Una cita especial
Dedicado a Mel (Shadechu N.)
—¿Sabes? Nunca le había pedido a una...chica que...saliera conmigo. La mayoría no cree que me puedan gustar.
Ella sonrió. Ladeó la...cabeza. Se sonrojó un poco bajo las luces de las velas. Yoichi podía darse cuenta de todo esto. Se sintió feliz. Todo iba bien.
—Gracias por decir que sí. A eso me refiero. En secundaria yo no era popular. Digo, tampoco era una secundaria "normal", esas ya ni existen. Estábamos muy ocupados pensando en matar vampiros o sobrevivir. Dábamos gracias de estar en una ciudad controlada por otros humanos. Pero igual nos molestábamos entre nosotros cuando podíamos. Yu fue mi primer amigo. Estuve totalmente perdido antes de conocerlo. Tuve suerte, supongo.
A ella le gustó escuchar sobre su hermano. Indudablemente. Yoichi subió un poco el volúmen del gramáfono, para que disfrutara el vals, aunque era demasiado temprano (y un poco osado) pedirle que bailaran.
—Me gustan las chicas. Algunas. O sea. Me gustaba mucho mi hermana Tomoe...no de esa manera, pero sí...—se rió nervioso.
Pero ella no se burló. Era pura comprensión y dulzura. Uno no podía evitar...
Enamorarse de ella.
—¿Y qué hay de ti? ¿Te gustan los...chicos? Aparte de tu hermano. Digo...—trató de corregirse, observándola, inclinándose sobre la mesa, acercándose tanto como pudo.
La puerta se abrió bruscamente.
—¿Yoichi, qué...? —murmuró Makoto Narumi, en mangas de camisa, restregándose los ojos que también abrió de repente, con una mezcla de estupor y horror.
—¡Narumi! Pues...Yo...Yo...—exclamó con torpeza Yoichi, tratando de cubrir con sus manos y cuerpo el frasco donde descansaba la cabeza cercenada de Akane Hyakuya. Sobre la mesa, rodeada de velas encendidas y junto a dos copas de vino.
—Voy a volver a dormir, olvídalo, Yoichi...solo, no puedo decirte que vayas al psicólogo porque no hay nada parecido aquí. Tampoco que precisas ayuda psiquiátrica porque así estamos todos. Haré de cuenta que esto no pasó. Pero eso no implica que esté bien. Y mañana quiero que Akane vuelva a la sala. Como siempre. Y que no le haya pasado nada "raro", que perturbe más a Yuichiro y el resto del escuadrón.
Yoichi se aferró la muñeca, mirando hacia el suelo. Narumi hizo una mueca de desagrado y regresó sobre sus pasos.
—Parece que nuestra cita terminó más temprano hoy. Lo siento. No soy bueno para estas cosas —le explicó a ella como pudo, soltando un suspiro de resignación.
Akane volvió a sonreír. A su manera quieta y fantasmal. Con tristeza, igualmente decepcionada.
—Algún día lo haremos de nuevo. Y quién sabe. Tal vez nos salga mejor. Como Yu dijo.
Ella casi asintió. Debía entusiasmarle la idea tanto como a Yoichi.
—Vale algunos sacrificios, ¿no crees?
Akane era especial. Ella no necesitaba hablar. O algo tan banal como un cuerpo entero y pulso para hacerse entender. Yoichi valoraba aquello.
Y por eso, haría su parte para cumplir la promesa.
No todo era Lacus ardiendo.
