Buenas, les habla Pequeña Saltamontes :3 Perdonen, muchos/as de ustedes van a detestarme después de esto, más si leyeron mi -inconcluso- fic Spamano -para el cual ahora mismo no tengo inspiración, pero que prometo terminar algún día-. Esta historia es puro crack, y surgió de un rp que hice con mi actual partner. Ella hace de Escocia, y yo de Romano. También tenemos apariciones especiales de mi ex-partner, quien rolea a España, y de mi mejor amiga, quien rolea a Inglaterra (?). El título surgió de una canción llamada "Loving you", del cantante ítalo-escocés Paolo Nutini. Les agradecería si le dan una oportunidad a la historia, pues es algo en lo que estoy poniendo todo mi esfuerzo, y estoy casi segura de que será la única en la sección Scotland/South Italy.
Aclaro -esto va más que nada para mi partner, ex partner y mejor amiga- que hice algunos ligeros cambios con el fin de cubrir detalles-errores en el rp. Pero no importa, son todas cosas secundarias, nada que altere sustancialmente el contenido.
Ahora, las advertencias.
Crack.
Lemon.
Violación.
Angst.
Gore.
Uso incorrecto de la lengua italiana -y quizás- la escocesa.
Y todo lo que pueda ocurrírseles.
Si siguen aquí, con la intención de leer, les agradezco sobremanera 3
Disfruten.
LOVING YOU
PREFACIO
No dijo nada. Sólo los observó de lejos. Los ojos azules y los verdes encontrándose, la típica expresión incómoda de su hermano menor ante las muestras de cariño del hombre más alto.
«Típica», y él la había visto pocas veces. Pues su hermano le temía.
No obstante, había habido un tiempo en el que no era así. Había sido hacía poco, cuando ambos tuviesen una relación un poco más cercana de la que se esperase.
Una relación de la que nadie sabía.
Aunque Arthur no lo admitiese, ni lo fuese a admitir jamás.
Sus ojos pasearon sobre la negra arena. Ninguno de los dos estaba allí. Estaba él ya en su hogar, solo, porque cuando el dolor es muy grande, muchas veces se olvidan datos importantes. Como el tiempo y el espacio.
Observaba el oleaje, la imagen que parecía grabada en sus ojos repitiéndose una y otra vez, como aquella película que se ve por inercia, sin fuerzas suficientes como para cambiar de canal.
—Aye, A'm easy tae forget, A knou.*
Y dándole una calada al cigarrillo, simplemente cerró los ojos, los brazos apoyados en el balcón de su habitación, dejando que el sonido del mar edimburgués intentase devolverle algo de su paz.
CAPÍTULO I
INGENUITÀ
Estaba sentado tranquilamente en el sofá de su casa. Sus ojos, clavados en el techo. Analizaba su vida en silencio. ¿Cómo demonios había llegado a esta situación tan bizarra, tan… horrible?
Su vida había sido un completo desastre desde siempre. Había estado enamorado desde pequeño de su jefe, España, Antonio, de la persona que lo había criado. Se había aguantado todo, esperado todo por él, ver innumerables personas pasar por su cama.
Finalmente, él le había correspondido. Aquella cena que habían compartido, el español se lo había dicho: sí, sus sentimientos eran correspondidos.
El resto de los acontecimientos los vislumbraba como una mancha borrosa. Recordaba su primera noche junto a él —su primera vez, pues nunca había querido a nadie más, nunca había sido capaz de estar con alguien más antes de él—, la felicidad, las promesas. El compromiso. El haber sido convertido en mujer por culpa de una travesura al bastardo de los scones —como él lo llamaba—, el haber tenido, de aquella guisa tan extraña, dos hijos con el moreno.
El mayor, Gabriel, era su viva imagen: el color de cabello del ibérico, sus ojos verdes, y el carácter arisco.
La menor, Stella, también de ojos verdes y de cabellos algo más claros, poseedora de aquel molesto rizo suyo por herencia, tenía una personalidad alegre, y lo adoraba como nadie.
Hubiese habido otro niño, mas no había sido capaz de salvarlo. Su cuerpo le había fallado. Eso había sido el principio, y recordaba también el haber llorado en brazos de su prometido, él siendo su único consuelo.
Luego de haber tenido a aquellos dos adorables pequeños, ¿qué podría ir mal? Mucho más drama había acontecido en su vida antes de la llegada de aquellos niños: cosas innombrables, pues había sufrido en carne propia venganzas contra el español y obsesiones lúbricas por parte de viejos enemigos. Su orgullo había sido destrozado, y había juntado cada pedazo, cada triza, con ayuda de la persona que amaba, y reconstruido su vida.
Porque él había estado a su lado. Ni siquiera aquel año que pasó hospitalizado en aquella absoluta oscuridad, el otro lo había dejado solo.
Él juraba que Antonio haría lo que fuese por él.
Y él también juraba que haría lo que fuese por Antonio.
Cierto, no había sido un santo. Habían hecho tríos, habían gozado de su vida sexual. Habían explorado un montón de placeres, o al menos, su ingenua persona, así lo creía.
Pero entonces…
Per chè?
Se revolvió ligeramente en aquel sofá de cuero negro, mechones castaños cubriendo aquellas gemas verdes.
¿Por qué? ¿Por qué a quien consideraba el amor de su vida necesitaba a otra persona? ¿Por qué en aquel video se lo veía gozando sobre un cuerpo que no era el suyo, gimiendo otro nombre, prometiendo convertirse en su amante? ¿Por qué había tenido sexo con aquel austríaco?
Apretó los puños, así como la mandíbula ante el pensamiento.
Porque no basto.
Él nunca bastaría, nunca sería suficiente, y lo sabía a la perfección. ¡Ja! ¡Qué ingenuo de su parte, el haber creído que podría llenar, satisfacer, complementar, siquiera hacer mínimamente feliz a alguien por sí solo…!
Cierto, el español se había disculpado. Pero todo había ocurrido luego de que él se lo reclamase, con evidencia en las manos. Recordaba el haber arrojado el anillo de compromiso por la ventana, e incluso, al obsesivo Antonio aquella noche, al Antonio que tomaba lo que quería de una manera enfermiza. O lo había intentado, al menos, y sólo al haber cedido lo había dejado en paz.
Lo perdoné. O eso dije.
Y le había rogado que no lo volviese a hacer. Que lo amase, como si sus súplicas solucionasen algo. Pero una vez más, ¿a cuánto llegaba su ingenuidad? Antonio lucía realmente arrepentido, y parecía dispuesto a valorarlo ahora, lágrimas vertiéndose sin vergüenza por la causa…
¿Y por qué, entonces, está una vez más en la casa de Roderich?
Lo había visto. Allí estaba él. Había dicho que llevaría a los niños al parque, y los había dejado en una guardería, todo para ir con el austríaco tranquilamente. ¿Y luego? ¿Los haría mentir?
Quería despellejarlo. Llorar. Gritar. Romperle el rostro. Obligarlo a sentir aunque sólo fuese una mínima parte de su dolor.
Pero era un buen padre. Y lo quería. No quería perderlo, deseaba que todo fuese…
¿Que fuese como antes?
Y sin embargo, él se preguntaba: ¿alguna vez había sido realmente feliz junto a Antonio, como pareja de Antonio…?
Y sabía la verdad. Todo era una felicidad con un precio demasiado alto, siempre interrumpida, nublada por acontecimientos funestos.
Suspiró, y tomó el periódico más cercano, letras inundando su mente, acontecimientos triviales, el resultado del C.S. Napoli…
Todo tratando de olvidar.
Procurando mandar al fondo de su mente aquel nefasto hecho.
El hecho de que era simplemente incapaz de dejar al español.
Per ché? Per ché non posso…?*
Porque Lovino Vargas era un ingenuo.
ACLARACIONES
"Aye, A'm easy tae forget, A knou"-"Sí, soy fácil de olvidar, lo sé".
"Per ché non posso?"-"¿Por qué no puedo?"
Sé que a muchos las aclaraciones les parecerán algo obvias, pero no me quiero arriesgar, y no deseo incomodar a nadie teniendo que utilizar el traductor google -que para colmo falla un montón-.
El primer capítulo es aún muy light, luego viene lo bueno C:
Pues bien, si leyeron, ¿qué les pareció? ¿Review? Se aceptan críticas constructivas.
