UNA PEQUEÑA HISTORIA DE CASI TODO
Por Cris Snape
Disclaimer: El Potterverso es de Rowling. La Magia Hispanii es de Sorg-esp.
Esta historia se ha escrio para los desafíos semanales del "Foro de las Expansiones"
1
Había una vez
—Había una vez, en un reino muy lejano…
—¿Cómo de lejano, papá?
Caradoc acarició la cabeza de la niña. Amelia adoraba que le contara cuentos, pero eso no significaba que no le interrumpiera constantemente.
—Muy, muy lejano.
—¿Más lejano que la tienda de mamá?
—Mucho más.
—¿Y que la playa? —Caradoc asintió—. ¿Y que Inglaterra?
—Más lejos que todo eso, sí. ¿Puedo seguir?
—¡Sí, porfi!
—Bien —Caradoc carraspeó—. Había una vez, en un reino muy lejano, una princesa que…
—¡Una princesa! ¿Tenía el pelo largo?
—Larguísimo.
—¿Y con rizos?
—Muchos rizos.
—¿Rosas?
El brujo alzó una ceja y, pese a ser incapaz de concebir a una princesa con tan excéntrico cabello, asintió.
—Una princesa de largos y rizadísimos cabellos rosas.
—¡Qué bien! ¡Sigue!
—Como decía, había una vez, en un reino muy lejano, una princesa que vivía encerrada en lo alto de una torre.
—¡Oh, no! —Amelia dio un bote en la cama y giró la cabeza para mirar a su padre— ¡Pobrecita! ¿Se escapó?
—Aún no he llegado a esa parte del cuento.
—¡Sigue, sigue!
—Había una vez, en un reino muy lejano, una princesa que vivía encerrada en lo alto de una torre. Cuando era muy pequeña, un ogro malvado la secuestró y sus papás, los reyes, llevan buscándola desde entonces.
—¡Qué ogro más malo!
—Eso digo yo.
—¿Y sus papás no la pueden encontrar?
—Está muy bien escondida.
Amelia se mordió el labio, su cabeza invadida por terribles pensamientos infantiles.
—Si a mí me lleva un ogro, mamá y tú me encontraréis, ¿a qué sí?
—A ti no te va a llevar ningún ogro pero si te llevara, te aseguro que te encontraríamos muy pronto.
—Vale —Amelia asintió enérgicamente y volvió a su postura inicial—. ¿La princesa vivía sola? Porque yo creo que no.
—¿En serio?
—Creo que tenía un unicornio. Y un perrito. Y una puffskein como Carla. ¡Y con bebés!
Doc alzó las cejas y soltó una risita.
—Vaya. Seguro que la princesa no se aburre.
—Pues no. Porque tiene que ponerles nombre a todos sus amigos y pensar en escaparse. ¿A que sí?
—Eso es.
Amelia abrió la boca para decir algo más, pero justo entonces mamá llegó a la habitación. A Amelia le gustaba que fuera papá el que le contara el cuento de buenas noches porque él nunca tenía prisa y no se ponía impaciente cuando le preguntaba cosas. Mamá decía que había que estar durmiendo a las diez, hubiera o no hubiera terminado el cuento.
—¿Todavía estás despierta?
—Papá me está contando una historia muy guay.
—Pues me temo que es hora de dormirse.
—¡Mami!
—Es tardísimo, Amelia.
Pensó que papá saldría en su defensa y que diría que le faltaba muy poco para terminar, aunque fuera mentira. Sin embargo, lo que hizo fue levantarse e instarla a tumbarse en la cama antes de arroparla bien.
—Mañana veremos si la princesa pudo escaparse.
—Pero papi, yo quiero que sea ahora.
—Mamá tiene razón y hay que dormir —Caradoc besó la frente de la pequeña—. ¿Sabes qué puedes hacer?
—¿Qué?
—Pensar en los nombres de los amigos de la princesa.
A Amelia le pareció que era una idea genial. Una mascota sin nombre era algo muy malo.
—Y tú en el de la princesa.
—Lo haré. Hasta mañana, honey.
—Good night, dad.
Mientras la puerta de su habitación se cerraba, Amelia pensó que el unicornio bien podría llamarse Luna. Era un nombre de chica precioso.
¿Reviews?
