Nota de Autor: Esta historia está escrita sin ánimo de lucro, simplemente por el puro placer de escribir y porque adoro esta saga. La serie original pertenece a sus respectivos dueños de la empresa japonesa Nintendo.

AVISO: Los nombres de este fic varían entre la versión inglesa del juego y la versión española. Disculpen por las incomodidades que puede ocasionar. Ahora les dejo con la historia...

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1. De vuelta a casa

Por fin, todo había terminado. La muerte de Ganondorf significaba el fin de esta peligrosa y épica aventura. Los reinos de Hyrule y el Crepúsculo se habían salvado de la oscuridad que pretendía apoderarse de ellos…

El sol ya había comenzado a ocultarse en el horizonte, y tres seres estaban ahí para contemplarlo. En un recóndito lugar del Desierto Gerudo, en el Circo del Espejo, una inevitable despedida tenía lugar ahí. Midna debía regresar a su reino, pero no sin antes despedirse de la Princesa Zelda, y sobre todo, de su buen amigo Link.

Sí, ese muchacho que en un principio pretendió usar para sus propios fines. Pero todo cambió durante su viaje con él. Su valentía y humildad la habían impresionado. Arriesgó su propia vida innumerables veces por una causa que no le pertenecía, aunque más tarde la hizo suya. También le sorprendió que la mismísima Zelda diese su vida por salvarla a ella, quién en parte tuvo culpa de la Invasión del Crepúsculo.

Tras su marcha, dejaba a dos grandes amigos en este mundo inundado de luz. Un mundo que le había enseñado muchas cosas y que le había dado un nuevo punto de vista sobre las cosas. Aunque siempre quiso marcharse, ahora, que se encontraba a sólo unos pasos de volver a casa, sentía una inexplicable sensación de tristeza dentro de sí. ¿Por qué? No lo tenía muy claro, pero podría deberse a que no quería despedirse de su amigo Link. Puede que en fondo…sintiera por él algo más que una amistad. No quería admitirlo, tenía miedo de engañarse a sí misma creyendo que él podría sentir lo mismo por ella. Ella sabía que el corazón del muchacho se había fijado en esa chica ordoniana llamada Ilia, que curiosamente ella misma la había utilizado como chantaje para convencer al chico de que la ayudara en su misión de recuperar las Sombras Fundidas. Aún así, la duda la atormentaba ¿Debía decírselo o no?...

Apartando a un lado sus propios pensamientos, le resultó divertido ver las caras exhaustas de Zelda y Link, se notaba que habían estado combatiendo contra el "jefe mandamás". Además, Zelda sentía un cansancio adicional debido a su fatídico encuentro y posterior vuelta de su energía vital a su cuerpo. En ese momento, se dio cuenta de que ninguno de los tres había dicho nada desde que se habían teletransportado hasta ahí. Era la hora de romper ese silencio…

-¡¿Qué os pasa? ¿No aguantáis un poco de acción? Y tú Link…me decepcionas. Después de todas nuestras aventuras, te cansas por una pelea contra un villano de segunda clase. Estás perdiendo facultades, Link -aquel comentario burlesco llamó la atención de los otros dos presentes y molestó un poco a Link.

-Como si fuera el único que está cansado ¿Me equivoco? –dijo mirándola de reojo, una media sonrisa y con cierta ironía.

-Puede, pero por lo menos llevo el cansancio con mucha más gracia –terminó con gran soberbia.

Se rieron, Midna nunca cambiaría. Mientras tanto, Zelda se mantenía al margen de la conversación, sumergida en sus propios pensamientos, pero atenta a lo que decían.

-Zelda, ¿Te importa que robe a Link un rato? –le preguntó Midna, guiñando el ojo y sonriendo de forma picaresca.

No entendió el significado de la pregunta. Lo único que alcanzó a ver fue como Midna se llevaba a Link a un rincón alejado. Seguramente querría despedirse de él en privado…

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-Link, antes de irme…querría pedirte un último favor.

-¿Cuál?

-Quiero que ayudes a Zelda siempre que lo necesite.

-¿Eh? ¿Qué clase de favor es ese? ¿Por qué me pides eso?

-Uhm…digamos que pude conocer mejor a Zelda mientras tenía su energía vital dentro de mí…pero eso no importa. ¿Lo harás por mí o no?

-Eh…claro, lo haré. Aunque no sé como hacerlo, ni tampoco los motivos para que me pidas eso.

-No te preocupes, seguro que lo harás muy bien...ambos sabemos que no me desobedecerás. Eso fue lo que me gustó de ti, calladito y obediente. Más que un lobo, parecías un perrito la primera vez que te vi. Aunque algunas veces tu rebeldía nos puso en apuros, pero otras nos sacó de ellos. De lo que estoy segura, es que para ambos, el otro ha sido un tormento todo el tiempo. Pero en fin, te perdono. Al final has resultado ser alguien interesante y con mucha suerte.

Ambos se rieron por el comentario. Lo que ninguno se esperaba era lo siguiente…

-Una última cosa… -sin esperárselo, abrazó fuertemente a Link- quiero que sepas...que siempre serás mi mejor amigo. Siempre estaremos juntos, de una forma u otra…

Link estaba sorprendido y confuso, nunca se hubiera imaginado una reacción parecida de Midna. Ante ese desconcierto, instintivamente la apretó más fuerte contra sí mismo.

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-Creo que este es el adiós…espero que nunca olvidéis que existe otro mundo aparte de este. Aunque el encuentro de ambos mundos haya ocasionado demasiadas desgracias…

-Te equivocas, Midna. Luz y sombras son las dos caras de una misma moneda, una no puede existir sin la otra. Pienso que las Diosas dejaron este espejo en nuestro mundo porque era su designio que nos conociéramos.

-Princesa Zelda, tus palabras son muy sabias, como puro es tu corazón. Si los habitantes de este reino son así…lo harás bien.

La puerta al Crepúsculo se abrió, y las escaleras aparecieron. Midna se acercó a ellas, y se giró hacia Link. Se quedó mirándolo con cierta melancolía, no sabía que decirle. Necesitaba decirle lo que de verdad sentía hacia él, pero no encontraba el valor para hacerlo. Al fin, logró encontrar las palabras exactas…

-Link...

No podía. No podía seguir con aquella confesión, sería demasiado duro para los dos, tanto si él le correspondía en el sentimiento como si no. Sería incluso más duro sabiendo lo que estaba apunto de hacer...

Toda esa pena y frustración, hicieron que una pequeña lágrima asomara por el ojo de Midna. Ella cogió esa lágrima y la lanzó hacia delante. La pequeña lágrima, suspendida en el aire, se dirigía lentamente hacia el Espejo del Crepúsculo, mientras ella cambiaba el final de su frase.

-Link...yo...nos vemos...

Sabía perfectamente que no sería así. En ese momento, la lágrima impactó contra el espejo, que comenzó a resquebrajarse. Los otros dos miraron estupefactos como el espejo comenzaba a romperse, y Link vio como Midna se daba prisa por colocarse sobre la plataforma que la llevaría hacia su casa. Lo último que vio fue la silueta de Midna, desvaneciéndose y penetrando en el Crepúsculo, que, curiosamente, le sonrió extrañamente antes de entrar. Justo cuando la última de las partículas del cuerpo de Midna entró en el portal, el espejo se rompió en miles de pedazos, tan pequeños, que juntos formaban una estela brillante cuando se los llevaba el viento, como si de polvo de estrellas se tratase.

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Una ráfaga de viento sopló en ese instante, revelando el silencio en el que la estancia se había quedado. Ambos estaban inmóviles, en shock, tras lo ocurrido. Link se derrumbó sobre sus rodillas, y se quedó mirando al suelo con la mirada perdida. Zelda miraba impotente la escena, sólo pudo alcanzar a pensar en lo ocurrido, manteniendo la compostura, de tal modo que parecía no haberle afectado.

-"Midna...gracias...ha sido muy sabia tu decisión. Sabías que sería muy peligroso que ambos mundos siguieran teniendo una conexión entre ellos, para evitar que se repitiesen los acontecimientos. Pero... ¿Los has hecho sólo por eso? ¿O hay alguna otra razón?"

Un pensamiento que quizás no sería oído, pero que dejaba una clara pregunta a su receptor, al cual tenía la esperanza de que le llegara este mensaje...

Mientras tanto, la mente de Link se encontraba mucho más nublada que la de Zelda. Demasiados pensamientos, recuerdos y sentimientos contradictorios circulaban por su cabeza. La confusión e impotencia se transformaron rápidamente en furia, y aún arrodillado, comenzó a golpear el suelo con el puño y gritar hacia el cielo.

-¡MIDNAA! ¡¿POR QUÉ LO HAS HECHO? ¡¿POR QUÉ HAS ROTO EL ESPEJO? ¡¿NO DIJISTE QUE ERA TU MEJOR AMIGO? ¡¿QUÉ SIEMPRE ESTARÍAMOS JUNTOS? ¡¿ERA TODO MENTIRA? ¡¿O SÓLO ME HAS ESTADO UTILIZANDO Y ENGAÑANDO? ¡¿ES QUE YO NUNCA HE SIGNIFICADO NADA PARA TÍ? ¡¿EEHH?

Los gritos desgarradores de Link retumbaban por todo el coliseo, y hacían que el corazón de Zelda sufriera en gran medida...él no había comprendido los motivos de la partida de Midna. De repente, sus gritos cesaron, y unas esquivas lágrimas brotaban de los ojos de Link, estaba llorando. Lloraba por la impotencia, la frustración y la pena que le suponían perder a una de sus mejores amigas, con quién había compartido grandes experiencias. Le era imposible reponerse, y por mucho que quisiera, le era imposible contener el llanto en el que ahora estaba sumergido.

La princesa se le acercó y se agachó para consolarle, no quería que siguiera así.

-Link...por favor...basta...no es lo que tú piensas. Si Midna rompió el espejo, fue tan sólo para protegernos. Piensa que ella también debe de estar sufriendo.

Estuvo un rato sin ninguna respuesta de Link, parecía estar asimilando aquella explicación. Justo cuando la preocupación de Zelda estaba llegando a determinados límites, Link pudo darle una respuesta a su súplica.

-Snif...claro, por supuesto...muchas gracias, majestad. Creo que no pude afrontar de forma correcta los acontecimientos -dicho esto, se levantó, se sacudió el polvo, y se despejó respirando profundamente, aún con cierto pesar.

El sol casi había desaparecido por detrás de la línea del horizonte. Sólo había pasado un rato desde que Midna había regresado a su reino. Parecía que nada había sido alterado por su partida...pero eso estaba a punto de cambiar. El Portal del Crepúsculo, que se encontraba justo por encima de sus cabezas, comenzaba a sufrir perturbaciones. Su silueta parpadeaba en el cielo, hasta que desapareció. Lo peor es que antes de desaparecer, de su centro, cayeron numerosos objetos. Estos amenazaban con caer sobre ellos, pero un rápido movimiento de Link, apartó a ambos de su trayectoria. Tras levantarse la polvareda provocada por la caída de aquellos cuerpos, Link ayudó cortésmente a Zelda a levantarse.

Miró al suelo, y se llevó una sorpresa al ver que en él se encontraban, tiradas por el suelo, todas sus pertenencias.

-"Ahora sé donde Midna guardaba todas mis cosas cuando me transformaba el lobo, o cuando eran demasiadas para poder cargarlas"

Sobre el suelo yacían todas sus cosas, aunque no todas en buen estado: habían muchos trozos de cristal por todos lados, serían de las botellas de cristal; había perdido muchas flechas; el candil había quedado inservible debido a graves abolladuras; el Aerodisco se había quedado encajado en la grieta que él mismo usó para activar el mecanismo que servía para liberar la roca en la que se reflejaba la luz del Espejo del Crepúsculo; y además, una de las zarpas había quedado aplastada bajo el mangual. Respiró aliviado al acordarse de que los sacos de bombas estaban vacíos, de haber estado llenos, puede que no estuviera ahí ahora... también estaba feliz de que en todo este tiempo, hubiera llevado consigo el silbato de cerámica que le dio su querida amiga Ilia. Recogió todas las cosas que vio que le podrían servir más adelante y las amontonó, pero se dio cuenta de que eran demasiadas, y en su conjunto, muy pesadas.

-¿Cómo piensas llevar todas esas cosas? Entiendo que te lleves algunas de ellas, pero... ¿Y esas botas? ¿No te crees que iríamos más ligeros sin ellas?

-Sí, lo sé. Pero estas botas pertenecen a Bono, el alcalde de mi aldea, y tiene un humor de perros cuando se trata de alguno de sus cachivaches.

Zelda prefirió no continuar preguntando acerca del tema. Pero en algo tenía razón... ¿Cómo iba a llevar una carga tan pesada?

Mientras él seguía buscando una solución al problema, el suelo comenzó a temblar de repente. Esto los alarmó, no sabían lo que estaban pasando. De pronto, de una de las paredes derrumbadas del estadio, apareció una gran bestia con una fuerza descomunal que hizo volar los escombros. Link se preparaba para el ataque, pero cuando pudo divisar la silueta de aquella mole, esta se le acercó.

-¡No me lo puedo creer! ¡Tú eres aquel Bullbo al que abandonó a su suerte el líder de los Bulblins y que me ayudó a escapar su trampa!

Sí, era ese Bullbo que quedó atrapado junto con Link cuando le tendieron una trampa en el campamento Bulblin cerca del Patíbulo del Desierto. Lo reconocía por la cicatriz en el costado izquierdo que le hizo Rey Bulblin cuando lo golpeó brutalmente con su hacha. Parecía que le había cogido cariño a Link, y eso que se supone que sólo los Bulblin eran capaces de amaestrar a lo Bullbos. Las alegrías no se quedaron ahí, porque unos minutos más tardes, una vieja amiga de Link hizo su aparición.

-¡Epona! ¡Qué feliz estoy de verte! ¿Cómo has acabado aquí? Se supone que estabas en la Pradera de Hyrule... -se detuvo a pensar detenidamente- Ah...claro..."Muchísimas gracias, Midna...sabías que ocurriría todo esto y teletransportarse también a Epona la entrada del Patíbulo del Desierto"-agradeció en su mente a Midna.

Ahora tenían un medio de transporte para volver a casa, y a Link se le ocurrió la idea de llevarse al Bullbo con él, ya que le había cogido cariño, lo usaría también para transportar la pesada mercancía. Pero eso sería a la mañana siguiente, ya había anochecido. Sin embargo, Zelda tenía otros planes.

-Link, pienso que es mejor cabalgar desde ahora hacia la Ciudadela, en vez de esperar hasta mañana.

-¿Por qué? Es muy peligroso ir de noche por el desierto, muchas criaturas esperan a la noche para salir a cazar.

-Sí, pero a veces, el enemigo más mortal puede estar sobre nuestras cabezas. Podremos hacer frente a unas cuantas bestias, pero nos es imposible enfrentarnos contra el sol.

Lo que había dicho Zelda tenía mucho sentido. Recordó que en su primera visita al Desierto Gerudo, Midna se empeñó en ir durante el día, y encima durante las horas de máxima insolación, por las abrasadoras arenas del desierto, aunque ninguno de los dos logró soportar estar más de cuatro horas bajo ese sol ardiente. ¡Qué iba a saber un ser del Crepúsculo sobre los cambios en el desierto entre el día y la noche!

Link no tardó mucho en preparar a los dos animales para el viaje. Ató al Bullbo a la silla de montar de Epona para que no se desviara del rumbo, y pusieron rumbo hacia la Ciudadela de Hyrule. Utilizaron el sendero que había despejado el Bullbo, llegaron hasta la entrada al Patíbulo del Desierto. En ese momento, a Link le asaltó una duda que sería trascendental para su viaje.

-Un momento...la primera vez que vine al Desierto Gerudo, lo hice gracias al cañón de un amigo del Lago Hylia, ya que la entrada ha estado sellada durante bastante tiempo y no se puede pasar. ¿Qué haremos ahora para poder salir del desierto? –se preguntó más a sí mismo que a su acompañante.

Zelda se quedó pensativa durante un rato, antes de contestar.

-Una vez leí que existe una entrada oculta muy cerca del cruce de caminos entre el Lago Hylia, la Ciudadela de Hyrule y el camino que va hacia el Dominio de los Zoras. El problema es que no se sabe si realmente existe esa entrada o no es más que una leyenda. Además, según leí, no existe un camino marcado hacia esa entrada. Lo único que sé es que para llegar allí, hay que encontrar primero un túnel y una piedra con el símbolo de las Gerudo grabado en ella.

-Pues si no hay un camino, crearemos nosotros mismos el nuestro. No hay tiempo que perder... ¡Arre, Epona! ¡Vamos a buscar la manera de salir de este desierto! -clamó con entusiasmo.

Epona se erigió sobre sus patas traseras en señal de aprobación, lo que provocó que Zelda casi se cayera de espaldas si no fuera porque su agarre hacia Link se volvió más fuerte, cosa que a Link se le hizo muy divertida, pero que Zelda no le hacía tanta gracia. Continuaron su viaje, ahora con un objetivo claro: encontrar el dichoso túnel y la extraña piedra con el misterioso símbolo.

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Pasaron las horas, y ambos estaban muy cansados, además de que arrastraban mucho cansancio del día tan movido que habían tenido. Apenas podían mantener los ojos, y poco a poco, fueron cayendo ambos en un sueño profundo, aún sentados sobre Epona. Ambos animales también se encontraban cansados, y ninguno se percató que los dos Hylian se habían quedado dormidos. Tal era el cansancio, que Epona no se percató de una pequeña roca en su camino, y tropezó con ella. Logró recuperar el equilibrio, pero la sacudida hizo que sus dos pasajeros aún dormidos, cayeran al suelo estrepitosamente. Sin duda, esta no era la mejor forma de despertarse. Afortunadamente, la arena había amortiguado su caída, pero no significaba que no tuvieran algunos dolores. A ambos le dolían varias zonas de su cuerpo y también sufrían un terrible dolor de cabeza debido al mareo de despertarse de una forma tan brusca. Y lo peor...habían caído en una postura bastante incómoda...uno encima del otro...más concretamente...ella encima de él. Cuando lograron espabilarse un poco, y darse cuenta de la situación, se separaron muy rápidamente y tremendamente avergonzados. Tras ese momento incómodo, recuperaron la serenidad y Link se dispuso a hablar.

-Me parece que no era el único que estaba cansado... ¿Por qué no me dijo que necesitaba un descanso? Habríamos parado a descansar si usted me lo hubiera pedido -lo que al principio había sonado con ironía y cierta vergüenza, terminó con un tono sincero y de preocupación.

Zelda no contestó en el momento. Se limitó a levantarse y a quitarse el polvo, manteniendo ese semblante serio que le caracterizaba. Cuando ella y Link volvieron a ponerse en pie, ella le contestó, para sorpresa de Link.

-Eso sólo nos hubiera retrasado todavía más. No creo que ninguno de los dos desee estar más tiempo en este desierto ¿Verdad? -esa contestación pareció helar el ambiente con su rigidez, aunque Link notó algo extraño en su tono de voz.

-Aún así, creo que lo mejor será descansar esta noche, hoy ha sido un día muy largo -le respondió entre bostezos.

Zelda no pudo poner pegas a eso, ella también estaba agotada. A pesar de que intentaba mantener su semblante serio y neutro, le era imposible ocultar su fatiga a los ojos de Link. Además, sabía que sus otros compañeros de viajes necesitaban un descanso. Lo oportuno es que sólo quedaban unas horas para que amaneciera, habían aprovechado la noche y recorrido un buen tramo. No tardaron mucho en encontrar un lugar para dormir, simplemente se recostaron bajo un saliente de una roca y dejaron que el sueño les invadiera...

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Al día siguiente, o más bien la noche, dado que cuando despertaron, el sol se estaba poniendo. Era increíble que hubieran dormido todo el día, el cansancio hizo mella en ellos. No tardaron mucho en proseguir su viaje, y de nuevo, el silencio se hizo en el grupo.

A Link le molestaba esa frialdad que había entre ellos. La noche anterior, ella tampoco había dicho nada durante el viaje. Aunque lo que más le molestaba a Link, era el trato con el que debía tratar a la Princesa Zelda. Existían las normas que regían a las diferentes clases sociales, y una de ellas era nombrar a la nobleza y siempre por su título, era de mala educación decir el nombre de un noble a no ser que él mismo fuera un noble de su mismo rango o superior y hubiera confianza entre ellos, cosa que ocurría entre Zelda y Midna. Aunque esta última llamara a Zelda también por su título, ella misma no se aplicaba esas normas, Midna pasaba de todo eso, pero lo hacía por respeto a Zelda. En fin, tendría que acatar esas absurdas normas le gustara o no. Aún así, sentía la necesidad de preguntarle la razón por la que no le había dirigido la palabra en todo el viaje, más que para lo necesario.

-Princesa...quisiera preguntarle... ¿Por qué casi no me ha dirigido la palabra en todo el viaje? ¿Está molesta por algo que tenga relación conmigo?

-¿Eh? ¡No! No es eso, es sólo que...

De repente, sin llegar a terminar su frase, la mirada de Zelda se posó sobre la arena que les rodeara, como si estuviera siguiendo con la vista algo. La mirada de Zelda notaba que estaba nerviosa por algo. Link se dio cuenta enseguida de esto, y hubiera deseado no dar con la respuesta...una horda de Moldorms les había rodeado sin que ellos se hubieran dado cuenta. Era un grupo bastante grande, debía de haber cerca de unos cien monstruos acechándolos, eso contando que no hubieran más enterrados en la arena, cosa poco probable. Link bajó de Epona, y se preparó para el combate, no le quedaba otra.

Era una batalla realmente dura. Por más que lo intentaba, no conseguía hacer retroceder a esas infames bestias. Cuantos más mataba, más aparecían...la situación se estaba volviendo descontrolada. Tampoco a Zelda las cosas no le estaban saliendo muy bien que digamos. Epona se había vuelto como una loca retorciéndose intentando esquivar y golpear a algunos de esos bichejos, y ella intentaba tranquilizarla. El Bullbo llevaba mejor la situación que su compañera animal, él había vivido toda su vida en terrenos parecidos y sabía defenderse ante este tipo de enemigos. Cuando estos monstruos saltaban para atacar, este los golpeaba con su voluminoso cuerpo y luego cuando caían indefensas al suelo, los pisoteaba con sus robustas patas. Sin embargo, mientras los animales se debatían contra aquellos monstruos, a Link le empezaban a flaquear las fuerzas, eran demasiados enemigos incluso para un guerrero experimentado. Uno de esos Moldorm, logró alcanzar al debilitado Link y tirarlo al suelo, dejándolo a merced del resto de criaturas. Zelda se dio cuenta de la situación, y no podía quedarse de brazos cruzados. Saltó del lomo de Epona, y se acercó hacia el Bullbo para coger de uno de sus paquetes, el arco y el carcaj que le servirían para entrar a la batalla. Lanzó una flecha certera contra uno de los Moldorm que rodeaban a Link, matándolo. El resto huyó de nuevo hacia la arena y reuniéndose con sus compañeros. Link pudo levantarse y continuar a duras penas con la lucha. Así siguieron un rato, causando graves bajas en el bando enemigo. La destreza con el arco de Zelda, y la maestría con la espada de Link, eran dignas de admiración. Pero esto no era suficiente para acabar con la horda de bestias que llevaba atacándoles desde hacia buen rato. Lo peor fue cuando a Zelda se le acabaron las flechas, ahí fue cuando los Moldorm decidieron arrinconarlos... estaban rodeados, no había escapatoria posible. Con Link y todos los demás cansados por la pelea, no quedaban muchas esperanzas. Pero la esperanza es lo último que se pierde, y a Zelda se le ocurrió una idea, aunque debido a su estado, sería arriesgado, pero tenía que intentarlo.

-"Los Moldorm son seres nocturnos y viven ocultos bajo la arena, no soportan la luz. Si pudiera espantarlos con una luz lo suficientemente potente..."

Zelda montó de nuevo sobre Epona, y alzó su brazo hacia el cielo. Link la miró desconcertado durante unos segundos, hasta que una luz cegadora le obligó a apartar la mirada. El símbolo de la Triafuerza de la mano derecha de Zelda se iluminó, creando una potente luz que cegaba a todos y que podría verse desde la distancia. Los Moldorm estaban aterrados y poco a poco fueron retirándose del lugar. A duras penas conseguía Zelda mantener la intensidad de aquella luz, que la estaba debilitando poco a poco. Aún así, ella perseveró, y no dejó de emitir esa cegadora luz hasta que el último de los Moldorm se hubo ido. Cuando ocurrió esto, se desplomó sobre el suelo, aunque afortunadamente Link estaba ahí para frenar su caída. Estaba preocupado, la piel de la princesa estaba más pálida de lo normal. Debía buscar un refugio seguro donde guarecerse y poder ocuparse de Zelda. Puso el cuerpo inconsciente de Zelda sobre el lomo de Epona, y empezó a caminar. Buscó incesantemente un lugar apropiado para que descansasen, pero no hubo suerte. Estaban en medio del desierto, y no era fácil encontrar refugio. Pero por caprichos del destino, las cosas fueron a peor. Sin saber cómo, empezaron a hundirse en la arena, habían entrado en una zona de arenas movedizas. Todos se retorcieron y forcejearon por salir, pero lo único que conseguían era hundirse más todavía. Poco a poco, la arena se los fue tragando uno a uno, este parecía ser el fin de su viaje...

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Un rato más tarde, Link abrió lentamente los ojos, y vio que se encontraban en una caverna subterránea. Estaba oscura, y apenas se podía ver nada. Sólo una parte de la estancia estaba iluminada por un fino haz de luz proveniente de una grieta en la pared. Más tarde, recordó la razón de estar aquí y buscó entre las tinieblas a la princesa. Por fin, cuando la encontró, respiró aliviado al ver que estaba bien, a fin de cuentas, había encontrado un refugio. Estuvo a su lado un buen rato, hasta que despertó.

-Ag...mi cabeza... ¿Dónde estoy? -su vista comenzó a despejarse y acostumbrarse a la poca luz.

-Princesa, me alegra que esté bien. Usted se desmayó tras ahuyentar a los Moldorm con vuestro poder y de casualidad hemos acabado aquí. Me ha preocupado bastante...

-Gracias, Link... ya me encuentro bastante mejor y creo que lo mejor será que paremos a... ¡Link, tu hombro! ¡Está sangrando! -la sangre que manchaba su túnica le alarmó.

Link no se había percato en todo este tiempo de que su hombro había estado sangrado, y la verdad es que tampoco es que fuera algo leve, parecía haber perdido una cantidad considerable de sangre.

-¡Vaya! La verdad es que no me había dado cuenta. Pero no se preocupe, esto no es nada... -intentó tocarse la herida- ¡Auch! ¡Ag!

-¡No te toques el hombro! ¡¿Cómo que no es nada? ¡Deberías preocuparte más por ti!-normalmente no se enfadaría de ese modo, pero la ignorancia de ese chico le sacó de sus casillas- No sabías que tenías esa herida porque la saliva de los Moldorm tiene una sustancia anticoagulante que hace que cuando muerdan a una de sus víctimas, está pase por desapercibido el hecho al no sentir dolor, y que su sangre fluya sin control mientras estos se alimentan de esta o esperan a que su presa se desangre para poder atacar. Ahora lo importante es contrarrestar el efecto de la saliva para evitar que pierdas más sangre -ahora hablaba con su serenidad de siempre.

-Sabe muchas cosas, alteza. Es usted una digna portadora de la Trifuerza de la Sabiduría. Muchas gracias por ayudarme...

-Eh...de nada. Todo lo que he aprendido lo he hecho gracias a los libros, se aprende bastante estudiando en una biblioteca. Y no me des las gracias, tú me has ayudado también muchas veces desde que nos conocimos...-dijo esto con algo de vergüenza y apartó la mirada. Sin quererlo, miró hacia una esquina y encontró algo muy interesante- No puede ser...es una Hypericum perforatum, más conocida como Hierba de San Juan. Desde hace siglos se utiliza para curar y mejorar la cicatrización de las heridas. Es una suerte haber encontrado una en un sitio como este... -cogió aquella planta y la preparó para aplicarla sobre la herida de Link- Te escocerá un poco, pero te sanará la herida. Ahora no te muevas...

-¡Aaah! ¡Diosas! ¡Esto no escuece, quema! ¡Auch! -los gritos de dolor alertaron a los animales que, a estas alturas, se habían quedado dormidos.

-Deja de quejarte, ¿O prefieres seguir desangrándote?

La princesa siguió aplicando el ungüento, haciendo caso omiso a las quejas y súplicas de Link. Cuando terminó, arrancó un pedazo de tela de la falda de su vestido y con ella vendó la herida del muchacho. Link agradeció en gran medida ese gesto por su parte, al cual Zelda volvió a cogerle desprevenida, provocándole un ligero rubor en su rostro, casi imperceptible. Tras esto, decidieron dormir y reponer fuerzas para el día siguiente, y también buscar la forma de salir de ese extraño lugar. Mañana sería otro día...

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A la mañana siguiente, ambos despertaron con las fuerzas renovadas, y la herida de Link había mejorado bastante. Se habían despertado en pleno día, se notaba por la cantidad de luz que provenía de aquella grieta. Ahora se veía mucho más de esa curiosa caverna, pero aún había una zona que estaba completamente en penumbras. Lo más curioso, es que una de las zonas iluminadas de la caverna, había una especie de antorcha sobre un estandarte vertical, como había visto en otros templos. Link intentó hacer fuego sobre ella, y cuando lo consiguió, otras antorchas iguales repartidas por toda la caverna se encendieron. Toda la cueva estaba ahora iluminada, y en la zona donde antes no había podido llegar la luz, había una enorme puerta de roca decorada con símbolos misteriosos. A su lado, había una piedra con un extraño símbolo desconocido para Link.

-¡Increíble! Esa es la piedra de la que te hablé, está marcada con el símbolo de las Gerudo. Las Gerudo eran una tribu de ladrones compuesta exclusivamente sólo por mujeres, a excepción del nacimiento de un hombre cada cien años. Hacían numerosos asaltos a las tierras de Hyrule, y su fortaleza se encontraba aquí, en el Valle Gerudo, que era como se llamaba a esta zona del Desierto Gerudo antes de que la tribu desapareciera misteriosamente. Se dice que ellas usaban una entrada oculta desde el Desierto Gerudo hasta el Reino de Hyrule, para pasar por la frontera sin ser vistas. Algunos historiadores pensaban que esa entrada no podía existir, pero ahora veo que es verdad.

Link volvió a quedarse impresionado con los conocimientos de la princesa. Esa era la puerta que los llevaría hacia la Ciudadela de Hyrule, pero... ¿Cómo abrirían esa enorme puerta? Los dos se pusieron a pensar en la forma de abrir la puerta, pero no daban con la forma. Aunque para su sorpresa, el Bullbo se acercó con mucha seguridad hacia la piedra con el símbolo, y, con un gesto casi automático, apoyó su hocico sobre el símbolo de la piedra, y lo más extraño, esta empezó a brillar. De pronto, la caverna empezó a temblar y la puerta comenzó a abrirse. Para cuando los temblores cesaron, la puerta se había abierto completamente. Ninguno entendía lo que había pasado, hasta que el Bullbo se acercó a ellos, y les enseño un pequeño aro que tenía en la nariz con algunos símbolos casi imperceptibles a simple vista, como si los Bulblins se lo hubieran puesto para identificarlo. A esto Zelda sacó sus propias conclusiones.

-Creo que ese anillo que lleva en la nariz el Bullbo es una especie de tarjeta de identificación. Posiblemente uno de sus usos sea permitir el acceso por esta puerta a cualquiera de los dos lados. Seguramente los Bulblins descubrieron esta entrada hace tiempo, y descubrieron la forma de activarla. Al final, la ayuda de este Bullbo nos está siendo muy útil.

Si que había sido una suerte, ahora podrían continuar su camino. Este era un oscuro túnel, pero gracias a una de las antorchas de las que Link se había provisto, pudieron continuar su camino. El túnel era enrevesado, estuvieron horas perdidos ahí dentro. Tras muchas horas de caminata, llegaron hasta una puerta exactamente igual que la anterior. Al abrirse la puerta, entró una cantidad de luz impresionante, que para los ojos de nuestros protagonistas, era demasiada después de haber pasado varias horas en un oscuro túnel con la única luz que emanaba de una pequeña antorcha. Ahora estaban en una zona montañosa, seguramente entre las que separaban la Pradera de Hyrule, el Pico Nevado y el Desierto Gerudo. Lo bueno es que parecía haber un sendero que iba montaña abajo y que parecía llevar a la Pradera Hyrule. Aunque habían estado horas andando, no parecían estar muy cansados y todavía quedaban horas de luz, así pues decidieron continuar su viaje hasta donde pudiesen.

El camino les llevaba por una senda un tanto escarpada y poco transitada que pasaba por aquellas montañas, que seguía cuesta abajo hasta lo que seguramente sería la Pradera Hyrule. Parecía ser una senda bastante tranquila, pero un ligero gruñido del Bullbo los alertó, parecía haber sentido algún peligro y se encontraba nervioso. De repente, un fuerte temblor sacudió el suelo, y no tardaron en descubrir la causa de aquel temblor, ya que una enorme piara de Bullbos se acercaba peligrosamente hacia ellos, y lo peor…eran montados por un grupo de Bulblins. En poco tiempo, aquellos seres monstruosos acabaron rodeando al grupo. Link se preparaba para el ataque, pero sería una misión imposible. Sabía perfectamente lo molestos y poderosos que eran los Bulblins en grupo, y este era bastante grande.

De esa muchedumbre, un enorme Bullbo se adelantó al encuentro de Link. Este lo reconoció enseguida, ya se había visto la cara muchas veces antes. Era Lord Bullbo, y sobre él, el jefe de los Bulblins, Rey Bulblin. Link se esperaba una nueva contienda contra su antiguo enemigo, pero le sorprendió que comenzara a hablar con esa voz tan ronca y grave que le caracterizaba:

-Je, je…me sorprende que uno de mis Bullbos te acompañe, pensé que sólo nosotros éramos capaces de doblegarlos. En fin, me da igual lo que hagas con él y lo que estés haciendo en este lugar. Nosotros nos marchamos y no creo que volvamos en mucho tiempo. Iremos en busca de señores que paguen por nuestros servicios, más allá de este reino. Como ya te dije, "Nosotros obedecemos a un poder superior". Pero la próxima vez que nos veamos, puede que volvamos a combatir como enemigos…

Tras esto, gritó en su extraño idioma una orden a su ejército, y este se encaminó hacia las montañas de las fronteras de Hyrule, hasta desaparecer en la distancia. Link se quedó muy extrañado, pero no tanto como Zelda, que no había entendido la situación. Al menos, el reino se había librado de esos indeseables mercenarios por bastante tiempo. Sin darle más vueltas al asunto, continuaron su camino.

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Al anochecer, tuvieron la suerte de parar a descansar cerca de una charca con algunos árboles frutales. ¡Y menos mal! ¡Llevaban casi tres días sin comer absolutamente nada y apenas habían bebido tampoco! Era un regalo de las Diosas el haber encontrado ese lugar, que estaba a unos pocos kilómetros de la Ciudadela de Hyrule. Mañana, en un par de horas, estarían de nuevo en casa. En casa…eso era precisamente en lo que estaba pensando la Princesa Zelda. El Castillo de Hyrule había sido desde hacía siglos, el orgullo de la nación. Era un colosal palacio digno de los más grandes reyes, capaz de observarse desde varios kilómetros de distancia…pero ahora ya no era así, la explosión había destruido el castillo y su impresionante figura había desaparecido del paisaje. Zelda sentía una profunda tristeza cada vez que miraba en la dirección dónde antes se alzaba el castillo, y su hogar. Link notó que estaba decaída y tras un par de pequeños "accidentes", logró arrancarle una ligera sonrisa a la princesa gracias a un traspiés que tuvo al recoger la fruta de algunos árboles. Tras aquella exhibición, se sentaron a comer y charlar un poco antes de acabar profundamente dormidos bajo las estrellas…

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Aunque el sol todavía no estaba muy alto en el cielo, ellos ya habían conseguido llegar a la Ciudadela. Quizás hubiera sido mejor esperar de nuevo a la noche, como en el desierto, ya que cuando entraron, una muchedumbre eufórica se abalanzó sobre ellos.

-¡Mirad! ¡Han vuelto! ¡La Princesa y el Héroe están aquí!

-¡Hurra! ¡Hyrule ha vuelto a la normalidad! ¡Y los monstruos han desaparecido!

-¡Ya no tendremos que escondernos en nuestras casas y vivir con miedo a que nos ataquen!

-¡Yuuujuu! ¡Liiink! ¡Estamos aquíii, somosKili, Hannah y Misha, tus mayores fans! ¡Ven con nosotras, te hemos estado esperando! –aquellas chicas y sus chirriantes voces provocaban gran temor a Link, inconvenientes de la fama…

-¡El Tirano de las Sombras ha sido derrotado y todo gracias al joven con ropas verdes! ¡Viva el chico de Telma!

Aquello era una auténtica locura, decenas de personas rodeaban a los recién llegados, a los que les era imposible avanzar. De entre esa maraña de gente, un grupo muy conocido por Link se iba abriendo paso entre la muchedumbre a base de empujones, gritos y codazos de su comandante, Telma.

-¡Abran paso! ¡Quítense de en medio! ¡Dejen paso a la mujer que descubrió al chico! –gritó mientras se abría paso a la fuerza entre la multitud- ¡¿Cómo estás muchacho? ¡Llevaba días preguntándome dónde estabas, nos tenías a todos preocupados! –dijo mientras abrazaba casi mortalmente a Link, en un acto de infinita alegría.

-Telma…ag…Tel…¡Telma, me estás asfixiando! –gritó casi sin aire y la cara con una ligera tonalidad azul, hasta que Telma le soltó.

-Vaya, vaya…no sé como lo haces, pero al final acabas triunfante en todo lo que haces. Ahora te has vuelto toda una celebridad "sólo" por haber salvado Hyrule…Te felicito –comentó Ashei con cierto sarcasmo y dándole unas palmadas en la espalda a Link.

-No le hagas caso, has estado impresionante. Sólo tú podrías haber logrado una proeza así. Espero que mis conocimientos te hayan servido de mucho –le dijo Shad al mismo tiempo que le apretaba su mano.

-Sí, has logrado grandes cosas muchacho. Es una pena que Rusl no esté aquí para verte, se fue ayer con la esperanza de que volverías pronto a Ordon, todos allí te están esperando. Puedo hablar en nombre de todos al decir que estamos muy orgullosos de ti –ahora habló Auru, que era el que más se había retrasado del grupo.

-Telma, Ashei, Shad y por supuesto a ti, Auru. A todos los de la Resistencia, os doy las gracias, me habéis ayudado mucho.

Por otra parte, Zelda, al oír el nombre de Auru, bajó de Epona y fue a su encuentro.

-No puede ser, Auru…hace tanto tiempo que no te veía. Pensé que habías decidido mudarte lejos de la Ciudadela. Me alegra mucho que hayas vuelto…

-Yo también, princesa. Hace algunos meses volvía a instalarme aquí. Y cuando pasó todo, no podía quedarme de brazos cruzados viendo como se apoderaban del reino, así que decidí unirme a este grupo llamado la Resistencia junto con otros cuatro viejos amigos. En verdad que hace mucho tiempo que no nos veíamos…cuando yo me fui, usted era aún una niña, pero ahora veo que se ha vuelto toda una princesa…

-¡Déjalo ya, Auru! ¡Estos jóvenes estarán muy cansados tras haber salvado Hyrule y de su largo viaje! ¡Ya tendrás tiempo de ponerte al día de los asuntos de la realeza! –dijo animadamente Telma- A todo esto…¡Ey! ¡Ya podéis ir dispersándoos, aquí ya no hay nada que ver! –gritó a la multitud.

La gente comenzó a marcharse del lugar debido al carácter de Telma. Tras su marcha, comenzaron las presentaciones.

-Princesa, quisiera presentarle a los miembros de la Resistencia. Ellos me ayudaron durante la Invasión del Crepúsculo y sin ellos, probablemente no lo hubiera conseguido.

-¡Y que lo digas Link! Buenas, yo soy la líder de este grupillo, mi nombre es Telma. Lo fundé para intentar buscar la forma de reestablecer la paz en el reino tras la invasión. Este chico acabó de casualidad ayudándonos en nuestra misión, tras un encuentro en mi taberna.

-Es un honor conocer a la líder de tan honorable grupo, que ayudó al joven Link a cumplir su misión.

-Me toca…Soy Ashei, soy una guerrera proveniente de las montañas de más allá de las Provincias, hija de uno de los pocos Caballeros Reales que aún quedaban. Hice una visita a la capital y poco más tarde me encuentro que el reino ha sido invadido. Al parecer sólo los soldados veteranos tenían alguna idea de cómo combatir al enemigo, el resto han sido una vergüenza para el reino ¡Si mi padre hubiera estado aquí, les habría puesto firmes! Pero eso no importa ahora, ya que la paz ha vuelto al reino gracias a este chico de ropas verdes.

-Me alegra conocer a uno de los pocos descendientes de los antiguos Caballeros Reales.

-Es hora de que me presente, me llamo Shad. Seguramente me habrá visto en el castillo alguna vez, ya que mi padre trabajaba allí. Me dedico a estudiar la antigua civilización de los cielos y a sus habitantes, los Ucas.

-Ya me acuerdo de su padre, era un afanado mayordomo y bibliotecario. Siempre estaba ensimismado en los libros de la Biblioteca Real, sobre todo en los de culturas antiguas. Su padre estaría muy orgullo al saber que continúa con su investigación.

-Aún falta un miembro de este grupo, Rusl, pero me temo que no se encuentra aquí, se marchó ayer hacia su aldea natal, Ordon. Todos los demás estamos aquí –aclaró Auru.

-Bueno, bueno, bueno…creo que ya son suficientes presentaciones, deberíamos irnos y buscarles un lugar para que descansen estos dos. Están famélicos, magullados y sus sucios tras el viaje. Link, ¿Se puede sabe de dónde habéis venido para acabar así? ¿Y cómo has dejado que la princesa acabe en ese estado? ¡¿Dónde está tu caballerosidad, eh?

-Por favor, no bromees Telma. Vinimos desde el Desierto Gerudo, y nos surgieron algunas complicaciones. Entre ellas, encontrar la segunda entrada al desierto.

-¡Increíble! ¡Habéis encontrado la entrada secreta que según decían, usaba el clan Gerudo para entrar y salir del desierto! ¡Es una proeza histórica! –dijo impresionado Auru.

-Antes de que me vuelvan a interrumpir, te diré que hay un hotel en la zona suroeste de la Ciudadela que regenta un viejo amigo mío, puedes quedarte allí, y usted también princesa. Pregunta por "Fascuas" y dile que vas de parte mía, y él te dará una habitación. ¡Ah! Antes de ir, deja a esos animales en el establo público de la Ciudadela ¡Y no te preocupes, tus gastos te los pago yo!

-Gracias, Telma. No sé como podré agradecerte todo lo que has hecho por mí.

-¡Bah! ¡No me des las gracias! La próxima vez que pases por mi bar, te cobraré lo que es debido… ¡Ja, ja, ja! ¡Mira la cara que has puesto, te has puesto pálido de repente! ¡Eh, que era una broma!

Link se marchó del lugar rápidamente antes de que Telma pudiera decirle nada. Dejó a los animales en los establos y se marchó con la princesa hacia aquel mencionado hotel. Durante el camino, muchas miradas de todo tipo se posaron sobre los dos Hylian. Link se sentía algo incómodo, su llegada a la capital había traído más expectación de la que a él le gustaría. Intentaban no pasar por las calles más concurridas, pasando por callejones y bifurcaciones que acabaron confundiendo a ambos. Estuvieron caminando casi sin rumbo, hasta que un golpe de suerte les golpeó, literalmente, en su cara. Mientras caminaban, una puerta golpeó la cara del despistado Link, que estaba demasiado ocupado buscando con la mirada aquel posible hotel. Esto le mosqueó un poco, aunque su furia fue apaciguada por las disculpas de la joven que acababa de salir por la puerta:

-¡Ay, lo siento señor! ¡No fue mi intención el golpearle con…! ¡¿Princesa? ¡Qué alegría que esté aquí! ¡Vuestros sirvientes hemos estado muy preocupados por usted!

-¿Eh? ¿Anabel? ¿Qué haces aquí? ¿Dónde están los otros? Pensé que os habrían capturado durante el asalto al castillo.

Anabel era una muchacha joven, más o menos de la edad de Link. Vestía con la típica ropa que suele llevar una sirvienta del hogar. Respecto a su físico; era una mujer algo más baja que la princesa; pelo corto y negro; ojos verdes; y tez blanca. A Link le recordaba un poco a Ilia, tenía un cierto parecido a ella. Dejó a un lado este detalle y continuó escuchando la conversación

-Algunos de nosotros conseguimos escapar junto con un grupo de soldados. Otros…no tuvieron tanta suerte…

-Vaya…lo lamento mucho, pero al menos es una suerte que escaparas. Por cierto, ¿Sabes cuántos soldados y trabajadores del castillo lograron escapar?

-Sí, más o menos, aunque no estoy segura. El caso es que sobrevivió un grupo de soldados novatos, creo que era el Regimiento Nº 7, y también algunos soldados veteranos. La mayoría han estado patrullando por la Ciudadela y defendiendo el castillo para que nadie entrara en él, otros se han marchado a otros lugares del reino para descansar, y otros han abandonado el cuerpo. Respecto a nosotros, un grupo de 30 criados conseguimos escapar. También lograron sobrevivir algunos de sus profesores y maestros, majestad.

-Oh…fue una masacre. Decenas de soldados, criados e incluso algunos de mis mentores han…y eso sin contar las vidas perdidas por parte de la población civil en todo el reino. Al menos los Ministros no estaban en la Ciudadela aquel día…

-Por favor alteza, no sea tan dura consigo misma. Usted no tiene la culpa de lo que pasó…además, ya todo ha terminado.

-Sí, todo gracias al joven Link aquí presente.

-¡¿Qué? ¡¿Usted es el héroe del que todos hablan? ¡Mil saludos señor, es un gran honor para mí conocerle! He oído grandes hazañas de usted…¡Y ahora ha salvado a todo Hyrule!

-Eh…no es para tanto, me da un poco de vergüenza. Y te agradecería que dejaras de llamarme por "usted" o "señor", me hace sentirme viejo, llámame simplemente por mi nombre. Oye, ¿Sabrías decirnos dónde está el hotel cuyo propietario es un hombre llamado "Fascuas"?

-¡Por supuesto! ¡Estáis justo enfrente de él!

Ambos Hylian miraron impresionados aquel hotel, del que no se habían percatado. Era un edificio de aproximadamente tres pisos de alto, aunque por fuera tampoco parecía muy grande. Parecía más una posada que un hotel en condiciones. Cuando entraron, se encontraron en medio de una sala de recepciones, dónde un hombre de pelo rojizo y un poco alborotado charlaba con un grupo de supuestos empleados. Aunque Link se llevó una sorpresa cuando vio a ese grupo correr muy emocionados hacia la princesa. Eran algunos de los sirvientes del palacio que también habían sobrevivido, parecía que todos los criados se habían alojado en este hotel. Mientras ellos hablaban con la princesa, aquel hombre se acercó a ellos. Visto de frente; era un hombre de mediana edad, pelirrojo, y tenía una corta barba un tanto descuidada y alborotada, como su cabello. Aún así, tenía un porte elegante, y su ropa unía elegancia con sencillez. Cuando este estuvo lo suficientemente cerca, habló para los dos jóvenes.

-Es un honor para mí que vos hayáis venido a mi hotel, el "Hotel Fascuas". Hace un rato me enteré de vuestra llegada y la del joven héroe. Me imagino que habréis venido para alquilar una habitación, supongo.

-Sí, venimos de parte de Telma, que fue la que nos recomendó este lugar. Me dio el mensaje de que ella pagará mis gastos en este hotel, si no le importa claro.

-¡Como no! ¡Los amigos de Telma siempre son bienvenidos a mi hotel! Majestad, y tú también joven, acompañadme hasta vuestras habitaciones.

El hombre los guió por el hotel hasta acabar enfrente a uno de los pasillos donde se agrupaban las habitaciones.

-Majestad, su habitación es esta que tengo a la izquierda, en ella encontrará las comodidades dignas de su persona. Y tú chico, me temo que tú no puedes permitirte esos lujos, tu habitación será mucho más barata. Esa, la habitación al fondo del pasillo, a la derecha. Espero que disfrutéis de vuestras habitaciones. ¡Ah! Por cierto, les diré a mis empleados que os preparen la cena para esta noche y os traigan nuevas ropas que poneros.

Cada uno se fue a la habitación que le correspondía. Cuando Link entró en la suya, vio que era una habitación sencilla, pero bastante buena. Lo primero que hizo fue tirarse sobre la cama, que era bastante cómoda. Se acostó sobre ella y cerró los ojos, mientras su mente daba vueltas a lo ocurrido en los últimos días…

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Ya era de noche, y ella acababa de cenar junto con los demás huéspedes del hotel. Ahora estaba asomada por el balcón de su habitación, observando en ambiente nocturno de la Ciudadela, y observando desde arriba a la pareja de soldados que se encontraban en la entrada del hotel, seguramente Auru les habría ordenado quedarse ahí vigilando. De pronto, oyó a alguien llamar a su puerta. Era Link, así que le dio permiso para que entrara.

Él estaba impresionado por la amplia y lujosa habitación en la que se alojaba la princesa, se notaba que era la habitación más cara del hotel, reservada sólo para los de la más alta sociedad. Se acercó hacia la princesa, acompañándola en el balcón.

-Se ven unas vistas muy buenas ¿Eh? –inspiró profundamente para sentir el fresco aire nocturno- Bueno…¿Por qué me dijo que viniera a su habitación durante la cena? Me dijo que tenía algo que decirme.

-Sí, quisiera hablar contigo sobre tu recompensa –Link se sorprendió, mientras que Zelda hablaba con toda la serenidad del mundo- Has hecho mucho por el reino, mereces una recompensa considerable. Puede que ahora no esté en condiciones de poder dártelo, pero en cuanto solucione algunas cosas, podré darte tu premio. Pídeme lo que quieras: títulos, riqueza, tierras, reconocimiento…lo que sea, siempre que esté a mi alcance. Todo es poco para el héroe que salvó a Hyrule.

Link se quedó pensativo, ella pensaba que estaba eligiendo su recompensa. Pero se quedó atónita con su respuesta.

-Sabéis…nunca he querido nada. Me basta con que el reino y las personas que me importan se encuentran bien. No necesito riquezas de ningún tipo. Y reconocimiento, bueno, mis andanzas son conocidas por todo el reino, y gracias a ello he hecho muchos amigos y conocido a gente de lo más peculiar. Lo único que quiero es ir a casa y volver con mis seres queridos. No necesito nada más…

-Vaya…-ella todavía estaba asimilando esa respuesta- tu decisión es de lo más humilde y honorable que he visto. Una persona normal habría puesto un alto precio a su recompensa, pero tú eres diferente. Si lo único que deseas es eso, yo no te lo cuestionaré. Mañana podrás volver a Ordon, seguro que todos allí te están esperando. Ah, antes de volver, debes dejar la Espada Maestra en su altar. Ya ha cumplido su misión, y no te hará falta más.

-Eso haré. Si me disculpáis, me iré a mi habitación, estoy un poco cansado –después de decir esto, se despidió haciendo una ligera reverencia.

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Los rayos de sol de la mañana impactaron contra su cara, despertándole de su profundo sueño. Era extraño, porque hubiera jurado cerrar las cortinas la noche anterior, y además, un rato antes había escuchado un ruido extraño. Se desperezó, aún con algo de sueño, hacía bastante tiempo que no dormía en un lugar tan cómodo como ese, y vio sus ropas arregladas y dobladas sobre uno de los muebles de la habitación. Seguramente alguno de los empleados del hotel se las habría dejado allí mientras dormía. También había una nota, encima de aquellas ropas. En la nota ponía:

"Sabes, pareces un angelito durmiendo…pero me temo que tendrás que despegar tu cara de la almohada para venir a verme, tengo algo importante que decirte. Todos aquí te estamos esperando, así que no tardes o vendremos a buscarte ¿Eh?"

Telma

Ya sabía quien había entrado a su habitación hacía un rato. Se vistió sin muchas ganas, y bajó a la recepción donde se encontró al grupillo de la Resistencia reunido en el salón.

-¡Ey! ¡Mirad a nuestro bello durmiente! ¡Si parece que acabas de salir de una tumba! ¿Qué pasa, no eres capaz de asearte ni siquiera para vernos? ¡Mira que pelos! Así jamás lograrás causarle buena impresión a una chica…-de repente, Telma puso la mirada detrás de él- ¿Eh? ¡Oh, princesa! ¡No sabíamos que estaba ya despierta!

-¡¿Eh? ¡¿Qué? –Link se apresuró a arreglarse un poco el pelo, completamente avergonzado de que la princesa hubiera podido escuchar aquel comentario. Sin embargo, cuando miró detrás suya, no había nadie…

Todo el grupo se rió, Telma lo había planeado todo desde el principio. Una pequeña broma nada más levantarse es lo que ella llamaba "levantarse con buen pie", si no era ella la que recibía la broma…

-Ja, ja, muy gracioso. Si sólo habéis venido para eso, podéis iros y dejarme en paz –Link estaba muy molesto por haberle obligado a despertarse y también por la "bromilla" que le acababan de hacer.

-¡Ja,ja,ja! ¡Anda, que no es para tanto! Además, es bueno que te hayamos despertado temprano, te espera un largo viaje de vuelta a Ordon ¿No querrás hacer esperar a tu amiguita Ilia, eh?

Este comentario hizo que las mejillas de Link se ruborizaran. Le habían vuelto a pillar desprevenido, y aunque intentara ocultar su vergüenza, el grupo ya se había percatado de ello y comenzaron a reírse de nuevo.

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Link cabalgaba por la Pradera Hyrule junto con Epona y el Bullbo, su nuevo compañero. Ya habían pasado algunas horas desde que se había despedido de sus amigos. Había salido de la Ciudadela por la mañana, por lo que llegaría aproximadamente poco antes del anochecer. Y menos mal que había podido salir por el camino que daba a la entrada sur de la Ciudadela, el camino más corto a Ordon. A principios de su aventura, ese camino se había bloqueado por un desprendimiento de rocas, y el puente a la entrada oeste desde la Pradera Hyrule, otra de las entradas a la Ciudadela, también había quedado inutilizado. Eso, y la cantidad de caminos bloqueados por los Bulblins o por otras circunstancias durante la Invasión del Crepúsculo, hicieron que tardara semanas en hacer su primera visita oficial a la Ciudadela, aunque ya había tenido el gran placer de conocer su castillo…

Bueno, lo importante era que ahora, todos los caminos del reino estaban despejados gracias a su esfuerzo y la ayuda de varios amigos suyos como Lalo, los Goron o Midna. Midna…todavía le dolía su recuerdo. Quién iba a decir que echaría de menos a aquel duendecillo maquiavélico que le había hecho la vida imposible con sus caprichos, su impaciencia, su extraño sentido del humor, y su carácter. Aunque más tarde descubrió facetas ocultas de Midna, que la convirtieron en una extravagante, pero buena amiga. Y tras ver el auténtico aspecto de Midna…en fin…le pareció bastante atractiva, no iba a negarlo. Algo parecido le pasaba con la princesa Zelda, pero la sensación era diferente, no sabía bien cómo explicarlo.

Dejó a un lado ese tipo de pensamientos, y se centró en su viaje. Todavía le quedaba un largo trecho por recorrer…

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Casi había llegado a Ordon. Tras pasar la Pradera Hyrule; atravesar los Bosques de Faron; y haber entrado por fin en la provincia ordona; estaba en la Fuente de Latoan. En un rato, estaría de nuevo en casa.

En todo el trayecto, no había tenido ningún percance. El viaje había sido muy tranquilo, algo a lo que no estaba acostumbrado desde que empezó su aventura, con tanto monstruo y peligros acechándoles casi detrás de cualquier rincón. Pero esa tranquilidad era buena, demostraba que el reino estaba por fin en paz. Eso sí, como en todo viaje, y sobre todo a él, siempre ocurren cosas curiosas. Por ejemplo, al llegar a los Bosques de Faron, pasó por delante de la cabaña de Palomo, el vendedor de aceite. Él fue quién le regaló el candil, que tanta utilidad le dio, y tenía la esperanza de que le pudiera dar otro. Pero se sorprendió al ver que no estaba, era extraño. En su lugar, estaba aquel pajarraco cuyo amo era el mismísimo Palomo, y que normalmente estaba custodiando una pequeña tienda a la entrada del Templo del Bosque.

-¡Cruac! ¡Chico verde, ¿Tú buscar amo? ¡Pues no estar! ¡Irse con hermanas a reunión familiar obligada! ¡Él estar extrañamente contento! ¡¿Poder amo estar enfermo? ¡No preocupar, yo decir de tu llegada a amo!

También, aparte de eso, había devuelto la espada a su altar sin demasiadas dificultades. Las veces que fue a la Arboleda Sagrada, había sido atacado por aquel Skull Kid, pero esta vez no hubo rastro de él, quizás se hubiera cansado de tanto "jueguecito"…En fin, cosas más raras le habían pasado, y mientras él recordaba esos extraños sucesos, su yegua había llegado a la entrada de la aldea Ordon. Detrás de él, estaba ese enorme árbol donde estaba construida su casa. Pero prefirió dejar de momento la visita a su hogar, e ir directamente a ver a sus amigos de Ordon. Su llegada causó mucha expectación…

-¡Hey! ¡Mirad allí, Link ha vuelto! –fue Braulio quién se dio cuenta de su llegada y alertó al resto.

-¡¿Cómo has estado, muchacho? ¡Ha pasado una eternidad desde que te fuiste! –le dijo Otilia.

-¡Liiink! ¡Te echábamos de menos! –gritaron los niños, que se abalanzaron sobre él.

-¡Ah! ¡Yo también me alegro de veros, pero ahora soltadme! ¡No puedo respirar! –Link no sabía si era peor un abrazo de Telma o de los niños de Ordon.

-¡Ja, ja! Se nota que todos están muy contentos por tu llegada. Bienvenido a Ordon, chico –Rusl le ayudó a levantarse y le dio un abrazo de lo más paternal.

-Muchas gracias, Rusl, me alegró de que todos estéis bien. Por cierto, ¿Y Uli?

-Estoy aquí –vio a la mujer que se acercaba hacia ellos con un bulto en las manos- Estamos muy felices de que hayas vuelto, ahora somos uno más. Pero no me refiero a ti, si no a nuestra hija –destapó a la niña de la sábana que la cubría- Se llama Alice, nació hace unas cuantas semanas –Link estaba alegre de que hubiera un miembro más en la ``familia´´ ordona, pero no había podido asistir a su nacimiento. Nunca se había perdido el nacimiento de ninguno de los niños de Ordon, y estaba un poco molesto.

-¡Jo, jo, jo! ¡Bienvenido muchacho! Estaba en mi casa cuando oí el alboroto de aquí afuera, ¡Y resulta que eres tú! –la reunión fue interrumpida por el brazo del alcalde Bono, que "secuestró" a Link mientras él le daba palmadas en la espaldas y lo sacudía como un muñeco- ¡Ah! ¡Veo que has traído de vuelta mis botas de hierro! ¡Y además has traído un jabalí enorme para la cena! –al Bullbo no le hizo ninguna gracia ese comentario.

-Papá, ¿Ya estás bromeando otra vez? ¿Podrías dejar de pensar en comida alguna vez? En fin, tú…-la chica miró estaba vez a Link- espero que tenga una buena excusa por haber tardado tanto en venir… ¡¿Dónde se supone que estabas? Rusl me dijo que la última vez que te vio fue en el castillo, ¡Y luego desapareciste! ¡Nos tenías a todos preocupados! –el tono de voz chillón de Ilia dio un cambio cuando se acercó a toda velocidad a abrazar a Link- Snif…menos mal que has cumplido tu promesa de volver sano y salvo, sino, me hubiera enfadado bastante contigo ¿Sabes?

Link no pudo hacer nada más que corresponderle ese abrazo. Estaba feliz de que todos, especialmente Ilia e Iván, estuvieran bien. Aquel encuentro no duró mucho, ya que todos en la aldea comenzaron a montar una particular fiesta de bienvenida en honor a Link, la noche iba a ser larga. No hay nada como volver a casa…

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Continuará...

Nota de Autor: ¡Por fin! ¡Después de meses planeándolo, por fin lo he publicado! ¡Mi primer fanfic! Es muy emocionante... Espero que os haya gustado y si queréis, podéis dejar un comentario dando vuestra opinión sobre la historia. Me ha costado lo suyo hacerla, y publicarla. Justo la semana en la que publico mi primer fic, va mi ordenador y se vuelve a estropear por un virus. Si es que esto sólo me pasa a mí... en fin, me las he arreglado para conseguir publicarlo, aunque casi pierdo la paciencia con tanto ordenador dichoso. Bueno, la próxima semana,intentaré publicar, si mi ordenador me lo permite y si no me busco la vida, el segundo capítulo. ¡Hasta la próxima!

(Editado) Nota de Autor: ¡Olé! ¡Ya corregí este fic, y yo que pensaba que las líneas de separación estaban hechas! Bueno, por lo demás, e intentado corregir los errores que se han encontrado. De todas formas, no me esperaba que la primera vez que publicara estuviera bien, ni mucho menos. Me gustan más este tipo de críticas, muy objetivas y con opinión personal. En fin, el segundo capítulo lo publicaré el 20 o 21 de enero, según me pille. ¡Adiós lectores!