Hola a todos los curiosos de fanfiction, traigo un shot Faberry porque ¿quién no ama Faberry? Bueno, aquí está. También tengo otra historia Spenson (SpencerxMason) por si quieren echarle un vistazo. Dejen review, den fav, follow y/o sugerencias, son muy bien recibidas :)
Me preocupo por ti
—¿No crees que podría darle un ataque o algo si nos encuentra aquí dentro? —Digo, mirando al frente—. Esto podría ser considerado allanamiento de morada.
—Por favor —responde Santana, acomodándose el cabello—. Esta clase de cosas suceden siempre en Lima Heights Adjacent. Confía en mí.
Escucho el sonido de la voz de Rachel mientras se acerca por el pasillo, el chirriante y desesperante sonido de su voz mientras llega hacia acá. Sigo preguntándome una y otra vez cómo es posible que haya caído perdidamente enamorada de ella.
Me parece algo tan estúpido: luchamos por Finn, ambas, y al final tuve que ceder porque me di cuenta que no se trataba de sentimientos por Finn lo que mantenía mi lucha.
No quería luchar contra Rachel, quería luchar contra Finn. Él podría, y pudo, apartarla de mi lado por un tiempo, pudo ser la razón por la que siempre entraba sonriente al salón del coro y por la que siempre regresaba después de sus momentos de diva.
Resoplo y estiro el cuello, pongo una de mis más brillantes sonrisas, como siempre. Algunas cosas de ser una porrista nunca se olvidan.
—Aún pienso que esto no está bien —susurro entre dientes.
—Ya lo veremos —dice ella, sonriendo.
La puerta se abre y veo su expresión de sorpresa, la misma que ponía cada vez que Finn trataba de sorprenderla con alguno de esos pequeños detalles con los que también lograba sorprenderme. Aunque a veces era un poco torpe, hacía su mejor esfuerzo.
—¡Oh por Dios! ¿Qué están haciendo aquí?
—La señorita Hummel llamó, suplicándonos hacer una intervención de emergencia —Santana me mira y yo la miro. También miro a Rachel, y su sonrisa y entusiasmo desaparecen.
—¿En quién?
—Tú.
Rachel me mira y después mira a Santana, con ese simple acto puedo sentir que se me acelera el pulso y que me tiemblan las manos, ni hablar de mis rodillas.
«Esta será una larga noche».
—A ver si entendí: ¿vinieron todo el camino hasta Nueva York para hablar conmigo porque Kurt las llamó?
—También estamos aquí para hacer compras.
—Y también estamos aquí para disculparse con Quinn por abofetearla en la cara muy, muy duro.
—En teoría —la veo rodar los ojos y me limito de hacer lo mismo—. Ya veremos si eso pasa —sacude la cabeza y mira al frente, a Rachel—. Rachel, no puedes hacer un desnudo.
—No es un desnudo, es solo un topless.
La mueca de asco de Santana me pone de mal humor. Yo sí quiero ver a Rachel en una escena topless, aunque desnuda sería glorioso… pero esto no es por mí, o Santana, es por el bien de la carrera que Rachel quiere comenzar. Ya que tenga unos cuantos premios encima puede hacer lo que quiera.
Me muerdo el labio mientras recorro el cuerpo de Rachel con la vista. Sí, es demasiado pequeña pero sin duda tiene un cuerpo muy lindo. Es una lástima que nunca pude verla en los vestidores, así podría tener un criterio más acertado.
—Es lo mismo —Santana se encoje de hombros y no deja de hacer su mueca—. Topless es lo más desnuda que alguien querría ver en ti.
—Digamos que lo haces. Piensa en la regla 2-2-2 —momento para hacerla reflexionar—. En dos semanas, ¿cómo te vas a sentir sobre tu desnudo?
—Probablemente te sientas muy bien —dice Santana.
—Sí —responde ella.
—Podrás sentir una fría y refrescante brisa en esos piquetes de insecto. Incluso te podrías sentir fresca —agacho la mirada y trato de librarme de mis pensamientos lujuriosos.
—Luego, ¿cómo te sentirás en dos meses al respecto a partir de ahora?
Niega con la cabeza y comienza a jadear, cierra los ojos y trata de enlazar algunas ideas. «Bien, creo que empezamos a surtir efecto en ella».
—No lo sé. ¿Angustiada? ¿Preocupada porque quizá no fue bueno? —alterna la vista entre Santana y yo tanto que me pregunto cómo es que no se ha mareado.
—Rachel, es una película de estudiantes. No va a ser bueno.
—¿Y después de dos años? —Continúo con mi reflexión—. ¿Cómo te sentirás al respecto entonces?
Rachel rueda los ojos y puedo asegurar que está a punto de rendirse, es cuestión de que Santana y yo usemos las palabras correctas, aunque quizá un poco de los insultos 'constructivos y honestos' por parte de Santana sirvan de algo. No quiero tentar a mi suerte, espero que con ser amables sea suficiente.
—Culpable —dice Rachel—. Solo… esperando que mis hijos no lo vean nunca en línea.
—Oh, lo verán —respondo.
—Mm-hmm —interviene Santana—. Y jamás serán los mismos.
—Muy bien, esperen. ¿Por qué…? —Resopla y trata de defenderse mirando únicamente a Santana—. ¿Por qué estoy escuchando consejos de ti, bien? ¿No eres tú quien tiene un video sexual filtrado en internet?
—Sí, lo tengo —Santana se mantiene firme. Se siente atacada, pero sabe que tiene que controlarse para esto. O espero que lo sepa…—. Un video sexual que me persigue hasta hoy en día. Busca mi nombre en internet, ahora.
Rachel toma su teléfono y escribe el nombre de Santana. Ladeo la cabeza un poco.
Ahora que lo pienso, nunca he buscado a mis compañeras porristas dándole vida a 'Dos chicas, un gato'. Debe ser una de mis búsquedas prioritarias cuando vuelva a casa. No me imagino qué habrá pasado por la cabeza de Brittany para publicar eso en internet.
—Santana Lopez —dice Rachel, mirando la pantalla de su teléfono—, desnuda, lesbiana, senos, vídeo sexual, mexicana o dominicana, signo de interrogación.
—Booyah. Eso existirá para siempre.
—Pero Santana, algunas mujeres encuentran gratificante estar desnudas en películas.
Dios, a veces olvido lo testaruda, decidida, a veces estúpida, y centrada que puede ser Rachel cuando quiere lograr algo o cuando quiere convencer a alguien. Santana y yo no podemos ceder nada más, aunque una parte de mí se muere por ver la horrenda película en la que quiere participar.
—Sí, pero no en una película de estudiantes que probablemente trate sobre la abuela de alguien con Alzheimer.
—Mira —digo, al fin, aunque debo admitir que estaba muy entretenida con su pequeño debate—. Nos preocupamos por ti.
—Y por una vez, Rachel, nosotras en verdad tenemos tus mejores intereses en mente.
—Por favor no lo hagas —digo.
Me mira, luego mira a Santana y por último deja la mirada fija en el suelo. Me doy un minuto para poder admirar la nueva belleza que Nueva York le ha dado a Rachel. Tiene más estilo para vestir, un maquillaje que le queda perfecto… un cabello por el que quiero deslizar mis dedos… muestra una confianza y actitud que seguro se habrían mantenido ocultas en Lima.
—Bueno, mientras lo piensas voy a pasar a esa tienda de panecillos a dos calles de aquí, se veían bastante bien —Santana se levanta y se acomoda el abrigo, gira la cabeza y me mira—. ¿Vienes?
—Yo… —la miro y por el rabillo del ojo veo a Rachel hundida en su lugar pero mirándome. Me muerdo la mejilla derecha y suspiro—. Creo que me quedaré, pero tráeme un par de rosquillas.
—Claro, su majestad —hace una reverencia burlona y se enrolla la bufanda en el cuello—. ¿Rachel?
—Estoy bien, gracias.
Sin más Santana desaparece por la puerta, cerrando tras de ella. Escucho el sonido de sus botas y cómo va silenciándose hasta que no escucho más que mi respiración.
Miro a Rachel, con la cabeza baja y la mirada más allá del horizonte. Juego con las puntas de mi cabello y me pongo a pensar en qué decir. Hasta donde sé todo entre ella y Finn terminó, pero creo que está saliendo con alguien, ¿o habrá sido otro chisme de Kurt?
—Gracias —dice, tan por lo bajo que por poco no la escucho.
Levanta la vista y tiene los ojos húmedos. Sin pensarlo tomo el pañuelo que siempre guardo en mi bolsillo y me le acerco, se lo ofrezco y se limpia las pocas lágrimas que empiezan a caer.
—¿Por qué? —me arrodillo frente a ella.
—No lo sé… supongo que ahora con lo que me acaban de decir podré tomar una decisión correcta —le sonrío y me devuelve el gesto, lo hace de una manera tan sincera que siento calor en las mejillas.
Me levanto y la abrazo, poniendo su cabeza en mi pecho. Se queda inmóvil por un minuto, en el cual acaricio su espalda y pongo un beso sobre su cabello. La escucho suspirar y musitar algo que esta vez no pude escuchar.
La suelto y me vuelvo a arrodillar, el alivio que se ve reflejado en su expresión. Su sonrisa es tan ancha y sincera que estoy a punto de llorar.
—Quizá no creas la parte sobre que Santana se preocupar por ti… —me muerdo el labio inferior y sigo mirando sus preciosos ojos marrones—, pero yo sí… me preocupo por ti…
—¿Desde cuándo? —se ríe, un risa nerviosa combinada con sus lágrimas.
—Desde el primer momento en que te vi sufriendo por las acciones de otros contra ti.
Y sin pensarlo lo hago, me lanzo sobre ella, uniendo nuestros labios en un beso que estoy segura que ella tampoco esperaba. Tengo que controlar mis impulsos un poco más. Se queda inmóvil mientras yo cierro los ojos, dejando que todos los fuegos artificiales que estallan con el beso se proyecten.
Se mueve y por un segundo pienso que va a apartarse, pero lo que hace es empujarme, sin apartarse de mí, hasta que pongo la cabeza en el otro sillón. Se coloca sobre mí regazo y presiona una y otra vez sus labios contra los míos.
Sus manos se deslizan por mi cuello y se entrelazan detrás de mi cuello, suspira y el calor de su aliento me quita el mío. Ni Finn, tampoco Puck, ni siquiera Sam, y prefiero omitir la historia de mi profesor en Yale, han logrado hacerme sentir de esta manera; tan especial, tan única.
No entiendo cómo después de todo el tiempo que nos hemos conocido no decidió darme una bofetada en la cara o salir corriendo y decirle a quien sea que, aparte de que cometí allanamiento de morada junto con Santana, estoy aprovechándome de ella.
Pero por el modo en que sigue presionando sus labios contra los míos, lo cerca que trata de mantener su cuerpo del mío, cómo por cada segundo que nos mantenemos juntas logra que mi cordura desaparezca cada vez más.
—¿Dónde estuviste todo este tiempo…? —jadeo contra sus labios.
Abro los ojos y me mira directamente, no parpadea ni una vez mientras su sonrisa se ensancha más y más, así como también el sonrojo que le adorna las mejillas.
—Huyendo de esto… de ti… huyendo de lo que siento…
Y ahora ella me besa, devolviéndome el afecto que hasta ahora yo le mostraba… a mi manera.
