El Matrimonio Médico

Disclaimer: Bryan y yo ya estamos comprometidos.
Le he convencido de que la tercera temporada tiene que llegar pronto a España y tiene que ser Huddy, o si no le dejo plantado en el altar. Veremos a ver si me hace caso, o si David Shore, FOX, Cuatro, y el largo etc. que también tienen los derechos de House, MD, prefieren alargar un poco más la UST incombustible e incandescente entre Hugh Laurie y Lisa Edelstein xD

Pairing: Es retórica, ¿verdad? n.n

Spoilers: Post-Sin razón

Género: Debería decir "General", pero, a pesar de todo, creo que es más "Angst", con algo de humor negro. Oh, sí; y "Romance".

Cuando terminé de ver Sin razón, aparte de esa extraña sensación encontrada entre los instintos homicidas y la más que confirmada admiración hacia los guionistas, se me ocurrió una cosa. ¿Y si la ketamina no fuera un tratamiento tan normalito, y por eso en la alucinación de House no tenía lógica? ¿Y si, a pesar de todo, él quiere que Cuddy se la ponga? ¿Y si para poder hacerlo, Cuddy sólo puede hacer una cosa, a pesar de los deseos de los dos, de su profesionalidad y su moralidad…?

Euphoria está terminando, y este es mi nuevo reto, a parte de mis incondicionales one-shot n.n Este primer capítulo es cortito, cortito, apenas una página en Word. Por algo es el prólogo ;) La escena final de Sin Razón. Mi obsesión.

Prólogo

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.-Adiós.

Como una exhalación.

Tuvo la sensación de que todo lo vivido los últimos días, todas las emociones, sabores, olores e incluso los más puros conocimientos médicos, se condensaban en la bala que sostenía y pasaban a través de él como agujas o un torrente de agua traspirando por cada poro de su piel. Como un disparo certero al centro de su lógica.

El ruido ensordecedor del volcán en continua erupción en que se habían convertido sus últimos minutos le ahogó.

Y después… abrió los ojos.

El choque contra la realidad fue un golpe seco.

.- ¡Le han disparado!

.-Dos veces.

.-Una en el abdomen, otra en el cuello.

Las voces familiares apenas lograron calmar a su mente. No era una alucinación. Sentía la boca pegajosa.

.-Hola.

El oír su propia voz le despejó los sentidos unos segundos más. Aquello era real. No había matado a un hombre. No estaba alucinado. Era real. Era real.

Un aroma a bebé, a niña pequeña, le embargó como la suave caricia del pelo largo de Cameron.

.-Te vas a poner bien, ¡te vas a poner bien!

¿Me lo dices para tranquilizarme o para tranquilizaros a vosotros? Los duckies siempre unidos… Mareos y fatiga, confusiones y la espantosa sensación de inseguridad, que no podía auto-diagnosticar porque el aire sobre él le impulsaba hacia abajo.

Asfixiante. Angustiante. Aplastante. Irresistible.

Era real. Aquello sí.

.-Y tú qué sabes…

Maldita sea. Cameron no podía saberlo. Él lo sabía. Él sabía qué iba a pasar, qué debía pasar. Podía cambiar el futuro, él sí podía. No era una alucinación. El ruido ensordecedor era real, la sangre que le empapaba el cuello y el abdomen era real, el latigazo de dolor era real.

No aguantaría mucho más. La buscó con la mirada, pero ella no estaba. Estaría en su despacho o de camino, seguramente tirándose de los pelos por haber permitido que un loco con un arma entrara en su Hospital, burlara su vigilancia y dispara a su médico principal. La imagen mental casi le hizo sonreír. Casi.

Atrajo a Cameron con una mirada urgente, desesperada. Tenía que hacérselo llegar. Tenía que saber…

… que había una última oportunidad.

.-Di a Cuddy… - Sopor. Dormir eternamente, rescatar inconscientemente de cada esquina de su memoria aquella sensación perdida. Un último esfuerzo. Confiar. Confía en Cuddy, en su criterio médico. Confía en el tratamiento, en que podrás andar. Confía en que tu alucinación… te servirá en la realidad. Que no te despertarás en el "mausolo" familiar - … que me ponga ketamina.

Vio la misma expresión de muda sorpresa, de contundente angustia en sus tres subordinados antes de cerrar los ojos. No hagáis preguntas.

Ella tendrá que confiar en mí una vez más. Sé que lo hará.

Ella sabe lo que tiene que hacer.

Ella sabe que lo tiene que hacer, cueste el precio que le cueste.

Porque ella sabe que tengo que confiar en ella. Que no me queda otra opción.

Y ella sabe que esta vez, yo también lo sé.

Todo es…demasiado real.

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