Con MUCHÍIIIIIIIIISIMO retraso, he aquí el primer capítulo de una mini-historia dedicada a mi querida y adorada Dratin *-* espero que sea de tu agrado, y ahora que tengo sólo un poquito más de tiempo, intentaré tenerla lista de acá a fines de Junio - Te adoro mucho y espero que hayas tenido un maravilloso cumpleaños.

Disclaimer: Hetalia y sus personajes no me pertenecen, son obra de Hima-papa hermoso precioso y yo sólo los hago sufrir y amarse (más la primera que la segunda, en todo caso).

Espero que les guste, un beso a todos y perdón mi ausencia!


¿No son las vacaciones una instancia para estar alegre y motivado? Debían ser, pero para Ludwig no lo eran. No quería viajar, menos a un país desconocido, donde no sabía cómo eran las personas y si entenderían su forma tan seria de ser. Él no era un nombre desagradable, para nada, su único problema era que las personas no lograban ver su lado amable y atento. Y se sentían un poco incómodas en su presencia. Por lo mismo sentía mucho miedo de viajar, por el contrario a su hermano mayor, Gilbert.

Ludwig era un chico alto, de brazos y espalda anchos, con un tono rubio de cabello y ojos azules claros. Su hermano, al contrario, más parecido a la madre de ambos, era completamente albino y de ojos carmesí. Un poco más bajo, además, y más delgaducho. Iba leyendo una revista en el tren, al lado de la madre de ambos. Ludwig miraba por la ventana del tren, se veía muy frío allá afuera, y no sabía en qué minuto llegarían a su destino.

─Bruder, ¿pasa algo? Te noto distraído, ni siquiera comiste… Me comí toda tu cena, ¿te gusta la noche? Se ve maravillosa, a Eli le encantarán las fotos que le mandaré. Se morirá de envidia porque saco las mejores fotos del universo, y ella apenas sabe enfocar con una cámara… ¿Ya te dije que me encanta el invierno? Aunque me recuerda a mi antigua novia, Anya… ¿Me estás escuchando?

Gilbert era disperso, y hablaba mucho de sí mismo. A diferencia de Ludwig, él había tenido una novia cuando era más joven, una rusa llamada Anya con la que estuvieron por dos años, luego discutieron y no pudieron volver a arreglarse. Ahora estaba interesado en una chica de su universidad pero siempre ella huía cuando él hablaba demasiado. Mientras seguía hablando, Ludwig seguía taciturno, apenas se daba cuenta de la cantidad de personas que lo rodeaban, no estaba interesado en ellas, en nadie. Por alguna razón su pecho le dolía un poco. ¿Qué significaba todo eso?

Amaneció y el rubio despertó, debían bajarse y tomar un taxi hacia el hotel donde pensaban quedarse. O eso pensaba Ludwig, pero la realidad le marcó de golpe.

─¿Dónde iremos, madre? ─preguntó el rubio, dándose cuenta de que estaban entrando a una villa residencial, muy lejos del centro de la cuidad del que habían salido.─

─Nos quedaremos con una amiga mía y sus hijos, porque quiero que se rodeen más de las personas de aquí, estando con personas se pueden divertir más. Un hotel es demasiado vacío y lejano, ¿cómo harán amigos en Italia si no hacen amigos? No me gusta que las personas crean que los alemanes somos descorteses o fríos. No, no, no. Nos quedaremos donde mi amiga ─dijo muy animada la mujer, generando la cara perturbada del hijo menor.─

─¡Anímate, bruder! Probablemente encuentres una italiana bonita y dejes de estar tan solo. O, bueno, lo que prefieras, no tiene por qué ser una chica… ─dijo Gilbert, mordiéndose por dentro mientras lo fulminaba una mirada de odio de parte del menor.─

Cuando llegaron a la casa, la primera en salir del taxi fue la madre de los alemanes, muy animada, mientras una mujer muy blanca y pelirroja salía de aquella casa, no era demasiado alta y era muy dulce. Giordana Vargas era su nombre, y tenía dos hijos varones, el mayor era Lovino y el menor Feliciano. El mayor era apático, un poco reservado, parecía que no estaba muy a favor de la idea de su mamá de recibir a sus amigos alemanes. El menor en cambio, se sentía muy alegre por las personas nuevas que llegaban a su casa, y trató de ser muy amable.

─Hola, ¿no quieren que les ayude con las maletas? ─dijo a Gilbert y Ludwig, mientras Giornada llevaba la maleta de Agatha, la madre de los alemanes.─

─No te preocupes, Feliciano, yo llevaré mi maleta ─dijo Gilbert, acariciando la cabeza del italiano paternalmente.─

─¿Qué hay de ti, Ludwig? ¿Así es tu nombre, no es verdad? ─sonrió el italiano, generando un sentimiento extraño en el alemán, a quien nunca lo trataban con ese tipo de atención. Pensó que era porque estaban en condición de visitas y debía ser así de atento, pero al ver la actitud del hermano mayor su teoría se desarmaba un poco.─

Lovino era un poco desagradable, pero sabía responder a los regaños de Giornada, quien en caso de que se comportara de mala manera recurría a tirar de sus orejas. Él se sentía muy vulnerable ante su madre, por lo cual intentaba no hacerla sentir molesta. Los dos hermanos eran muy parecidos, a excepción de que el cabello de Lovino era más oscuro que el de Feliciano, quien tenía un tono más parecido al de su madre. Además, ambos tenían un rizo en el cabello, pero a distintos lados, un rizo que se destacaba de todo el cabello, que era corto y más lacio.

─¿Fue muy largo el viaje? ─preguntó Giornada, mientras cocinaba una olla con pasta para el almuerzo.─

─Pudimos dormir muy tranquilamente, no te preocupes. Me encanta que podamos estar aquí, no quería que los chicos se quedaran en hostales ni hoteles, ya que no conocerían a la verdadera gente del país. De hecho, ¿por qué no salen los 4 en la noche a divertirse?

Los cuatro muchachos se miraron a los ojos, los únicos "¡SÍ!" que se escucharon fueron el de Feliciano y el de Gilbert, mientras Ludwig se veía ofuscado, y por otro lado Lovino analizaba lo que salir esa noche significaba.

─No parece una mala idea, ¿qué piensas tú, mamá? ─dijo finalmente el italiano mayor, mientras se colocaba de pie.─

─¡Me agrada muchísimo la idea! Pueden descansar después de almorzar y tendrán energía de sobra para salir esta noche. ¿No quieren sentarse a comer? ─dijo Giornada con una sonrisa en los labios mientras servía los platos y Feliciano los colocaba en la mesa.─

─Lud, siéntate, se te enfriará la comida ─dijo el italiano menor, en un tono bastante acaramelado para alguien a quien acababa de conocer, el alemán quedó sorprendido, ya que era la primera vez que le decían así.─

Gilbert comía aquella preparación, mientras miraba de reojo a su hermano, quien se limitaba a comer sin hacer ningún comentario ni nada, mientras las mujeres conversaban y los hermanos italianos comían repitiéndose un par de veces. No importaba si se repetían una o dos veces, ya que la italiana de cabello rojizo había cocinado para un batallón.

─¿Quieres más, Gilbert?

─No, no gracias. Estoy satisfecho ─dijo el albino.─

─¿Algo de beber, un vaso de vino, una cerveza? ─sonrió la italiana.─

─Está bien… Bruder, ¿no quieres una cerveza? Hace mucho que no bebemos algo juntos, deberías animarte, te ves hecho un desastre ─rió el mayor, con una risa extraña y contagiosa.─

─¿Lud tiene algún problema? ─preguntó Feliciano, mientras le servía la cerveza a Gilbert─. ¿Es verdad que no quieres servirte nada?

─Ludwig respóndele al muchacho ─dijo Agatha, un poco molesta.─

─No reprendas al muchacho, está bien. Si no quiere nada se puede ir a descansar. Feli, muéstrale la habitación al joven, por favor ─le señaló Giornada al chico.─

─¡Por supuesto! ─respondió él, poniéndose de pie y parándose al lado de Ludwig, quien lo miró aturdido.─

─La habitación está en el segundo piso, está al lado de la mía, así que cualquier cosa me preguntas si estoy cerca. Acompáñame, luces muy agotado. Yo mismo llevé tus cosas para allá, así que si lo prefieres puedo ordenar un poco y decirte donde puedes guardarlas, capisco?

El rubio se puso de pie y siguió al chiquillo, algo seguía llamando su atención, no era común que existieran personas tan atentas, no tenía ningún sentido para él. Entró a la habitación y estaba muy cómoda, tenía una ventana hacia la calle, con un pequeño balcón, un escritorio con algunos libros que no lograba entender demasiado por el idioma, y una lámpara. Había un librero grande, con algunas fotos de Giornada con los chicos, fotos de ambos más pequeños.

─¿De quién es esta habitación?

─¡Oh! ¿Sabías hablar? ─rió el muchacho─, esta habitación es mi cuarto de estudio, trasladé esa cama cuando estábamos ordenando su visita. Tiene mis cosas para leer y todo eso, la cama era de la pieza de invitados, tu hermano dormirá en la habitación que era de mi abuelo cuando estaba vivo. La arreglamos también, quedó muy bonita. Si van a estar dos meses aquí deben ser cómodos.

─Esas fotos son muy bonitas… Tu madre parece una buena persona, o sea, creí que lo era cuando mamá se refería a ella. Nunca había salido de Alemania, así que tengo muy mala percepción de lo ajeno, lo que está afuera, ¿no te ha pasado?

─Yo pienso que todos son buenos, aunque a veces eso me juega en contra. Más de una vez me han pasado cosas malas por confiar en bondades de personas que eran muy desagradables. Espero que tú no seas una de esas personas, ya que vamos a estar dos meses y tenemos que llevarnos bien. ¿No quieres dormir? Si salimos de noche no te sentirás muy cansado.

─¿Qué hay de ti?

─En 10 minutos todos estaremos tomando una siesta, una hermosa siesta ─parecía muy emocionado al decirlo─. Si llegas a despertar antes que uno de nosotros, puedes prender la televisión o comer algo, no nos molestará. Iré a decirle lo mismo a tu hermano, ¿está bien? Pareces un buen chico, Lud. Aquí nos ocupamos bien de los amigos.

─Está bien… Danke.

El muchacho salió de la habitación, y Ludwig se quedó dormido sobre la cama, realmente en todo el viaje si durmió, lo hizo muy mal, realmente necesitaba un descanso.

La noche no tardó en llegar, a las seis de la tarde Ludwig ya se había despertado y metido a la ducha para sentirse mejor, fue en ese momento que Feliciano tocó la puerta y le dejó unas toallas en el baño. Salió rápidamente, y se dirigió a hacer lo mismo con Gilbert, quien cantaba en la ducha enérgicamente. A diferencia de su hermano, parecía una persona muy expresiva y algo extraña. Reía sin parar mientras se duchaba.

Cuando llegaron al lugar de fiestas, todos parecían encantados, Ludwig se asombró porque había mucho ruido y personas danzando, mientras Feliciano junto a Lovino hablaban con algunas chicas, Gilbert alentaba al alemán menor de ligar con alguna chica del club.

─No molestes, bruder, no me gusta eso…

─Tengo la sensación de que es otro tipo de personas con los que quieres hablar, ¿o me equivoco? No seas aguafiestas y acompáñanos, hermanito ─rió el albino y se acercó a los italianos que reían muy animados.─

Mientras bailaban, una chica se acercó a Lovino, no era demasiado alta y tenía anchas caderas, un cabello marrón y ojos verdes como la esperanza. Ludwig desde su sitio no entendía muy bien, pero aparentemente la muchacha era el enamoramiento eterno de Lovino, era muy dulce y lo abrazaba constantemente, él intentaba ser más reacio pero poco efecto esto tenía. Junto a ellos se acercó el mejor amigo de la muchacha, un rubio alto de ojos color mar y una barbita corta y mal afeitada. Todos parecían divertirse, y Gilbert se llevó bastante bien con el rubio por lo que notó Ludwig desde su rincón.

─Lud, acompáñanos ─se acercó Feliciano y le tomó la mano al alemán para acercarlo a donde estaban ellos─. Mira, te los presentaré a todos… Esta chica es Isabel, es española pero vive hace un año aquí, Lovino puede hablarte más sobre ella porque la conoce muy bien ─rió, provocando el sonrojo del hermano mayor y la risa de la muchacha─. Él es Francis, el mejor amigo de Isabel… ─en ese momento, el italiano menor se acercó un poco al oído del alemán─: claramente Lovino no lo ve muy en gracia, pero parece que a Gilbo le ha caído bastante bien.

─Hola a todos ─saludó el alemán y tomó un sorbo de su cerveza.─

Todo estaba recién comenzando para estos chicos, pronto sus vidas cambiarían mucho.


¡ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO!

Se les quiere y adora muchísimo.
Y mi querida DRATINCITA estaré atenta a tus respuestas *inserte corazones aquí*