Los personajes pertenecen a Tetsuya Nomura. Se los pido un poco prestados.

Para ella.


Me senté en lo más alto de la torre del reloj, mis pies sobre el vacío. Miraba el eterno atardecer, que bañaba con su luz anaranjada las casas. Sin duda, la vista más hermosa de aquel mundo intermedio.

Me quité aquella túnica negra que adopté el mismo día de mi nacimiento, que llevé desde aquel momento. Curiosamente, nadie que me haya visto parece recordarme. Supongo que es una de las ventajas de no existir. Quizá sea la única.

Me llaman incorpóreo, al menos aquellos que visten como yo. Dicen que estamos incompletos. Que por ello no somos, no existimos. Que no sentimos. Somos carcasas vacías vagando por el mundo. Eso es lo que me habían dicho. Lo asumí sin pensar. Nunca pensé que podía estar equivocado.

Si no siento, ¿por qué me dolió? ¿Por qué verla en brazos de otro me causa aflicción? La miré; busqué su pelo rojo desde lo alto. Ahora su cabello recordaba a la sangre; antes era la luz del alba. La reconocí bajo su nuevo aspecto, besando los labios de otro…

Si soy un incorpóreo… ¿por qué me atormenta esa visión? Creía no poder sentir. Estaba en un error.