A pesar de que el olor en el ambiente no era el más agradable pues olía a pólvora y sangre, el cansancio le impidió al samurai hacer otra cosa diferente a acostarse sobre el piso de la azotea, ella lo imitó, y él cerró sus ojos para descansarlos y al mismo tiempo concentrarse en la sensación de la brisa nocturna contra su piel. Era un tiempo de calma después de una ardua pelea, los cuerpos inconscientes y heridos de los agresores descansaban por todo el lugar, él podía escuchar la respiración agitada de su acompañante, y sonrió cuando, a pesar de eso, la oyó cambiar el cartucho de su arma. Mamoru abrió sus ojos y miró hacia la izquierda moviendo un poco la cabeza en esa dirección, a eso de un metro se encontraba Haruka, quien mantenía los ojos abiertos mirando al cielo y trataba de controlar el ritmo de su respiración.

-Haruka.

-¿Um? -La mujer no se molestó en mirar hacia donde él se encontraba, seguía mirando el cielo casi que hipnotizada. Ante el silencio de él, movió su cabeza para observarlo mientras cruzaba las manos sobre su abdomen, aún sosteniendo su arma. -¿Mamoru-san?

-Me parece que ya estamos fuera de peligro. -En el rostro de Haruka se dibujó una sonrisa de complicidad.

-Yo soy la que tiene habilidades precognitivas, no lo olvides.

-¿Y acaso viene alguien más? -El samurai aclaró la garganta después de decir esto, repentinamente se sentía la garganta reseca y tenía ganas de tomar algo. Haruka volvió a mirar al cielo antes de responder.

-No. -El ya prácticamente innecesario guardaespaldas sonrió levemente. -Sabemos bien que en todo caso mis premoniciones no son definitivas. -Años de persecuciones habían forjado en ella, más allá de un carácter paranoico, una concentración inquebrantable en los elementos que la rodeaban, dejar de pensar implicaba la muerte.

-¿Cuánto tiempo ha sido? -En todo caso, aún existían cosas en el mundo que la hacían perder la concentración por completo, y una de ellas era escuchar a Mamoru mientras le hablaba.

-Quince años. -La mujer finalmente decidió guardar el arma en su estuche como un intento en mantenerse ocupada y ocultar el ligero nerviosismo que empezaba a alcanzarla.

-¿Estás conforme con la decisión que tomaste? -Ella torció la boca ante su pregunta. -A pesar de que logré librarte de quienes querían tus habilidades, decidiste seguir en este mundo, y a pesar de que desaparecí por cinco años, seguiste peleando, y de alguna manera me encontraste, ¿no deseas a veces tener una vida normal?

-Sería realmente egoísta de mi parte, saber que hay personas que sufren diariamente cosas como las que a mí me tocó pasar y no hacer nada para tratar de evitarlo. Creo que ya no puedo tener una vida "normal", no me es posible ignorar lo que los demás están pasando. En todo caso, ¿por qué estás hablando de estas cosas? -Haruka miró por un momento a Mamoru y luego volvió a mirar el cielo y suspiró. -Aparte de eso, aún si este estilo de vida es difícil en ocasiones, vale la pena, solo por el simple hecho de haberte conocido. -Haruka miró hacia el otro lado de la azotea y se sentó con la intención de ponerse en pie, no tenía deseos de seguir hablando, pues a pesar de lo fuerte que se había hecho, sentía que se volvía vulnerable al estar cerca de él. Cuando se hubo puesto de pie, sintió que el samurai se levantaba del suelo.

-¿Quisieras intentarlo? -Haruka sintió que su cuerpo se paralizaba, pero luego se dio vuelta con lentitud.

-¿Q-Qué cosa? -Las mismas reacciones nerviosas que había tenido de adolescente frente a él la seguían persiguiendo, la mujer observó con cuidado la expresión seria del samurai.

-Esto no tiene nada que ver con tu premonición, tampoco tiene que ver con que esté viejo o no tenga otra opción, si lo estoy diciendo es porque estoy completamente seguro de que lo quiero. -Haruka bajó la mirada mientras sentía que su rostro ardía. -Haruka, ¿quisieras intentarlo? Nosotros...un paso a la vez, sin presiones, sin prisa... -La mujer mantenía la mirada en el suelo, sus premoniciones nunca le advertían cuando este tipo de cosas ocurrían. Pero eso no era importante en este momento, la mujer apretó los ojos y levantó el rostro. A pesar de que le costaba observar el rostro del samurai, abrió los ojos lentamente.

-Me gustaría intentarlo, Mamoru-san. -Su guardaespaldas sonrió levemente y le extendió su mano izquierda. Ella tomó su mano y sintió un escalofrío mientras entrelazaba sus dedos con los de él por primera vez después de quince años de haberlo conocido. Haruka le sonrió de vuelta a Mamoru y caminaron juntos hasta la puerta que los sacaría de la azotea.