DEFINITIVAMENTE LOS PERSONAJES NO SON MIOS, SIMPLEMENTE LOS MOLDEO Y OCUPO A MI ANTOJO, USTEDES YA SABEN A QUIEN PERTENECEN, A LA GRANDIOSA DIOSA JK.

AHORA SOLO DECIRLES DISFRUTEN.


"DESTELLO DE LUZ"

CAPITULO 1

TRATO HECHO

Siempre he pensado que la felicidad no existe, que es algo que la gente inventa para tener una meta que cumplir, un sueño que realizar, algo en que entretenerse y bueno, es simplemente una ilusión.

¿En verdad piensa la gente que puede llegar a ser feliz completamente? Yo no lo creo... Con todo lo que pasa en el mundo, me sorprende incluso que la gente crea que existe aquello que llaman amor eterno. ¿Felicidad? Eso es para ilusos.

Y así ha sido mi vida, llena de agradables momentos, pero nunca de felicidad, con momentos que recordar, pero no que admirar. Y así me encuentro ahora, con un hombre que me acompaña, pero solo cuando a él le conviene.

-¡Ginny! ¿Cómo estás?- la voz de una chica castaña llegó a los oídos de una estupenda mujer pelirroja que reposaba en la barra del bar intentando ahogar sus penas en alcohol. Con un vaso en la mano lleno de lo que podía ser un trago bastante fuerte, se sentó al lado de la mujer.

La música del momento resonaba con gran estrepito por los parlantes que se encontraban ubicados estratégicamente en el local. Las luces danzaban con un gran colorido entre los asistentes a la fiesta, mareando a todo aquel que hubiese tomado más tragos de los que su cuerpo pudiese soportar. El ambiente del salón de eventos del hotel Merriot de Sunset Boulevard era un lugar agradable para compartir y conversar, por todos lados se veían muestras de esto, gente riendo, bailando, sin lugar a dudas disfrutando de la fiesta que ofrecía el Ministerio de Magia de Estados Unidos para sus trabajadores. Aunque las cosas no siempre son como parecen, no todo lo que brilla es oro y definitivamente no todo en aquel lugar era fiesta, había una persona descontenta que no se divertía en esa celebración.

— Hola Hermione ¿Cómo quieres que esté?

La morena sentada al lado de la pelirroja observaba con preocupación el estado en que se encontraba su acompañante, quien con tristeza ahogaba uno que otro sollozo y mientras jugaba con la pajilla que tenía entre sus dedos.

–Sobrevivo. Yo acá y allá está el maldito infeliz que ha arruinado mi vida… digo no arruinó mi vida ¿Cierto que no Hermione? – la muchacha tomaba el rostro de la castaña entre sus manos para obligarla a que la mirara fijamente a los ojos - Soy yo la tonta ¿cierto? que cae una vez … y ¡Pum! Cae de nuevo… y ¡Pum! Otra vez y sigue cayendo. Si es cosa de mirarlo…

—Ginny, cariño, tu no tienes culpa de nada ¡entiéndelo de una vez! Tu no quisiste que aquel accidente pasara…

Pero Ginny parecía no escuchar y mientras hablaba su amiga, su trago parecía ser mucho más interesante. De pronto recorrió el lugar con su mirada buscando al motivo de su tristeza.

—Obsérvalo nada más… ¿no es hermoso?

Hermione estaba apunto de responderle cuando la pelirroja intervino.

— No me digas nada – y volvió la mirada nuevamente a su trago.

— Pero Ginny, ¿ustedes siguen saliendo juntos?

— ¿Qué si seguimos saliendo? Pues… - Ginny no pudo evitar suspirar- ¿Tienes tiempo? Es una historia larga para contar lo que en realidad ocurre - Hermione le hizo un gesto de que continuara hablando- Bueno en realidad no es tan larga la historia, él me tiene como a una puta pegada en su cama... sólo soy eso, ¡una estúpida e insignificante puta! Me llama para pedirme que lo ayude en el trabajo y al rato me tiene como una tonta bajo sus besos y sus caricias.

— Ginny, no sé que decirte. Debes ser fuerte, porque creo que no mereces ser tratada como una cualquiera. Eres fuerte, métetelo en la cabeza: "eres fuerte" - Decía Hermione enfatizando en cada palabra tomándola por los hombros y mirándola cara a cara - Tienes que resistirte a sus encantos, porque si bien, aunque Draco no me caiga bien, reconozco que es guapísimo, pero tu también lo eres, además de talentosa, no por nada eres la mejor auror de tu departamento y me atrevo a decir que incluso de Estados Unidos, estoy segura que puedes tener a cualquier hombre. Imagínate todo lo que has hecho para llegar a donde estás, tu eres capaz de mucho, incluso de olvidar a ese tonto que te hace sufrir.- la consolaba Hermione, pasándole un brazo por la espalda.

— Hermione, lo quiero, ¡Lo quiero en verdad! Quiero a Draco- agitaba los brazos y miraba en dirección al cielo. Hermione se dio cuenta de la presencia de cierta persona que se dirigía hacia ellas.

— Ginny, amiga - Hermione intentaba hablarle muy bajito para que sólo la pelirroja escuchara lo que tenía que decirle- Draco viene, baja la voz. Escúchame, sea lo que sea, lo que esté pasando, intenta guardar la compostura.

Ginny observaba a Hermione como si de la nada le hubiese salido un cuerno en la frente, y le hacia entender a su amiga que ella estaría callada por medio de gestos.

— Hola querida - Draco abrazó a la pelirroja por la espalda y le besó el cuello - ¡Hermione! – comentó percatándose de la presencia de la castaña - Siempre tan... tan... - cualquier persona se hubiese dado cuenta que Draco no le simpatizaba del todo a Hermione - tan simpática.

— Draco - ocupaba el mismo tono irónico que el hombre ocupó con ella - siempre tan... tan... tan tú. Amiga, luego te llamo para que hablemos.

-Adiós Hermione ¡Te adoro! ¡Eres la mejor! - alzaba el brazo torpemente, mandándole besos para despedirla – ¿Dime Draco que necesitas?

En la cabeza de la mujer solo resonaban las palabras de Hermione "Debes ser fuerte" e intentando parecer sobria fijó la mirada en el rubio.

-¡Ay, mi vida! ¿Por qué tan fría?

-Pues, no sé, tengo muchos motivos para estar enojada ¿no crees? Yo sé que tengo la culpa de que esa día sucediera el accidente, pero eso no creo que te dé el derecho para negarme y ocultarme, supuestamente somos pareja ¿o no?

Draco depositó su mano derecha en la boca de la pelirroja para hacerla callar.

– Ni se te ocurra volver a hablar de "esa vez" o de lo que pudo haber pasado, ¿me escuchaste? ¡nunca más! – dijo con autoridad, para luego soltarla y cambiar su postura a un semblante más relajado y esquivo – Además en estos momentos no quiero tener una relación seria con alguien.

Los ojos de Ginny estaban rojos de emoción, mientras unas peligrosas lágrimas amenazaban con escapar.

-Tienes razón, yo te esperaré- Ginny mirándolo a los ojos sintió como aquel hombre que quería, la quemaba por dentro y con lujuria y sin importarle la demás gente, lo besó.

-Por supuesto que tengo razón, pero no me beses aquí- dijo separando abruptamente a Ginny de sus labios- Ven, tengo que hablar contigo.

El rubio tomó de la mano a la muchacha, caminó arrastrándola por todo el salón de eventos y la sacó del lugar hasta llevarla a un pequeño vestíbulo del hotel.

-¿Qué pasa?- Ginny le habló con tono soberbio y altanero mientras buscaba un asiento para que su evidente estado de ebriedad no fuese tan notorio.

-Bueno sucede que hace un tiempo el ministro me encomendó una tarea muy especial y me dijo que solo alguien como yo podría realizarla…

-Draco, no tengo todo el tiempo del mundo, quiero irme de aquí – Ginny estaba derritiéndose cada vez más, empezó siendo un iceberg, pero ya estaba quedando reducida en un cubo de hielo ¿la razón? La mirada penetrante del rubio que tenía al frente.

-Está bien – Draco sonreía para sus adentros sabiéndose vencedor - Necesito que me ayudes con un trabajito que tengo atrasado - intentaba mirarla y hablarla de una forma tierna para poder así, derretir el hielo que estaba imponiendo Ginny entre ellos dos- ¡por favor!- haciendo una mala imitación de lo que es una carita de cachorro.

-¿No se supone que tú eras el más capaz para hacer el trabajo?-

¿Si era el mejor por qué le pedía ayuda a ella? No lo entendía, ni lo iba a entender, al menos esa noche no, porque los tragos demás que había tomado le palpitaban en la cabeza, la golpeaban cual martillos y la mareaban como si se hubiese subido a un juego de un parque de diversiones. Ya tendría otros días y momentos para pensar.

-Y lo soy, no pienses lo contrario- respondió con altanería- pero he estado ocupadísimo, ya sabes he tenido que salir con Astoria, bueno, tu sabes la historia, quiero el nuevo puesto de Jefe de Aurores… Además no es mucho, son solo unos papeleos que quedaron pendientes de una misión.

-Está bien- dijo ya cansada, le dolía la cabeza, estaba mareada, quería acostarse y además, de cualquier modo, quería estar de buenas con el hombre con el que supuestamente tenía una relación, a pesar de eso continuó hablando más para si misma que para Draco - aunque yo … a mi … no convences … ¡¿Quién te crees que eres? Puf- agitaba sus brazos al viento mientras se levantaba de la silla, su dialogo era completamente sin sentido – claro … Astoria – bufó molesta.

-Eres un sol- Draco sin tomar en cuenta el episodio de la menuda mujer, besó su frente en forma de agradecimiento, caminó unos pasos, golpeó su trasero con una palmada y abrazó la cintura femenina por detrás, haciéndola sentir toda su masculinidad y virilidad en su trasero. Ginny gimió despacio- ¿Cómo podré agradecerte?- besaba el cuello de la mujer- tengo un deuda contigo- continuaba besándola y mordiéndole el lóbulo de la oreja.

Ginny estaba desesperada, los besos del rubio en su cuello era como tocar el cielo con la punta de los dedos, pero no poder entrar al paraíso, como un drogadicto encerrado en una pieza llena de droga o un alcohólico rehabilitado que le ofrecen vino. Ella quería probar los labios que la estaban torturando, por lo que se giró y besó a Draco.

— Ya habrá tiempo para agradecerte ¿no crees?

Draco se separó de los labios femeninos, le guiñó el ojo y se alejó, dejando a Ginny con un sentimiento de éxtasis por todo lo vivido en los últimos minutos. Ya estaba alcanzando la puerta cuando se giró:

— ¡oh! por cierto, es para mañana pequeña - y se marchó lanzándole un beso a la distancia con una sonrisa petulante.

"¿Cómo puedo ser tan tonta?" se decía mentalmente y se castigaba por aceptar todas las peticiones de ese chico golpeándose la cabeza con su mano. Se dirigió a la silla en la que se sentó en un principio al entrar a esa sala, mientras su lado racional luchaba contra el pasional.

"Ginny, él no te quiere" el lado racional parecía tener la voz de Hermione.

"Draco me ha dicho que estaremos juntos" definitivamente esa era su voz, la voz del lado pasional.

"recuerda bien… él no quiere que los vean juntos" esa voz de Hermione la estaba molestando cada vez más. Está bien, era su amiga y todo lo que conlleva la amistad lo permitía, pero ahora la estaba cansando…

"me dice que soy su pequeña"

"es porque no se sabe tu nombre" Buen punto

"Si se lo sabe, es solo que..."

"¡Por favor Ginny! deja de defender lo indefendible, deja de taparte los ojos, ¡esa es la realidad! él no te quiere, te está utilizando..." Cada vez se encontraba más exasperada. Una cosa es que tu mejor amiga te diga las cosas a la cara, pero otra muy diferente es que ¡te aparezca hasta en lo que piensas!

"¡Callate!" Quería sacarse la voz de su amiga de la cabeza porque de cierto modo en el grado de conciencia que aun le quedaba, sabía que tenía razón.

"Solo tu me puedes hacer callar... ya sabes soy parte de ti" Hermione era insistente…

¿Hermione? No. Era ella misma la que hablaba, sus propios pensamientos expresados con la voz de su amiga. Así que con todo su esfuerzo, trató de dejar su mente en blanco, ya que en su cerebro tenía una lucha campal digna de una guerra, por aquella conciencia que le hacia entrar en razón respecto a Draco Malfoy contra la siempre loca pasión que ciega los ojos de cualquiera.

Lamentablemente para poder retirarse debía pasar por el salón de la fiesta, ya que su bolso lo había dejado abandonado en la barra del local y de volver no tenía muchos deseos, por lo que apuró el paso lo más que pudo.

— Queridos trabajadores del ministerio de magia de Estados Unidos - un hombre bajito y regordete hablaba con la varita apuntando a la garganta, haciendo sonar su voz por todo el largo del salón, intentando llamar la atención de todos los asistentes a la fiesta- Nos encontramos aquí presentes por la fiesta de fin de año del ministerio de magia de Estados Unidos, esperamos que todos disfruten mucho de esta Navidad y Año Nuevo junto a sus familias y que el regalo que nuestro querido ministro, el señor Jacob Greengrass les sea del todo su agrado- El hombre esperó a que los aplausos que habían surgido de la multitud cesaran.

Ginny escuchaba todo esto con desagrado. Era una reunión de gente esnob, hipócrita que fingía tener aprecio a sus superiores para tener un ascenso. John, quien ahora trataba de poner el orden, era el claro ejemplo: solía ofrecerle regalos al jefe, así como invitarlo a cenas familiares, ya prácticamente él quería ser el gran afortunado de limpiarle el millonario culo a Jacob Greengrass, Ministro de Magia, sólo eso le faltaba para ser un gran "lame botas" profesional, pensaba Ginny.

La barra estaba solitaria, se acercó tambaleándose y se sentó. El cantinero dudó en darle otro trago cuando se lo pidió ante la duda de que en verdad tuviese 21 años de edad. Ginny bufó molesta sacando por segunda vez su licencia de manejo donde era lógico que ya sobrepasaba los 21 años, tal vez debería de agradecer por verla tan joven, pero ella estaba tan deseosa de beber otro trago para saciar aquel sentimiento de frustración que le causaba aquel hombre, que ignoró al cantinero.

Draco. Él también podía ser un lame botas profesional, salía con Astoria para lograr un cargo más alto en el ministerio. Ese pensamiento devastó a la pelirroja nuevamente y tomó con rabia y prisa el contenido del vaso, se limpió la boca y se dirigió a la pista de baile para seguir olvidando sus penas.

Sus movimientos eran desenfrenados e irradiaba sensualidad al agitar sus brazos de un lado hacia el otro, vio a un chico joven y guapo a su lado y con entusiasmo se acercó a él para seducirlo. Sus miradas ardientes y su cuerpo escultural le sirvieron de ayuda al momento de conquistar al chico y al cabo de minutos ya se encontraban besando con urgencia.

— ¡Ginny!- era la secretaria de John quien había interrumpido aquel beso, venía corriendo y le hablaba jadeando por la actividad - Me pidieron que viniera a buscarte, tienes que seguirme. Hay un anuncio importantísimo y todos deben escucharlo.

— ¿Durará mucho Jenny? Estoy disfrutando – miró coqueta a su acompañante

— No te preocupes, en estos momentos John ya está hablando, vamos- la rubia secretaria guió a Ginny.

— Espérame guapo, la fiesta continua- se alejó la pelirroja sin antes tantear el trasero del joven tocándoselo.

— Por eso queremos agradecerle Señor, es usted muy amable- escuchó la pelirroja mientras se acercaba.

John se estaba dirigiendo exclusivamente a Jacob, el ministro de magia, un hombre robusto, rubio, con un bigote prominente y una cara tan gorda que sus ojos con suerte se veían. Jacob le hizo un gesto de que continuara

— Además de agradecerle al señor ministro, tenemos otras cosas que informarles, una de esas tiene por nombre Draco Malfoy, quien a partir del próximo año se convertirá en el nuevo Jefe de Aurores, ocupando el lugar del querido recién retirado Homero Carter.

Draco se dirigió hacia el escenario, agradeciendo a todos quienes se acercaban a saludarlo y felicitarlo, mientras recibía unos aplausos amenos.

"¿Para esto querían que me quedara? ¿Para ver a un montón de ineptos alaban al inepto mayor?"

— Sabemos que se desempeñará muy bien en el puesto señor Malfoy, confiamos en usted. Por otro lado queremos felicitar a la señorita Ginevra Weasley, a quien recibió el premio Golden Rose que entrega la revista Golden Magic, en donde ha sido elegida la mujer del año, destacada por ser una mujer completamente llena de virtudes, reconociendo su belleza, simpatía y gran talento al momento de capturar a los malos. La mujer más famosa del escuadrón de aurores por todas sus cualidades y famosas batallas ganadas contra todos aquellos que quieren quebrantar la tranquilidad del mundo mágico. - la mayoría de los hombres enloqueció en aplausos. Ginny se acercó a regañadientes y John le cerró el ojo coquetamente.

Hace dos semanas la pelirroja había recibido una condecoración en la premiación Golden Rose que organizaba año tras año la revista Golden Magic. En el ministerio mucha gente se enteró de lo sucedido y la felicitaban por su logro, pero nadie le habia dicho que la felicitarían frente a todos, ya que si había algo que odiaba eran ese tipo de situaciones. A la entrega del premio había asistido por cortesía, pero en ese momento no le interesaba que todos la admiraran.

Ginny tenía cara de no entender nada, estaba más que confundida, solo deseaba que esa fiesta acabara para llevarse a su nueva conquista a su casa.

Jacob se acercó a su lugar y le entregó una pequeña medalla dorada. Cuando hubo acabado toda esa formalidad, decidió bajarse del escenario. Con amabilidad sonrió, agradeció por aquel reconocimiento, se disculpó con todos y volvió donde había estado bailando con el joven que acababa de conocer, pero la voz de John la detuvo a medio camino.

— Pero eso no es todo, Draco Malfoy además de ser ascendido a Jefe del escuadrón de Aurores, nos ha pedido que les demos a conocer una noticia que lo está haciendo muy feliz y quiere compartirla con ustedes...

No podía ser, no podía estar pasando. ¿Draco diría que tenía una relación con ella? ¿Lo reconocería frente a todos los del Ministerio? Miles de ideas pasaban por su mente y todas eran en relación con ella y Draco.

—Junto a la señorita Astoria han tomado la decisión de casarse

Los aplausos no se hicieron esperar, todo el mundo estaba feliz por la noticia que se había entregado, todos menos Ginny. Ella no podía creer que Draco luego de tres años de momentos compartidos y de tantas noches de pasión, se quisiera casar y con alguien que no era ella, sino que con Astoria, la hija del Ministro. Tal como si fuera un balde de agua fría, la verdad llegó a ella. Draco se casaba con Astoria por conveniencia. Draco era el lame botas más grande que había visto en su vida. Draco simplemente era una mierda de persona por dejarla a ella ¡A ELLA! por otra mierda.

La verdad la confundía, la aturdía y le pedía a gritos a escapar de aquel lugar que la estaba torturando. Continuo su camino, agarró a su acompañante por el cuello y lo acercó a su boca. Quería olvidar todo e iba a aprovechar que se encontraba borracha para hacerlo. No quería pensar ni sentir nada, quería escapar de aquel lugar, de esa ciudad, de aquel país que la estaba volviendo loca, quería alejarse de ese hombre que durante los últimos tres años la había mantenido en el anonimato, ese hombre que le había prometido el cielo, el mar, la luna y el sol… ese hombre que ahora estaba por casarse.

No esperó más y sin despegarse de aquel beso húmedo desaparecieron en medio de la noche.

Pestañeo un par de veces.

El sol le molestaba en su rostro, había olvidado cerrar las cortinas cuando llegó al cuarto ayer por la noche. Frunció la nariz molesta por la luz. Giró en su cama pero el roce de un cuerpo blando y calido en su espalda interrumpió su movimiento. Con una mano comenzó a palpar aquello que no la dejaba girar. Era suave, terso y un poco duro, continuó bajando su mano, encontrándose con vellos, de los cuales siguió el camino al que conducían y tropezó con una selva tropical, donde existía un gran fruto.

Abrió los ojos asustada, más bien espantada. No podía creer lo que estaba pensando que había hecho. ¡No podía haberlo hecho! Con la misma mano que tocó aquel objeto peludo, tomó las sabanas y descubrió su cuerpo desnudo.

— ¡Mierda! – exclamó en sus pensamientos

Un fuerte brazo rodeo su cintura y la atrajo más al cuerpo caliente. Sintió en su trasero la virilidad de su acompañante. Bruscamente se sentó en la cama y sintió como su cabeza era masacrada por un fuerte dolor y la luz que iluminaba la habitación no la ayudaba en nada.

— ¿qué sucede Ginny cariño?- preguntó un somnoliento castaño.

¡Recién ahora se fijaba en el color del cabello del hombre! Es más, recién podía decir cómo era el hombre. A juzgar por el rostro no sobrepasaba los 25, tenía ojos azules como el cielo, cejas gruesas, delgados labios y una nariz recta que completaba la armonía de ese bello rostro.

— ¡¿CARIÑO?- gritó espantada, resonando su voz una y otra vez en su cabeza - ¿Qué hicimos anoche?- dijo tomando la sabana para cubrir su evidente desnudez.

En la cara del hombre se extendió una sonrisa pícara.

—No me digas, ya sé qué fue lo que hicimos, pero ¿cómo pasó? Dime… - "él sabe mi nombre y yo no el de él" - ¿Cuál es tu nombre?

— Daniel – el muchacho buscó el hombro de la mujer para besarlo

-¡Daniel, lindo nombre! – Comentó apartándose gentilmente de las caricias de Daniel- ¿Qué hice anoche? ¿Te dije algo? ¿Cómo llegamos a esto?- Apuntaba alternadamente su cuerpo desnudo y el del castaño, para finalmente levantarse de la cama cubriendo su cuerpo con la sabana.

— Pues estábamos en la fiesta del Ministerio, de pronto te vi acercarte hacia mí, bailabas sensualmente y… bueno, nos besamos.

— ¡JA! ¡Con que te aprovechaste de mi momento de ebriedad! – queriendo encontrar una respuesta lógica a aquella situación y a su forma de actuar.

— No. De hecho fuiste tu la que me besó y no solo una, sino dos veces. Luego de eso las cosas pasaron muy rápido, el ambiente se puso caliente, me suplicaste que fuéramos a otro lugar más privado y en fin, terminamos así como estamos ahora.

Ginny se pasó la mano por su cabello preocupada.

— Daniel quiero agradecerte por la noche, pero no quiero que pienses mal de mí, ten por seguro de que si hubiese estado en mis cinco sentidos las cosas no hubiesen pasado así. No quiero sonar grosera ni nada…

— No te preocupes, quizás nos podamos conocer cuando estés en tus cinco sentidos… - Ginny cortó lo que quería decir

— Quizás, eso no lo sé, pero por el momento no quiero ninguna relación. Emm… Ahora debo pedirte que salgas de mi casa

— Linda, lamento informarte que te encuentras en MI casa.

Su rostro era un poema. Luego de toda esa conversación aun no se había fijado de que no se encontraba en su habitación, ésta era mucho más masculina, con un tono gris en las paredes y adornos en blanco y negro, ninguna comparación con la suya que era más amplia, blanca y con adornos en rojo y negro.

— Perdón, no era mi intención. – La mujer retrocedía mientras extendía miles de excusas para justificar su error. – Adios.

Ginny tomó la ropa que se encontraba esparcida en el suelo, dejó que la sabana que cubría su cuerpo cayera y desapareció.

—¡wow, que mujer! – Dijo Daniel desapareciendo por una puerta, probablemente a darse un baño, sorprendido por la personalidad de aquella fiera pelirroja.

Una ducha le pareció pertinente tomar luego de aquella noche de fiesta, sexo y alcohol, de la cual estaba segura no había resultado bien parada y vagamente tenía recuerdos de ella. No se había desnudado, puesto que ni siquiera se había vestido al salir de la casa de Daniel. Con su varita abrió las regaderas de la bañera y ordenó a las emulsionados y sales minerales que se vertieran dentro para que sus propiedades le ayudasen a combatir los estragos de aquella noche. En otra ocasión el agua caliente le hubiese molestado, pero ahora la relajaba.

Ginny esa mañana, había llegado a su casa, y al ver aquella cama en la que tantas veces le habían jurado amor eterno, aquella cama cómplice de tantas locuras, de besos y caricias, le dieron unas ganas incontenibles de vomitar, de sacarse mediante éste todos esos sentimientos que la hacían sentir mal. El vomito, en ese momento, era cual catarsis, para purificar su alma de aquel dolor.

Su relajante y reparador baño duró un largo rato, tiempo durante el cual no dejaba de pensar ¡Le repugnaba! Simplemente en pensar en que todo aquel tiempo que Draco estuvo con ella, también había estado con Astoria, le repugnaba, le asqueaba de sobremanera que había estado compartiendo aquellos besos y aquellas caricias junto con aquella mujer, no dejaba de pasar por su mente en cuantas veces Draco había ido a su casa, después de visitar a Astoria, tal vez para saciar su deseo que con Astoria no había logrado calmar, pero simplemente trató de no pensar en eso.

Salió de la bañera y con su mano derecha tomó la bata de salida de baño y se la puso, luego cogió la toalla y cubrió su cabello en ella para que se secara. Vio su imagen en el espejo. No era ella, era una Ginny destrozada, ojerosa y con el maquillaje corrido. Se lavó la cara y miró su reflejo. Ella no era del tipo de mujeres a las que hacen sufrir, ya bastante había sufrido cuando Draco la culpó por el accidente de hace dos años. Él se va a arrepentir. Simplemente sonrió y aquel gesto se convirtió en una carcajada. Eso la hizo sentirse mejor, ella era dueña de su propio mundo, era grande y libre, libre para poder amar, sonreír, divertirse y tratar de ser la Ginny que había dejado unos años atrás. Se sentía bien.

¿A quién quería engañar? Eso de que se sentía bien no se lo creía ni ella, pero al menos estaba haciendo el intento en mejorar ¿o no?

-¡MENTIRA, TODO ERA MENTIRA!

Draco no había hecho más que engañarla durante el último tiempo y ella caía una y otra vez en sus engaños. Observó una foto de ellos posada sobre su buró, en ella, se encontraba sonriendo y rodeando con sus brazos al rubio, él miraba la cámara mientras la pelirroja besaba la mejilla del hombre. La tomó con sus finas manos y delicadamente con sus delgados dedos rosó la fotografía. Sus ojos se aguaron de tristeza y con gran fuerza lanzó la fotografía contra el muro más cercano, sonando con gran estrepito los vidrios al romperse.

Caminó a su ropero y bruscamente tomó toda prenda que le recordara a Draco y la lanzó igualmente al muro en el que anteriormente se había estrellado la fotografía.

Cansada, se tendió en su cama boca abajo y toda aquella desilusión, repugnancia y enojo, brotó por sus ojos como lagrimas saladas adornando sus pecosas y rosadas mejillas. Aquellas lágrimas le daban un descanso a su alma. Su cuerpo estaba agotado con todo lo vivido en las últimas horas y las experiencias que a lo largo de los últimos tres años se habían acumulado y las cargaba cual mochila llena de libros. Fue así como sus ojos cansados fueron juntándose y llevándola al mundo de los sueños.

Estaba en un bosque lleno de arboles, se veía atrapada. Comenzó a correr, pero no veía salida. Corría y corría. Un viento frío azotó su cara y desordenó su cabello. Estaba perdida en aquel lugar frío y oscuro, donde no tenía escapatoria. De repente, entre medio de dos arboles, a lo lejos, vio un destello de una cabellera rubia. Corrió tras aquellos risos dorados, gritando y suplicando que la ayudara.

El hombre rubio giró sobre sus talones y miró a la cara a aquella mujer pelirroja. Los ojos grises de él la penetraban con locura, existía algo sombrío en aquellos ojos. De forma desquiciada comenzó a reir y retroceder lentamente, aun sin quitar la vista de ella, escondiéndose entre la frondosa sombra que brindaba aquel bosque.

-¡Draco!- gritaba ella alargando sus brazos para poder tocarlo, sin poder evitar que las lagrimas cayeran por sus ojos.

Intentar alcanzarlo le resultaba imposible pues sus pies se encontraban sujetos al suelo.

-¡HIJO DE PUTA!

El grito y el sonido del llanto desconsolado de Ginny resonó por toda la casa con un gran eco . Estaba sentada sobre la cama, con la respiración entrecortada, lagrimas furiosas corriendo por sus mejillas y su cabello desordenado. Ese sueño con Draco la había dejado pasmada, sin ganas de pensar en algo ni en alguien.

La luz del día ya era escasa y las estrellas comenzaban a adornar el cielo.

No quería pasar la noche sola. Sentía, más bien necesitaba de alguien que le ayudara a distraerse.

— ¿Hermione?- hablaba introduciendo su cabeza en la chimenea - ¿amiga? ¿Estás aquí?

De lejos se escuchaban risas y una voz que comenzó a escuchar una voz de forma gradual y entonces pensó que quizás debió haber llamado antes con ese aparato que le había obsequiado Hermione, llamado celular, pero por la ansiedad de hablar con Hermione lo más pronto posible, había olvidado que lo tenía. Para ese entonces el celular había traspasado las barreras muggles y todos los magos poseían uno.

— Querido, creo hay alguien en la casa - se golpeó mentalmente por haber puesto su cabeza en la chimenea sin invitación, ya que Hermione estaba con alguien - ¿Por qué no vas a ver?

Ginny con su cabeza en la chimenea, se reprochaba mientras de lejos vio acercarse a un hombre alto y de buen cuerpo, aunque por la posición en la que se encontraba y por la sombra no lograba distinguirle la cara, hasta que se acercó unos pasos más y observó que el muchacho era pelirrojo, que no le era para nada desconocido y venía solo en boxers.

— ¡RONALD!- Ginny estaba tan sorprendida que sus ojos parecían cual platos.

— ¿GINNY?- el pelirrojo hermano de la chica estaba con su mejor amiga- ¿Qué haces aquí?

— Hermanito, yo no estoy allí, solo mi cabeza está allá- le explicaba como si le dijera uno más uno, son dos - en fin, lo mismo me pregunto yo ¿Qué haces aquí? ¿y esa facha?- exclamó horrorizada.

Hermione venía caminando mientras se echaba una bata encima para ocultar su evidente desnudez, era fácil darse cuenta que ambos habían estado teniendo un momento intimo.

— ¡Ay, no me digan! ¡Qué asquerosos! ¡Cúbrete Ron! - recién ahí Ron se había fijado que prácticamente estaba desnudo. Hermione lo cubrió con su cuerpo y se sonrojó. No pensaba que era Ginny quien estaba en la chimenea, ni mucho menos quería que los viese en ese estado.

— Ginny, sé que debía haberte dicho antes que habiamos vuelto, pero vi que estabas un poco mal hoy en la tarde, por lo que pensé en decírtelo mañana y bueno...- la castaña estaba nerviosa y un poco arrepentida, sus palabras se enredaban unas con otras, mientras se movía inquieta de un lado para otro, olvidando a Ron y su desnudez, pero recordándolo, porque había vuelto tras Ron, y trataba de cubrirlo.

— Hermione ¡Tranquila!, ya me estaba preguntando cuando ustedes dos por fin se iban a arreglar, ¡me alegro que por fin volvieran!

Ginny a pesar de sus palabras, se sentía triste, ya que la mujer era su mejor amiga y no le había dicho acerca de que ella y Ron habían vuelto. Igual, sentía que podía darle un puntapié a su hermano, ya que esperaba que por ser de la familia, mínimo tuviera la delicadeza de contarle que ellos ya estaban juntos.

— Mejor me voy.

— Ginny ¡no te vayas! - Hermione no quería dejar sola a su amiga, sentía la necesidad de explicarle como habían sucedido las cosas.

— Tranquila Hermione, me tengo que ir porque tengo sueño.

— Ron ¡dile algo! - exigía Hermione a su novio.

Ginny no quería interrumpir, después de todo habían sido más de seis meses en los que habían estado separados. Muy en el fondo quería que Ron le rogase que se quedara, pero quería hacerse de rogar por no haberle contado nada.

— Pero ¿qué quieres que le diga Hermione? Dijo que está cansada, se quiere ir a acostar.

— ¡Ah no! ¡te pasaste! En serio eres la persona más insensible que he conocido en mi vida y no me vengas con que tengo un rango emocional de una cucharita - La castaña señalaba con un dedo acusador a Ronald quien sentado en un sillón la miraba medio ensimismado, medio enamorado - Ginny, quédate…

Hermione se sentía mal por Ginny. Pocas veces ella iba a su casa sin avisar y cuando lo hacía era porque había tenido un problema con Draco y esta vez no creía que fuese una excepción. Se movía con inquietud y le gritaba al pelirrojo, debía hacer que de cualquier modo que su amiga pelirroja se quedara

— Podemos hablar hasta tarde. Ron puede ir a comprar unas cervezas de mantequilla y…

— ¡EY!- gritó indignado el hombre-¡Búscate otro mayordomo! –al ver la mirada de Hermione prefirió no haber abierto su boca.

Ginny desde la chimenea veía todo esto con gracia. Hace ya tiempo que añoraba volver a tener a Hermione como cuñada ¡Por fin volvían a ser familia! Ese pensamiento la hizo reír a carcajada limpia.

— ¿Que te parece tan gracioso?- El pelo de Hermione, de por si ya desordenado, estaba fuera de control y ahora caía por su frente junto a una gota de sudor.

— jajajajaja – Ginny continuaba riendo, era una sensación indescriptible - Perdón- logró modular una vez que la risa hubo cesado - Me quedo, quiero charlar con ustedes - dijo una vez ya seria.

— Ron, ve a comprar cerveza- dijo con tono mandó, Hermione

— ¡NO! No quiero saber nada más de alcohol –

Hermione mirándola escéptica y con una ceja alzada se acercó a su amiga, fingiendo tomarle la temperatura, para comprobar que no la afectase ninguna enfermedad. Por su mente no pasaba la idea de que su querida amiga pelirroja no quisiera beber más alcohol en su vida

— Está bien, no quiero saber nada más de alcohol por esta noche - terminó modulando y enfatizando en cada palabra – Tengo que hablar contigo – esta vez solo sus labios se movieron para que exclusivamente la castaña entendiese lo que quería decir.

Ginny, ya vestida, atravesó la chimenea por completo y siguió a su amiga para sentarse juntas en un sillón mientras Ron las observaba desde lejos. Tímidamente caminó detrás de ambas chicas y se ubicó entre ellas.

— ¡Cuéntame! ¿Cómo sucedió? ¿Qué hiciste para que mi hermano el cabeza dura por fin se diera cuenta que la mejor opción era volver contigo?

— Primero, quiero saber que sucedió con… - omitió el nombre, porque Ron no tenía idea de con quien tenía una relación Ginny - bueno tu sabes quién.

— ¿Quién? Ginevra Molly Weasley ¿con quién sales?

Ambas mujeres pasaron por alto el comentario del hombre. Ron por su parte estaba bastante frustrado y furioso por la poca atención que recibió su comentario.

— Amiga, prefiero hablar contigo luego - comentó Ginny cerrando discretamente un ojo. Las mujeres hablaban como si no hubiera nadie entre ambas, en este caso era Ron, quien continuaba interrogando a Ginny sobre su novio- ¡Cuéntame!

—¡Ey! No crean que no vi como le cerraste el ojo a Hermione, Ginny. Pero está bien, sigan hablando. No tomen en cuenta a este pobre hombre que no hace más que quererla a ambas… - Ron fingía indignación y se hacía el ofendido, tocándose el pecho como si tuviese dolor.

— Como tu digas Ron ¿Qué decías Ginny?

—Te preguntaba cómo era que habían vuelto.

—Pues … ¡Espera! ¿Quieres una tasa de café? - Hermione estaba nerviosa e intentaba por todos los medios cambiar el tema de conversación.

— Oh si, podría ser - comentó distraída Ginny - Pero, ¿qué estoy diciendo? ¡HERMIONE JANE GRANGER! ¡Ven para acá en este instante! – Gritó la pelirroja en el momento que su amiga se levantó a preparar los cafés - no te liberarás de esto tan fácilmente ¡Quiero saber!

— Oh está bien… - replicó cansada y se sentó nuevamente.

Hermione y Ron se conocían desde que entraron a la escuela de magia y hechicería Pigfarts. En un principio ambos no se simpatizaban del todo, mientras él la consideraba una sabelotodo insufrible, ella creía que él era un revoltoso sin remedio y durante tres de sus siete años de enseñanza mágica las peleas estaban a la orden del día. Era normal ver a Hermione caminar apresurada por los pasillos para ir al baño de niñas a llorar por alguna mala broma de Ron, por otro lado, era recurrente encontrar a Ron petrificado en algún rincón oscuro y solitario del castillo o con furúnculos en la cara producto de algún tipo hechizo de la castaña. Aunque las cosas no sucedieron por siempre así, la llegada de un baile de Navidad en su cuarto año cambió completamente el rumbo de las cosas.

Eran visperas de navidad y el director Rumbleroar, el león que habla, había organizado un baile estupendo para todos los chicos que cursaran desde cuarto año en adelante. Hermione ansiosa por dejar las burlas de sus compañeros atrás buscó el mejor vestido y se arregló para lucir como una verdadera estrella en la fiesta. Ron al mismo tiempo, se vistió con sus mejores túnicas, las cuales no eran muy elegantes pues su familia, al ser numerosa, carecía de dinero para comprarle trajes de primera mano. Al momento de bajar las escaleras hacia el Gran Comedor, donde se realizaría la fiesta, sus miradas se cruzaron, dando el paso a una hermosa noche para ambos. Desde esa noche se hicieron amigos y luego tres años más tarde, cuando cursaban séptimo, Ron aburrido de ser solo amigo de la castaña más inteligente de todo Pigfarts, le pidió que se convirtieran en novios.

Nunca se habían separado en todos los años que llevaban de relación y si bien tenían discusiones, ninguna era tan fuerte como para separarlos, hasta que un frío día de Marzo las cosas cambiaron. Hermione le había dicho a Ron que deseaba que se casaran, lo cual Ron aun no quería hacer, no porque no la amara, sino porque no se encontraba preparado para dar el gran paso. Eso molestó mucho a Hermione, pues pensó que él no quería casarse con ella. Ambos decidieron alejarse, caminar por sus rumbos, darse un tiempo, a pesar de seguirse amando.

- Bueno, fui a una fiesta que dio Tom, ya sabes mi amigo, y Ron estaba ahí. También James Wolf, el chico que desde el colegio me acosaba para que saliera con él. James se acercó a donde estaba yo y me pidió que conversáramos. Le dije que no quería conversar con él, pero él insistía e insistía y no me dejaba en paz. Creo que Ron se dio cuenta de lo incomoda que estaba y se acercó a nosotros - Ginny paseaba su miraba para ir de su amiga a su hermano y de su hermano a su amiga- le dijo a James que dejara de molestarme, porque ahora él era mi esposo.

— ¡AAAAAAAAAH! – Ginny saltaba de la emoción en el sillón- Ron, hermano ¡el esposo del año!- dijo alegre mientras con sus dedos picaba a Ron en las costillas.

— Déjala continuar, Ginny- comentó Ron rojo hasta las orejas y con la mirada baja.

— Está bien. James se fue muy enojado y yo miré a Ron. Fue ahí cuando comprendí que él si se quería casar conmigo. Y ¡FIN! No te daré más detalles de la reconciliación – comentó picarona Hermione.

— Amiga, esto es lo más lindo que te ha pasado- Decía emocionada Ginny - Hermano ¡te felicito! Has conseguido a una estupenda mujer. ¡Los felicito!

Ambos luciendo radiantes de felicidad, agradecieron a la pelirroja.

—Ahora, amor ¿puedes preparar café? Ginny ven, quiero enseñarte algo.

Los hermanos se miraron cómplices y contestaron - Si mami - en buen tono de bebé.

Hermione decidió ignorar aquello y guió a Ginny a una habitación repleta de estantes llenos de libros, archivos, papeles y un aparato que ella no conocía. La sentó frente a un escritorio y le habló seriamente.

— ¿Qué sucedió? ¿De qué me quieres hablar? - comentó Hermione una vez que estuvieron solas.

—Lo volví a hacer Hermione – comentó apenada tomándose la cabeza entre las manos. Cuando estaban solas, ella podía sacarse las caretas de mujer feliz y mostrar sus verdaderas angustias. – Me acosté con alguien que no conocía.

Hermione sabía lo que significaban esas palabras. Detrás del acontecimiento de acostarse con un extraño siempre estaba Draco. El comportamiento de Draco culpándola y regañándola por todo siempre le afectaba a tal punto que la llevaba a beber más de la cuenta. Si bien no siempre sucedía de ese modo, las veces que Ginny sufría por él terminaba realmente desconsolada conduciéndola a actuar de forma desenfrenada, coqueteando y teniendo sexo con quien se encontrara por delante.

—Ginny, no debes seguir bebiendo, ya sabes lo que te hace. - Hermione abrazó a su amiga intentando consolarla, pero a la vez regañandola por lo que había hecho – ¡Es la tercera vez que te ocurre!

Los sollozos de la pelirroja se hicieron un tanto más fuertes al escuchar el recordatorio de Hermione.

—Cariño deja de culparte por lo que sucedió con Draco. Tú no tienes la culpa de que él sea un cabeza hueca que no comprenda lo mucho que lo quieres y que el accidente no solo lo afectó a él, sino que también a ti, es más, tú fuiste la más afectada con la muerte de …

—No digas su nombre Hermione, no me lo recuerdes – interrumpió la pelirroja a su amiga.

—Perdón

Ginny levantó la vista para observar a su amiga más querida. Sabía que estando con ella encontraría calma pues ella era su consejera, su conciencia. Con sus ojos aguados de dolor le habló nuevamente.

—Draco se va a casar – esta vez ya no lloraba, pero su voz sonó con mucha pesadumbre.

— ¿Cómo te encuentras con la noticia? – preguntó Hermione mientras tomaba su mano con dulzura maternal.

—Sorprendentemente bien. Quiero decir tranquila, supongo que ya lo veía venir por parte de Draco desde hace mucho tiempo, solo que no había querido reconocerlo.

— ¿Sabes que deberías hacer amiga? Deberías tomar tus maletas e irte de vacaciones un par de días. No te aseguro que resuelvas tus problemas en un viaje, pero si te puedo asegurar que conocerás gente nueva, agradable, además te servirá para distraerte y descansar, hace tiempo que no tomas vacaciones, por lo que ¡debes aprovechar! - dijo acariciando la mejilla de la pelirroja en forma maternal.

Hermione se levantó de su lugar para gritar a Ron que se apurara con los cafés y además fue en busca de papel higiénico para que se limpiara Ginny los restos de lágrimas en su cara.

— ¿Qué es eso? – preguntó una vez ya más tranquila y curiosa la más pequeña, limpiándose la nariz.

— Me he comprado un notebook. Un computador portátil – añadió al ver la cara de su amiga, quien al parecer no comprendía lo que era un notebook.

— ¡wow! ¿Cómo funciona?

Hermione, como era de esperarse, llenó a la pelirroja de datos e informaciones sobre todo lo que debería saber para ocupar el famoso notebook. Al concluir de enseñarle a Ginny, llegó Ron con una bandeja con café y galletas, las cuales disfrutaron con mucho gusto.

—Muchas gracias por todo Hermione – dijo mirando significativamente a su amiga, sabiendo que solo ella entendería por qué agradecía – Si quieren chicos se van a acostar, yo me quedaré aquí investigando este aparato.

— ¿Te encontrarás bien? – preguntó Ron a su hermana.

Muchos lo creían un insensible, pero él si se había dado cuenta que su hermana estaba sufriendo y eso le preocupaba.

—Tranquilo hermano, lo estaré.

Ron con calma abrazó a su hermana y la besó en la frente

—Sabes que soy tu hermano, puedes confiar en mí para cualquier cosa.

—Te amo hermano – le dijo Ginny a su hermano antes que él se separara de ella y saliese de la pequeña biblioteca de la casa de Hermione.

— Buenas noches Ginny

— ¿Segura que estarás bien si te dejo sola aquí? – preguntó inquisitiva Hermione.

—Tranquila mamá, solo quiero ver un momento internet.

—Confío en ti. Si necesitas algo vas a mi habitación. Buenas noches pequeña – Al igual que Ron, Hermione besó la frente de Ginny y salió hacia su habitación.

Pasó mucho tiempo viendo imágenes divertidas y videos, su mente necesitaba distraerse. Ya le estaba cogiendo el truco a cómo manejar ese nuevo instrumento, hasta que el sueño de a poco se fue adueñando de su cuerpo, su cabeza se sentía pesada y estaba a solo centímetros de caer sobre el teclado cuando los recuerdos la invadieron nuevamente y como si fueran un fantasma, la atormentaron.

Le haría caso a Hermione, saldría de esa ciudad que la tenía encerrada, debía alejarse de Draco que la tenía sumida en la tristeza. No quería estar más en ese lugar, y gracias a su nuevo amigo, el notebook, esto le sería mucho más sencillo.

Desde pequeña había soñado con conocer Inglaterra, descubrir un poco más de su historia y conocer el majestuoso y elegante Londres. Viajaría allí.

Debía encontrar un lugar donde quedarse de preferencia una casa, ya que no quería estar sola en un hotel. Puso en GoogleMagic "casas de veraneo" y así estuvo bastante tiempo, buscando cual sería su mejor opción para pasar su estadía en el otro país e intentando que su cabeza se mantuviese ocupada.

Vio una oferta muy buena y sin perder más tiempo, se comunicó con la propietaria de la casa. Rapidamente Marcó en su celular el numero indicado de referencia de la dueña.

Los incesantes pitidos que daba el telefono esperando la respuesta desde el otro lado, la desesperaban de ansiedad. Estaba cortando la llamada cuando desde el otro lado de la linea escuchó una voz.

¿Diga?

Hola. Soy Ginny Weasley, llamo desde Estados Unidos. Planeaba pasar mis vacaciones en Inglaterra, vi tu anuncio en internet y tu casa me parece ideal para ello

— Hola Ginny, yo soy Lily. Me alegro que mi casa te gustara, solo hay un problema…

¡No me digas! no quiero más problemas, veré en donde puedo quedarme si ocasiono alguna molestia.

— ¡No es nada grave! Veras…

Aquel breve silencio impaciento a la pelirroja

— Estamos teniendo un par de problemas con las cañerías de la casa. No es grave. Nada que no se pueda arreglar con un par de movimientos de varitas.

Ginny pasaba por su cabeza rápidas ideas acerca de cómo arreglar el problema, quería con todo su corazón alojar en esa casa el tiempo que estuviese en Inglaterra y ninguna persona se lo iba a impedir, ni siquiera la voz racional de su cabeza que le decía que era algo loco lo que estaba a punto de hacer.

— Si es solo ese el problema, no creo que me incomode.

— ¿No te molesta en verdad?

Bueno, lo ideal hubiese sido que todo estuviese en perfectas condiciones, pero tu casa, la verdad es que me agrada mucho. Además tu dijiste que se puede arreglar con un par de movimientos de varita ¿o no?

Así es. Muchas gracias. Te haremos una rebaja en los precios si llegas a tener problemas, también le pediré a mi hijo que esté atento a tus necesidades.

Que amable

— ¿De dónde me dijiste que eras?

Originalmente soy de Inglaterra, nací allá, pero he vivido en Los Ángeles desde que tengo memoria. ¿Te molesta si viajo mañana o pasado? Quiero salir lo antes posible de acá.

Cuando tu quieras

Perfecto. Me verás allá en dos días, debo arreglar un par de problemas antes de partir.

¡Estupendo! Con mi esposo también queríamos salir y tus vacaciones nos vienen como anillo al dedo, nuestro hijo ya no depende de nosotros y será un tipo de segunda luna de miel

Entonces ¿trato hecho?

Trato hecho.


ESPERO QUE HAYA SIDO DE SU AGRADO ESTE PRIMER CAPITULO DE ESTA PEQUEÑA HISTORIA, QUE NO CONTARÁ CON MÁS DE 10 CAPITULOS.

AGRADECER A TODOS QUE SE ENTUSIASMARON EN LEER Y LLEGAR HASTA EL FINAL.

KARLITA AMIGA LINDA, AQUÍ YA ESTÁ PUBLICADA LA HISTORIA, TE AGRADEZCO MONTONES POR TODO.

YA SABEN, SI LES GUSTÓ, HAGANMELO SABER. SI NO LES GUSTÓ, HAGANMELO SABER DE TODOS MODOS.

CON AMOR, LA DAMA DE NEGRO