¡Hoola!

Waaa! Mis comentarios al final jejeje...pero antes, debo dedicarle este one-shot a jhenybadefan por darme tan asombrosa idea! Sin ti, esto no hubiese pasado jejeje Linda, adoro tu imaginación, espero que te guste :)

Les agradezco a: DarkFire0407 , HeiMao3, Sonatika-San, LoveFan1 , Plumas De Plomo por sus hermosos reviews...y también a todas las personas que pusieron "Las ventajas de...¿un cambio de pañales?" en sus favoritos o en alertas, dándome a entender que continuara con la idea de hacerle pequeños fics a Mary. :D

Mi querida Angel Rebelde18, sé cuanto adoras a Mary y espero que sea de tu agrado.

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Ninguno de los personajes mencionados me pertenecen.


Convivencia Familiar

By: KICT

A Bruce Wayne no le gustan los niños.

A Bruce Wayne no le gusta el desastre que causan.

A Bruce Wayne no le gustan los berrinches que hacen.

A- Bruce Wayne no le gusta que corran descalzos por doquier.

A Bruce Wayne no le gustan los juguetes chillones que llevan a todos lados.

Muchas personas creen que a Bruce Wayne no le gusta nada con relación a los niños. Quizás tengan razón.

Porque en definitiva…

A Bruce Wayne (no) le gustan las sonrisas de Mary.

A Bruce Wayne (no) le gusta su risita de niña traviesa.

A Bruce Wayne (no) le gustan sus palabras dulces y su voz delicada.

A Bruce Wayne (no) le gusta que lo llame abuelo.

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Mary

Además de la frustración que respiraba, Bruce Wayne sentía que la amargura se había apoderado de él.

Había rebuscado en cada una de las estanterías y no encontró nada.

Se supone, que en la biblioteca de los Wayne, podrías encontrar cualquier cosa: biografías, enciclopedias, informes…

De todo, excepto, libros infantiles.

Desde la llegada de la niña, la mansión reemplazó su silencio sepulcral por risitas y pasitos tambaleantes. Y aunque, eso, liquidaba sus nervios, no podía evitar sentir cierta emoción.

Sus cejas espesas, se levantaban o se arrugaban con cada acción de la chiquilla. Ya sea para recibir un abrazo de sus padres o si daba un paso en falso.

Todo marchaba bien; la niña se distraía con cualquier cosa y él sólo se limitaba a observarla o a intercambiar monosílabos con su hijo.

La pareja, observaba un tanto divertida al hombre frente a ellos, aunque quería mantener su aire de seriedad e indiferencia, no quitaba la vista de su hija. Era un cuadro muy gracioso, Bruce con sus brazos cruzados, fingiendo interés en lo que le decía su nuera o su hijo, mientras estiraba el cuello para ver lo que hacía la pequeña.

El problema comenzó cuando él abrió a boca. Mary corría entretenidísima con sus pasitos tambaleantes, desde la puerta de entrada, alrededor de ellos o hasta sus padres, incluso se abría paso hasta llegar a la puerta de la cocina, donde Alfred la estaba esperando con una sonrisa o una mueca graciosa; y no pasaban ni cinco segundos y la pequeña ya estaba estallando en risas.

— Mary— había llamado él— si quieres, puedes pedirle a Alfred unas galletas…

La sonrisa despareció de pronto y el miedo invadió sus ojos, Mary lanzó un pequeño sollozo y fue a esconderse en los brazos de su padre.

En ese momento, su corazón se contrajo. Sabía que de algún modo, él todavía era un extraño para ella. Después de todo, era la primera vez que se veían.

Podía escuchar como su nuera, le susurraba palabras dulces y la animaba a responderle algo a su abuelo.

A pesar del rostro impasible que mostraba, no pudo evitar la punzada en su corazón. El miedo contaminó rápidamente el ambiente y de un momento a otro, la casa recuperó su aire de seriedad, desasosegado.

Era curioso, que estando en su propia casa se sintiese fuera de lugar. Para su buena suerte, Alfred apareció en la estancia y le ofreció a la pequeña unas deliciosas galletitas.

El mayordomo, sin duda, era una persona intuitiva, que con el paso de los años había aprendido a notar cada una de las expresiones del dueño de la casa. Así que, — como en la mayoría de las veces— se vio obligado a intervenir.

Entabló una amena conversación con el joven Richard y su esposa, acerca de los intereses de la niña. Buscando algo que pudiese ayudar. Al cabo de un rato, encontró lo que buscaba.

— Si, de hecho si, le gustan muchos los cuentos, ya sabes Alfred, cualquier cosa que la haga reír está bien.

— Hum, —exclamó el hombre— ya veo… Amo Bruce, si bien no recuerdo, me pareció haber visto un par de libros de cuentos en un cajón de su biblioteca…

Con esa pequeña indirecta, Bruce Wayne se levantó y se dirigió a su biblioteca. La decepción lo invadía; en realidad, no le sorprendía para nada su rechazo. Lejos de tranquilizarlo, se dio cuenta de que le afectaba, y mucho. Pero, ¿por qué debía de importarle? Después de todo, ni siquiera era su nieta…

— ¿Señor?— le llamó el mayordomo, en cuanto entró en la biblioteca— encontré esto, en el desván. —El millonario reconoció el libro de inmediato, estaba un poco deteriorado, con las hojas amarillentas que tanto caracterizaban a los libros viejos, y con un fuerte olor a polvo. — Su padre solía leérselo, cada noche, antes de la hora de dormir.

— Gracias Alfred. Estoy seguro, de que le gustaran a la hija de Richard…

Alfred, casi se atraganta con las palabras que acababa de escuchar, porque a pesar de los años, el señor Wayne, no dejaba de darle dolores de cabeza. Quizás estaba pasando demasiado tiempo con el joven Damián…él era el único que tenía, esa clase de ideas. — ¿Es muy difícil de aceptar Amo Bruce? ¿Es muy difícil para usted aceptar que la señorita Mary es su nieta?

— La niña me rechaza, Alfred. No sé cómo tratarla. ¿Qué se supone que haga?

— Intentar, Amo Bruce. La niña que se encuentra allá afuera, es su nieta y creo que debería empezar a tratarla como tal. Ella no necesita a Batman o a Bruce Wayne, sólo necesita a alguien que la guie y la llene de afecto…necesita a su abuelo…A veces, no es necesario compartir lazos sanguíneos para ser familia.

Alfred se retiró sin decir nada más.

Bruce examinó los libros que sostenía en su mano. Durante un par de segundos, dejó que su mente divagara con el recuerdo de sus padres y se preguntó cómo hubiesen reaccionado ellos con la noticia de un nieto, ¿se habrían alegrado? Por supuesto que sí, sonrió para sus adentros con nostalgia…quizás, de no haber sido asesinados, no habría adoptado a ninguno de los chicos.

Se preguntó qué sintió Alfred con la llegada de los chicos, él consideraba a su mayordomo como un segundo padre y estaba seguro de que él lo consideraba como un hijo, y de ser así, entonces Dick, Tim, Jasón…e incluso Damián eran como sus nietos.

Desde hace mucho que no sentía así, perdido y sin saber qué hacer.

Estaba estresado y mucho.

Salió a la estancia y se encontró solo. Se adentró más en ella y de soslayo observó a la pequeña correr libremente por el jardín, perseguida de sus padres. Cuando por fin atraparon a la niña, cada uno de la tomó de una mano y la elevaron al aire, comenzando a mecerla.

Richard tenía una manera particular de ver el mundo. Nunca lo escuchó cuando debía. Tomó decisiones apresuradas, demostrando lo impulsivo que era; con su propia visión del mundo y de las cosas que quería. Ocasionando su distanciamiento y un creando un abismo que ambos intentaban cerrar o ignorar. Porque a ratos —sin quererlo— el rencor se mostraba en sus ojos y luego era acompañado de frustración.

Pero muy a su pesar, lo había conseguido, luego de tantas peleas y discrepancias…era feliz, o al menos lo aparentaba muy bien.

Caminó hasta la chimenea y la apagó, estiró su brazo y observó el retrato que reposaba de manera elegante sobre la misma.

Era una especie de fotografía familiar, él yacía sentado sobre la silla de su estudio rodeado de Alfred y sus hijos. El cuadro era muy…elegante, cada uno con sus trajes, sus zapatos brillantes, mirando serios a la cámara; el estudio había sido una buena elección según el artista: la alfombra tendida de manera suntuosa y los miles de libros tras de ellos.

Era curioso como una fotografía podía capturar un momento y conservarlo durante un largo tiempo. Aunque le hubiese gustado fotografiaran el momento en que cada uno salió corriendo y lanzando maldiciones por lo bajo antes de lanzar el traje y los zapatos por doquier.

Había fallado incontables veces, con cada uno de ellos…aunque con unos más que otros.

Regresó sobre sus pasos y tropezó con algo tirado en el piso. Lo examinó y evaluó su peso, lanzándolo de una mano a la otra. Finalmente, resolvió que hacer con él.

En el jardín, Mary corría y saltaba persiguiendo a una bella mariposa azul, su vestidito moviéndose con el viento, desde una esquina del jardín sus padres miraban sonrientes la escena, recostados bajo un árbol.

Bruce entró al jardín con paso decidido y su rostro impasible, como siempre. Cualquiera que lo conocía lo suficiente diría que estaba enojado o a punto de gritarle a alguien. Se detuvo a escasos pasos de su nieta y se arrodilló para quedar a su altura. La pequeña detuvo su juego y se quedó paralizada frente a él. El sol iluminaba su rostro y sus mechones bailaban con la brisa del lugar, sus ojos ya no mostraban temor, pero si inseguridad.

Lentamente, retiró las manos de su espalda y le tendió el osito de felpa, le temblaban los labios y decidió que era lo mejor…esbozo una pequeña sonrisa, era sutil, pero sincera. No había arrogancia o superioridad, como en la mayoría de las veces. Sólo estaban un abuelo y su nieta.

Mary se acercó y tomó su osito con cierto temor y lo analizó cuidadosamente, era el mismo, afelpado, un poco panzón y son una gran sonrisa tejida. Entonces noto que algo le faltaba, o mejor dicho algo le había sido adherido; rozó la pequeña máscara que ahora poseía su juguete y sonrió.

Se lanzó a los brazos de su abuelo.

Por primera vez en su vida, Bruce Wayne se había quedado paralizado, con las manos suspendidas en el aire, sus ojos azules mostraban su indecisión, estaba perplejo y su cuello había sido rodeado por unos pequeños y frágiles bracitos.

— Gacias abelo— fueron las palabras que lo hicieron reaccionar, sus manos de a poco envolvieron suavemente el cuerpo de su nieta, era tan pequeña que le daba miedo lastimarla, desconocía el sentimiento que formaba en su interior, pero le gustaba. Bajó la mirada hasta su cabello negro, y se dio cuenta de que sonreía.

Quizás sus ojos mostraban dulzura o felicidad, o una mezcla de ambos, y si no era ninguno de los dos, entonces era algo que se asemejaba mucho a esas emociones.

Cerró los ojos y se dejó envolver por aquel extraño sentimiento, en cierta forma, el abrazo se sentía como algo que había estado esperando, sin saberlo.

Y, por fin, la espera había terminado.

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A Bruce Wayne, definitivamente (no le gustan), ama los abrazos de su nieta, Mary.


¿Y bien? ¿Qué les pareció? ¿Errores?

Me falta muchísimo para poder plasmar correctamente las personalidades de los personajes. Y creo que por eso estoy un poco decepcionada de mi misma, es algo extraño ¿saben?

En varios fic, he leído que Mary tiene una especie de osito de peluche con una máscara, no sé a quién se le ocurrió esa idea, porque no es mía. Pero, quería mostrar de donde venía, porque en mi imaginación pasa así jeje :3

Pero bueno, les agradezco que me hagan conocer sus pensamientos acerca del fic. Estoy un poquito decaída, pero me alegra saber que cumplí con mi palabra :) jeje

Se suponía que lo que está entre paréntesis, iba a ir tachado, peeeero por alguna razón aquí no aparece así, espero que entiendan.

Ah, si mi lindo hermanito me dio el nombre para el fic, sin él, este fic tuviese un nombre ridículo o muy soso.

Este es un conjunto de one-shots, acerca de la convivencia de la pequeña Mary con ciertos miembros de sus familia. No sé cuantos vayan a ser en realidad, pero por ahora tengo otro cap. escrito. Si tienen alguna sugerencia la acepto con muchísimo gusto.

Mmmm, ah si, los one-shots no van a tener ninguna especie de continuidad. Por el momento...

Tengo todo mezclado y me disculpo por eso, pero estoy un poco apurada...

Espero que les haya gustado y no se hayan decepcionado con este fic. Les voy a ser sincera, en lo personal, en mi imaginación quedaba mejor, o al menos lo imaginaba diferente y siento que no ha quedado bien.

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Les agradezco por leer y por motivarme a seguir escribiendo.