Cuenta las estrellas
-¡Dímelo!- exclamó él haciendo un pucherito.
La muchacha se puso un dedo en los labios, para mandarlo a callar. Varios de los alumnos que los volteaban se giraron para ver qué pasaba. Estaban todos en la biblioteca estudiando para los EXTASIS. Ella se excusó con una tímida mueca de arrepentimiento, la cual transfiguró para fulminarlo a él.
-Ahora no es el momento, James- repuso la chica, abochornada y divertida a la vez.
El chico la fulminó con la mirada. Ella sabía que pensaba. Esa excusa ya no era válida, pues llevaba diciéndosela durante demasiado tiempo. De hecho, una semana. La última vez había sido en la hora de Pociones.
Pero no era que no quisiera responder, sino que la pregunta era irrespondible.
Como una luz, una idea se encendió en su cabeza.
-Sube a la torre de Astronomía, coge un telescopio diurno, cuentas las estrellas que veas, vigilando con el Sol. Luego, por la noche, repites la operación, las cuentas de nuevo. El resultado que te de lo multiplicas por dos, luego lo elevas a veinticinco y lo multiplicas de nuevo por treinta y cuatro mil novecientos ochenta y tres.
El chico, dejó de tomar nota y la miró exhausto.
-Sé cual es el resultado de esta operación, así que sabré si lo has hecho o no. Esta es mi prueba de amor, cariño- sonrió maliciosa.
James corrió a pedirle un telescopio a Lupin, mientras Lily volvía al trabajo. Por lo menos podría estudiar.
...
Yo, un día se lo dije a mi novio, y creo que me mandó a freír espárragos. Espero que os haya gustado.
