Adaptación del Libro de Maya Banks No quiero quererte" Es sin fines de lucro, tan solo se realiza este trabajo para compartir la historia con mi pareja favorita en Naruto Shippuden. Los Personajes son tomados del Anime/Manga de Naruto shippuden propiedad de Masashi Kishimoto. Esto es sin fines de lucro.

CAPITULO I

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No debería ponerla tan nerviosa organizar un catering para una pandilla de ricachones,pero Temari Sabaku quería que la fiesta en la nueva casa de su amiga Hinata Hyuga fuese perfecta. Además, ¿por qué iba a estar nerviosa? Que la suma de las cuentas corrientes de los invitados fuera más elevada que la deuda nacional no tenía por qué hacerla sudar. Claro que estaba a punto de abrir su propio negocio y necesitaba que aquella fiesta fuera perfecta para que corriese la voz.

Suspirando, miró la inmensa cocina de su amiga por si faltaba algo… claro que faltaba. ¿Dónde estaban los malditos camareros? En ese momento se abrió la puerta y apareció un chico que no podía tener más de veinte años.

–¿Dónde está tu uniforme?

–¿Qué uniforme?

–Camisa blanca, pantalón negro, zapatos brillantes… y el pelo bien cortado, por cierto.

–Lo siento, señorita. Me han pedido que viniera a última hora y pensé que todo lo que necesitara estaría aquí.

Temari suspiró fastidiada.

–¿Es la primera vez que trabajas de camarero?

–Sí –respondió el chico– Iba a venir un amigo, pero ha tenido un problema a última hora y voy a hacer su turno.

Genial, pensó Temari sarcástica. Ella estaba esperando dos camareros y quien aparecía era un chico que no tenía ni idea. De modo que tendría que echar una mano. Y ella pensando que tomaría una copa de vino con las chicas, hablando sobre lo bonita que era la nueva casa de Hinata… Agarrando al chico del brazo, Temari lo llevó hacia la escalera.

–Tienes que ponerte algo más adecuado.

Él parpadeó, sorprendido, pero se dejó llevar hasta la habitación de Naruto. Abrió el vestidor y buscó una camisa blanca y un pantalón oscuro.

–Desnúdate –le ordenó. El joven se puso colorado.

–Pero… — Al escuchar un carraspeo, Temari se dio cuenta de que no estaban solos.

–Tal vez debería volver más tarde.

Ella cerró los ojos, mortificada, al ver a Shikamaru Nara apoyado en el quicio de la puerta, mirándola con expresión burlona.

–No sabía que te gustasen tan jóvenes —Temari nunca había podido entender por qué aquel hombre siempre la pillaba con el paso cambiado.

Ella era una mujer inteligente, centrada, una persona seria. Nunca nadie la hacía sentir inferior, pero cuando se cruzaba con el amigo de Naruto se sentía como una tonta. Pero no iba a dejar que la afectase, de modo que le tiró la camisa y el pantalón y se dirigió a la puerta.

–Haz que este chico se vista. Le espero abajo en cinco minutos. Shikamaru parpadeó, sorprendido. Ah, genial, por fin lo había dejado boquiabierto.

–¿Esta ropa no es de Naruto?

–Sí, pero necesito un camarero y esto es todo lo que hay – respondió–. No pienso defraudar a Hinata y tú tampoco, así que ponte a trabajar.

Luego salió de la habitación y bajó al primer piso, sin esperar la respuesta de Shikamaru.

Una vez en la cocina, colocó las bandejas y las copas de champán mientras mascullaba maldiciones, irritada por tener que servir a los invitados de su amiga. Había pedido tres camareros y le habían enviado un universitario que necesitaba dinero para cerveza. Genial.

Un minuto después, el chico apareció y, para su sorpresa, casi parecía un profesional. La camisa y el pantalón le quedaban un poco grandes, pero tenía un aspecto limpio y presentable. Incluso se había peinado.

Temari puso una bandeja con tartaletas de langosta en sus manos y lo empujó hacia la puerta del salón, donde Hinata y Naruto estaban charlando con sus invitados. Luego volvió a la isla y empezó a servir vino en las copas.

–¿Necesitas ayuda?— Temari estuvo a punto de tirar el vino al suelo de la impresión.

–¿Ayuda? —Shikamaru asintió con la cabeza.

–Parece que te hace falta. ¿Cómo has podido hacer todo esto tú sola? Hinata debe estar loca para dejar que te encargues del catering —Temari lo miró, exasperada.

–Para tu información, los camareros no han aparecido. No es culpa mía, la comida es impecable. Solo necesito alguien que la lleve al salón.

–Creo recordar que acabo de ofrecerte ayuda –dijo el Nara.

Temari frunció el ceño. ¿Por qué tenía que ser tan guapo? ¿Por que no podía ser feo como un oso? ¿O calvo, por ejemplo? Aunque algunos calvos no estaban mal. ¿Y por qué no podía ella portarse de manera normal cuando estaba con Shikamaru Nara?

–Tú eres uno de los invitados y, además, esto no es lo tuyo. Estás acostumbrado a que te sirvan, no a servir a los demás.

–¿Y tú cómo sabes a qué estoy acostumbrado? –replicó Shikamaru tomando una de las bandejas.

Atónita, Temari lo vio salir de la cocina con la bandeja en la mano y tuvo que suspirar, apoyándose en la encimera. Shikamaru Nara era increíblemente guapo, sexy y arrogante. No debería gustarle, pero había algo en él que la volvía loca.

Lo había visto a menudo desde que Hinata se prometió con Naruto Uzumaki porque èl y Shikamaru eran amigos y socios en un consorcio de hoteles de lujo. Y Siendo la mejor amiga de Hinata, Temari había acudido a muchos eventos a los que también acudía Shikamaru e incluso los habían sentado juntos en su boda. Y había sido un infierno estar tan cerca como para oler el aroma de su colonia y que él se mostrase totalmente indiferente.

Suspiró de nuevo. Eso era lo que más la fastidiaba: Shikamaru era un hombre guapísimo, pero no podía estar menos interesado en ella. Tal vez no era su tipo, pensó. El problema era que no sabía cuál era el tipo de mujer de Shikamaru Nara porque nunca lo había visto con una mujer. O era un ermitaño o nunca salía con sus novias en público.

Pensando que estaba perdiendo el tiempo, Temari tomó otra bandeja, respiró profundamente y entró en el salón con una sonrisa en los labios, esperando que sus dientes no estuvieran manchados de carmín.

Todos los invitados tenían copas de vino en la mano, de modo que Shikamaru había hecho su trabajo a la perfección y no era un flojo en cuanto se trataba de servir a otros.

–Hola, Hina. ¿Han llegado todos tus invitados?

–Deja de portarte como si fueras una camarera –respondió su amiga–. ¿Por qué están Shika y tú sirviendo copas y canapés? ¿Y quién es ese chico que lleva una camisa de Naruto?

–No te enfades, Ash. No es bueno para el niño.

Sin duda el embarazo tenia a su amiga muy hormonal, de lo contrario Hinata no se enfadaria por estas cosas al contrario, seria ella misma quien estuviera sirviendo los canapés, mientras Naruto intentaba tenerla quieta evitando que se lastimase. Miro nuevamente a su amiga quien se escontraba cruzafa de brazos sobre su abultado abdomen.

–Te pedí que te encargases del catering porque necesitaba tu ayuda y también para que la gente viera que tu empresa de catering es estupenda, pero no querría que tuvieras que llevar bandejas.— le comento mas tranquila— ¡Necesito a mi mejor amiga a mi lado, no sirviéndome canapés! —Temari suspiró, ofreciéndole una tartaleta intentando nuevamente tranquilizarla.

–Los camareros no han aparecido.

–¿Por qué?

–Ni idea, pero el único que ha aparecido es ese chico que lleva la ropa de tu marido. Así que solo cuentas con el guapísimo de los ojos onix, con el chico y conmigo.

Hinata hizo una mueca de sorpresa.

–¿Te refieres a Shikamaru?

–Pues claro.

–Shikamaru es muy guapo pero no sabía que te gustase.

Temari no podía ni mirarlo sin ponerse colorada.

–La verdad es que no me importaría nada probar esos labios – murmuró.

Hinata soltó una carcajada.

–Vaya, vaya…

–¡No le mires! No quiero que sepa que estamos hablando de él.

Hinata se volvió hacia el Nara, sin dejar de sonreír.

–¿Cómo has conseguido que te ayudase? ¿Los has fulminado con tus ojitos verdes?— pregunto divertida.

–No tengo ni idea –respondió Temari–. En realidad, se ofreció él y yo fui bastante antipática.

–¿Tú, antipática?— pregunto con sarcasmo.

–Sí, yo.

Hinata le puso una mano en el brazo.

–Me llaman. Tem, no me preocupa tanto la comida como que mi mejor amiga esté trabajando toda la noche. Deja esa bandeja por ahí y sírvete una copa.

Temari se cambió la bandeja de mano mientras miraba alrededor. Había demasiados clientes importantes como para perder esa oportunidad. Ashley se la había puesto en bandeja, literalmente, y no pensaba desaprovecharla.

–Luego te veo, tus invitados parecen hambrientos.

Antes de que su amiga pudiera responder, Temari se alejó entre los invitados, sin dejar de sonreír.

–¿Estás loco? —Naruto estaba mirándolo como si hubiera perdido la cabeza. Shikamaru dejó la bandeja vacía sobre una mesa sonriendo al ver la expresión de su amigo.

–No es la primera vez que me preguntan eso.

–¿Estás haciendo de camarero?

–Temari necesitaba ayuda y he pensado que eso haría feliz a tu mujer.

Naruto frunció el ceño.

–No me cuentes historias, no te creo.

Sin prestar atención a su amigo, Shikamaru buscó a Temari con la mirada. Se movía con tanta gracia entre los invitados que lo tenía hipnotizado.

Llevaba meses observándola. En realidad, le había gustado desde el primer día, aunque no habían sido presentados oficialmente hasta la tercera vez que coincidieron en un evento. Incluso entonces la había tratado como trataba a la mayoría de la gente, con fría amabilidad, pero estaba interesado en ella. Aunque ella no lo sabía, pero desde ese día la observaba como un predador a su presa, esperando el momento adecuado. Y cuando llegara ese momento la llevaría a su cama y enterraría la cara en su sedosa melena rubia.

Casi podía sentir el roce de los mechones rozando sus dedos. La imaginaba sobre él, con la cabeza hacia atrás, la melena cayendo por su espalda mientras empujaba las caderas hacia delante una y otra vez…

El pelinegro murmuró una palabrota cuando su cuerpo reaccionó ante tan erótica fantasía. Estaba en una fiesta en casa de Hinata y Naruto, debería pensar en bebés, hogares felices, cachorritos y arcos iris, no en cuándo podría llevarse a esa Diosa rubia a la cama.

Pero estaba seguro de que también ella se sentía atraída porque a menudo, cuando creía que no estaba pendiente, la había visto mirándolo. Y Shikamaru disfrutaba de esas miradas robadas porque podía ver en sus ojos lo que sentía y estaba deseando hacerla suspirar de placer.

–¡Shimaru! ¿Me estás escuchando?— Él parpadeó, recordando que Naruto estaba a su lado.

–¿No tienes que atender a tu mujer?

–¿Sabes que la miras con cara de tonto?

–No sé de qué estás hablando.

–Por favor… –Naruto soltó una carcajada–. Ve a hablar con ella y luego vayanse a tu casa, hombre.

–No me importaría nada tenerla encerrada en mi habitación toda la noche.

Naruto emitió un suspiro de impaciencia antes de darse la vuelta, pero su amigo estaba demasiado ocupado observando a Temari como para darse cuenta. Ella estaba buscando al chico con el ceño fruncido y no parecía muy contenta… Pero cuando la vio dirigirse a la cocina, Nara tomó la bandeja y fue tras ella.

La encontró mascullando palabrotas que harían ruborizarse a un camionero y sonrió cuando amenazó con darle una patada en el trasero a todos los camareros que no habían aparecido esa noche.

–¿Dónde está el chico? –le preguntó.

Temari se sobresaltó.

–¿Por qué haces eso?

–¿A qué te refieres?

–Siempre apareces sin hacer ruido, ¿acaso eres un ninja?—pregunto molesta y asustada— . Me has dado un susto...

Él levantó las manos, en un gesto de inocencia.

–¿Y el chico?

–Ha desaparecido sin decir nada. ¡Ni siquiera ha devuelto la ropa de Naruto y esa camisa costaba más que una bandeja de plata!

Shikamaru le puso una mano en el brazo dejando a Temari inmóvil, conteniendo el aliento. No estaba equivocado, pensó, su piel era satinada. O hacía ejercicio o había tenido la suerte de nacer con un cuerpo fibroso. Pero estaba casi seguro de que hacía ejercicio porque parecía una chica disciplinada.

–Seguro que a Naruto no le importará perder una camisa. Seguramente tendrá docenas como esa, todas exactamente iguales.

Temari sonrió, pero enseguida dejó de hacerlo, mirándolo con expresión seria.

–Me alegra que te haga tanta gracia.

—No me ha hecho gracia. Lo único que me gustaría es estrangular a ese chico.

Shikamaru pasó la yema del pulgar por su brazo y Temari se quedó callada.

–¿Quieres que saque una bandeja de comida o prefieres que saque otra ronda de copas?—pregunto la rubia intenta do cambiar de tema.

—Yo diría que saquemos unas cuantas botellas y dejemos que los invitados se sirvan solos. Tú y yo podemos circular entre ellos con bandejas de comida y ver cómo se emborrachan.

Ella lo estudió un momento, inclinando a un lado la cabeza.

–No sabía que tuvieras sentido del humor.

Shikamaru enarcó una ceja, sorprendido por su sinceridad. Pero luego, sin poder evitarlo, soltó una carcajada.

Estaba tan cerca que el aroma de Temari lo envolvía, manteniéndolo cautivo, y cuando apartó un mechón de pelo de su frente notó que era tan suave como había imaginado.

–Propongo que dejemos varias bandejas en el salón y nos vayamos a mi casa.

Ella abrió la boca como si fuera a decir algo, el pálido verde de sus ojos lo hipnotizaba.

–¿Es una proposición?

–Desde luego que sí.

–Imagino que puedes hacer algo mejor.

–¿Mejor?

–O propones algo mejor o me voy a mi casa. Sola.

Ah, cuánto le gustaba cuando se ponía gallita.

Shikamaru tiró de ella, apretándola contra su torso mientras tomaba posesión de su boca. Y el mero roce de sus labios despertó un incendio en su interior. La deseaba desesperadamente.

Cuando por fin se apartó, los dos respiraban con dificultad.

–¿Qué tal si te llevo a mi casa y hacemos el amor toda la noche?— Temari se pasó la punta de la lengua por los labios.

–Eso suena mejor.

Su voz ronca llegó directamente a la entrepierna del Nara y se dio cuenta de que iba a tener que controlarse para no hacerle el amor allí mismo, en la cocina de su amigo.

–Tú encárgate de la comida –le dijo–. Yo me encargo del vino.