Todos los personajes de Inuyasha, incluido el sexy y misterioso Sesshoumaru y la tierna Rin son propiedad de la genial y talentosa Rumiko Takahashi.

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Perdida – Zetus

Capítulo 1

Cansada de esperar

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Era una noche de suave brisa, plagada de estrellas. Dando un suspiro, Rin miró una vez más al cielo y decidió irse a dormir. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces le había dicho a su amo que lo amaba. Al principio había sido algo directa, pero con el pasar del tiempo y desalentada por la actitud indiferente su amo, perdió la ilusión, aún cuando sus ojos no podían esconder el amor que sentía. Cerrando los ojos un momento, recordó como meses atrás hasta se había atrevido a besarlo en la mejilla, en un desesperado intento de motivar sentimientos más románticos en su amo. Todos sus esfuerzos habían sido inútiles, porque el youkai siempre encontraba una forma de evadirla.

Antes de entrar a la habitación, miró de reojo hacia la estancia de su amo al final del pasillo sintiendo ganas de llorar. Con un profundo suspiro se contuvo; no tenía caso derramar más lágrimas, era claro después de tantos años juntos, que aquella puerta permanecería cerrada para siempre, acabando con la esperanza de convertirse en algo más que una simple protegida. Dando un paso dentro de su cuarto, se dejó caer sobre el futón abatida. Poniéndose su ropa de dormir se recostó y fijó su mirada en el techo. Suspirando, recordó la promesa que se había hecho a sí misma dos semanas antes; la última vez que se atrevió decirle a su amo sobre sus sentimientos.

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2 semanas antes…

Rin se paseaba por las afueras del castillo como todas las tardes, cuando escuchó la voz de su amo llamándola. Tomando una flor del suelo, caminó hasta él con una sonrisa.

"Aquí estoy amo!"

"No te alejes del castillo!"

"Gracias por cuidar de mi, me hace sentir especial…por eso lo quiero tanto"

La voz de Rin se deshilachó con las últimas palabras y Sesshoumaru sintió una oleada recorrer todo su cuerpo, estremeciéndolo. En silencio, admiró la belleza femenina con una sonrisa escondida en la comisura de sus labios. Respirando profundo, Rin levantó la mirada y por un segundo creyó que el youkai iba decirle algo.

A veces como ahora, la miraba tan intensamente que sentía el estómago hecho jirones, pero antes de que su emoción se esparciera a todo su cuerpo, Sesshoumaru giró sobre sus talones dejándola sola, con el amor llenando cada uno de sus poros. Desilusionada y con el corazón roto, Rin dejó que las lágrimas humedecieran sus mejillas, prometiéndose, que de no tener alguna señal de su amo en los próximos días, dejaría el castillo para siempre.

(Se lo volví a decir, él sabe muy bien que lo amo pero nunca me dice nada, ya no puedo seguir esperando…)

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Dos semanas más tarde, ahí estaba ella sola en su cuarto con la vista fija en el techo. Sintiéndose miserable por amar a alguien que probablemente la veía como a una niña y no como mujer. Por momentos cuando la miraba fijamente, sospechaba que su amo sentía algo especial, pero eso no era suficiente, ella necesitaba más que una mirada y el príncipe jamás se lo daba.

Cubriéndose con la manta para tratar de conciliar el sueño, tomó la decisión de dejar el castillo en cuanto su Amo saliera de viaje. Antes de sucumbir al sueño, hizo una lista mental de todo lo que tenía que reunir para irse. Era una lista tan pequeña que le dio risa, algo de comida, tres kimonos, un cepillo y unas cuantas monedas que tenía guardadas desde hacia años.

(Tengo que irme bien lejos para no tener la tentación de volver. Si muero en el intento no me importa, pero no voy a quedarme aquí esperando. Me voy a poner vieja y yo quiero tener bebés algún día, experimentar el amor de un hombre…)

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Aunque los días siguientes aquella tarde, Sesshoumaru notó un cambio en la actitud de Rin, no dijo nada. Estaba consciente que los sentimientos femeninos por él iban más allá del agradecimiento o admiración y eso lo confundía. Constantemente pensaba en eso, pero jamás llegaba a una conclusión clara de que sentía por ella, y tampoco sabia como expresar su necesidad de tenerla en su vida. Confiado de que Rin siempre estaría a su lado, nunca consideró que su actitud evasiva, la empujarían a hacer algo tan drástico como dejar el castillo e ir en busca de la felicidad que él le negaba.

Los días pasaron y como era de esperarse, Sesshoumaru permaneció igual que siempre, haciendo que Rin pasara sus últimos días en el castillo, callada y distante. Aunque algunos de los sirvientes notaron el cambio de actitud en ella, ninguno dijo nada, fortaleciendo así la decisión femenina de dejar atrás todo.

Después de 10 agonizantes días de esperar, Sesshoumaru anunció que volvería a salir. Yoro, uno de sus empleados de confianza, fue el único que salió a despedirlo. Sentada en el jardín a la sombra de su árbol favorito, Rin vio a su amo partir y lloró en silencio. Esa sería la última vez que lo vería.

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3 días después…

El sol se estaba poniendo en el horizonte cuando Rin le dijo a Yoro que saldría a caminar un rato. Algo extrañado de que escogiera aquella hora para pasear, el youkai le dijo que mandaría alguien para cuidarla. Sin que Yoro la viera, Rin arrugó la cara porque sabía perfectamente que todos en el castillo la soportaban por temor al Príncipe.

"No es necesario que hagas eso, no me pasará nada! Volveré en la noche"

Yoro se la quedó viendo desconcertado, algo en su voz sonaba diferente, como áspero. Aunque había notado su retraído comportamiento, no se atrevió a conversar con ella y a pesar de haberla visto crecer, la joven era un enigma. El jamás había comprendido la verdadera razón de porque su amo la conservaba a su lado.

En el momento que se alejó lo suficiente, Rin dio un vistazo sobre su hombro. Segura que nadie la vigilaba, rodeó los muros del castillo hasta encontrar todas sus pertenencias envueltas en una tela verde. Una vez que aseguró bien el fardo a su espalda, buscó un sendero apartado y echó a correr para alejarse lo más rápido posible del castillo. Estaba segura que nadie se percataría de su ausencia hasta entrada la noche, o quizás días después, facilitándole las cosas.

Cansada de correr, se detuvo un momento para descansar y comer algo. Ni siquiera se molestaba en mirar hacia atrás porque sabía que nadie saldría a buscarla, y estaba en lo correcto, Yoro se dio cuenta que no estaba hasta al día siguiente. Por tres días caminó sola y al cuarto, pasaron varias horas antes de encontrar algún humano. Eso la puso feliz porque significaba que había varios kilómetros entre ella y los dominios del príncipe. Al llegar al borde de un poblado, se atrevió a mirar sobre su hombro en una silenciosa despedida al lugar que hasta ahora había sido su casa.

Al principio, caminar entre gente como ella fue extraño, pero rápidamente se relajó y fue como si lo hubiese hecho toda la vida. Pasó el día recorriendo el pueblo, viendo la gente pasar de un lado a otro, soñando con un día ser parte de algún poblado. Al oscurecer, se alejó del pueblo en busca de un sitio donde comer y dormir.

………………………

Yoro regresó al castillo con el rostro desfigurado por la preocupación. Yuma su esposa, lo esperaba en la entrada, consciente por la expresión de su marido, que no había encontrado a Rin. De todos en el castillo, fue la única en notar que no estaba, pero permaneció callada porque comprendía muy bien los motivos de la joven. Al llegar junto a su esposa, Yoro se frotaba la cabeza nervioso, hablando sin dejar de ver al horizonte.

"No debí dejar que fuera sola a pasear!"

"Esto no es tu culpa, ella necesitaba más!"

"Que dices? Mas de que? Aquí nunca se la trató mal y siempre tuvo de todo"

La youkai torció los ojos y le dijo que Rin se había cansado de esperar a que el príncipe correspondiera a sus sentimientos. Asombrado, Yoro frunció el ceño preguntándole de que estaba hablando. Con una sonrisa, le dijo que Rin estaba enamorada y casi todos en el castillo sabían.

"No te creo…porque yo no sabia?"

"Porque eres muy distraído para notar que ella estaba enamorada!"

"Pero como se le ocurre? El jamás se enamoraría de una humana"

"Y crees que no lo sabe? Pero tampoco podía evitarlo!"

Yoro sacudió la cabeza y se negó a creer que Rin hubiera abandonado el castillo por voluntad propia, diciendo que estaba perdida y seguiría buscándola hasta encontrarla.

"Perdida? No seas ingenuo, Rin se fue…ojalá encuentre alguien que la quiera!"

Con el corazón oprimido, Yoro suspiró y pensó en como iba decirle al príncipe que su protegida se había escapado bajo sus narices. Al preguntarle a su esposa cual creía iba ser la reacción del amo, Yuma le dijo sin titubear que no le iba importar, porque el youkai era duro como una piedra; de lo contrario habría aceptado aquel amor de buena gana, agradeciendo su buena suerte.

"El no tiene corazón, sabe muy bien que lo ama y nunca hizo nada para corresponderla. Aunque vivía aquí, estaba sola; lo que es peor, con un amor no correspondido, cualquiera se cansa de una situación así. Bien por ella que decidió irse, sobrará quien quiera tenerla como esposa!"

Angustiado, Yoro sopesó las palabras de su esposa comprendiendo que tenía razón. Resignado, empezó a caminar hacia su habitación; esa noche antes de irse a dormir, incluyó en sus plegarias a Rin, deseándole una larga y feliz existencia lejos del castillo.

(Kami-sama te ruego cuides de la muchacha, es muy buena y su único pecado fue enamorarse!)

Yoro salió en busca de Rin una semana completa, pero con cada día que pasaba, las esperanzas de encontrarla se fueron evaporando hasta convertirse en nada. Era como si se la hubiera tragado la tierra, como si una fuerza invisible escondiera su aroma impidiendo seguirle el rastro. Dos semanas más tarde, cuando tenía un mes perdida, Sesshoumaru regresó al castillo. Yoro esperó que el príncipe lo llamara después de descansar y refrescarse, para darle la noticia.

A una hora de su regreso, Yoro recibió el llamado de su amo, para que le informara como había estado todo en su ausencia. El youkai abrió la puerta cuidadosamente, dio un suspiro para darse fuerzas y se aproximó hasta estar frente al príncipe. Después de darle todos los detalles, Yoro se aclaró la voz y se dispuso a decirle que Rin estaba desaparecida.

"Mi Lord, hay otra cosa…es sobre Rin!"

Sesshoumaru, que lo había escuchado sin prestar demasiada atención, volcó los ojos a su sirviente visiblemente inquieto. Si le pareció extraño que no saliera a recibirlo, pero hasta ese momento no le había dado mayor importancia, pensando que estaba entretenida o seguía molesta porque como siempre, él ignoraba sus sentimientos.

Junto a su amo, Jaken sintió un escalofrío y tuvo un mal presentimiento. Con los años, él y Rin se habían vuelto buenos amigos y como todos en el castillo, sabía del amor que ella sentía. Deseando que su mal presentimiento no fuera nada, el pequeño demonio desvió la mirada y vio de reojo a su amo. El príncipe tenía los ojos clavados en su sirviente, esperando impaciente que hablara.

"Que pasa con ella, habla de una vez!?"

"Pues verá mi Lord, ahem…no está en el castillo. Salió a pasear hace tres semanas y nunca regresó, sus cosas tampoco están. Fui a buscarla pero es como si se la hubiera tragado la tierra, su aroma desapareció…la he buscado por todos lados, se lo juro mi Lord…"

De pronto, el salón se vio inundado por un silencio de muerte y con cada palabra de Yoro, el youkai sentía su serenidad y temple derretirse ante la idea de no tenerla en el castillo. En ese instante, mientras Yoro y Jaken se preguntaban si podían salir corriendo para escapar de aquel silencio ensordecedor, Sesshoumaru revivió todas las veces que le había dicho que lo amaba y sintió algo extraño, un escalofrío en su pecho, como si estrenara su corazón.

Las veces que Rin le había declarado su amor, él nunca supo que hacer o decir, aún cuando la consideraba un tesoro en su vida. Ahora, sabía que estaba dispuesto hacer cualquier cosa para recuperarla. En ese instante, reconoció que ya no era una niña y a pesar de sus escasos 22 años, la diferencia de edades entre ellos era una difusa línea. Confiado que jamás lo dejaría, no se había tomado la molestia de considerar su amor, y ahora en un segundo, todo daba un drástico y amargo giro.

Volviéndose a Jaken con los ojos encendidos de rabia, le preguntó en un solapado rugido si sabía algo de eso. Temblando, el sapo negó rotundamente y se ofreció para ir con él a buscarla. Con el corazón estrujado en el pecho, Sesshoumaru se puso de pie y salió del castillo en busca de su pequeña. Yoro se quedó arrodillado en el piso con la boca abierta, era la primera vez que presenciaba tal despliegue de emotividad y preocupación de parte de su amo y eso solo significaba que Rin era más que una protegida para el youkai.

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No sabía cuantos días habían pasado desde que dejara el castillo, pero parecían bastantes. Con el sol escondiéndose en el horizonte, buscó un lugar apartado para encender una fogata, comer y recuperar fuerzas. Una vez acostada, contempló nostálgica las estrellas y no pudo evitar llorar por su amo. Se preguntaba si la extrañaba o solo estaba aliviado que finalmente se hubiera marchado. No imaginaba que la noticia de su partida había despertado en él, sentimientos que siempre había tenido, pero nunca se atrevió aceptar. Limpiándose las lágrimas giró sobre su costado y cerró los ojos para dormir. Cuando despertó a la mañana siguiente, se quedó un momento de pie mirando el cielo, decidiendo en que dirección seguir, finalmente resolvió avanzar en línea recta, pero cuando encontró un sendero que se desviaba ligeramente hacia la derecha, sin dudarlo lo tomó esperando que la llevara a su nueva vida.

Aquel sendero se extendió por kilómetros y en un abrir y cerrar de ojos estaba perdida en medio de la nada, aun así, siguió caminando con la esperanza de encontrar algún poblado, pero no encontró nada. Ahora era de día y caminaba muy lentamente debilitada por la falta de comida y agua. Al borde de su resistencia siguió caminando hasta que llegar a un camino que más bien parecía abandonado. Al salir al campo abierto, sin el resguardo de los árboles, la intensidad del sol le recordó una vez mas, su débil condición humana, dio unos cuantos pasos pero cayó de bruces, antes que pudiera ver el río que corría a tan solo unos pasos de ahí.

Así estuvo por casi media hora con el abrasador sol robándole la poca fuerza que le quedaba. En aquel estado de agotamiento, su mente revivió instantes de su vida que consideraba felices y los breves momentos en que su amo pareció demostrar algo por ella. Demasiado débil para moverse, lloró en silencio antes de perder completamente la conciencia. En ese momento, junto al río apareció la figura de un hombre que cargaba una canasta llena de pescado; dejando la canasta en el suelo, sació su sed y se refrescó. Estaba a punto de irse cuando paseó sus ojos alrededor y vio a Rin tirada. Al principio no supo que pensar y se acercó con cautela, pero al reconocer que era una persona, corrió ayudarla.

Takemaru se arrodilló junto a ella rogando que estuviera viva, tenia suficiente muerte y destrucción acumulada en su pasado como para repartir. Ahora, su mayor anhelo era la vida apacible y monótona que tenía. Al comprobar que seguía con vida, respiró aliviado y sacó un trozo de tela fue al río y lo mojó. Con cuidado le dio vuelta soportando el peso sobre su brazo izquierdo y con la mano derecha apartó el cabello de su rostro. Después de humedecerle los labios, le limpió la cara; mientras lo hacía se preguntó que le había pasado, porque lucía tan débil que le oprimía el corazón.

Poniéndose el fardo de Rin al hombro, la levantó en brazos sin ningún esfuerzo encaminándose de vuelta a la aldea, que estaba a un par de kilómetros. En todo el camino Rin no se movió y Takemaru se preguntaba sino había llegado demasiado tarde. No supo porque, pero llevándola en brazos recordó su vida de antes. Había sido un soldado que un día tuvo demasiadas muertes sobre su conciencia y decidido a dejar todo atrás, buscó un lugar apartado para vivir, encontrándolo en la pequeña aldea. En cuanto llegó, varios de los niños se arremolinaron a su alrededor preguntándole por la muchacha que traía en brazos.

"Takemaru-sama quien es ella?"

"Estaba cerca del río!"

"Esta muerta? Se ve muy mal!"

Takemaru siguió caminando en dirección a la casa que compartía con su tía Okon, que era su única familia. Al verlo, Okon le preguntó que había sucedido; no fue necesario que dijera nada, porque los niños contestaron por él. En el acto, Okon entró a la casa a preparar algo de comer y encender el fuego. Con cariño, Takemaru la acomodó en el futón y buscó agua para ver si conseguía que tomara algo. Sosteniéndole la cabeza, logró que Rin probara un poco, cuando consideró que había tomado suficiente, la volvió acostar diciéndole que todo estaría bien. Junto a él, Okon le pidió que le contara donde la había encontrado. Cuando le dijo, la anciana dijo que lo mas probable era que estaba perdida.

"Se quedara aquí hasta que recupere fuerzas, déjala dormir y en un rato le ofreceremos algo de comer!"

"Iras a ver a Hakura?"

Takemaru apretó los párpados sin decir nada, para sorpresa de Okon en lugar de ir en busca de Hakura, lo vio enfrascarse en preparar el pescado que aún esperaba en la canasta. Pensativa, la anciana paseo sus ojos desde Rin hasta su sobrino, preguntándose si aquella joven era la respuesta a sus plegarias. Hakura era algo así como la novia de su sobrino, pero ella sabía que aquella mujer no amaba a Takemaru y solamente lo utilizaba para darle celos al hombre de quien realmente estaba enamorada. Okon sospechaba que su sobrino estaba tan deseoso de amor que simplemente se hacia el ciego a lo ofensivamente obvio.

Que prefiriera quedarse a cocinar en lugar de ir a ver a Hakura era sin duda motivo de esperanza. Acercándose mas a Rin, se dio cuenta que a pesar de tener la ropa ajada, aquella mujer no era una del montón, había algo diferente, como un aura de serenidad y ternura. Al sostenerle la mano izquierda pensó que bien podía tratarse de una princesa o alguien que vivía con muchos lujos, porque sus dedos no mostraban el menor rastro de trabajo físico. Con una sonrisa, Okon abrió la tela verde e inspeccionó los bienes de Rin. Al hacerlo se sintió confundida y preocupaba, porque aunque parecía una princesa llevaba muy pocas cosas, casi como si hubiera salido huyendo de algo, o peor aún de alguien. Con un suspiro profundo, Okon puso sus ideas a descansar y se esmeró en peinarla y quitarle hasta el último rastro de tierra del rostro. En medio de su tarea, la choza se vio inundada por el delicioso olor de pescado y arroz, esperanzada elevó una plegaria silenciosa a las alturas dando gracias.

Una vez que estuvo la comida lista, Takemaru le sirvió a su tía y se sentó junto a ella. Okon se quedó viendo el plato como hipnotizada, no recordaba cuando empezó a cenar sola mientras su sobrino visitaba a Hakura, cocinándole, esmerado en complacerla en todo, aunque a ella parecía no importarle. Ahora como por arte de magia, de nuevo tenía a su querido sobrino cuidándola y preocupándose por ella. Llevándose un bocado a la boca, Okon le preguntó cuantos años le calculaba, Takemaru la vio un momento antes de decir que no tenía más de 23.

"De que color tendrá los ojos?"

"Esperemos a que despierte tía!"

"Tienes razón…me alegro que cenemos juntos!"

Takemaru sonrió y siguió comiendo; una vez que terminaron y como Rin seguía dormida, Okon le dijo que iría a visitar a la vecina para conversar y conseguir más té. Sentado junto a ella, esperando que abriera los ojos, empezó a cabecear. Estaba a punto de sucumbir al sueño, cuando la sintió moverse. Aún antes de abrir los ojos, escuchó una voz gruesa pero no sabia si estaba hablando con ella. Respirando profundamente, Rin parpadeó pero las imágenes eran borrosas, como cubiertas por una densa niebla. Deseosa de saber donde estaba se restregó los ojos, frente a ella estaba un rostro hermoso, adornado por ojos profundos e intensos y quien fuera aquella persona olía muy bien. Al tratar de levantarse sus brazos la traicionaron pero inmediatamente sintió el apoyo de un par de manos cálidas y fuertes. Nuevamente escuchó la voz gruesa y sexy pero esta vez estaba segura que hablaba con ella, porque le decía que se lo tomara con calma.

"No tan rápido, todavía estas muy débil! Estabas desmayada a la orilla del río. Recuerdas algo?"

Rin se tocó la cabeza que le zumbaba por el dolor de cabeza, se había golpeado contra el piso, pero lo único que tenía era un morete. Cuando quiso hablar el labio inferior le devolvió un latigazo de dolor; a diferencia de su cabeza, su boca estaba partida. Viendo que estaba demasiado débil para sentarse por su cuenta, Takemaru se acomodó muy cerca para ayudarla. Rin se reconfortó con el repentino contacto y finalmente pudo ver bien a su salvador. Cuando sus miradas se encontraron, Rin sintió el estómago estrujado, más cuando le sonrió porque era la sonrisa mas linda del mundo. Takemaru tenía las facciones de un hombre pero había algo infantil en su mirada, como si conservara viva la gracia de un niño. Era alto y fornido; también tenía una cicatriz que empezaba en su clavícula y se perdía en los pliegues de su vestimenta. Aunque sujeta por una cola, se notaba una melena larga, del color de un abismo que enmarcaba su piel ligeramente teñida por el sol. Sus ojos eran los más negros y profundos que Rin hubiera visto jamás. Cuando le preguntó como estaba, ella no contestó de inmediato.

"Mi nombre es Rin!"

"Mucho gusto, soy Takemaru!"

Al escuchar aquel nombre, Rin apretó los párpados un instante, parecía un cruel ironía que tan lejos tuviera un recordatorio de su amo.

"Gracias por salvarme Takemaru-sama!"

"Un placer, quieres comer algo?"

Con la mención de comida, se le iluminaron los ojos e inconscientemente se tocó la barriga sonrojada. En ese instante entró Okon y al verla despierta se arrodilló frente a ella presentándose. Cuando Takemaru le entregó la comida, preguntó si primero lavarse las manos, lo que terminó de convencer a la anciana que Rin era refinada. Como no se podía levantar, se limpió con un paño mojado. Con sus manos limpias, saboreó la comida y mientras lo hacia, pensaba cual sería su excusa del porque estaba ahí, no quería decir demasiadas mentiras así que se decidió por una verdad a medias.

"Y que haces por estos rumbos Rin?"

"En realidad me perdí!"

"Ibas a visitar a alguien?"

"No señora!"

"De viaje con tu familia y te separaste de ellos, te ayudaremos a encontrarlos…"

"No señora…la verdad es que soy huérfana y tuve que separarme de la persona que me adoptó!"

Okon no estuvo segura si podía seguir haciéndole preguntas, porque era obvio que una pena muy grande pesaba sobre aquellos hombros tan jóvenes. Takemaru la miró disimuladamente tratando de imaginar que clase de vida había llevado hasta ahora. Viendo que su tía titubeaba, le preguntó a Rin si estaba en busca de un lugar para vivir, distraída recordando a su amo, contestó con un lacónico sí.

"Ya veo, nosotros siempre hemos vivido solos verdad tía?"

"Hai!"

En ese momento Rin reaccionó de su letargo y con tono casi áspero les dijo que se iría en ese mismo instante porque no quería causar molestias. Metiendo la mano en el kimono sacó un par de monedas de oro y se las entregó a Okon.

"Les agradezco lo que hicieron por mí, me puede dar mis cosas por favor?"

"Pero Rin espera, entendiste mal, Takemaru no te está pidiendo que te marches!"

"Esta es su casa señora yo entiendo!"

Rin trató de tomar sus cosas pero sus movimientos eran torpes y su visión se nubló en un instante por las lágrimas. Impactado de verla tan alterada, Takemaru se arrodilló frente a ella y buscó verla a los ojos, cuando se dio cuenta que los tenía arrasados por las lágrimas, le pidió a su tía que trajera agua. Tomándola de las manos con delicadeza trató de razonar con ella.

"Rin no queremos tus monedas o que te vayas, de hecho puedes quedarte aquí con nosotros si quieres!"

"Pero…usted dijo que…!"

"Entendiste mal, sino tienes familia quédate con nosotros!"

Rin escuchaba las palabras como si estuviera en un túnel, los ojos de Takemaru la distraían de las demás cosas a su alrededor, era como si estando a su lado, el resto del mundo desapareciera. Lo que finalmente logró aplacar su ansiedad fue que Takemaru limpiara sus lágrimas y estrechara sus manos entre las de él. Okon presenció todo en silencio asombrada, Rin despertaba en su sobrino algo que no había visto en mucho tiempo.

"Aquí esta el agua!"

"Gracias Tía, toma Rin!"

"En serio puedo quedarme? Pero no saben si soy una delincuente o una mala persona"

"Eres una mala persona o una delincuente?"

"No!"

"Eso se nota, ahora, ya que todo está aclarado quieres comer algo más?"

"Puedo? Es que es lo mas delicioso que he probado en mi vida!"

Takemaru sonrió complacido porque la comida que tanto le gustaba la había preparado él. Mientras comía escuchando a Okon contarle de cómo era la aldea, Rin revivía una y otra vez la sonrisa masculina, era la primera vez en su vida que experimentaba algo parecido y se sintió extraña. Limitada a una vida rodeada de grandes muros, nunca había considerado la posibilidad de conocer a otro hombre que no fuera Sesshoumaru. Sin embargo, tenía que considerar al youkai como parte de su pasado y si lo pensaba bien ella jamás había sido parte de nada suyo, ella permaneció a su lado por voluntad propia, no porque él se lo hubiese pedido alguna vez.

En lo que terminó de comer, Rin se enteró que tanto Takemaru como Okon eran viudos y la única familia con la que ambos contaban. La aldea era humilde pero llena de personas maravillosas y trabajadoras. Aquellas palabras eran como música para Rin, porque era el lugar perfecto para que una huérfana viviera una vida tranquila y sin recuerdos dolorosos. La anciana le estaba devolviendo las monedas cuando se escuchó la voz de Hakura que buscaba a su novio. Al ver la expresión de desagrado de Okon, Rin supo que no la quería mucho; ella misma sintió el corazón estrujado al comprender como se relacionaba la mujer con Takemaru.

Viendo en detalle a la recién llegada, Rin vio una mujer atractiva pero sin ninguna característica en particular. Hakura estaba ahí para conocerla y asegurarse que no fuera competencia, pero la recién llegada era más de lo que esperaba. Presa de la inseguridad, le dio una mirada de arriba abajo, en lo que Rin interpretó como un intento de hacerla sentir menos, sin embargo, para ella que había vivido a la sombra de Sesshoumaru, aquel gesto era sin consecuencia. Una aldeana con ínfulas de grandeza y su mirada llena de miedo no se comparaba con la frialdad y soberbia de un príncipe youkai.

Respondiendo al insulso saludo de Hakura, Rin siguió comiendo como si nada, todo bajo la mirada atenta de Okon, que con cada minuto que pasaba, mas quería a Rin. Cuando Hakura le reclamó a su novio porque no había ido a cenar con ella, Takemaru le dijo pausadamente que lo disculpara pero se había quedado en la casa para asegurarse que Rin estuviera bien.

"Pero esta comiendo, yo la veo bien, me dejaste sola!"

"No te alteres, quieres comer algo?"

"Ya se me quitó el hambre!"

"Quieres ir a pasear un rato?"

"Bueno!"

En cuanto estuvieron solas, Okon no tuvo reparo en desahogar todo su desaprobación para con Hakura, llamándola bruja y acusándola de no ser una pareja digna para su sobrino. Rin la escuchó a medias, deseando la suerte de aquella mujer que trataba a su salvador como a un sirviente.

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Varios días después…

Como estaba completamente recuperada, se levantó y conoció la aldea acompañada de Okon. Se sentía a gusto en aquella humilde aldea y aunque pensaba en su amo constantemente, estar entre humanos era maravilloso, porque la aceptaron de inmediato, les bastaba saber que era huérfana para no hacer demasiadas preguntas. Por las noches siempre pensaba en el youkai y a veces hasta lloraba, pero estaba decidida a ser feliz y convertir su vida pasada en un recuerdo tan borroso que pareciera un sueño olvidado de la niñez.

Al principio los días pasaron lentamente pero luego sintió que su vida tomaba un ritmo normal. Desde el principio, Rin dejó en evidencia su afinidad con los niños y se volvió muy popular entre los más pequeños, quienes la buscaban para que les cantara y jugara con ellos. Su relación con Okon rápidamente se convirtió en lo más parecido a una madre y Rin probó ser una 'hija' agradecida. Ansiosa por no ser una carga, aprendió todas las labores de la casa, liberando a la anciana de aquella responsabilidad.

En lo único que no tenía esperanza era en el amor, se sentía atraída por Takemaru, pero marcada por el rechazo de su amo, no se consideraba mujer suficiente para tener el amor de ningún hombre, menos uno como él, a pesar de eso, se entusiasmaba viéndolo todos los días. Varias semanas después de su llegada, estando con Okon a solas, Rin finalmente cedió a la curiosidad y le preguntó como había muerto la esposa de su sobrino.

"Enfermó de gravedad y como era una muchacha algo débil empeoró muy rápido!"

"Debió haber sido devastador para él"

"Tienes razón, por eso se convirtió en soldado pero después de algunos años regresó y me dijo que buscáramos otro lugar para vivir y así dejar todos los malos recuerdos!"

"Y porque no se ha casado con Hakura?"

"Se lo ha pedido varias veces pero ella siempre encuentra una forma de evadirlo"

Rin dejó escapar algo parecido a gruñido de desaprobación y recordó las veces que su amo se había hecho el desentendido. Ahora, tanto tiempo después se daba cuenta lo tonta que había sido al pensar que algún día aquel youkai calculador y soberbio correspondiera algo tan insignificante para él como el amor de una humana. Notando el drástico cambio de humor, Okon le preguntó si había tenido esposo alguna vez, la reacción de Rin fue una risa amarga.

"Yo, casada? Nunca he estado con un hombre…una vez me enamoré de alguien pero él nunca se fijó en mi, había cierta diferencia de edad, eso era solo una de las excusas…!"

"Rin, que le pasó a la persona que te adoptó?"

"Nada. Es que me convertí en una carga y por eso me fui, fue lo mejor!"

Okon percibió tanta tristeza en sus palabras que no siguió preguntándole nada más y se puso a contarle anécdotas de cuando ella era joven. La gracia para contarle su vida, distrajo a Rin de sus penas. Una vez que almorzaron Okon dijo que tomaría una siesta, mientras ella visitaba a sus pequeños amigos.

"Volveré para cenar!"

"Rin, le llevarías algo de comer a Takemaru? Está en el campo!"

"Claro, Okon-sama se cansa mucho de hacer esas caminatas?!"

"Si mi niña!"

Sin sospechar que había caído en una trampa de buena voluntad, Rin tomó el recipiente con una sonrisa, pensando que probablemente ese era trabajo de la novia y no suyo. Antes de que Rin pudiera decir algo al respecto, Okon despotricó en contra de Hakura por no ocuparse de su sobrino como una futura esposa debería. Cuando Rin llegó al campo encontró a Takemaru trabajando solo, todos los demás disfrutaban de sus alimentos resguardados de la luz del sol. Cuando él la vio dejó lo que estaba haciendo y fue a recibirla.

"Hola Rin!"

"Hola, Okon-sama te envía esta comida!"

"Gracias, me acompañas?!"

"Y Hakura?"

"A ella le molesta el sol del mediodía"

"Que conveniente!"

"Que dijiste?"

"Nada!"

Buscaron un lugar fresco y Takemaru comió con mucho apetito, mientras Rin lo miraba de soslayo. Suspirando calladamente, dejó de verlo y se quedó ida pensando en nada en particular. El notó como se desconectaba y como siempre que lo hacia, le parecía que una brecha se abría entre ellos.

"Rin, estas feliz de haberte quedado? Rin?"

"Ah? Si, me gusta mucho vivir aquí!"

Con voz pausada, Takemaru le dijo cuan agradecido estaba por hacerse cargo de las responsabilidades de su tía y le aseguró que nunca había visto a Okon más feliz. Sonriente, Rin le dijo que era lo menos que podía hacer. Momentos como ese, deseaba conversar con él por horas, pero le daba tanto miedo volver a enamorarse que prefería quedarse callada. Takemaru esperó que Rin dijera algo más, quería penetrar la especie de muralla que creaba a su alrededor, pero simplemente parecía una tarea imposible. Resignado, recogió los utensilios de la comida, y regresó al trabajo y ella a la aldea. Antes de llegar a su casa, Hakura le salió al paso con cara de pocos amigos.

"De donde vienes?"

"Del campo, algún problema?"

"Le llevaste comida a Takemaru?"

"Okon-sama estaba cansada, le dolían las piernas!"

"Te quedaste a comer con él?"

"Me quedé mientras comía para traer el recipiente de vuelta!"

La expresión de Rin era serena, desbaratando las intenciones de Hakura de pelear. Como pasaron los minutos y la mujer no dijo nada más, Rin siguió caminando, en el momento que pasó junto a ella, Hakura la sujetó por el brazo con fuerza y le advirtió que no se hiciera ilusiones con Takemaru. Rin ni se inmutó, aunque gustosa le hubiera arañado la cara con todas sus fuerzas, se soltó y siguió su camino. Al pasar frente a la cabaña de la vecina Kaede, escuchó la voz de Okon llamándola para que tomara un poco de té.

"Ven Rin, como te fue?"

"Se lo comió todo…me encontré con la bruja en el camino de vuelta!"

"Y que te dijo?"

"Puras tonterías, creo que se molestó porque le llevé comida, así que de ahora en adelante lo haré todos los días!"

Tanto Kaede como Okon soltaron la risa y aplaudieron la determinación de Rin por hacer sufrir a Hakura. Ninguna dijo de su silencioso anhelo que fuera Rin y no Hakura la futura esposa del ex soldado. Después de una amena conversación, Rin y Okon caminaron juntas disfrutando del cielo estrellado, al llegar a la cabaña y ver que la luz iluminaba adentro se detuvieron. Era obvio que Hakura y Takemaru estaban adentro, así que esperaron. De pronto, se escuchó a Hakura preguntándole por Rin.

"Que piensas de ella, crees que es mas bonita que yo?"

"Claro que no, porque te preocupas por ella?"

"Es muy joven y quizás tu quieras…"

"Es solo una niña, aunque es magnífica con Okon y eso me tranquiliza mucho. Hablemos de otra cosa!"

Okon miró a Rin, sabía perfectamente que suspiraba por su sobrino, por lo que no considerarla bonita y pensar que era una niña era un golpe muy duro a su amor propio. Con una sonrisa fingida, Rin se encogió de hombros como si con eso pudiera liberarse del trago amargo. Tratando de hacerla sentir mejor, la anciana la abrazó y le dijo que para ella era una mujer hermosa.

Rin apenas pudo contener las lágrimas y con la voz quebrada le dijo que iría a caminar. No mas Rin se alejó, Hakura salió de la cabaña, cuando pasó junto a Okon le dijo entre dientes que era una anciana tonta. Ella ya estaba acostumbrada aquel trato, lo que le molestaba es que fingiera cariño frente a Takemaru. Dentro de la cabaña, Takemaru lucía pensativo, como si algo le preocupara. Levantándose, recibió a su tía con un abrazo y un beso, la anciana quería contarle que lo habían escuchado, pero prefirió guardar silencio.

"Tía, donde esta Rin?"

"Caminando!"

La expresión masculina se ensombreció aún más y sus ojos se clavaron mas allá de la entrada, como debatiéndose entre quedarse o ir tras ella.

"Takemaru estas bien?"

"Esta molesta por algo, me pregunto que será, porque no logro que me hable?"

"A que te refieres?"

"Cuando estamos juntos se queda ida, guardándose todo. Se muy bien que algo le sucedió, algo o alguien, por eso tiene esa mirada tan melancólica…tu sabes que le pasó?"

"Para que deseas saber?"

"Porque si, crees que ella sea muy joven para mi?"

"Claro que no, te diré lo que sé. Estuvo enamorada de un hombre que la rechazó, también me dijo que se fue de su casa porque se convirtió en una carga!"

"Ella una carga? No puedo creerlo!"

Cuando Okon le preguntó que pensaba hacer, Takemaru le pidió tener paciencia y que cualquier cosa que hiciera, tendría en cuenta los sentimientos de Rin. Sin decir nada mas, le ofreció de cenar a su tía y conversaron animadamente hasta que el sueño venció a la anciana. Como Rin seguía afuera, Takemaru decidió esperarla un poco más, pero pasados cinco minutos salió apresurado, la encontró sentada contemplando las estrellas. Cuando lo vio acercarse, le preguntó que hacia ahí.

"Vine a buscarte, no cenaste con nosotros!"

"No tenía hambre y tampoco quería interrumpir!"

"Tu nunca interrumpes!"

"Si claro, lo que tu digas!"

Con una sonrisa a medias, se acomodó a su lado dejando apenas un espacio entre ellos. Nerviosa de tenerlo tan cerca, empezó a jugar con las manos sobre su regazo. Takemaru esperó en vano que ella dijera algo, pero como siempre Rin permaneció callada, hasta que con voz pausada el soldado rompió el silencio entre ellos.

"Te puedo decir algo?"

"Claro!"

"Me sucede algo extraño contigo, siento que puedo confiar en ti, contarte cualquier cosa!"

Tímidamente, Rin se atrevió a verlo, la mirada masculina era cálida y amigable pero no podía olvidar lo que había escuchado y eso empaño sus palabras.

"Entonces puedes ser sincero, porque me dejaste vivir con ustedes, es porque doy lastima verdad? No soy tan niña como la gente cree, tengo 23…que tiene de malo ser joven? Pensé que tu eras diferente, no importa donde vaya siempre será lo mismo"

Takemaru apretó los labios comprendiendo que lo había escuchado hablando con Hakura. Se notaba tanto despecho y frustración en sus palabras, que por un breve instante no supo que decirle; ella ni siquiera lo miraba, le estaba dando la espalda tratando de controlar las lágrimas. Angustiado, la tocó en el hombro pidiéndole por favor, que lo viera, aunque al principio se resistió, la voz pausada y varonil lograron su cometido y lentamente se dio vuelta. Limpiándole las lágrimas con una gran sonrisa, Takemaru le aseguró que de ahora en adelante tendría mas cuidado al hablar.

Aunque era muy amable, sus palabras no cambiaban nada. Con su amor propio herido Rin apenas sonrió, luego se apartó diciéndole que tenía que irse y antes que pudiera detenerla, se escabulló resguardándose entre las sombras. Estaba a punto de seguirla, cuando escuchó a Hakura llamándolo.

"Hakura que haces aquí tan tarde?"

"Lo mismo te pregunto, escuché voces, no me digas que estabas con la recogida esa!"

"No le digas así. Estoy solo, que no ves?"

Rin se rió al escucharlo y pacientemente esperó a que se fueran, segura que no había nadie alrededor, salió de su escondite y caminó sin prisa hasta la cabaña. Cuando llegó no vio a nadie, pero Takemaru la esperaba en su aposento, bebiendo un poco de té. En el momento que la escuchó, salió para hablar con ella. Rin tragó grueso al verlo, su atuendo de dormir estaba flojo y dejaba ver mucho más de su cicatriz y su cabello usualmente amarrado, estaba suelto y ligeramente alborotado. Ahogando un suspiro de admiración, Rin intentó llegar a su cuarto, pero él se atravesó con una mirada vivaz.

"Pensé que no ibas a regresar, tienes un oído muy agudo!"

Rin se rió entre dientes tratando de no ser muy obvia, pero sus ojos no dejaban de admirarlo. Cuando Takemaru advirtió la mirada sobre su cicatriz, cerró la yukata para cubrirse.

"Disculpa!"

"Como fue?"

"Cuando era soldado, en una pelea!"

"No me molestan las cicatrices, son marcas de vida!"

Ante sus palabras Takemaru se sintió cautivado, había algo muy seductor en la inocencia de Rin, que lo hacia sentir bien consigo mismo. En ese momento, sus dudas se aclararon y vio todo lo que tenia al alcance de la mano, descubriendo que su corazón latía mas por Rin que por cualquier otra mujer, incluida su difunta esposa. Alcanzándole un poco de té, le pidió disculpas por las palabras de Hakura.

"Puede decir lo que le plazca, lo que ella piense o diga no me interesa!"

"Rin sobre lo que dije…"

Inmediatamente, Rin se puso tensa y bajando la mirada le pidió que no hablaran de ese tema, pero él no quería dejar la discusión hasta ahí, así que insistió.

"Pero dijiste que no importaba donde fueras, que quisiste decir con eso?"

"Nada, discúlpame si fue grosera, no debí decirte esas cosas!"

"Que te hicieron?"

El semblante juvenil y fresco se ensombreció de golpe y Rin apretó los labios. Parpadeando recordó la expresión vacía de su amo, impávido ante sus sentimientos, aunque aquel recuerdo la abrumaba, reunió fuerzas suficientes para sonreír y darle las buenas noches, la forma en que Takemaru la aceleraba el pulso era como una pesada cortina que la sofocaba.

"No te vayas todavía, lo que escuchaste no es lo que realmente pienso!"

Rin torció la comisura de la boca deseosa de creerle, pero sospechaba que se lo estaba diciendo para hacerla sentir mejor.

"Soy muy joven y poco atractiva, no eres el único que piensa eso, pero gracias por tu amabilidad. Hasta mañana!"

Takemaru la observó ponerse de pie, convencido que tenia una herida abierta. Ya casi entraba al aposento que compartía con Okon, cuando le dijo que estaba equivocada.

"Dije eso para no alterar a Hakura, es muy celosa. La verdad es que me encanta tu sonrisa y para que sepas, yo no soy tan viejo como parezco!"

Rin se detuvo y tímidamente se volvió, cuando sus ojos se encontraron, Takemaru le guiñó el ojo deseándole buenas noches. Completamente sonrojada, Rin esbozó una gran sonrisa y entró a su cuarto, se fue a dormir sintiéndose liviana y emocionada.

…………………

A muchos kilómetros de ahí, Sesshoumaru surcaba los cielos desesperado en busca de su tesoro perdido. Con una mezcla de rabia y desilusión, comprendió que la huida de Rin era única y exclusivamente culpa suya. A su lado, Jaken no podía comprender porque no había rastro alguno en el ambiente, tal y como Yoro había dicho, parecía que la tierra se la había tragado, confabulándose contra el youkai.

Exasperado por no encontrar ningún olor o rastro que revelara hacia donde había escapado, el príncipe juró no darse por vencido hasta que la tuviera de vuelta en el castillo. Cuando le habló a su fiel sirviente, el sapo sintió temor por su amo.

"Percibes algo Jaken?"

"Nada amo bonito…usted no pensara que algo le sucedió o sí?"

Cerrando los ojos, Sesshoumaru sacó la imagen que aquellas palabras formaban en su cerebro, y hablando con tono decidido, le dijo a su sirviente que no descansarían hasta que la encontraran.

"Si amo lo que usted diga! La niña tiene que estar en algún lado!"

Sesshoumaru se dijo a si mismo que ella ya no era una niña y se maldijo por no haber correspondido sus sentimientos. Acongojado por su amo, Jaken le dijo que la iban a encontrar en cualquier momento. Sin embargo, los días pasaron y nada cambió, el aroma de Rin parecía haber sido devorado por la tierra, dejándolo a ciegas, desesperado por encontrarla. Con cada día que transcurría, revivía una y otra vez, las innumerables ocasiones que le había confesado su amor y como él se había quedado impávido.

(Todo esto es mi culpa por no hacer nada cuando ella me dijo como se sentía, tengo que encontrarla aunque sea lo último que haga…)

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