Hola!
I'm back bitches! hacía TANTOS días que no escribía! Estas dos últimas semanas fueron super ocupadas!
Pero no pienso aburrirlas con todo eso, en lugar de hacerlo voy a hablar de este Fic (mini-fic)
Quiero decirles que para mí hacer esto es un desafío ENORME, ya que me cuesta muchísimo escribir capítulos "cortos"... Ni siquiera sé que va a salir de esto... Pero espero que sea algo bueno!
Gracias desde ya por leer! Besos enormes y mcuho mucho amor!
Aclaración Este minific se sitúa en el verano del 92 en un viñedo de California. Este capítulo tiene AHORA 1000 palabras exactas sin contar el título, nota del autor, etc etc...
Disclaimer: Este fic participa del Reto "Juguemos al Universo Alterno" del foro "The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".
Por supuesto, los personajes no me pertenecen, pertencen a la CW, Julie Plec, LJ Smith... and so on.
From Summer To Hate You (and the way back)
Elena
El verano del '92 estaba apenas comenzando y con él las uvas se encontraban listas para la cosecha así que se trataba de esa época del año en que los enormes terrenos del viñedo se llenaban de gente lista para trabajar.
Eso es lo que vengo pensando en mi camino hacia las cabellerisas para sacar a Violeta, mi yegua, a dar un paseo por los bosques de árboles frutales.
-Hola, Vi -sonreí acariciándola entre los ojos y ella golpeteó el piso con su pata -¿Vamos a pasear, chica?
Ella me respondió con un alegre sonido y eso fue todo lo que necesité para ensillarla rapidamente y luego montar de un salto.
Violeta era una yegua de color negro intenso, preciosa hasta el último pelo, y entre sus ojos descansaba una mancha blanca que casi tenía forma de corazón. Pero lo importante no era lo linda que era, sino la increíble relación que yo tenía con ella.
Atravesamos los terrenos cercanos a la estancia a paso tranquilo dirigiéndonos hacia el fondo de la propiedad para perdernos en los bosques. Era un día precioso, invadido por el feliz alboroto de la cosecha, yo llevaba mi mochila a la espalda con lo que necesitaba para un paseo de un par de horas y podría haber jurado que nada sería capaz de estropear mi buen humor.
Excepto quizás la única cosa que no esperaba ver el primer sábado de cosecha del año en medio de una hermosa mañana.
Violeta frenó de golpe cuando, sin darme cuenta, tiré de las riendas por la sorpresa de verlo. Ahí estaba, agachado frente a una de las plantas de vid analizando las uvas y cortando las que ya estaban maduras. Una punzada de dolor y odio se extendió desde mi pecho cuando recordé cómo yo le había enseñado a cosechar dos veranos atrás…
Él había protagonizado el mejor verano de mi vida y luego me había roto el corazón. Tan sencillo como eso. Porque ese era Damon Salvatore: hermoso, mujeriego, infiel, insensible, estúpido, condescendiente, encantador.
Decir que su cara de concentración en conjunto con la camisa blanca sucia a medio abrir y el sudor haciendo brillar su piel dorada eran una combinación tentadora era quedarse corto. En ese momento, Damon era la maldita imagen del pecado hecho persona.
-Mira a quién trajo la brisa de la mañana.
Mierda.
Estaba tan concentrada en ver esa gotita de sudor que baja por su cuello que ni siquiera me di cuenta de que él me había visto. Cuando sus ojos azules se cruzaron con los míos, se levantó de un salto y trotó un par de pasos hasta alcanzarme. Debería haber salido de ahí mucho antes de permitirle estar tan cerca, pero es tan condenadamente guapo que ni siquiera ahora puedo apartar los ojos de su piel, de sus ojos, de su cabello negro y brillante.
-Elena Gilbert… -sonrió mirándome desde abajo ya que estar montando a caballo me daba una cierta ventaja que, de algún modo, me hacía sentir algo de seguridad- Estás aún más hermosa de lo que recordaba.
Maldito Salvatore… ¿Sonaría creíble si digo que quiero asesinarlo en este momento? Porque juro que si tuviera un cuchillo a mano en este momento realmente lo haría.
-Sal de mi camino, Salvatore -solté molesta fulminándolo con la mirada ya que estaba parado justo en el lugar indicado para obstruir mi avance.
-Oh… Ella habla -se burló- ¿Aún no me has perdonado, princesa?
-¿Para qué necesitas que yo te perdone? Seguro Rose o alguna de esas estarán encantadas de hacerlo por mí.
-¿Eso son celos, princesa?
-¡Deja de llamarme así, Salvatore! -le grité molesta solo para obtener como respuesta su risa: mi sonido favorito en el mundo.
-Solía encantarte que te llamara así…
Esa voz… suave, oscura, grave. Dios, podía recordarla perfectamente susurrándome al oído y… ¡No! No puedo permitirme pensar en los buenos momentos. Damon Salvatore es lo peor que podría haberme pasado en la vida, sin importar cuán alucinante había sido nuestro breve periodo de enamoram… ¡Shh! Ni siquiera voy a pensar en eso.
-Estoy tratando de irme a dar un paseo. Si me permites -comenté de mal humor, ignorando por completo sus últimas palabras.
-¿Vas al lago? ¿Necesitas compañía? -sugirió con una sonrisa ladeada y las imágenes de nuestra última visita al lago juntos me golpearon con la furia de un huracán.
-Quizás sí, pero de seguro no la tuya. La última vez que tuve el placer lamento decirte que me pareció un poco pequeña -contraataqué furiosa y al fin tuve el placer de ver su orgullo herido.
-Tus ojitos brillantes no parecían decir lo mismo aquella vez, princesa. Por no hablar de tu cuerpo…
Y eso fue suficiente. No existía persona en el universo que me pusiera más furiosa que Damon Salvatore. No era la primera vez que coincidimos luego de aquel verano, de hecho el año pasado él hizo un intento de "recuperarme". Pero no funcionó, porque dos días después de que pusiera un pie en la estancia yo me tomé unas largas vacaciones al otro lado del país con mi mejor amiga Caroline. Cuando volví antes de septiembre él ya se había ido, dejando como única evidencia de su estadía una carta sobre que mi cama que ni siquiera quise abrir y eché al fuego apenas tuve la oportunidad.
Nunca me molestó desde ese día y yo pensé que al fin podría vivir en paz.
Hasta hoy.
Pero no voy a dejar que me rompa el corazón otra vez así que, antes de explotar a los gritos y encontrar la peor manera de causarle todo el dolor físico posible, le doy un golpe a las riendas de Vi para alejarme de allí al galope, escuchando sus gritos de fondo.
-¡Princesa! ¡Quiero que hablemos! ¡Mierda, vuelve aquí Elena!
-¡Que te den, Salvatore! -grité antes de que su voz se perdiera en la distancia.
Y me alejé todo lo que pude de él, porque su sola presencia me resultaba tóxica.
Esepero que les haya gustado! Deseenme suerte!
