Prologo
-Escuchadme atentamente, por que quizás no vuelva a tener la oportunidad de contaros esta historia...
"Cuenta la leyenda, que hace cientos de años, el gran Bijuu de nueve colas, Kyubi, atacó la gran aldea ninja del país del fuego, Konoha.
Era un demonio tan poderoso que no les quedó otro remedio que sacrificar a uno de sus mejores ninjas para hacer un trato con un shinigami para que este sellara al demonio dentro de un bebé recién nacido de ojos zafiro y rubios cabellos.
Ese niño creció como los demás niños de la aldea, incluso se convirtió en ninja. Muchos decían que pese a ser un jinkiruuchi era inofensivo y pacifico, y que podría defender a Konoha de futuras amenazas.
Incluso se plantearon nombrarle Rokudaime por sus misiones y sus logros...Pero con el tiempo, el chico comenzó a fusionarse con el zorro, absorbiendo así el chackra del bijuu.
Seguía teniendo la apariencia física de un ser humano, pese a que con los años la fusión hizo que el zorro afectara a su aspecto y que le crecieran orejas de zorro y las características nueve colas del kyubi, además de unas marcas parecidas a bigotes en sus mejillas.
De todas formas, le seguían tratando como a un igual, poco les importaba su aspecto a los aldeanos a los que había protegido.
Pero... la fusión del zorro comenzó a afectar no solo a su físico y a su chackra, sino también a su mente, hasta que un día perdió el control de su propio cuerpo, sus ojos celestes se volvieron rojos como el fuego del zorro y donde antes hubieron manos aparecieron garras mortíferas. Y, una vez más, el poder del Kyubi casi destroza Konoha. Cuentan que, aquel día, el chico mató a todos sus amigos. Algunos dicen que los destrozó con el poder de sus nueve colas, otros creen que los desgarró con sus garras, los mas atrevidos aseguran que los instintos carnívoros del Kyubi le impulsó a devorarlos. Pero al amanecer del día siguiente, el zorro recuperó la cordura, y entonces se dio cuenta de lo que había hecho.
Dicen que después de esas atroces acciones, el monstruo abandonó la villa avergonzado y que se refugió en unas montañas, las mas altas y las mas frías, las Shinda no Sangaku, ya que nadie ha conseguido volver de esas montañas con vida, y los más ancianos explican, que aún hoy, se oyen los alaridos del zorro por la noche, rogando perdón a sus amigos caídos, pagando su crimen con su conciencia herida, condenado a arrepentirse eternamente...
...En soledad."
-Akiko-hime, sabes que no me gusta que le hables de esas estupideces a mi hijo.
-Sa-Sasuke-sama! Que...¿Que hace usted aquí?-una joven de tez clara y ojos y pelo oscuro se levantó inmediatamente de la barandilla del porche donde había estado explicándole aquella vieja leyenda a su pequeño hijo de seis años.
-¿Acaso no puedo venir a ver como esta mi hijo?-el peliazul se sentó junto al pequeño y lo miró, el niño le sonrió.-Al fin y al cabo, el será mi próximo cuerpo...
-Pe-pero...La transfusión no se realiza hasta que el nuevo cuerpo cumple la mayoría de edad!! ...¿no?-la mujer miraba alterada al padre de su hijo.
Sasuke la acalló poniendo el dedo índice sobre sus labios.-Y hasta entonces no se realizará, pero tengo que entrenarle para que sepa utilizar el Sharingan.
Akiko seguía teniendo sus dudas, pero hizo una leve reverencia y se dirigió a su pequeño.-Gisei, ves a ponerte la ropa para entrenar.
-Si oka-san.-el niño salio corriendo y se perdió dentro de la casa.
-Sasuke-sama...
-No.-el Uchiha se levanto y dio unos pasos por el verde jardín.-Sabias que estaba decidido desde antes de que naciera. Él será mi próximo cuerpo.
-Ha-hai...-la ojinegra bajo la mirada. Sabia el futuro que le esperaba a Gisei... su propio nombre lo decía... conocía las reglas, pero aún así seguía siendo su hijo.
-No me mires así, conocías el precio que tenias que pagar para que me quedase a tu lado. Sabes que no hay vuelta atrás.
-Otto-san! Ya estoy listo para entrenar!- el niño salía feliz de la casa mientras se ataba su protector de Otokagure en la frente. El niño era la viva imagen de su padre cuando era joven, alto para su edad, de ojos azabaches y con la tez blanca, que contrastaba con su pelo negro azulado.
-Yo les dejo.-la mujer se retira dejando a los dos varones en el jardín.
-Bien. Empecemos pues.- el mayor se arremangó las mangas del yukata negro que vestía, cuando notó que su mano derecha no le respondía. Se la quedó mirando, intentando moverla hasta que al fin lo consiguió.
-¿Le pasa algo, otto-san?
-Nada.-sin darle mas importancia, el Uchiha mayor se puso en postura de combate.- Lánzame un Katon Gôkakyû no jutsu, lo más fuerte que puedas.
-Hai!!
La luna brillaba en aquella noche de verano en Oto.
La mansión del Otokage estaba en completo silencio. En el balcón de la habitación principal se adivinaba una silueta recortada en la oscuridad, de la cual solo se podían ver sus ojos del color de la sangre.
El hombre se sobaba el brazo que le había jugado una mala pasada aquella tarde. Sabía que significaba aquello, y es que aquel cuerpo que ocupaba estaba comenzando a fallar, no aguantaría más de 10 años a lo sumo y solo si no tenía que luchar. La transfusión se tendría que adelantar. Por suerte aquel pequeño no era el único cuerpo que se podría poseer, pero tenía predilección por él, era tan parecido a su primer cuerpo... su verdadero cuerpo, que ya hacía mucho que se había podrido bajo las tierras de Oto. Ese niño le hacía recordar su infancia, que creía haber borrado de sus recuerdos y que ahora le parecía tan lejana, la infancia que había vivido junto sus amigos en la vieja aldea de Konoha.
Pero ya era demasiado tarde como para arrepentirse.
De sus antiguos amigos sólo quedaba uno. Él mas importante de todos ellos, el que le despertaba sentimientos desconocidos para él, el que podía hacerle sonreír y comportarse como el humano que era desde los recuerdos, y quería volver a verle costase lo que costase, así lo había decidido ya hacia mucho, pues es por poder encontrar a esa persona por lo que había cambiado tantas veces de cuerpo.
No quedaba nadie que conociera a aquella persona excepto él, se podía decir que ellos dos formaban el recuerdo de un mundo ya olvidado.
Pero lo peor de todo es que tenía que escuchar cada día como los mayores explicaban la leyenda del zorro demoníaco a sus hijos como si fuera una fábula... esa historia tenía como protagonista a aquella persona y en ella le tachaban de monstruo.
Je, él mismo tenía mas de monstruo que "él".
-Naruto...Ya han pasado más de doscientos años...- el Uchiha miraba al cielo estrellado.- Cuantos cuerpos más voy a necesitar...para encontrarte?
Shinda no Sangaku: "montes del Muerto"
Gisei: en japones literal, "sacrificio"
