Nunca la había visto llorar tanto. Estaba abrazada a mi pecho, y solo sabía sollozar y yo, por más que la pidiera que parara no lo hacía.

Cogí su cara entre mis manos, y le quite un par de lagrimas que acababan de caer de su rostro. La mire y acerque mi cara a la suya, besándola para intentar tranquilizarla. Cuando termine de besarla, arrastre su cuerpo al mio, pegándolos.

Alce la vista, y vi a mis padres y a todo el Glee club unos pasos más atrás, viendo como nos despedíamos Rachel y yo. Puck fue el primero en acercarse para darme un abrazo y despedirse. Antes de retirarse para que pudieran despedirse los demás, cogió a Rachel entre sus brazos, y comenzó a consolarla.

Sonó la última llamada y miré de nuevo a mi madre, que lloraba negando con la cabeza. Ella y Rachel se volvieron a acercar.

- Cariño, no tienes que irte, por favor.- Sollozó mi madre.

- Mama, tranquila, no me va a pasar nada. Ven, abrázame y luego me iré.- La dije abriendo los brazos.

- ¿Puedo acompañarte a la puerta?.- Preguntó Rachel.

- Claro, vamos.- Mi madre se fue con Burt y cogí la mano de Rachel caminando hacía la entrada.

- ¿De verdad quieres hacerlo?

- Necesito hacerlo Rachel. Estaré el tiempo necesario y luego volveré aquí y todo será como siempre.

- Te voy a echar mucho de menos.

- Yo a ti también, pero ya sabes lo que hablamos. Tienes que seguir adelante, sin preocuparte por mí. Continua tu vida, ¿vale?

- No creo que sea capaz.

- Te quiero.

- Dame un último beso, por favor.

Solté la mochila y la agarre por la cadera juntandola a mi cuerpo. Apoye mi frente en la suya y me moje los labios. Antes de que pudiera besarla yo, lo hizo ella y simplemente me deje llevar. Tras el beso, pase mi mano por su pelo echándoselo hacia atras y le di un beso en la frente. Sonreí ampliamente y me metí dentro del autobús que me llevaría a mi nuevo destino.

-O.

Habían pasado 6 años desde la última vez que pise esta tierra. Cuando me fui, simplemente era Finn Hudson, un chico un poco rechonchete sin casi confianza en si mismo y con las ganas de demostrase a si mismo que podrían con todo, y hoy he vuelto muy cambiado. Soy el Coronel Finn Hudson, un hombre totalmente en forma y más seguro y maduro.

Me coloqué la mochila sobre el hombro y espere apoyado en la pared a mi madre. Cinco minutos después, Burt y mi madre aparecieron por la puerta, y corrió a abrazarme.

- Mama, cuidado el brazo.

- Mi hijo, por fin estas aquí.- Decía sin parar de besarme.

- Yo también me alegro de verte.- Sonreía mientras la abrace.

- Muy buenas, Finn.- Dijo Burt extendiendo su brazo.

- Burt.- Agarre su brazo y tire levemente de él para abrazarlo.

- ¿Nos vamos a casa?.- Preguntó mi madre.- He hecho canelones, ¿te siguen gustando verdad?

- Por supuesto que si, y creo que más que antes.

Burt agarró mi mochila y nos dirigimos al coche. Volver a estar aquí era una sensación extraña. Por lado estaba muy feliz, volver a juntarme con toda mi familia, mis amigos... pero por otro lado, ¿qué estaría ocurriendo ahora mismo con mi equipo?. Negué con la cabeza, prefería no pensar.

Llegamos a casa y estaba todo completamente igual. Una sonrisa ladeada apareció en mi rostro al sentirme de nuevo aquí.

- No hemos llamado a nadie, no sabíamos como te ibas a encontrar.

- No os preocupéis, no quería una gran fiesta sorpresa teniendo tan reciente el accidente.

- No me lo recuerdes.- Mi madre se metió dentro de la cocina.- No quiero volver a oír hablar del ejercito más.

- Tendrás que hacerlo, he estado 6 años fuera y es lo único que he visto.

- Finn, a mi que seas coronel o cualquier rango de esos me da igual, soy tu madre y sigo mandando yo.- Gritó mi madre desde la cocina.

- En eso tiene razón, sigue mandando ella.- Rió Burt.- Vamos a la mesa Finn.

-O.

- Finn, cariño.- Mi madre llamo a la puerta.- ¿Puedes bajar?

- Si, un momento.

- No tardes.

Vi como mi madre volvía a cerrar la puerta y me estire en la cama. En mi cama, esa a la que tantas veces eche de menos cuando dormí en el suelo. Me estire levemente y mi brazo se resintió. Puse mala cara y me moví con cuidado intentando no dañarme más.

Pase al cuarto de baño y me lave la cara, teniendo cuidado con alguna de las pequeñas heridas que me quedaban en ella. Cogí la camisa azul que llevaba esta mañana y me la abroche, bajando por las escaleras.

Cuando torcí para entrar en el salón, me encontré con Kurt y Blaine sentados en el sofá. Sonreí ampliamente y me dirigí a ellos para abrazarles. Kurt fue el primero y el más efusivo de los dos, por lo que tuve que frenarle para evitar que mi dolor de brazo fuera más fuerte. Cuando se dio cuenta de la gravedad, se relajo y me abrazo con cuidado.

- ¿Cómo estas?.- Preguntó Kurt.

- Bien, ya mucho mejor. He salido bastante bien para lo que podía haber sido.

- Callate.- Dijo Kurt.- No quiero que me hables del ejercito.

- ¿Carole es mi madre o la tuya?.- Reí divertido al ver que habían usado la misma frase.

- A veces yo también lo dudo.- Me siguió la broma Blaine.

- ¿Qué tal estáis chicos? ¿Cómo os va? ¿Qué estáis haciendo?

- Yo ya he terminado mi curso en NYADA, y sigo estudiando mientras imparto clases de expresión en la escuela.- Dijo Kurt.

- ¿En NYADA?.- Pregunté sorprendido.

- Sí.

- Me alegro muchísimo Kurt. ¿Y tú Blaine?

- Sigo en NYADA, estudiando. Termino este año y bueno, creo que si la cosa va bien actuaré en un musical como protagonista.

- Eso es genial, chicos. Me alegro de que os vaya tan bien.-Me quede callado un segundo e hice un mohin antes de volver a hablar.- ¿Seguís juntos?

- Si, si lo estamos Finn, y nos va muy bien.

- Eso es genial.

- Oye.- Dijo Blaine.- Quizás te apetezca ir a cenar esta noche. Van a venir Puck, Quinn, Santana y Rachel para verte.

- Eh.- Cuando Blaine pronunció el nombre de Rachel me quede paralizado.- Si, claro, por supuesto, será genial.

- Genial, voy a avisar a todos de que vienes.- Aplaudió Kurt.

-O.

Hacía tanto tiempo que no estaba tan nervioso. Kurt me había aconsejado que no fuera muy arreglado, pero que tampoco muy sucio, por lo que al final entró en mi habitación y decidió lo que me pondría aquella noche.

Me estaba atando la camisa, cuando llamaron a la puerta. Supuse que era mi madre así que la hice pasar, y cuando me giré para ver que quería, me quede totalmente paralizado. No, no era mi madre. Era Rachel.

Rachel. La última vez que la había visto, era una joven ambiciosa que solo sabía sollozar y ahora, me acababa de encontrar a una mujer muy atractiva, mucho más guapa de lo que yo podía llegar a recordar y con una sonrisa muy amplia.

- ¿No vas a saludarme?.- Dijo sonriendo. No me salían las palabras, así que solo pude acercarme a ella y darle dos besos. Para mi sorpresa, Rachel me abrazo con cuidado y se quedo acomodada en mi pecho.- He estado muy preocupada por ti.

- Estoy bien.

- Estas bien ahora. Nadie sabe lo que te podía haber pasado.

- Pero no me ha pasado nada, Rachel. No te preocupes.

- No sabes lo que me alegra el volver a abrazarte.- Note como respiraba hondo, seguramente para ver si de verdad estaba ahí, con ella.

- Yo también me alegro. Mucho.- Se apartó de mi y me sonrió. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no acariciar su rostro y retirarla el pelo de la cara, como había hecho hace 6 años, antes de besarla.- ¿Qué tal estas?

- Muy bien, muy feliz.

- ¿Qué estas haciendo?

- Termine NYADA, y voy a estrenar mi segundo musical. Fui Funny, lo conseguí.- Sonrió emocionada, lo que me hizo sonreír a mi.- Así que todo en mi vida va genial.

- ¿Todo?.- Pregunte intencionadamente.

- Si.- Afirmó mordiendo su labio inferior.

- ¿Estas con alguien?.- Las palabras se me atragantaron en la garganta, teniendo miedo de su respuesta.

- Podría decirse que si.- Dijo en apenas un susurro.- Lo..

- Eh, no termines eso.- Sonreí intentando calmar la situación.- He estado fuera 6 años, y ya lo hablamos en su momento, así que no me debes nada. Solo una cosa, ¿te trata bien?

- Si, mucho.

- Más le vale, sino tendré que encargarme yo de él.

- Si mi Capitán.- Bromeó Rachel.

- Coronel.- La corregí divertido.

- ¿Estas ya?

- Si.

- Venga, vamonos que vamos a llegar tarde.

-O.

Llegue al bar junto a Santana, Rachel, Blaine y Kurt. Trague saliva algo nervioso antes de entrar al restaurante donde tantas veces habíamos comido y me coloque las mangas de la camisa. Rachel me miro y cogió mi mano sonriendo, intentando tranquilizarme. Respire profundamente y entramos en el local.

Una vez dentro reconocí tantas caras que los nervios que había tenido en el principio desapareció. Puck corrió donde estábamos, y se lanzó a mis brazos, intentando no dañarme mucho. Pero esta vez fui yo quien apreté, sin importar el dolor. Me encontraba con mi mejor amigo después de 6 años.

Tras él se fueron acercando Quinn, que estaba increíblemente guapa, Brittany, Mercedes y Sam que se habían enterado en último momento y Will y Emma, los cuales iban acompañados de un pequeño niño pelirrojo que se escondía tras las piernas de su padre.

Nos sentamos todos en una gran mesa y las conversaciones fueron saliendo solas. Me fui enterando como las relaciones en lo que yo definía como mi familia habían cambiado mucho en mucho tiempo. Entre otras cosas me entere de que Sam y Mercedes estaban prometidos, Puck y Quinn tras haber empezado, cortado, volver a empezar y volver a cortar, volvían a estar juntos y tras dos años de relación las cosas iban de maravilla y de que Emma volvía a estar embarazada.

Rachel se sentó frente a mi, al lado de Kurt y Brittany y por más que intentaba atender a las conversaciones de mi alrededor, mis ojos siempre se iban a ella, y cuanto más la miraba, más guapa me parecía. Habían pasado 6 años. 6 años y yo seguía igual de enamorado de ella que cuando me despedí en esa estación de autobús

La cena acabo muy pronto o eso nos pareció a todos, por lo que decidimos que era un buen momento para ir a tomarnos una copa. Nos metimos en el primer bar que encontramos y todos empezaron a beber.

- ¿No te tomas nada?.- Preguntó Sam.

- Estoy con medicación y no creo que una copa me vaya a venir muy bien. Además, hace mucho que no bebo.

- Te he echado de menos, tío.

- Y yo a vosotros, Sam. Muchísimo.

-O.

La gente se fue yendo poco a poco y cuando me quise dar cuenta, mis compañeros de coche me habían abandonado en aquel bar. Estaba muy lejos de mi casa como para ir andando y no tenía los teléfonos de los taxis, por lo que me encontraba realmente jodido.

Rachel me vio preocupado, y se acercó a mi, intentando mantener el equilibrio.

- ¿Qué te pasa?.- Dijo apoyándose en la barra.

- Nada, ¿qué me va a ocurrir?.- Reí observándola.

- Finn, te conozco perfectamente, y sé que te pasa algo. Cuéntamelo.

- No tengo el teléfono de ningún taxi y mi casa esta demasiado lejos para ir andando. Blaine y Kurt se fueron.

- ¿Es eso?.- Dijo burlona.- Pues tengo una gran solución.

- Ah, estoy seguro de que será genial.

- Pues si. Aun que no te lo creas, voy un poco achispada -Reí divertido tras su frase, pero me calle para que siguiera hablando.- Entonces iba a coger un taxi, pero como tú no has bebido te doy las llaves del coche y me llevas a casa.

- ¿Y luego yo?

- Ya veremos que pasa contigo.- Sonrió haciéndome sonreír a mi también.- ¿Te parece?

- Es una buena idea.

- Pues toma.- Rebusco en su bolso y sacó las llaves de su coche balanceándolas.- Vamonos.

Nos acercamos a los que quedaban en el bar, y nos despedimos, seguramente hasta el día siguiente, ya que iban a aprovechar también el viaje para pasar algún tiempo juntos. Rachel y yo nos montamos en el coche y comencé a conducir de forma automática hacía su casa.

Cuando llegamos allí, aparque y Rachel se giró mirándome.

- ¿Qué hacemos ahora?.- Pregunte.

- ¿Me has echado de menos?.- Pregunto ella de golpe. Trague saliva.

- Rachel, ¿qué ocurre?.

- Contestame.

- Todos los días. A todas horas.- Me sinceré.- Todos los días sacaba la foto que teníamos juntos y la observaba. Me preguntaba como estarías, qué estaría pasando en tu vida, y rezaba para que tú también te acordaras de mi.

- ¿Por qué no te has comunicado conmigo en todo este tiempo?

- Tenía pocas llamadas y muy poco tiempo.

- Hubiera dejado todo por un segundo hablando contigo.

- No quería eso. Yo no estaba aquí y no podías tener un novio fantasma. Además, no te ha ido nada mal.

- ¿Te ha molestado saber que tengo pareja?

- Por supuesto Rachel, pero no te puedo decir nada. Has hecho lo que tenias que hacer, y si te trata bien, no haré nada.

- Nadie me va a tratar mejor que tú.

- Eso lo tenía claro.- Sonreí.

- ¿Me quieres todavía?

- Como el primer día. ¿Y tú a mi?

- Pase lo que pase, siempre seremos nosotros. Sabemos lo que tiene que pasar, y aunque ahora no pueda ser, será. En cierto modo, te pertenezco, igual que tú me perteneces a mi.- El alcohol que llevaba en el cuerpo Rachel la dio fuerza para poder hablar.- Y eso siempre será así. Te quiero, y nadie te va a querer tanto como yo lo hago.

- ¿Lo hago?.- Dije citando sus últimas palabras.

- Lo hago.