Hola! Y muy bienvenidos a este fic. Antes de comenzar por fvaor LEAN ESTO, ES IMPORTANTE PARA ENTENDER LA HISTORIA.

-the Beginning of the end es una historia contada desde el punto de vista de Tori Evans, un personaje inventado por mí.

-El fic esta ambientado cuando los protagonistas aún no habían entrado al laberinto, por lo que tendrían alrededor de 13-15 años.

-Este fic es la continuacion de otra historia mia llamada Days Gonne Bye, pero no es necesaria leerla para entender esta. Una rapido resumen de lo que ocurrió antes (SPOILERS DE DGB): Michael y Tori son hermanos. Mike es inmune y Tori no. Su madre desaparece un día por lo que ellos la van a buscar,abandonando Kansas. Al encontrarla se dan cuenta de que esta infectada con la Llamarada y para salvar a su hermano Tori debe dispararle a su madre. Ambos siguen su camino, conociendo a otros grupos que viven afuera de la ciudad. Finalmente son atrapados por CRUEL, que en un principio solo quiere a Michael, por ser inmune. Pero por un extraño motivo se llevan tambien a Tori.

OKEY ESO ES TODO, QUE LA PASEN BIEN :D

(Newt Minho, Thomas y los demas aparecen en el próximo capitulo)

Hubo un tiempo en que la gente se reunía en los parques y hacían picnics disfrutando de un bello día soleado. Se escuchaba música a todo volumen y las personas bailaban como si no hubiese un mañana. Los niños estaban relativamente a salvo y jugaban a todas horas, riendo a más no poder. Para Tori eso era surrealista, un mundo tan feliz parecía demasiado ingenuo, rozando la estupidez. Pero su madre le contaba historias de su infancia, le hacía escuchar la música de aquellos tiempos, y hasta le enseñaba los juegos que de niña ella había disfrutado con sus amigos. Y así ella creció, con un pie en el pasado y otro en el presente. Lamentándose todos los día por no vivir en la utopía que su madre le describía. Cuando Michael nació Tori le enseñó todo lo que su madre le había transmitido. Ella hizo de madre, hermana y mejor amiga mientras que su progenitora de hallaba trabajando para mantener una familia de tres.

El sonido de una puerta metálica deslizándose automáticamente despertó a Tori. La chica parpadeó un par de veces, aturdida, confundida y con un fuerte dolor de cabeza. Poco a poco su vista se fue enfocando y la habitación dejó de ser una nebulosa negra. Era un cuarto grande, con un espejo negro que ocupaba casi la totalidad de la pared que se encontraba enfrente de ella. Estaba en lo que parecía una sala de interrogatorio, o cámara Gesell. El "espejo", lo era solo de un lado. Probablemente la estuvieran observando detrás de ese vidrio oscuro ¿Cómo sabía todo eso? Bueno… se podía decir que había estado una u otra vez en una comisaria, en aquellos tiempos en los que aún era una principiante en el arte de robar.


A medida que iba recuperando más y más su conciencia, la chica empezaba a intentar moverse, levantarse de aquella silla y enfrentar a quien quiera que hubiera entrado por esa puerta, pero apenas lo intento, Tori sintió sus manos esposadas a la mesa que tenía adelante. Su desesperación creció de repente, al sentirse prisionera.

-Señorita Evans, respire, todo estará bien.

Tori levantó la mirada. Delante de la puerta se encontraba aquel doctor. Ese quien la había traído a ella y a Michael a aquel lugar…. Michael ¿Dónde estaba su hermano?

-¿Dónde han llevado a…?

-Su hermano está bien.

-Quiero verlo. Ahora.

-Lo lamento, pero eso tendrá que esperar.- El hombre de tez oscura se aproximó a la mesa y tomó asiento enfrente de ella, colocando lo que parecía un expediente delante de la chica. El medico abrió la primera página y comenzó a leer en voz alta. – Tori Mallory Evans... Debe haber un error, debieron haber puesto Victoria.

-No. Mi nombre es Tori, idiota.- Lo atacó la chica sintiendo como su humor empeoraba la cada segundo.

-Oh… de acuerdo. Supongo que es original.-Comentó el hombre sin hacer caso a la palabra "idiota".-Tori Mallory Evans. Catorce años. Nacida originalmente en New Orleans, aunque estuvo residiendo en Kansas por los últimos doce años aproximadamente…

-Ya sé quién soy, ahora dígame dónde está mi hermano.- Tori agitó sus esposas violentamente, impacientándose cada vez más.

El hombre la miro en silencio, observándola por arriba de sus anteojos. Finalmente cerró la carpeta y apoyó sus manos sobre la misma.

-¿Sabes porque tienes esas incomodas esposas? Bueno, yo soy el culpable. Hubiese preferido que te despertaras sin nada aprisionándote, pero no tengo tanta autoridad aquí. O eran esposas o cinco guardias con sedantes, por precaución. Y sinceramente quería tener esta charla a solas contigo.

-¿A solas? Esa es una maldita mentira. Detrás de ese cristal debe haber al menos siete personas escuchando esta conversación.

-Tres.- Corrigió el hombre.-Y te equivocas con respecto al vidrio. Las personas, de hecho, están detrás del espejo que está a tus espaldas, el cual no puedes ver…. No me sorprende que hayas reconocido el vidrio de visión unilateral. Según tu informe has estado detenida tres veces, aunque el trabajo de tu madre te ahorró el mal momento de ir a prisión ¿No es así?

-Si las personas que están escuchando esta conversación están detrás mío ¿Qué hay del otro lado del espejo enfrente de mí?- Tori ignoró por completo el comentario del médico. Le intrigaba saber que había detrás del oscuro vidrio en el cual se podía ver reflejada.

-Si tanto te interesa saber…-El hombre miró sobre el hombro de la chica eh hizo un gesto afirmativo. Un segundo después el espejo oscuro se ilumino por completo, dejando al descubierto una habitación continua, idéntica a la cual Tori se encontraba. A excepción de un detalle. Solo había una persona en esa sala. Michael. La chica pudo sentir como su corazón se congelaba de terror ante la idea de que le hubieran hecho algo a su hermano. El niño parecía inconsciente. Ella aún podía sentir en dolor en su nuca, a causa del culetazo que aquel guardia le había dado, pero eso no tenía relevancia a comparación de la preocupación que le causaba el bien estar de Mike.

-Déjenlo ir, por favor.- Dijo la chica justo en el momento en que la luz se apagaba, y el vidrio se tornaba nuevamente negro.-Yo me quedo. Experimenten conmigo, hagan lo que quieran… pero por favor, no lo toquen a él. Solo es un niño.

-Al igual que usted… Señorita Evans ¿Sabe qué hacemos aquí, en CRUEL?

-¿Secuestrar niños y lavarles el cerebro?

-Creo que tendré que desarmar sus delirios.-Comentó el hombre riendo.-No. No hacemos tales cosas. Escuche, creo que tendremos que hacer un trato. Usted escucha en silencio todo lo que tengo que decirle y yo prometo llevarla con su hermano cuando salga de aquí.

Tori permaneció en silencio, con sus ojos pegados en el doctor. Finalmente asintió en silencio.

-Muy bien. Primero, creo que aún no me he presentado. Soy el doctor Edward Moore. Estoy al cargo de una variedad de tareas, entre ellas buscar posibles nuevos reclutas. Me llegó su expediente hace un mes aproximadamente. Me interesó su historia en el instante que leí su informe. La considero la persona con más coraje que he conocido. Digna de admiración y respeto… y con tan solo catorce años. Simplemente asombroso.

Tori se mordió la lengua para no contestar nada. Había algo en la mirada de Moore que le hacía creer que quizás realmente él sentía admiración hacia ella. Casi un instante después la chica borró esa idea de su cabeza. Era ridículo pensar que los miembros de CRUEL pudieran tener una pizca de bondad en sus corazones.

-Luego de la muerte de su madre… la cual lamento desde el fondo de su corazón, había sabido ser una soldado ejemplar.

-No hable de mi madre.

-Lo lamento- Dijo enseguida Moore mostrándose sinceramente arrepentido.- No volverá a pasar, pero debo seguir con mi explicación. –Tori quedó en silencio nuevamente de mala gana.-Gracias. Como decía, me interesé en usted y en su gran potencial como recluta. ¿Pero cómo? Se preguntara usted. A fin de cuentas no es inmune. Bueno, debo informarle que no todos nuestros reclutas lo son. Claro, los inmunes son la mayoría, pero tenemos un porcentaje que aún puede contagiarse de la Llamarada. Y digo aún porque, a fin de cuentas, aquí en CRUEL estamos buscando la cura, y la encontraremos. No tenga dudas de ello. Pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos a personas cuyos cerebros puedan estudiarse. Cada reacción, cada sentimiento, cada pensamiento. Todo ayuda para crear un mapa, el cual es la clave para hallar al cura. Necesitamos todas las variables que los reclutas puedan arrojarnos. Todo sirve. Para eso hay que crear estímulos, y la única forma de hacerlo es a través de las pruebas. La primera, de hecho, da comienza en tres semanas. Participaran dos grupos de cincuenta integrantes cada uno. El grupo A esta completo con el nuevo recluta… Michael. Al igual que el grupo B. Aquí es cuando las cosas se ponen difíciles. Ya no hay más lugar para agregar a nadie, pero yo quiero que usted participe en nuestras pruebas. Considero que sus variables pueden resultar mucho más interesantes en comparación a otras reclutas del grupo B… por ese motivo será puesta a prueba. En estas tres semanas la estudiaremos para ver si la incluimos en las pruebas sacando a una de las actuales reclutas del grupo B, o si debemos dejarla ir.

-¿Sin Michael?

-Sin Michael.

Tori había podido formular un millón de interrogantes a partir de toda la información que acaba de recibir, pero lo primero que le interesó fue que cabía la posibilidad de que no la dejaran ver a Mike otra vez.

-¿Qué pasa si nos negamos?

-Lo lamento, pero eso no es una opción. El estado permite que CRUEL se quede con la tutela de los niños huérfanos, si así lo deseamos. No todos los pequeños reúnen las cualidades de ser reclutas. Usted y su hermano no forman parte de ese conjunto. A decir verdad es todo lo contrario. Podrían llegar a ser, de hecho, los reclutas más importantes.

Al escuchar la palabra "huérfanos" Tori sintió la urgencia de sacar de su bolsillo la foto familiar. Quería ver la sonrisa de su madre una vez más, y quizás así olvidar por una milésima de segundos que ella había sido la responsable de su muerte.

-Okey…- Tori había perdido las ganas de hablar. Solo quería abrazar a Mike y dormir por años.

-Muy bien.

Moore sacó una llave del bolsillo de su bata y se aproximó a la chica. Un segundo después, las esposas se desprendieron de las muñecas de Tori.

-Sígueme, tengo que cumplir la promesa que te hice.

La chica se levantó del frio y metálico asiento, para seguir al doctor hasta el pasillo al cual daba la sala de interrogatorio. En ese amplio corredor había al menos diez puertas metálicas más. Todas seguramente daban a una sala idéntica a la cual Tori había estado.

-¿Dónde está mi herma…?

La chica no puedo continuar la frase. La puerta a su derecha se abrió de golpe y de ella salió otro doctor, de pelo rubio y ojos claros. Parecía tener quizás cuarenta años, y erla extremadamente bajo. De tras de él apareció un niño de ojos azules y cabellera enrulada. Sus enormes cachetes estaban cubiertos por lágrimas, pero apenas vio a la chica, el pequeño dejo escapar un grito de alegría y corrió a abrazarla. Tori recibió a su hermano con los brazos abiertos, aun en shock por la repentina aparición de Michael.

-Nunca más me vuelvas a dejar solo.-Dijo entre lágrimas y con un tono de enojo Michael.

-Jamás.-Contestó Tori devolviéndole el abrazo aun con más fuerza.

-Por un minuto creí que habías muerto, luego de que ese guardia de golpeo… yo… yo no sabía que hacer Tori. No puedo perderte. No podría sobrevivir ni un día.

-Claro que podrías eres valiente.- La chica se separó de su hermano y secó sus lágrimas. –Descuida Mike, aquí estoy. Te prometo, todo estará bien, yo lo arreglaré.