AVISO: Este fic ha sido creado para los "Desafíos" del foro "The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".
DISCLAIMER: Ninguno de los personajes me pertenece, son propiedad de la CW.
Warning: La Bonnie de esta historia no está hecha para ser querida.
#PALABRAS: 619.
EMOCIÓN: angustia.
DESCONFIANZA
CAPÍTULO I
Hay momentos en que es mejor olvidar las recomendaciones de los demás y seguir tu propio instinto. Fue eso lo que llevó a Bonnie Bennett a Portland aquel día. Aquella mañana, tras una extenuante conversación con sus padres sobre tener que asegurarse un brillante futuro yendo a una universidad prestigiosa y realizando prácticas en alguna empresa importante, la joven de veintiún años preparó una maleta pequeña y cogió el coche, dispuesta a recorrer todo el país en busca de algo. O de alguien, más concretamente.
Durante el viaje, estuvo a punto de dar la vuelta y volver a casa en varias ocasiones. Pero fue valiente y siguió conduciendo, hasta que, finalmente, llegó a la bonita casa blanca que ya había visitado en otras muchas ocasiones el año anterior. La conocía como si fuera la suya propia, y verla la hizo sentir cierta nostalgia.
Reuniendo todo el valor del que fue capaz, llamó a la puerta y esperó, preparando su discurso. Lo había estado preparando todo el viaje, y era cada vez que llegaba a cierto punto de su discurso cuando sentía mayores ganas de dar la vuelta y volver a casa. Aquella vez, de nuevo, Bonnie estuvo a punto de irse, pero no le dio tiempo, pues la puerta se abrió. En ese mismo momento, Bonnie se olvidó de todo lo que iba a decir.
El chico que abrió la puerta alzó las cejas por la sorpresa. Bonnie observó su atractivo rostro, ahora más adulto de lo que lo recordaba, con una barba de tres días y una mirada dura. Pero seguía siendo él. Seguía siendo la única persona a la que verdaderamente se había permitido querer.
−Hola, Kai –apenas logró esbozar una sonrisa.
El chico no dijo nada y le cerró la puerta en las narices.
Bonnie dejó escapar algunas lágrimas desde su recién adoptada posición en el asiento del copiloto del viejo coche que había heredado de su abuela. No pensaba llorar de verdad. No por él. Aunque, en realidad, se merecía sufrir por lo que había sucedido. Todo lo que pasó hacía cuatro meses, cuando Kai se había hartado de sus inseguridades y la había dejado, había sido culpa suya. Culpa de su infantilismo y su falta de confianza.
Así que se decidió a seguir llorando mientras que la angustia invadía su corazón. ¿Qué había esperado? ¿Que Kai se alegrara de verla, que la abrazara y le pidiera que le contara de todo lo que había hecho desde que habían estado separados? Por supuesto que no; aquello no habría tenido ningún sentido. Lo que había sucedido era lo que debería haber esperado, pero había sido una ilusa. Había esperado que Kai hubiera olvidado todo lo que ella le había hecho.
La puerta del lado del piloto del coche se abrió, y entró Kai. Se sentó en silencio a su lado, sin siquiera mirarla. Bonnie se giró hacia él, sin ocultar sus lágrimas. No pretendía siquiera decirle nada, al menos no por el momento. Dudaba que nada de lo que pudiera decirle fuera a servir de nada. Así que simplemente lo miró con expresión triste, recordando todo lo que había sucedido entre ellos en el pasado.
Finalmente, tras varios minutos (tal vez demasiados para lo que Bonnie habría esperado que el chico soportara), Kai la miró.
−Bueno, ¿qué? ¿Para qué has venido?
Bonnie se quedó en blanco. Y luego empezó a tartamudear.
−Bueno, no sé, la verdad. Yo… Simplemente estaba pensando que… Quiero arreglarlo todo. No espero que me perdones, pero… No sé.
−Así que no sabes para qué has venido. Bien. Perfecto. ¿Pues qué te parece si aprovechamos para rememorar? ¿Por qué no recordamos que hiciste de mi primer año en la universidad un maldito infierno?
