Disclaimer:

Los personajes no me pertenecen, pertenecen a su respectiva mangaka. Tomaré prestados una vez más a estos personajes con el fin de entretener.

Advertencia: temas fuertes y sin intención de herir ni ofender a nadie, simplemente es una historia que decidí escribir. No son hechos reales, pero son situaciones de la vida real, lamentablemente.


Una nueva esperanza

Capítulo uno

Era tarde estaba lloviendo y apenas podía ver, había salido de su casa más tarde de lo habitual esperando a que la lluvia parara, aunque sea solo un poco; sin embargo, debido a eso estaba llegando tarde a la primera clase de la mañana. Caminaba precipitadamente con apenas su sencillo paraguas, su mochila, un jean que se estaba mojando por más que no lo quisiera, su sweater y unas cómodas zapatillas; era primavera, pero el clima recién comenzaba a ajustarse a la transición de las estaciones y por lo tanto estaba en una época en la que no se sabía cómo salir a la calle, mucho abrigo demasiado calor y poco abrigo demasiado frío… ¡Cómo ansiaba que el clima se pusiera de acuerdo de una vez! Ella no era una persona muy amante de la moda ni nada por el estilo, de hecho, era una persona sumamente sencilla, pero debía ir a clases, y pasar muchas horas allí empapada de pies a cabeza no la ponía de muy buen humor que digamos.

Solo faltaban más o menos veinte calles y contando las otras diez que había transitado estaba un poco más que mojada… detestaba no tener dinero, simplemente no podía evitar sentirse frustrada y pobre; su empleo le dejaba vivir con lo justo y por más que era difícil estudiar y trabajar y, que muchas veces, no le alcanzara ni para comprarse ropa interior estaba agradecida de por lo menos poder tener un ingreso fijo todos los meses para poder seguir su sueño de ser una gran psicóloga, estaba casi a mitad de camino, por lo que rendirse ahora sería una gran decepción y muchísimo tiempo perdido; además, adoraba lo que estudiaba y en lo que se convertiría.

La lluvia no cesaba y su recorrido parecía hacerse mucho más largo de lo normal, era eso o estaba terriblemente cansada, ya era miércoles y se encontraba sin energía para lo que quedaba de la semana. Mojada de pies a cabeza, sin aminorar su marcha y luchando por no caer en la obscenidad de las maldiciones se dirigió lo más de prisa que pudo por uno de los lugares más preocupantes de su trayecto hacia la universidad. Era edificio abandonado en plena construcción, era único en toda la cuadra. Ese lugar le daba escalofríos, era horrendo, a medio construir, sucio, con mucho moho, posiblemente a punto de desmoronarse y, lo que era peor, era un lugar en donde en las noches, la gente se juntaba solo para drogarse, atormentarse, acobijarse o simplemente venderse por sexo o practicar sexo. Ese lugar era la pesadilla de todos los días de su pasar, tenía pánico de que alguien saliera repentinamente y la secuestrara o la intentaran abusar o matar… Era solo paranoia, en esas horas de la mañana el lugar estaba completamente vacío, pero si alguien se adentraba a ver en su interior podría encontrar vestigios de lo que sucedía en la noche: condones usados ocasionalmente, (lo cual agradecía profundamente por lo menos la gente todavía se cuidaba) jeringas, botellas de alcohol, colchones y demás pertenencias de personas que dormían o habitaban regularmente ahí. Definitivamente era un lugar en donde no podía pensar si quiera en pasar tranquila, le daba terror, tal vez estaba siendo terriblemente exagerada, pero esa era la sensación que le provocaba el simple hecho de pasar por allí.

Hubo algo en el preciso momento de pasar por ahí que le heló la sangre más que de costumbre… Se sintió aturdida, con mucho miedo y la sensación de que algo no estaba bien inundó su ser. Lo primero que llamó su atención era el sonido de los perros que se cobijaban de la tormenta, estaban ladrando y peleando por algo, sin poder evitarlo, su parte más curiosa y la que siempre le causaba miles de dolores de cabeza la incitó a ver qué era lo que tenía a los animales tan descontentos y tan agresivos. Su corazón latía estrepitosamente, tanto que pensaba que esas fuertes palpitaciones llamarían la atención de los perros hacia ella y la atacarían, pero simplemente no podía dejar de ver que era lo que sucedía ahí. Por un lado, veía a uno de los animales hacerle frente a todos los demás con el hocico cubierto de sangre y defendiendo lo que ella interpretó como su presa; y por el otro, veía a todos los demás perros hambrientos y desesperados esperando el momento perfecto para atacar y llevarse el sabroso trofeo….

Solo que….

Cuando escuchó el llanto de la criatura que estaban intentando devorar los animales dio un grito que pudo haberse escuchado muchas cuadras de donde se encontraba.

¿Era el llanto de un bebé?

¿Acaso se estaba volviendo loca? No podía ser cierto ¿verdad? Era un día terrible, todavía llovía fuerte, pero ese llanto, ese débil y a la vez decisivo llanto no podría ser producto de su paranoia y su aberración por ese lugar. Tal vez había oído mal, tal vez era un gato o algún cachorro que esa perra o perro intentaba defender o devorar antes que el resto ¿debería salir corriendo, debería verificar? Su cabeza trabajaba a mil por horas diciéndole que se moviera antes de que lo lamentara más tarde, que fuera hacia donde estaban esos animales y que revisara que precisamente sea un gato o cachorro y que intentara llevarlo al veterinario u otro lado… pero… ¿y si era en verdad un bebé?

'Rápido que esperas, lo lamentarás después, si es lo que crees que es que harás si no tomas las acciones correspondientes', se gritaba mentalmente, rogando que solo fuera un pobre y desgraciado animal y no un ser humano a punto de ser devorado por los animales.

Sin perder más tiempo, y llorando por el terrible momento que estaba viviendo corrió a los gritos y a piedrazos a los perros que estaban ahí, muchos dieron batalla e incluso intentaron atacarla por meterse entre su festín y ellos; sin embargo, su paraguas, aunque quedó destrozado por la contienda pudo hacer que se fueran todos los animales y cuando por fin pudo acercarse y comprobar que era lo que efectivamente estaba viendo quiso morir.

En una bolsa negra rota por los perros, esas de las que se utilizan para arrojar basura, se encontraba un bebé recién nacido, todo ensangrentado, con su cordón y su placenta.

¿Llorar?, ¿gritar?, ¿maldecir?, ¿Qué mierda hacer?

Estaba desesperada, prácticamente inmóvil en ese inmundo lugar, con un bebé… un bebé inocente que algún hijo de puta o hija de puta intentó asesinar… ¿estaba muerto? ¿estaba vivo? ¿cómo reaccionar ante esa terrible realidad e inmundicia del ser humano? ¿cómo explicarse a ella misma que existen personas capaces de hacerle eso a otra, de su propia sangre, de su propio vientre, tan inocente, tan desprotegido, tan puro, sin maldad, sin absolutamente nada de culpa más que nacer? ¿cómo podría alguien…?

No lo entendía, y estudiar psicología todos esos años… en ese momento no le sirvió para nada. No había forma de razonar, no había forma de entender, no había ninguna excusa posible para describir lo que sentía hacia la podredumbre humana que había hecho semejante atrocidad.

Llorando, sudando e intentando por todos los medios no temblar llamó a una ambulancia. Nadie le entendía nada, nadie sabía que sucedía, pero cuando pronunció con dureza, repulsión y odio las palabras "bebé, bolsa negra, edificio abandonado" supo que en estaría ahí de inmediato. Sin embargo, ella no podía esperar a que la ayuda llegara, esa criatura indefensa, sino muerta, podría estar viva y experimentando hipotermia…. Dudaba, por todos los dioses que dudaba, pero su humanidad pudo más y arrastrándose hacia esa criatura y sufriendo lo que sería la experiencia más horrible y traumática de su vida hasta el día de su muerte, tomó al bebé en brazos y lo abrazó con todo su ser. Estaba frio, estaba congelado, lo sacó de la bolsa, los perros no lo habían lastimado, milagrosamente solo habían abierto la bolsa y eso fue lo que tal vez había salvado a la criatura.

Respiraba.

Era una respiración muy lenta, pero lo hacía, pudo ver que lo hacía. Dio un grito de alegría que jamás en su vida lo iba a olvidar, estaba con vida, y pudo ver que era una niña.

Sabía que su sweater estaba empapado, pero no podía y se resistía dejar a esa criatura en la bolsa en la que estaba, no le importaba que los médicos la reprendieran, no le importaba que se manchara ella o su ropa de sangre, necesitaba abrigar a esa bebé. Con todo el cuidado del mundo, con todo el amor que le había sido negado a esa niña, la envolvió entre sus ropas, primero con su remera y, luego, con su sweater. No podía hacer más que llorar. A la mierda todo, a la mierda el mundo…

Estuvo así hasta que alguien con desesperación la tomó de los hombros y quiso quitarle a la niña, estaba con vida, respiraba y podía sentir su corazón entre toda esa sangre y suciedad. Se aferró con violencia a la criatura, aun llorando y maldiciendo a la miseria humana, no entendía lo que sucedía.

—Por favor, necesitamos constatar su estado y ayudar a esa criatura—, escuchó decir a alguien. No estaba segura de lo que sucedía, estaba aturdida, pero sabía que debía salvar a esa niña.

—Debes dejar que la revisemos, de lo contrario deberemos sedarte—. Volvió a decir una voz, pero esta vez enfocó su mirada y comprendió lo que sucedía.

—Lo siento, yo lo siento tanto, por favor ¡ayúdenla! ¡sálvenla! — Suplicó en medio de un mar de lágrimas por causa de esa pequeña desconocida.

—Debes entregárnosla, de lo contrario no podremos ayudarla, por favor.

Comprendiendo al fin que quien le estaba hablando era un médico, con mucho pesar, pero con mucha esperanza le entregó a la niña, quedando con los brazos desnudos y el alma vacía. —¿puedo… puedo ir con ella?

—Es más que necesario, deberás declarar lo sucedido y viendo el estado en el que te encuentras necesitarás un chequeo, estás en estado de shock, ¿entiendes lo que te estoy diciendo?

—Sí…

Sin decir una sola palabra, subió a la ambulancia con el alma partida en mil pedazos, rogando que esa pequeña lograra sobrevivir y pudiera tener esa vida que cruelmente le habían querido negar y que merecía vivir.

—Para empezar, necesito saber tu nombre—. Preguntó uno de los médicos que estaba atendiendo a la niña en la ambulancia camino al hospital.

—Misaki Ayuzawa—, fue lo único que respondió camino al hospital.

Continuará….

:.

¿Hola?

¿Todavía hay alguien que quiera leerme?

Este escrito es muy crudo, ya lo habrán notado por el primer capítulo, pero es algo que quiero hacer y reflexionar en el camino. Lloré mucho al escribir este primer capítulo, pero saben, estas cosas se están viviendo prácticamente a diario y la verdad me parte el corazón.

Espero que entiendan que mi forma de escribir tal vez cambió durante estos años, pero espero poder entregar algo emotivo y entendible y, a la vez, algo realista. Sin embargo, fiel a mi estilo esto tiene y debe tener un final feliz, no sé con qué regularidad voy a actualizar ni cuantos capítulos va a tener, veré principalmente el recibimiento que tiene este primer capítulo y en base a eso serán las siguientes actualizaciones.

Muy buen año…

Sele