Hola, soy BlueRye... ¡estoy de vuelta! ^^
Hace tanto tiempo que no entro en mi cuenta de FF que ya ni me acordaba cuál era mi contraseña (-.-) o cómo se subía una historia. Lo sé, soy patéticamente torpe.
Esta será mi segunda historia sobre nuestros hosts de Ouran, más concretamente sobre uno de ellos. Debido a su mala suerte en la anterior historia, me he obligado a mí misma a escribir esta sobre Mori y su más que complicados sentimientos por la prota, que vuelve a ser un OC (lo siento, soy más de historias originales por lo que cuando escribo un fanfic tengo que meter un OC como sea, espero que lo entendais). Lamentablemente, no puedo quitarme a Kyouya de encima y he tenido que ponerlo como "el malo", ¡es que es tan irresistible de escribir este muchacho!
La historia será entre MorixOCxKyouya, aunque este ultimo sólo será para dar problemas a los otros dos (¬¬)
Quiero dejar en claro que esta historia está TERMINADA de ser escrita, consta de ocho capitulos y un epílogo. Dado que estoy en epoca de estudios y mis examenes están ya a la vuelta de la esquina, intentaré subir los capitulos cada fin de semana salvo que haya algún capitulo muy corto (que los hay) que en ese caso subiré dos. Aunque puede que un día me de un ataque de locura y suba varios, ¿quién sabe?
Bueno, sólo me queda aclarar un par de cosas...
Aviso:En este fanfic no va a ver los tipicos términos japoneses (ej: -san, -sama, -sempai, -kun y demás). No estoy muy familiarizada con ellos y temo equivocarme mientras escribo. Espero que lo entendais
Aclaración:Todos los personas y trama de Ouran High School Host Club pertenece a Bisco Hatori y demás propietarios. Sólo los OC son de mi creación, así que si los odiais o los amais es gracias a mí (jejeje)
Disfrutad de la lectura y, por favor, dadme vuestra opinion sobre si creeis que le falta algo o si quereis matarme por haber escrito una porquería de fanfic, (por absurdo que suene) eso ayuda mucho a que siga progresando y a mejorar.
¡Gracias por vuestro tiempo!
Capítulo 1
Se sentó en el rincón más oscuro de su habitación mientras escuchaba a Norah Jones cantar "Come away with me" a través de la ventana entreabierta de la habitación en la que se había refugiado tras llegar del hospital de visitar, como cada día desde hacía un año, a Kaede junto a los hijos de su mejor amiga. Las gemelas y el pequeño Haku, de dieciocho meses, ya habían comido y ahora estarían descansando en el salón.
Su vecina habría roto de nuevo con su novio y calmaba sus penas con Norah Jones y un poco de chocolate mientras recordaba los buenos momentos. Podía imaginarse con todo lujo de detalles a la universitaria de sonrisa nerviosa llorar en un rincón de su habitación, posiblemente en la misma posición en la que ella se encontraba.
-Tita Natsuki – escuchó la voz de la pequeña Yuriko tras la puerta. La niña golpeó la puerta dos veces antes de entrar despacio. Sus ojos negros miraron durante unos segundos a Natsuki arrodillaba contra el rincón y la mirada perdida hacia la ventana – Tita Natsuki, Oyuky está quejándose de que tiene hambre.
-¿Otra vez? – preguntó mientras se ponía en pie con dificultad. Desde hacía varias semanas todo le costaba el doble, no tenía fuerzas y las cosas empeoraban cuando ya creía que no podían caer más bajo. Pensó en la posibilidad de que volviera tener anemia. Esperaba encontrar tiempo para ir al médico y que le hicieran unos análisis. ¿Cuándo fue la última vez que tuvo tiempo para ella? No lo recordaba – Tu hermana es una glotona sin remedio.
-Ya he intentado darle algunas galletas hasta que fuera de noche y comiéramos con el tío Hiroshi. Incluso me ha pegado – señaló su brazo enrojecido por el golpe que había recibido por parte de su gemela – Haku sigue durmiendo.
-Ahora voy – se inclinó para besar en la frente a Yuriko y sonrió – Gracias por tu ayuda, cariño. Ve a vigilar a tu hermana mientras me cambio de ropa.
Yuriko asintió y se marchó corriendo para comprobar que su hermana no se había comido casi toda la comida mientras ella había ido a hablar con Natsuki. Llegó al salón y se quedó con la boca abierta al comprobar que Oyuky y Haku estaban en mitad del salón mientras el gatito perdido que habían encontrado la semana pasada arañaba con insistencia uno de los libros que Natsuki leía a su madre cada día. Corrió para quitar al gato y salvó al libro de ser más destruido de lo que ya estaba.
-Deberías haberlo parado – miró a su hermana gemela enfadada. Oyuky y ella acababan de cumplir los siete años, había esperado que su hermana hubiera cambiado un poco tras ver que su madre no mejoraba y Natsuki parecía enferma. Haku había cumplido los dieciocho meses y sólo Natsuki y ella habían cuidado de él cuando el pequeño se ponía a llorar en mitad de la noche – Este libro es de mamá, ¿es que no tienes respeto por nada que sea de ella? ¿No piensas en lo importante que es para ella este libro?
-Mamá está dormida, no puede escucharnos o enfadarse con nosotras – Oyuky miró a su hermana sorprendida por su reacción tan exagerada – No te pongas de esta forma. El libro está bien – señaló la portada arañada y algunas páginas dobladas o rotas por una esquina – No es nada serio.
Yuriko bufó antes de marcharse a la cocina y poner el libro sobre la mesa en la que comían todos juntos. Abrió el cajón dónde Natsuki guardaba todo los materiales de manualidades que hacían de vez en cuando para decorar la habitación de su madre en el hospital. Cogió el celo para arreglar el estropicio.
-Yuriko, vamos a buscar a Hiroshi. Ya ha encontrado un dueño para el gatito – Natsuki entró mientras se abrochaba una camisa nueva. Yuriko siguió a lo suyo mientras escuchaba a Natsuki coger un par de vasos y los llenó de leche. Se irritó al ver que no decía nada sobre el libro dañado y cogía el paquete con dulces de chocolate que había escondido en el estante más alto para que Oyuky no los cogiera en mitad de la noche - ¿Qué le ha pasado al libro?
-¡Oyuky es una tonta! – Yuriko tiró el libro con fuerza al suelo y se puso a llorar. Aquel libro había sido el último que su madre había comprado antes del accidente que la dejó en coma – Ha dejado que el gatito lo rompiera, y ni se molestó en negarlo o detenerlo.
Natsuki suspiró y abrazó a Yuriko. La pequeña Yuriko era mucho más sensible que su gemela y no podía soportar que Oyuky fuera tan diferente a ella. Había visto como Oyuky se convertía en una niña desinteresada por los problemas y Yuriko se preocupaba por cualquier mínimo problema que hubiera en casa o con su madre en el hospital.
-No pasa nada, lo arreglaremos y Oyuky será castigada durante una semana sin comer dulces – escuchó una sonrisa salir de los labios de Yuriko – Luego iremos a comer con el tío Hiroshi al lugar que quieras.
-¿Ramen de la señora Hagiwara? – Natsuki rió al escuchar a Yuriko - ¿Vamos a comer allí? Tío Hiroshi dijo ayer que sí.
-Está bien – Natsuki se separó de ella para dejar que cogiera el libro y siguiera arreglándolo con celo – Voy a calentar un poco de leche y llenaremos el estómago de tu hermana, que parece un pozo sin fondo. ¿Quieres un poco?
-Sí – Yuriko terminó de pegar las hojas estropeadas y la portada mientras sonreía.
Natsuki llevaba a Haku en el carrito y Yuriko y Oyuky iban junto a ella en silencio. El gatito estaba escondido en el bolsillo de la sudadera de Minnie Mouse que Oyuky tenía puesta aquel día para combatir el frío viento que había. Yuriko se había negado a llevarlo porque seguía un poco molesta porque hubiera roto el libro de Kaede.
-¿Recordáis dónde era? – Natsuki miró a su alrededor cuando reconoció una de las casas. Hiroshi, el hermano menor de Kaede, trabajaba como guardia de seguridad y guardaespaldas en una casa de familia adinerada e importante. Había ido en una sola ocasión a la casa, no recordaba muy bien dónde estaba, pero agradecía la gran memoria que tenían Yuriko y Oyuky o sino estaría más que perdida por aquel lugar - ¿Yuriko?
-El tío Hiroshi dice que había un gran cerezo en el jardín y que podía verse desde lejos – la pequeña corrió hacia el cruce a un par de metros frente a ellos - ¡Está ahí!
Natsuki caminó hasta dónde Yuriko saltaba emocionada. Oyuky también reconoció la casa y sonrió, caminaron hasta dónde un par de guardias vigilaban la entrada. Yuriko y Oyuky se ocultaron tras Natsuki cuando los guardias se percataron de su presencia y les dedicó una mirada escalofriante. Sabían que Natsuki tenía coraje para enfrentarse a aquellos hombres, así que dejaron que ella hablara con ellos mientras observaban tras ella a aquellos guardias enormes.
-Disculpen – aquellos hombres parecían peligrosos -, busco a Hiroshi Abukara. Trabaja aquí.
Ninguno de ellos se movió o hizo intención alguna de moverse para avisar a Hiroshi que estaban allí. Natsuki se quedó en la misma posición, dándole a entender a aquellos gigantes que ella tampoco iba a moverse de aquel lugar si no era con Hiroshi.
-Hiroshi Abukara, ¿está aquí? – preguntó tras un largo minuto de silencio e incomodidad. Se puso frente al guardia más cercano – Señor, ¿le han cortado la lengua?
-No hablará – Natsuki se giró para ver a un hombre montado en una bicicleta. Se le quedó mirando unos segundos y luego al guardia. Seguía en la misma posición que antes – Tiene una orden directa de no socializar con ninguna persona mientras está trabajando, a no ser que haya una urgencia.
-¿Quién es usted? – preguntó mientras se alejaba del guardia.
-Satoshi Morinozuka – Natsuki frunció el ceño, había oído aquel apellido antes. Miró al hombre e intentó recordar de qué le sonaba aquel nombre - ¿Buscas a Hiroshi, cierto?
-Sí – Natsuki dejó que el bajara de la bicicleta y vio que era mucho más alto que ella - ¿Le conoces?
-Claro, es mi guardaespaldas – Satoshi sonrió al ver la expresión de sorpresa que puso Natsuki - ¿Eres Natsuki? – miró a los niños – Y vosotros tenéis que ser Yuriko, Oyuky y Haku – saludó a los pequeños con un movimiento de mano. Hasta Haku parecía pensar que aquel hombre era un poco raro - ¿Entramos?
Natsuki cogió a Haku en brazos y dejó el carro en la entrada ya que no quería que ensuciara aquel suelo de madera tan bien cuidado. Yuriko y Oyuky estaba agarradas con fuerza a su camisa y miraban todo a su alrededor con curiosidad e impresionadas por la amplitud de aquella casa tradicional. Satoshi iba tarareando algo mientras caminaba con despreocupación y se aseguraba de vez en cuando que le estaban siguiendo.
-Voy a ver dónde está Hiroshi – Satoshi les abrió una puerta y les indicó que entraran – Esperad aquí mientras tanto. Mandaré que traigan té y zumo.
-Pero… - Natsuki iba a decir que no podían quedarse por mucho tiempo, pero Satoshi cerró la puerta en su cara sin darle oportunidad a replicar – Qué educado – susurró con sarcasmo antes de sentarse junto a Oyuky y miró la decoración de la habitación. No le pareció que fuera un lugar para recibir a las visitas, sino la habitación de alguien.
-Tita Natsuki – Yuriko se había levantado para mirar de cerca un par de estanterías con libros de apariencia antigua y muy caros -, mira. Son bonitos, ¿a qué sí?
-Sí, pero ven aquí y no toquéis nada – Natsuki dejó a Haku en el suelo – Comportaos adecuadamente, no queremos meter en problemas a vuestro tío.
La puerta se abrió de golpe y Hiroshi llegó junto a Satoshi mientras mostraba una expresión seria. Parecía que había peleado con alguien porque su uniforme estaba arrugado, ese uniforme que Natsuki había estado planchando durante casi toda la noche para que estuviera perfecto.
-¿Qué ha pasado? – preguntó a Hiroshi.
-Ha sido mi culpa – Satoshi obligó a Hiroshi a sentarse y él se sentó junto a Hiroshi mientras sonreía – Le dejé con mi hermano, que tiene un mal día, y han tenido una pequeña discusión.
-No es nada grave, no te preocupes – Hiroshi cogió a Haku en brazos y dejó que Oyuky y Yuriko le dieran un beso en cada mejilla para saludarle - ¿Habéis traído al gato?
-Sí – Natsuki le hizo una seña a Oyuky para que sacara el gatito del bolsillo y la niña negó enérgicamente – Oyuky, ya hablamos sobre esto antes de salir de casa.
-¿No podemos quedárnoslo, tita Natsuki? – Oyuky puso la cara más triste que había aprendido con sus dibujos animados preferidos y Natsuki sonrió cuando Yuriko le hacía señas detrás de su hermana para que dijera que no – Yo lo cuidaré muy bien, lo prometo.
-Lo siento, cariño – negó con la cabeza y cogió el gato dormido que Oyuky abrazaba – No podemos por ahora, ya lo sabes.
-Está bien – Natsuki le dio el gato a Hiroshi y Satoshi lo recibió encantado con una sonrisa enorme en la cara - ¿Tú serás su dueño ahora? – la niña recibió una mirada seria por parte de Natsuki, quien le había enseñado con mucho esfuerzo que debía ser respetuosa con la gente mayor –…señor.
-Sí, ahora es mío – Satoshi miró a la niña y se percató de su mirada triste – Pero puedes venir a verlo cuando quieras, pequeña. Tengo más animales, seguro que te gustan mucho.
-¡¿Puedo venir?! – preguntó con un fuerte grito que asustó a Haku. El pequeño empezó a poner un puchero que acabaría en llanto si Hiroshi no lo tranquilizaba a tiempo – Tita Natsuki, ¿puedo?
-Bueno, eso depende del señor Morinozuka – Natsuki suspiró cuando Hiroshi empezó a hacer el tonto para tranquilizar a Haku, que seguía con la misma expresión que antes – Dame, yo lo haré.
Hiroshi le pasó el pequeño y se quedó en silencio mientras Natsuki ponía sobre su regazo a Haku y se calmaba con sólo unos golpecitos en la espalda. Satoshi sonrió al ver lo rápido que el niño se tranquilizaba con Natsuki y puso el gatito junto a él, dónde Oyuky se había puesto disimuladamente para estar cerca del animal.
-Señorita...
-Kimura – Natsuki sonrió a Satoshi y él le devolvió la sonrisa – Natsuki Kimura. Pero llámame Natsuki.
-Natsuki, ¿puedo hacerte una pregunta? – Satoshi sonrió cuando ella asintió tras unos segundos en los que le miró con desconfianza - ¿Tienes trabajo?
-No, debo cuidar de los niños mientras Hiroshi trabaja. Y debo visitar a la hermana de Hiroshi cada día para ver su estado de salud.
-Sí, lo sé, está en coma por un accidente de coche. Es que había pensado que podrías… – Satoshi se miró las manos con una expresión pensativa. Alguien golpeó la puerta un par de veces y Satoshi les dio permiso para entrar - ¡Oh! El té, ya me había olvidado de él.
La muchacha dejó la bandeja en la mesa y se marchó tras una orden de Satoshi y una mirada misteriosa por parte de Hiroshi. Natsuki vio que la chica se sonrojó al darse cuenta de la mirada del hermano de su amiga sobre ella y sonrió mientras simulaba que le picaba la nariz y se rascaba.
-Toma, Natsuki – Satoshi puso una taza frente a Natsuki mientras ella le agradecía. A las gemelas les dio zumo, mientras que Hiroshi dijo que estaba lleno y que no quería tomar té. Natsuki frunció el ceño, Hiroshi jamás se negaba a tomar una taza de té – Espero que te guste, es de mis favoritos.
Natsuki sopló para enfriar un poco el líquido ardiente y se dispuso a tomar un poco de té cuando Hiroshi empezó a toser enérgicamente. Miró a Hiroshi y él le hizo una seña, muy disimuladamente, de que no bebiera. Cómo Satoshi la observaba a la espera de su opinión sobre el té, decidió que no debía haber ningún peligro en probar sólo un poco.
-¿Cómo está? – Satoshi vio a Natsuki dejar la taza sobre el platito y su cara estaba falta de expresión alguna. Temió que no le hubiera gustado y tragó saliva - ¿No te gusta?
-Está... – Natsuki había tragado con dificultad aquel líquido tan amargo que le había dado Satoshi. Pensó si aquello era realmente té o un veneno mortal para las papilas gustativas -... está bien. Pero yo soy más de café, no de té.
-Al menos te lo has bebido, la gente siempre dice que no tengo gusto y se niega a probarlo – Natsuki pensó que ella tampoco tendría papilas gustativas durante un tiempo tras beber aquella cosa - ¿Quieres más?
-¡No! – lamentó haber sonado tan enérgica en su negativa e intentó remediar su error con una sonrisa – Tengo que ir después a comer con los niños y si bebo más tengo el presentimiento que me sentiré llena. Pero gracias por el ofrecimiento, otro día será.
-De acuerdo, es una promesa – Satoshi sonrió y bebió su té. Natsuki y Hiroshi intercambiaron una mirada de terror - ¿Por qué no os quedáis a comer? Mis padres no están y mi hermano se encierra en su cuarto cada noche. Me siento solo.
-¿Por qué no vienes con nosotros? – Yuriko estaba mirando los libros caros que Natsuki le había dicho que no tocara – Tita Natsuki nos llevará a comer el ramen de la señora Hagiwara. Seguro que le gusta, señor Morinozuka.
-Yuriko, suelta esos libros – Natsuki le hizo una seña a la niña para que se sentara junto a su hermano. Haku estaba jugando con el gatito mientras Oyuky le vigilaba para que no se hiciera daño – Lo siento, señor Morinozuka.
-Por favor, Natsuki, puede llamarme Satoshi. Me sentiría más cómodo. Y Yuriko puede coger los libros que quiera, son de mi hermano pero seguro que no le importa que los coja – Satoshi miró la hora mientras Natsuki pensaba si sería cierto que al hermano de Satoshi no le importaba que la gente tocara sus cosas en su ausencia. Lo dudaba mucho - ¿Queréis conocerle? Seguro que ya ha terminado su reunión.
-No creo que sea...
-¡Vamos! – Satoshi se puso en pie de un salto y salió de la habitación.
-No lo intentes – Hiroshi se puso de pie y miró a Natsuki mientras negaba con la cabeza – No tiene sentido gastar tus palabras con él cuando se le mete algo en la cabeza. Ya lo verás de aquí en adelante.
Natsuki cogió a Haku en brazos y Oyuky cogió el gatito. Hiroshi iba junto a Yuriko frente a ellos mientras les guiaba hasta dónde estaría Satoshi con su hermano. Un gran jardín se mostró ante ellos cuando Hiroshi abrió una puerta de madera y les dejó salir.
-Esperad aquí un momento – Hiroshi volvió a entrar justo cuando la chica de antes iba con los zapatos de ellos en las manos – Lo siento, Aiko – Hiroshi le dejó pasar y la chica se sonrojó aún más de lo que ya estaba cuando Natsuki le dedicó una mirada traviesa – Voy a buscar a Satoshi. – Hiroshi se puso sus zapatos con torpeza y salió corriendo.
-Así que eres Aiko – Natsuki se interpuso entre la puerta y la chica. Aiko bajó la mirada rápidamente y asintió mientras su sonrojo permanecía en su rostro de porcelana – Eres muy bonita.
-Gracias, señorita.
-¿Te gusta Hiroshi? – Natsuki sonrió cuando Aiko se tapó la cara para no mostrar su vergüenza – Tranquila, soy la mejor amiga de su hermana desde que tengo memoria. Conozco a Hiroshi muy bien, puedo asegurarte que le gustas.
-La tita Natsuki tiene razón – Oyuky y Yuriko asentían al mismo tiempo, incluso Haku imitó a sus hermanas mientras sonreía porque le parecía divertido – Le gustas al tito Hiroshi.
-Pero... – Aiko miró a Natsuki con una tímida sonrisa – no podemos estar juntos.
-¿Por qué no? ¿Tus padres no te dejan? Puedo hablar con ellos.
-Es que los empleados tienen prohibido mantener relaciones sentimentales y... – Aiko se calló al ver a Satoshi, Hiroshi y un gigante de mirada seria, muy parecido a Satoshi, acercarse a ellos – Lo siento, debo marcharme. Adiós.
-¡Espera! – Natsuki no pudo parar a Aiko y suspiró. Yuriko y Oyuky también parecían tristes – Lástima, me hubiera gustado seguir hablando con ella.
Hiroshi tosió y miró a Natsuki con una mirada seria. Había visto como Natsuki había estado reteniendo a Aiko y supuso que habría pasado entre ambas. Después hablaría con ella y advertiría a Natsuki de que dejara en paz a Aiko.
-Natsuki – Satoshi señaló al que parecía ser su hermano – Este es Takashi Morinozuka, mi hermano mayor. ¿A que es guapo? – las gemelas rieron al ver como la ceja derecha de Natsuki se alzaba al oír la pregunta de Satoshi - ¿Qué? Tiene 30 años y no tiene novia, tengo que ir buscando posibilidades para él y su futuro. Te aseguro que será un gran marido.
-Satoshi – Takashi habló con voz grave – Déjalo, no eres el hermano mayor y no tienes que hacer esto.
-Ya lo sé... – Satoshi miró a su hermano – Pero ya oíste a papá, tienes que encontrar esposa o...
-Satoshi, déjalo – algo en el tono que Takashi utilizó resultó aterrador y Satoshi dejó de lado el tema – Lamento que le haya molestado lo que mi hermano a dicho.
-No importa, señor Morinozuka – Oyuky le dio el gato a Takashi cuando Natsuki la empujó – Ese es el gatito que encontramos en la calle. Espero que puedan cuidarlo bien.
-Y que deje que yo pueda venir a verlo – Oyuky se apartó a tiempo de Natsuki para evitar que le diera un pellizco – Ese gato fue alimentado por mí durante estos días, tengo el derecho de ver cómo crece saludable y vigile que no metes la pata, grandullón.
Natsuki, Hiroshi y Satoshi sonrieron ante las palabras de Oyuky. Takashi asintió tras reprimir una sonrisa. Acarició el gatito en silencio y el animal ronroneó por el contacto. Natsuki se quedó observando a Takashi y vio que parecía absorto con el gatito. Le pareció divertido ver a aquel gigante cogiendo a aquel animal tan pequeño, sonrió sin darse cuenta.
-¿El señor Morinozuka puede venir con nosotros, tita Natsuki? – Yuriko miraba al gigante con una sonrisa - ¿Puede?
-¡Sí! – Oyuky parecía estar de acuerdo con su gemela - ¿Puede venir?
Al final, y sin poder negarse a las peticiones insistentes de Oyuky, Yuriko y Satoshi, tuvo que pedir a Takashi que fuera con ellos y él aceptó tras varios segundos de duda.
La señora Hagiwara les recibió con una sonrisa en su arrugada cara de una mujer de 89 años y los guió hasta una mesa para seis personas que había en el rincón más alejado de la puerta. Satoshi se ofreció para coger a Haku y hacía reír al pequeño con la ayuda de Hiroshi. Yuriko estaba a la derecha de Natsuki, y Oyuky se alegró de estar junto a Takashi que parecía estar entretenido escuchando la lista de cosas que le gustaba hacer con el gatito al que Oyuky había llamado Momo, Takashi decidió seguir llamándolo de aquella forma.
Oyuky se alegró al oír que podía ir a ver a Momo cuando quisiera.
Satoshi comentó a su hermano que a Yuriko le gustaba sus libros y él le dijo que podía ir a leerlos e incluso se ofreció a leérselos cuando la niña quisiera. Natsuki pensó que el gigante hermano de Satoshi parecía convertirse en alguien diferente cuando se trataba de niños o animales. Cuando hablaba con Satoshi, Hiroshi o ella misma, se volvía serio y retraído. Le pareció misterioso en un principio, pero le gustaba ver cómo ayudaba a Oyuky a llenar su vaso y escuchaba atentamente a la pequeña charlatana hablar sin parar sobre Momo.
-¿Natsuki? – un escalofrío le recorrió la espalda– Que gusto verte por aquí.
-¿Señor Ootori? – Takashi se puso de pie rápidamente y saludó al hombre.
-Takashi Morinozuka, no esperaba verte – Yoshio Ootori miró a todos los sentados a la mesa que se habían puesto de pie ante su presencia y sonrió antes de girarse para mirar a una sorprendida Natsuki - ¿Podemos hablar en privado? Necesito aclarar contigo unas cuantas cosas.
Natsuki se disculpó y salió tras el señor Ootori. Entró en el coche en el que había llegado el señor Ootori y esperó a que él entrara para ver que su expresión había cambiado a una de total enfado. Sabía que aquel encuentro no era casual y que había algo escondido tras aquella visita.
-¿Qué sucede, señor Ootori? – una carpeta negra cayó sobre sus rodillas. El sello de la familia Ootori adornaba ambas partes de la carpeta y un pequeño cierre dorado la mantenía cerrada - ¿Qué es esto?
-Quiero que me ayudes con alguien que me está resultando molesto.
-Ya sabe que he dejado todo eso.
-Sí, lo sé – Yoshio Ootori se acomodó sus gafas y sonrió – Igual que recuerdo que el estado en que está tu amiga es gracias a mi dinero y mis esfuerzos para mantenerla con vida, tal y cómo me pediste – miró a Natsuki - ¿Quieres que siga viviendo Kaede o no?
Abrió el cierre de la carpeta y tragó saliva antes de ver la información detallada del sujeto que el señor Ootori quería quitarse de en medio.
Reconoció a aquel chico, era un antiguo miembro de la seguridad privada del señor Ootori. Leyó algunos mensajes que habían sido extraídos del móvil del chico poco después de que terminara su contrato con Ootori y decidiera dejar la seguridad privada para montar una empresa con su esposa.
Al parecer, el chico había intentado vender información sobre las negociaciones del señor Ootori con un hombre adinerado que estaba bajo la sospecha de ser el jefe de un grupo mafioso a cambio de sumas de dinero desorbitadas, pero nadie había aceptado a comprar aquella información para no meterse en problemas con el intocable Yoshio Ootori.
-¿Qué quiere que haga con él?
-Consigue todo lo que tenga en su poder, hazle una oferta y adviértele que no habrá más oportunidades para él si se niega.
-¿Va a matarlo?
-Natsuki, ya sabes que yo no me ensucio las manos de esa forma – Ootori sonrió y miró al frente – Pero conozco a gente que no dudará en hacerlo si el joven Hiro no acepta el trato.
Bajó del coche y observó como este se marchaba calle abajo. Miró la carpeta y se quedó observando el sello de la familia Ootori, brillaba con intensidad gracias al letrero luminoso que la señora Hagiwara había puesto para atraer a la gente a su restaurante.
Tragó saliva y puso la carpeta bajo su brazo antes de entrar y comprobar que todos comían en silencio. Hiroshi le miró enfadado, Takashi se quedó en silencio mientras su hermano le hacía preguntas que ella respondió con evasivas. Yuriko y Oyuky seguían comiendo mientras escuchaban a sus mayores.
-¡Qué hambre tengo! – exclamó antes de coger los palillos y tomar aire. Sonrió para aliviar un poco la tensión que había – ¡Buen provecho!
Evitó levantar la mirada y comió mientras pensaba en lo que debía hacer con el insensato de Hiro y su plan truncado de ganar dinero. Tenía que hacerlo si quería que Kaede siguiera con vida y Ootori siguiera costeando el gasto del hospital.
Era su responsabilidad el que Kaede se recuperara mientras ella cuidaba de sus hijos, no tenía opción de negarse. Tendría que hacerle una visita a Hiro al día siguiente, mientras los niños se quedaban con Kaede en su habitación del hospital y dejaba que una enfermera les vigilara.
Ootori tendría lo que querría y ella seguiría con su vida. ¿Qué podría ir mal?
