de si es una pesada o lo hace por fastidiar. Me explico, a mí y a la azafata nos tenía locas.
-Señorita azafata Catherine, ¿Le trae una almohada a mi hija?
O bien:
- Señorita azafata Catherine, ¿Le trae una revista a mi hija?
Y también:
- Señorita azafata Catherine, ¿Le trae unos auriculares a mi hija?
Y un largo etcétera, y yo, que mi única y humilde petición había sido un Kidiboo, pero me parece que a mí me miro con más odio aún que a mi madre. Me pregunto porqué. Pero aún así me trajo un Kidiboo, y mi madre me aplaudió como una tonta por atreverme a pedirle eso yo sola, pues para ella yo le estaba pidiendo con los ojos que pidiese algo por mí. Aunque no era así claro.
Cuando llegamos al aeropuerto de Seattle, mi madre, cómo no, tuvo problemas con el equipaje. Se empeñó en que una maleta era la mía y yo intenté explicarle que esa tenía pinta de ser más cara, aunque era muy parecida a la mía. No se dio cuenta de que no era la mía hasta que una señora gorda le mandó un bolsazo por detrás. Pedí disculpas porque mi madre estaba corriendo colorada hasta el lugar donde se recoge el equipaje, para recoger mi maleta, mientras yo rezaba por no llegar a casa y que al abrir la maleta me encontrara con unas bragas tamaño XXL ni unos sujetadores de la 120.
Tiempo después llegamos a un sitio de alquiler de coches en Seattle y Renée alquiló un coche para llevarme a Forks.
-¿Mamá, en serio piensas conducir tú?-Pregunté con la esperanza de que me dijese que no y poder mostrarle mis dotes... Con el volante, claro.
-Pues si Bella hija, pienso que sí. No me mires así, conduzco yo y punto-Contestó tajante.-¿Por qué?
-Mamá, presiento que si no me dejas conducir moriremos por un trágico accidente que conmoverá por los siglos de los siglos a esta ciudad- Contesté teatralmente.
-Amén- Dijo mi madre solemnemente.-Anda, déjame en paz-Ahora habló con voz de niña pequeña.
Yo empecé a reír estrepitosamente y le contagié la risa. Acabamos como dos tontas riéndonos del aire a un lado del cutre coche de alquiler. La gente nos miraba...
-Mamá, nos miran.-Dije entre más risas. Pero Renée no me respondió, paró de reír de repente, tan de repente que pensé que le había dado un chungo de esos del calor, pero me acordé de donde estábamos y suspiré con desánimo. Y entonces cometí un gran error, miré hacia donde ella había girado la cabeza y... me quedé petrificada.
No, no había un basilisco que había visto a través de un fantasma o algo así, era algo mucho más intimidante. Parecían TOP- models o ángeles. Era una familia supuestamente de clase alta, que conversaban sobre que camino seguir o algo parecido. Eran seis, supuse que repartidos entre el Volvo plateado que estaba más próximo a ellos y el BMW M3 que estaba detrás del Volvo.
-Son, son, ¡SON PER-FEC-TOS!- Exclamó mi madre marcando bien las sílabas.
La rubia escultural se giró un poco y le vi el rostro completamente. Yo que hubiese dado lo que fuera por taparle la boca a mi madre, yo, que ahora no podía tapar casi ni la mía. Sí, yo, la de la "perfecta naricilla", como me decía Mike. Mi nariz al lado de la rubia parecía una alcachofa rellena de mocos.
-¡OH!-Solté, no me pude contener. Estaba la rubia modelo, la más bajita, con pinta de duendecillo, el moreno cachas, el rubio nerviosillo, la tierna mami y el guapísimo papi. Todos bellísimos, pero de repente salió del coche el ser más hermoso que mis plebeyos ojos habían visto. Daría todas mis cajas de Kidiboo que tenía en Forks por poder acercarme al nuevo. No se como describir lo bella que era su mirada, que por un momento pensé que me había mirado, pero deseché ese pensamiento de mi cabeza en cuanto mi mente tocó tierra. Su pelo color bronce perfectamente despeinado ondeaba al frío viento que soplaba en Seattle.
-Mira Bella, el de los pelos para todos lados para ti, y para mí los otros tres ¿Vale?-Dijo como si le fuera la vida en ello.
-Oh, vale... pero, pero, mamá, ¡OH DIOS MÍO MAMÁ! ¡Que nos están oyendo!-Grité mientras la rubita reía por lo bajo y el del pelo de bronce bajaba la mirada.
-Vámonos, Vámonos, Vámonos, ¡Vámonos mamá!-Le volví a gritar, esta vez la duendecillo nos miraba con una interrogante mirada.
Mi madre abrió la puerta del conductor casi a la vez que yo abría la del copiloto. Metió la llave en el contacto con unos nervios impresionantes. Con la lengua de fuera por el esfuerzo, arrancó el motor y el coche se puso en marcha.
Salimos de allí pitando, nunca mejor dicho, porque Renée empezó a mandarle bocinazos a todo lo que se le ponía por delante.
A mí me dio una risa histérica que alarmó a mi madre.
-¡Isabella!-Exclamó-¿Estás bien?
Me dijo mientras frenaba en seco.
-Síiiiiiiiiii, ¡AAAAAARRANCAAAAAAAA!- Grite entre carcajadas. Sí, me reía por los nervios, había visto a los seres más perfectos del planeta y ellos se habían carcajeado de mi madre y de mí, y todo por pensar en alto... Frené las risas como pude, mi madre se relajó un poco, pero es que tener a alguien al lado que se está riendo como una demente da un poco de miedo. Pero he de decir que da más miedo mi madre conduciendo, parecía un murciélago, pero sin los ultrasonidos para detectar obstáculos, menos mal que los obstáculos la detectaban a ella, si no mi predicción de muerte se hiciese real. Mi madre tenía los ojos entrecerrados, como rendijas, algo así como los murciélagos. Sus dientes de arriba apretaban fuertemente su labio inferior y sus codos estaban doblados y apuntando hacia lo más arriba que le permitían para conducir. Finalmente, lo más aterrador eran sus manos apretando como garras el volante.
Me vino a la mente el chico del pelo de bronce, otra vez. Ese chico me había atraído de tal manera que me habría olvidado de Mike si se llega a acercar un metro más. Tenía un no se que, que hizo que mi mente volase un poco hasta llegar a la absurda idea de convertir el único objetivo de mi vida en encontrarle, pero deseché esa idea de mi cabeza cuando recordé que mi última idea había sido comprarme una caja de Kidiboos hacía ya un mes, y ahora estaba súper-enganchada. Pobre de mí...
Qué tal?? Intentaré `publicar una vez por semana, si os gusta, claro!
y porfas... Reviews!!
