Notas de Autora: -mira el titulo estrafalario y medio gay que le puso a esto- Ante todo ¡Hola! Bueno, esta es la primera vez que inauguro mi primera colección de drabbles y viñetas cortas, obviamente Ichiruki (: Proyecto gay (?) que salio de las profundidades de mi subconciente y que se, sin margen de error, que puedo actualizar cada vez que mis musas inspiracionales vengan a mi.

Los drabbles no tendran relacion entre sí. Son historias pequeñas de la vida del Ichiruki. Comicos, dramaticos, tiernos y hasta lemons -espero no morir con estos ultimos-, asi que no necesariamente tendran una continuación.

De ante mano gracias a todas las personitas que se arriesgaron a entrar a esta colección prometo... no, JURO SOLEMNEMENTE ACTUALIZAR SEGUIDO.

Agradecimiento especial a Shiroi Kimiko quien fue la creadora del titulo. Si no fuera por ella, esto se habria llamado "In-a-gadda-da-Ichiruki" (¿?)

Disclaimer: Bleach no me pertenece. Hago esto sin fines de lucro y por mera diversion (:


¿Con quién se queda el conejo?

.

.

.

.

.

.

.

No es que estuviesen peleando o algo por el estilo, pero si uno se iba y el otro también...

—No, Rukia, ese maldito conejo no vendrá conmigo —declaró un joven de cabellos naranjas, con maleta en mano y a un paso de dejar el apartamento.

—Pero tengo que entregar unos reportes a la Sociedad de Almas y cumplir con mis deberes de teniente —habló una joven de cabellos negros con un conejo blanco entre su brazo derecho y, en el izquierdo, cogía una pequeña maleta de viaje— ¡Eso me tomara un mes como mínimo!

—No me interesa, no voy a cargar la jaula de un conejo a un viaje de trabajo, —el muchacho vio que estaba a punto de replicar, pero él fue más rápido— y por enésima vez, Rukia, ¡Ese conejo no es mi hijo!

El animalito movió su pequeña nariz mientras veía a sus amos discutir. Habían sido novios desde hace aproximadamente un año y medio, ciertamente las cosas no iban como si fuese un camino de rosas rojas sin espinas y con un arco iris cruzando el cielo despejado. Siendo sinceros, parecían más una pareja al borde del divorcio que una pareja a punto de casarse. Ichigo, obstinado, un poco gruñón y con algunas tendencias depresivas. Rukia, obstinada, orgullosa y con tendencia a sacrificarse a si misma. Pareja peculiar, con muchos problemas que resolver, pero al fin y al cabo, una pareja en todas sus letras.

—¿Cómo puedes ser tan egoísta, Ichigo? —Abrazó al conejo contra su pecho— ¡Eres un mal prometido y padre!

Aquí es cuando ella usaba su táctica maestra de la actuación final. Fingía llanto y desconsolación total.

El chico se revolvió los cabellos con exasperación— ¡¿Por qué tienes que ser tan dramática? ¡Al conejo ese no le hará mal quedarse solo un tiempo, joder!

—¡Dos meses, Ichigo! ¡¿Quién le dará de comer, lo bañara, le pondrá su ropita y le cantara antes de dormir?

Ichigo dejo la maleta en una esquina. Sabía que no podía evadir esa conversación.

—¿Estas hablando en serio? —le miro con seriedad, intentando descubrir si solo quería exasperarlo.

Ella, con la mirada decidida, dijo— Estoy hablando muy en serio, Kurosaki Ichigo, —afilo su mirada hacia su novio— ¿con quien se quedara Chappy?

—Conmigo no —aseveró el muchacho, cruzándose de brazos.

—Conmigo tampoco —refutó la chica—. Es muy probable que Chappy no soporte la carga espiritual de la Sociedad de almas y muera antes de siquiera llegar al Senkaimon del otro lado.

Por varios minutos, ambos se sostuvieron la mirada, retándose en una lucha interna que solo ellos entendían. Momentos como ese eran los que, de alguna manera extraña, los unía más. Los hacia uno. Eso y todas las anécdotas y peleas que tuvieron juntos, sin contar con esas noches entregadas al placer carnal y al descubrimiento sexual de ambos cuerpos. Cabe resaltar, que el regalo pre-boda de su padre sirvió para la exploración que hicieron juntos a ese temible mundo adulto. En pocas palabras, sí, le regalo el Kamasutra.

La batalla se rompió al escuchar un pequeño bostezo. Ambos dirigieron la mirada hacia el peludo animalito que, al notar el silencio, decidió tomar la siesta número nueve del día. De pronto, una idea ilumino el rostro de la Kuchiki. En momentos decisivos como aquel, ella realmente amaba pensar con la lógica y frialdad característica de un Kuchiki.

—Bien, Ichigo, resolveremos esto de una manera madura y adulta —dejo la maleta en el suelo y, con el conejo aun en el brazo, se dirigió a la mesa del comedor. Luego, dejo al animal en el centro de la mesa y ella se coloco en el extremo de esta— Tu colócate en el otro extremo.

Él, algo extrañado por el modo de resolver las cosas de su prometida, hizo caso y se posicionó en el otro extremo de la mesa, quedando Chappy en el centro de ambos.

—Chappy decidirá con quien se irá. Si se va hacia tu extremo, tú te lo llevas y si viene a mi extremo, aun con riesgo, yo me lo llevo.

Ichigo la miro con escepticismo. La verdad, era la peor idea que se le había ocurrido nunca— ¡¿Esta es tu idea madura y adulta?

—¿Tienes otra idea mejor? —y aquí es cuando ella arquea la ceja y tuerce un poco la comisura de los labios hacia arriba.

Él se había dado cuenta de esos pequeños detalles que conformaban todo de ella, que le daban la perfección que él buscaba. Hosca y algo infantil. No le importaba, aun así la amaba y, por más que estuviese en contra de su idea, sabia de sobra que cuando esos tics aparecían sobre su rostro, él iba a perder la batalla. Porque no podía luchar contra ella.

Suspiró, rendido— Bien, hagamos esto rápido que tengo que tomar un vuelo.

—De acuerdo —con una pequeña sacudida, la muchacha despertó al conejito que, en su aburrimiento, se había dormido— ¡Chappy, ve con tu papi! —El chillido infantil con el que le hablaba al conejo le provoco asco— ¡Ve con papá!

—¡Por ultima vez, ese conejo no es mi hijo, Rukia!

—Pues lo será, porque se esta acercando a ti y, si te toca, pierdes.

—¡¿Eh? —dirigió su atención al conejo que comenzaba a dar pequeños saltitos hacia él. Eso lo aterro. Ni a patadas se llevaba al conejo con él—V-ve con Rukia, conejo —pero el animalito no le hacia caso— ¡Conejo tonto, no tengo que ofrecerte nada! ¡Si te acercas mas no te daré de cenar en los dos meses que vendrás conmigo!

El animalito se detuvo de improvisto y, reflexionando las palabras de uno de sus amos, se dio la vuelta y comenzó a dar pequeños saltitos hacia Rukia.

—¡Ve con papá, Chappy bello! —el conejo no le hacia caso— ¡No, mamá no tiene comida para ti, pequeño! ¡Pero papi tiene muchas zanahorias! ¡Solo para ti!

Y así estuvieron varios minutos, sobornando al pobre animal para que vaya con el otro. Al final, el conejo, harto de toda la bulla y el escándalo que estaban haciendo sus dueños, se escabullo por la esquina de la mesa, dirigiéndose hacia su jaula en la cocina. Ichigo y Rukia se quedaron viendo como el conejo huía de ellos, harto de la idea más estúpida de todos los tiempos.

Ambos se miraron, giraron a ver sus maletas en el piso, volvieron a ver al conejo y regresaron sus miradas a esos ojos que se encontraban cada mañana al despertar.

—¿Y si dejamos al conejo con mi padre? —sugirió el chico, algo apresurado.

La morena se alzo de hombros y dijo— Me parece bien.

Rukia cogió la jaula, con Chappy dentro, su maleta y se dirigió a la salida, seguida de Ichigo. Cerraron el apartamento con llave y fueron rumbo a la casa Kurosaki.

En toda relación hay altas y bajas, decisiones fáciles y difíciles que tomar. Para ellos, era solo otra típica pelea sin sentido en sus vidas como convivientes que, poco a poco, se almacenaban en una caja de recuerdos con todos sus momentos vividos.

Claro que Chappy siempre pagaba los platos rotos de su relación.

.

.

.

.

.

.

.


Notas de Autora:

Para finalizar, solo debo mencionar que el titulo de esta viñeta tiene su origen en la cancion "¿Con quién se queda el perro?" de Jesse y Joy. La inspiracion vino en flashes seguidos XD.

Espero que me dejen sus impresiones de esta colección y ¡Espero que les guste el lemon porque la proxima viñeta, lo será!

DiLaurentis