ATENCIÓN. FIC EXTREMADAMENTE MORBOSO Y SEXUAL. SI ENTRAS ES RESPONSABILIDAD TUYA.
Bien. Éste fue el primer fic que escribimos Ruth y yo, así que tiene numerosas faltas y demás equivocaciones. Perdónennos por mostraros este macabro fic. Espero que no salgan traumatizados 3
Otro día en Pokopén. Un día en el que la tropa Keroro idean un plan para conseguir dinero y por fin conquistar la Tierra. Pesados son, ¿verdad?
Nos encontramos en la moderna base keronense, debajo de la casa de los Hinata. Keroro discutía con el caporal Giroro acerca de un plan para conquistar la Tierra.
-Gerooooo, pero si es una idea buenísima... ¡te juro por mis ancas que me he esforzado! -Lloraba cascaditas Keroro, el líder de la tropa. Giroro, el caporal, dio un golpe en la mesa con sus ancas.
-¡Keroro, pero empezar a construir pizzerías en Júpiter es irreal!
-Júpiter es un planeta gaseoso... si pusiéramos un pie allí nos hundiríamos... kuuuukukuku...- Eso lo dijo el álferez Kururu, un rarito como ninguno. Después de esa frase encendió su mp3 y se evadió de la realidad.
-¡GEROOO...! pues es verdad.- Keroro se llevó una mano a la sien mientras se reía tontamente. Todos los componentes de la tropa suspiraron cansados, y Keroro dio por terminada la reunión. Todos salieron de la base y se dirigieron a sus hogares, ya que estaba anocheciendo y era hora de cenar. Una ranita estaba de pie en la casa de los Hinata con los ojos llorosos.
-Otra vez se olvidaron de servidor... snif snif.- Éste es el cabo Dororo. Siempre se olvidan de él, pobre.
-¿Qué hay, Dororo? kukuku...- Dijo Kururu colocándose las gafas.- La reunión terminó... pero no hicimos ningún plan, kukuku...
-Gracias por la información, maese Kururu.
Kururu se dirigió hacia la calle de donde había venido Dororo, caminando solo. Dororo lo siguió, pues su casa estaba en esa dirección. Los dos pusieron la anti-barrera y así poder andar tranquilamente. Ninguno hablaba, no se caían ni bien, ni mal, así que estaba bien por el momento. Los dos pasaron por un parque en el que ya no había niños, pues era casi de noche.
-Se parece mucho al parque donde maese Keroro me rompió la caja de música.- Y Dororo se puso en modo trauma.- Culpé a mi madre durante meses... dorodorodoro...
-Kuuuukukuku... yo se la habría devuelto con intereses... kukukukukukuku.- Kururu se puso a vibrar con aura maligna. Pero antes de ir a sus hogares, en el interior del parque, escucharon gemidos de dolor y algunos gritos.
-¿Qué ha sido eso? -Preguntó Dororo, a la defensiva.
-Ni lo sé ni me importa, venga, vámonos, kukuku...
-Pero alguien necesita, vamos maese Kururu.- Dororo tomó de la mano a Kururu (que se veía con aspecto molesto) arrastrándolo hasta el parque. Los dos examinaron el parque, hasta encontrar un gran hoyo sin nada adentro.
-¿Y esto...? -Preguntó Kururu intrigado. De repente, unas figuras extrañas iban apareciendo poco a poco, hasta mostrar del todo lo que ocultaba. Eran dos chicas con extraños trajes y dos antenitas con formas de cascabeles cada una. Estaban encogidas en posición fetal, como si se hubieran protegido de la caída.
Kururu y Dororo se quedaron fríos.
Eran alienígenas. Pero no unos aliens normales. Eran Lutinenses, del planeta Lutien.
-Aquestas chicas son...
-Son enemigas, kuuuuukukuku... me lo pasaré bien maltratándolas.- Dororo nego con la cabeza. Ellas eran Lutinenses, la especie enemiga de los Keronenses. En todas las escuelas enseñaban que los Lutinenses eran malvados y que no debían ser tratados con amabilidad.
-¿Qué hacemos, maese Kururu?
-Mnn, está claro, tenemos que matarlas, kuku...
Dororo se horrorizó, aunque su cara no mostraba expresión. Con cuidado se sumió en el pequeño cráter, y tocó a una de las Lutinenses.
-¡No debemos matarlas! -Exclamó Dororo.- Las veo tan... inofensivas, tan inocentes.
Kururu no habló. Se quedó mirando a una de las Lutinenses.
-Quizás tengas razón. Tenemos que tenerlas como rehenes, así sacaremos información de Lutien, kuku...- Dororo suspiró aliviado. Al menos no pensó en matarlas, le valía.- ¿Te las quedas tú entonces, no?
-Eh... yo solo puedo mantener a una señorita, maese Kururu.- Dijo Dororo con una gotita en la sien. A continuación Kururu apareció con un cuerpo humano.
-Me llevaré esa a casa... parece que es la que mejor ha aguantado, kuuuukuku.- Kururu con todo el esfuerzo del mundo, intentó levantarla, pero pesaba demasiado para el flojo de Kururu. Con sudor en la frente, intentó levantarla una vez más, sin éxito alguno. Dororo vió que estaba en apuros y cogió a la Lutinense sin esfuerzo alguno.
Kururu ya con la otra Lutinense en brazos, partió hacia la casa de Saburo.
-Deberíamos decirle a maese Keroro lo de aquestas Lutinenses...
-Bah, ya mañana, me niego a ir otra vez a la base con esta pesada Lutinense, kuku...- Dororo hizo una reverencia para despedirse y se fue dando saltos de póster en póster. Estuvo pensando que por qué los Lutinenses y los Keronenses permanecían en guerra. No recordaba el motivo de esa pelea entre las dos razas alienígenas. Miró a la Lutinense y le pareció un amor, así con mejillas gorditas y pestañas grandísimas. Dororo llegó a su casa, y vio que Koyuki le estaba esperando para cenar. Koyuki se asustó al ver que traía una chica desmayada en sus brazos.
-Pero Dororo... ¿qué le ha pasado a la pobre?
-Caigo en duda, Koyuki. Maese Kururu y servidor la encontramos en el parque junto a otra chica ¡fue una gran sorpresa! porque resulta que son Lutinenes.
-¿Lutinenses?
-Es una raza alienígena enemiga de los Keronenses...
Koyuki se llevó las manos a la boca e intentó proteger a la chica.
-No le hagas daño por favor Dororo...- Dororo rió y dijo que no le haría nada. La llevaron adentro y la recostaron en un futón. Koyuki observó que tenía muchas heridas.
-Tiene muchas heridas... será mejor curárselas.- Koyuki le dirigió una mirada a Dororo para que se marchase. La ranita se sonrojó y se fue al patio a meditar.- Le tendré que... quitar el vestido.- Pensó Koyuki con mucha vergüenza pero era lo que tenía que hacer. Le desabrochó los botones de la espalda y le bajó el traje con mucho cuidado, intentando que las heridas no rozasen demasiado. Ya una vez quitado el traje empezó a curarle las heridas.
-¿Terminásteis ya Koyuki?- Preguntó Dororo con timidez desde el otro lado de la puerta. Koyuki se rascaba la cabeza, ahora habría que vestirla.
-Sí pero... no sé cómo vestirla ahora. Espera Dororo.- Se escucharon varios ruidos y gemidos hasta que Koyuki dijo que ya se podía pasar. Dororo pasó algo inseguro pero suspiró aliviado cuando vio a la Lutinense vestida con una camiseta y pantalones anchos.
-¿Qué haremos con ella Dororo?
-La verdad, no sé qué comunicarte Koyuki.- Respondió preocupado.
-De momento vamos a cuidarla ¿vale? voy a hacer la cena.
-Te ayudo Koyuki.- Dijo Dororo amable, y los dos se fueron a la cocina.
Saburo estaba sorprendido, Kururu había socorrido a una chica, no sabía que fuera tan amable (en el sentido de rescatar)
-Kururu, ¿quién es esta chica?- Dijo Saburo mirándola con hambre. Eso molestó en parte a Kururu y la apartó un poco.
-Dororo me ordenó que la cuidara... kuku.
-Qué raro, tú aceptando órdenes de un rango menor... bueno, ¿qué vas a hacer con ella? porque yo me voy mañana de viaje.
Kururu pensó que se quedaría con ella solo por una semana y le entró la risa maligna.
-Kuuuuuuuuukukukukukuku.- Saburo se alejó un poco.
-Creo que será mejor que duerma conmigo... y ya por la mañana que se cure esos rasguños que tiene ¿preparas tú la cena Kururu?
-Pues entonces curry.
-...
-Será mejor que la prepare yo.- Dijo Saburo con una gotita en su sien.
CUANDO YA TODOS DORMIAN
Kururu se estaba comunicando con los demás miembros de la tropa para comunicarles de que se reunieran lo antes posible en la base subterránea.
-PERO,¿QUIEN RANETAS TE CREES QUE ERES KURURU, PARA IR DESPERTANDO A LA GENTE A LAS 2 DE LA MADRUGADA?!-Decía Keroro echando fuego por los ojos , y mirando con odio a kururu por haberlo despertado.
-Kukuku…Vamos líder calmate que algún día te va a entrar una cosa mala- dijo Kururu-Resulta que el cabo Dororo y yo cuando salimos de la reunión de esta tarde…
-Anda Dororo pero, ¿estuviste con nosotros hoy?-preguntó Tamama.
Dororo empezó a llorar y a decir que siempre se olvidan de él y que son muy malos con el…clic, y entró en modo trauma. Giroro, Keroro, Tamama y Mois lo miraban con una gotita en la cabeza.
-Lo que os iba diciendo-prosiguió Kururu, molesto por k le hallan interrumpido-es que cuando nos íbamos para nuestras casas el menda y Dororo nos encontramos con 2 lutinenses.
¿COMOOOOOOOOOOOOOOOO?-exclamaron todos al unísono.
-Lo que oís.
-Pues habrá que cargárnoslas-dijo Giroro y con las armas en la mano listo para el combate.
-Y ¿no hay otra forma de tratar con ellas?-preguntó Mois.
-No Mois, los lutinenses son nuestros enemigos de por vida, no podemos dejarlas vivas-exclamó Keroro.
-Además si las dejamos vivas nos tocaran las narices para cuando vallamos a invadir Pokopen-dijo Giroro-sabemos que existen muchas razas alienígenas que quieren dominar este planeta, y los lutinenses son unos bicharracos muy poderosos.
-Cada lutinense tiene un extraño poder, pero muy poderosos, sería muy difícil de derrotar, kukuku…-explicó kururu.
De repente un clic se hizo en la cabeza de keroro.
-YA ESTA-exclamó emocionado- lo tengo, se me acaba de ocurrir un plan perfecto para nuestras lutinenses, Gerogerori…-dijo con un sonrisa macabra en el rostro.
Los demás se acercaron a oír la idea que se le había ocurrido al sargento, y todos rieron complacidos por el plan y empezaron su ya conocida vibración.
A LA MAÑANA SIGUIENTE
No recuerdo nada, solo que estábamos mi compañera y yo en nuestra nave espacial en un reconocimiento de la zona, cuando un fallo en el sistema hizo que nos desviáramos de los demás, luego recuerdo que nos estrellamos en un planeta desconocido. ¿Donde cojones estoy?
Sentía dolor en mi cuerpo, seguramente es por el carajazo que nos pegamos. Escuché voces, pero estas eran lejanas, sentí unas cadenas atadas a mis muñecas y a mis pies. Actué por instinto ya que no tenia ni idea de donde estaba, fui abriendo los ojos lentamente y pude divisar una base alienígena. Pero esta era diferente, no se parecía en nada a la de mi planeta, por lo que deduje que no estaba en una base de mi planeta. No sabía si los que me tenían aquí encadenada eran amigos o enemigos, pero a juzgar por la situación, me da al pego de que eran enemigos.
Giré mi cabeza lentamente, para no levantar sospechas de que me había despertado y pude divisar otro cuerpo a mi lado, era Nazaret, mi compañera. Me empecé a asustar de verdad, no tenia ni idea de lo que iba a pasar a continuación.
-Gerogerori…con estas lutinenses bajo nuestro poder la invasión será pan comido- Se escuchó de pronto a un lado, giré mi cabeza en dirección a donde procedía la voz, lo próximo que vi me asustó de verdad. Ahora si que la había cagado.
Pude ver a 5 keronenses, nuestros principales enemigos, allí con un montón de aparatitos. No podía ser, como es posible que hubiésemos llegado a Keron, estaba muy lejos de la órbita donde íbamos. Pero ahora no era tiempo para pensar en eso, tenía que escapar de allí con Nazaret si no la quería palmar.
Con mi poder podría escapar de allí. Yo soy una soñadora, ahí muy pocos en mi planeta con este poder, la verdad es muy útil, puedo hacer que todo lo que desee suceda, por ejemplo, deseo que estas cadenas se suelten y las de Nazaret también, y así se hizo solo que con un problemita. Al soltarse las cadenas chirriaron y los keronense se voltearon sorprendidos a mirarnos.
-Me cago en la leche- Cogí a Nazaret por los pies y la fui arrastrando hasta la salida por todo el suelo. Coño, no pesa ná la niña.
-QUE NO ESCAPEN-exclamó uno de ellos, era rojo, con una calavera en la frente, una brecha en la cara y llevaba un cinturón puesto. Tiene pinta de tener mala leche, pensé, con una gotita en la cabeza.
-Kukuku…dejármelas a mi- de repente salió uno amarillo, con unos auriculares y unas gafas. Era guapo y tenía una risa muy graciosa….Pero que estoy pensando, sácate esas cosas de la cabeza mamona.
Le hizo clicki a un botoncito rojo que tenía a su lado y de pronto salieron unas manos robóticas. Pensé en que se destruyeran y así pasó. Sonreí para mis adentros al ver a los keronenses en plan poker face. Ahora uno azul con una cosa extraña que le cubría media cara salió de todo el humo que había provocado la explosión, me pilló por sorpresa por lo que sin querer lancé a Nazaret por los aires y esta calló al suelo, despertándose y con un enorme chichón en la cabeza.
-Hija de tu madre, porque me has tirado….¿donde estamos? Ehh, pero si vosotros sois keronenses.
-Así es monada y ahora estarce quietecitas Gerogerori….-dijo el que parecía el líder, era verde con una estrella amarilla. Estaba montado en un robot muy grande e iba hacia nuestra dirección.
