Después de leer muchas historias (muy buenas historias) de Zootopia, me dieron ganas de escribir una. No obstante, aunque amo la pareja de Judy x Nick, quise escribir algo diferente, ya que muchos fanfic hablan de esta pareja y todas sus posibilidades. Además, en varias historias, ponen al personaje de Jack Savage (carácter original de la historia, pero retirado de la película) como el "malo del cuento".
Por eso decidí hacer una historia con Jack Savage, y abordar un poco el tema Judy x Nick.
Espero les agrade, es mi primer fanfic de Zootopia.
Disclaimer: Zootopia y sus personajes son propiedad de The Walt Disney Company. A excepción de los creados por mí para este fanfic.
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YOU'RE FIRED!
Si bien, aunque su pequeña estatura parecía insignificante, (en comparación con otros mamíferos) en ese momento, su presencia era notoria en gran medida. Sus pisadas eran firmes, tanto que parecían resonar por todo el vestíbulo de la ZPD.
Con sumo entusiasmo, Benjamin Clawhauser humedeció sus labios, moviendo los hombros al ritmo de la música proveniente de su celular, cortesía del último sencillo de Gazelle. A punto de degustar su primera rosquilla del día, un furioso grito lo hace saltar, arrojando la golosina azucarada al aire, provocando que el pobre felino manoteara con desespero, logrando capturarla al tercer intento.
– ¡¿Dónde está?!
– ¿Eh? – desconcertado por no ver al dueño de esa voz, Ben giro a ambos lados de su escritorio, incluso bajo la vista al celular, pensando que había entrado una llamada a su teléfono.
– Clawhauser… – escucha un molesto suspiro – acá abajo.
– ¿Cómo? – el oficial se asoma por encima de su escritorio, encontrando al mamífero que le llama, quien frustrado, aprieta con el pulgar e índice, el puente de su pequeña nariz – ¡oh Jack, que tal! – se recarga en el escritorio y le da un merecido mordisco a su rosquilla – buenos días.
La liebre macho suelta otro suspiro, intentando calmarse lo suficiente, para no ser grosero con el sensible de Clawhauser; después de todo, él no es el culpable del desastre acontecido ayer por la noche – buenos días Clawhauser… ahora, ¿podrías decirme, por favor, ¿dónde está?
– Er, bueno… – el enorme cheetah solo atinó a encogerse en su asiento, cogiendo con algo de temor su gaseosa, jugando nervioso con la pajilla. Todo indicaba, que Clawhauser estaba al tanto de lo ocurrido en la elegante cena, con esos mafiosos – Ju-Judy, mph, mph… – aclara su garganta – Judy sigue en el hospital, aunque Fangmeyer dijo… – quizo continuar, pero fue bruscamente interrumpido.
– ¡No estoy hablando de Judy! – el exasperado grito tuvo la intensidad suficiente, para silenciar un poco el bullicio del vestíbulo, llamando la atención a su diminuta presencia. Apretó los puños, se paro sobre sus puntas, tenso las orejas y lo apunto con el dedo índice – sabes perfectamente por quien estoy preguntando, Benjamín Clawhauser.
El cheetah se hizo hacia atrás, mirando a todas direcciones, como si pidiera ayuda con la vista. Delgato, Francine Pennington y Wolford cruzaron miradas entre sí, tomando la sana decisión de no involucrarse.
Jack Savage no estaba enojado, estaba rabioso.
Y no era para menos, la misión se había arruinado.
Y lo peor: Judy resulto lesionada.
El golpeteo constante de un pie sobre su escritorio, regreso a Benjamin a la realidad. ¿En qué momento brinco hasta su escritorio? se preguntaba – ¿y bien? – le interroga Jack, con brazos cruzados, orejas tensas y ceño fuertemente fruncido.
En forma pausada, Clawhauser señala hacia el pasillo de las oficinas – c-creo que esta en su oficina, ve-verás, llego más temprano de lo habitual y… y-yo no vi…
Siseando un 'gracias' casi inaudible, Jack dio un gran salto, bajando del escritorio de Clawhauser, encaminado sus iracundos pasos a la oficina señalada.
Con cada paso que daba, con cada centímetro que se acercaba, sentía que la sangre le hervía más y más. Empezó a sentir sequedad en la boca, su corazón le latía con intensidad y los puños temblaban, por la fuerza ejercida al apretarlos.
Si había un dicho que recordaba desde su infancia, era a no confiar jamás en los zorros. Esa fue la advertencia de sus padres, sus abuelos, hermanos mayores, compañeros de la escuela, de la academia, extraños en la calle, etc. Sin embargo, él era como Judy: un idealista, un soñador, alguien que no juzgaba un libro por su portada.
Además, era un mamífero seguro de sí mismo, un tipo con muchas habilidades y virtudes, alguien en quien confiar y de igual manera, confiaba en sus compañeros de trabajo. Al final de cuentas, también de eso se trataba la ZPD: confianza.
La maldita confianza.
La misma confianza que mando a Judy Hopps al hospital.
¿Por qué tenía que darle su confianza? ¿Realmente se la había ganado? Siempre que tenía oportunidad lo molestaba, le lanzaba clips, lo hacía tropezar, le ponía sobrenombres, derramaba "accidentalmente" su café.
El colmo siempre era, cuando desobedecía sus órdenes.
– Si que fui un idiota – se recriminaba una y otra vez en sus pensamientos – confiar en un zorro, sí como no…
Sus patas lo dejaron afuera de la oficina señalada. Sus tensas orejas tintinearon un poco, al escuchar movimientos tras la puerta cerrada, notando la sombra del animal (a través del vidrio empañado) que se movía en su interior.
Paso saliva, sintiéndose tan amarga, como el enojo que se incremento de sobremanera, solo por estar afuera de esa oficina.
Ni pensar en lo que iba a sentir, cuando enfrentara al culpable.
Con mano temblorosa (y la ira a punto de eclosionar) cogió la perilla, hizo una respiración profunda y la giro, no obstante, la perilla se trabo y la puerta no cedió, demostrando que estaba asegurada por dentro.
– ¿Pero qué…? – una vez más, forcejeo el picaporte, pero este se mantuvo firme – ¡¿qué diablos?! – gruño fuerte y empezó a golpear la puerta – ¡sé que estás adentro! ¡te ordeno que abras la puerta en este instante!
Espero un momento y el ruido proveniente del interior se detuvo. Al no recibir más respuesta que el silencio, su coraje se acrecentó – ¡ah no, ni creas que te vas a esconder de mí! – de inmediato, empezó a golpear la puerta con su hombro, dispuesto a derribarla, si era necesario – ¡abre te digo!
El fuerte escándalo de los golpes al madero, llamó la atención de algunos mamíferos que se encontraban alrededor. En su quinto intento, la puerta fue abierta desde adentro, haciendo que Jack se precipite al interior de la oficina, cayendo bruscamente a las patas del animal que buscaba.
Unas suaves risas lo hicieron reaccionar, regresando la vista a la entrada y captando in fraganti, a los que se burlaban de él, quienes al ser descubiertos, se alejaron rápido de allí. Apretó los puños y pronto se levanto, sacudió su elegante traje negro y acomodo su corbata; tenía una imagen que mantener – ¿por qué cerraste tu oficina?
– Tú lo has dicho – le responde, encogiéndose de hombros y dandole la espalda – es mí oficina.
– Jajaja oh no, eso si que no – río con disgusto y negó con la cabeza – esta ya no es tu oficina.
– Lo imagino.
– ¿Lo imagino? – enarco una ceja y le miró estupefacto, bajando las orejas – ¿qué clase de respuesta es esa? – gruño de nuevo y se acerco a la puerta, cerrándola de golpe; no quería hacer más escenas de las que ya había hecho – ¿no entiendes, verdad?… No hay reasignación, no hay baja temporal – acorta distancias – ¡este ya no es tu trabajo, estás fuera!
– Que lástima – fue la única replica que recibió, de nuevo, sin dignarse a mirarle.
Esto fue el colmo de los colmos, Jack simplemente no podía creer tal grado de cinismo, ¿Cómo es posible que tome su despido, tan a la ligera? ¿acaso se estaba burlando de él?
Seguro usará hasta los últimos segundos, para burlarse de él.
Fuera de sí, eleva la voz – ¡ESTÁ DESPEDIDA, SEÑORITA ELA MARBLETE! – la coge del brazo, obligándola a volverse – ¡y mírame cuando….! – su reclamo no pudo continuar, al ver el rostro de la joven zorra de mármol. Su mirada, antes llena de orgullo y sarcasmo, estaba visiblemente afectada. Sus ojos castaño oscuro, mostraban un fuerte halo rojizo, así como un casi imperceptible rastro de humedad en sus manchas color ocre, alrededor de los ojos, señal de que quizás (solo quizás) ha derramado alguna lágrima.
Molesta, le enseño los colmillos un segundo, pero de inmediato, recupero la compostura. Si era la última vez, que iba a estar frente a él, no iba a demostrarle que la afectaba – como sea – esbozo una relajada y falsa sonrisa – te gane de nuevo, Jack Savage.
En ese momento y sin percatarse de ello, ambos mamíferos empezaron a ser espiados. Nick Wilde llegó a la oficina de Ela, para aclarar los sucedido en el gran salón "Luminaries". El zorro pelirrojo no tenía la intención, (no al principio) de escuchar la tensa conversación entre Jack y Ela, pero quien podría culparlo, su discusión se oía hasta el pasillo.
Despacio, Nick abrió la puerta y se asomo – ¡genial! – pensó y esbozó una sonrisa – no me han visto.
– ¿Me ganaste? – confuso, la liebre enarca una ceja y como mero instinto, fijo sus azulados ojos en el escritorio de Ela y estaba vació, salvo por una caja de regular tamaño, donde seguro iban sus pertenencias – y ya que esta aquí, señor Savage – con tranquilidad, Ela le extendió un sobre tamaño carta – estoy segura, de que no le molestara entregarle esto al jefe Bogo – se voltea hacia el escritorio y recoge la caja – con su permiso.
Esto fue la gota que derramo el vaso. Si antes estaba lleno de rabia, ahora no habría palabras en el diccionario, para describir su furia. Primero, desobedeció las ordenes de la misión, involucrándose directamente en la cena; después, puso en peligro la vida de otros oficiales y su querida Judy fue herida, teniendo que ser trasladada al hospital. Ahora, para cerrar con broche de oro, le quita el privilegio de despedirla: ¡ella renunció!, obligándolo a tragarse todo ese resentimiento y coraje de no poder reclamarle.
Pero no, esto no se iba a quedar así. No podía irse así tan tranquila, después del desastre que ocasionó. Lo iba a tener que escuchar, por las buenas, o las malas.
Y si era por las malas, mucho mejor.
– ¡Un momento! – Jack extendió su pata hacia ella, tomándola del antebrazo – no te vas a ir sin escucharme, Ela.
– ¡Jack suéltame! – la zorra se jalonea, tirando algunas cosas de su caja – ¡me lastimas!
En ese momento, Nick estuvo tentado de intervenir, pero al último segundo Jack la soltó, haciendo que Ela derramara sus pertenencias al piso. Asustada, la zorra se puso de rodillas, recogiendo sus cosas – ¡tú comportamiento infantil puso en peligro a todo un escuadrón, la misión se arruino y uno de mis oficiales salió herido! – gritaba a todo pulmón – ¿y acaso te importa? – se lleva las patas a sus orejas y las jala frustrado – solamente renuncias y ya, tú vida esta arreglada… y a los demás, que se los lleve el diablo.
La zorra frunció el ceño y enojada lo enfrento, olvidando momentáneamente su taza favorita, ahora hecha pedazos – jajaja por favor Savage, no me hagas reír – camina hacia él, empujando un dedo sobre su pecho – tú y yo sabemos muy bien, que no estas furioso por eso, además que lo de la misión, yo…
Una fuerte palmada en la pata de Ela, detuvo su empuje sobre Jack – ¡echaste a perder la misión, y todos esos meses de investigación se fueron al caño, por tú culpa!
– ¡No me diste la oportunidad de explicarte! – con enfado, Ela levanta su voz – lo único que hiciste, fue correr junto con Wilde hacia Judy, no te importo ver si alguien más estaba herida.
– ¡Porque Judy era la que estaba lastimada! – entrecerró los ojos – tú solo saliste debajo de esa mesa y corriste hacia nosotros – se acerca y la toma del brazo, apretándola con fuerza – una persona "herida" no corre así.
De nuevo, Ela sacude su brazo, liberándolo de la pata de Jack – ¿es que eres tan idiota? – le pregunta a la zorra – Judy pudo haber muerto – escupe esas palabras, deseando jamás tener que volverlas a repetir.
La mirada de dolor en los ojos de Jack, junto con esas palabras tan hirientes, fueron como un puñal sin filo, que se clavo justo en medio de su pecho – ¿y por qué me despide, señor Savage? – Ela arruga su hocico, agachándose lo suficiente para verlo a los ojos – ¿por poner en peligro a su preciosa conejita de felpa?
Esa pregunta, ciertamente incomodo al oficial Nicholas Wilde, sobre todo porque conocía la respuesta a esa pregunta. La astucia de zorro le hizo ver, mucho antes que los demás, el latente interés de Jack por Judy, su Judy.
Flashback…
La noche anterior, la ZPD se presento de encubierto a la elegante cena, de un lobo ártico mafioso. Fueron meses de ardua investigación, algunas noches sin dormir y duro trabajo de campo, lo que los llevo al punto más importante de la misión.
En esa cena de gala, el lobo ártico llamado Serguéi, se encontraría con sus aliados más importantes, donde compartiría una información sumamente valiosa, la cual ayudaría para acusarlo formalmente de sus muchos crímenes, los cuales involucraban tráfico de drogas, ventas en el mercado negro, etc. Con el auxilio confidencial de Mr. Big, lograron infiltrar a Judy, a Fangmeyer y a Delgato; mientras que Wilde, Savage, Francine, Wolford y el resto, vigilaban desde distintos puntos estratégicos.
Por sus habilidades con la puntería, Wilde, Wolford y Savage observaban desde la azotea de un edificio cercano. Siendo los francotiradores de la misión, designados por Savage – Wow, no cabe duda que Judy es una hermosa coneja – expresa Wolford – ¿qué digo hermosa? con ese vestido negro se ve preciosa.
La coneja en cuestión, mostraba un delicado y fino vestido negro, de espalda descubierta, correa delgada que rodea el cuello, cuya tela se pega a su cuerpo, resaltando sus curvas. El rostro llevaba un ligero toque de maquillaje, destacando sus bellos ojos color lila.
– Le dije a Zanahorias, que ese vestido no me gustaba – comenta Nick ligeramente irritado, al ser testigo de como Judy, finge coquetear con un gato montés.
– No te pongas celoso Wilde – le dice Jack – solo es una misión – en su interior, Jack también se sentía incomodo, al ver a Judy reír con otro macho – y si tenemos suerte, todo terminará pro… – poniendo ojos enormes, la liebre levanto el rostro, lejos de la mirilla del rifle, boquiabierto.
– ¿Qué ocurre Savage? – Nick aprovecha la distracción de Jack, para molestarlo – ¿los celos te han comido la lengua?
– Ela…
– ¿Cómo dices? – Nick se asoma por la mirilla, pero Wolford se le adelanta – ¿esa zorra no es Ela?
En medio de la gran gala (y siendo vigilada por los tres) apareció la zorra de mármol. Ela Marblete lucía un vestido rojo granate, con un discreto escote y una apertura en la tela, a nivel de la pierna derecha, dejando ver su suave pelaje color perla, el cual solamente se tornaba ocre en la periferia de las orejas, en la frente y alrededor de sus ojos. Su maquillaje es un poco más fuerte en los párpados y como adorno, en su cuello llevaba un delicado collar de oro, con un diamante en forma de lágrima.
– ¿Pero qué diablos hace ahí? – Sin pensarlo dos veces, Savage tomo la radio – Judy, Ela esta en la fiesta, no importa lo que tengas que hacer, haz que se vaya, no es seguro para ella.
La coneja elevo las orejas y alzo la mirada, buscando a la zorra en cuestión. Cuando localizo a Ela, Judy fue a su encuentro. A la vista de los tres, ambas estaban 'discutiendo' y de pronto, algo malo pasó. Judy se cubrió la boca, mirando con terror a su compañera, alguien las señalo y las balas comenzaron a volar por todos lados.
– ¡Maldición! – grito Nick y junto con Jack, arrojaron unos ganchos con cuerdas al techo del edificio, para irrumpir a través de los enormes ventanales, dejando atrás a Wolford, quien comenzó a disparar a los animales armados.
No tenían tiempo que perder.
Jack corrió tan rápido como Nick. Ela presenció, desde debajo de una mesa (oculta tras el mantel), como ambos se arrodillaban junto a la coneja, y eso la hizo rabiar.
Fin del flashback.
Ela odiaba a Judy.
La odiaba, porque la coneja era tan entusiasta, tan positiva, tan bondadosa y noble, que derribo todas sus barreras, (así como hizo con Wilde) y terminó siendo su mejor amiga, su confidente.
La odiaba, porque no la podía odiar.
Judy era su amiga, de las pocas que tenía, pues su actitud siempre alejaba a los mamíferos a su alrededor. Y aun así, Judy siempre estuvo para ella, y solo ella conocían su más oculto secreto.
Bueno, quizás Clawhauser también lo conocía, ¿pero ese cheetah de qué no se enteraba?
– Quedas despedida por desacató, por arruinar una misión y por arriesgar la vida de un oficial de alto rango.
– ¡Por Dios Santo Jack! deja de engañarte a ti mismo – Ela se levanta, alzando las patas – a ti te importa un bledo la misión, ¡estás furioso porque Judy, Judy Hopps, salió herida! y todos sabemos en la estación, lo estúpidamente enamorado que estás de ella – se gira y Nick apenas tuvo tiempo de esconderse.
Pocas veces Jack se quedaba petrificado, sin saber como responder. Siempre había sido una liebre de mente fría, calculador, casi inalterable. No obstante, nunca se imagino que alguien le echara en cara, los sentimientos que profesaba por Judy – eso no es cierto…
– ¡Cielos! prácticamente me he resbalado todos los días, con la baba que dejas cuando la ves – se pone delante de él, poniendo las patas en su cintura – si no lo quieres aceptar, entonces eres más patético de lo que pensé.
Este había sido un golpe bajo para él ¿Acaso Ela no entendía, el dolor de ver a la persona que amas, en brazos de otro? – a ti eso que te importa, solo piensas en ti misma.
– Eso pensé – Ela asintió, se volteo y se arrodillo, con la intención de levantar sus pertenencias.
Sintiéndose derrotado y con orejas bajas, Jack lanzó su último ataque – zorra sin sentimientos – mencionó entre dientes, apenas audible para la zorra delante de él, quien sacudió sus orejas, prueba de que lo había oído.
Si la audición de los presentes fuese más sensible, habrían escuchado como un triste corazón dejaba de latir, solo para romperse en miles de pedazos.
En ningún momento, (aún y con todo el entrenamiento recibido) Jack vio venir la fuerte bofetada que Ela le propino, ni mucho menos, lo que le siguió a tan severo golpe.
Delante de los asombrados ojos de Nick, (no menos pasmado que Jack) Ela sujeto con fuerza la camisa de Jack, obsequiándole un inesperado y prolongado beso.
Ela estaba besando a Jack, su amor no correspondido.
– Dulces… galletas… con queso – escucho Nick detrás de él. Se giro y vio a Judy, vestida de civil y con un cabestrillo, donde descansaba su pata izquierda.
– ¿Zanahorias, desde cuando…? – de forma expedita, la coneja cubrió el hocico de Nick – shhh Nick, nos van a descubrir.
Por desgracia, la advertencia para Nick llego tarde. Durante esos segundos de distracción, Ela soltó a Savage, no sin antes susurrarle a su larga oreja – esto es fastidiar la vida de un oficial, detective Savage – lo empujo al piso, se volteo y sorprendió a los espías, asomados en la entrada – ¿Judy? ¿Nick?
– Jeje, hola Ela – Judy la saluda con timidez, sintiéndose como una niña delante de su madre, siendo pillada cometiendo una travesura. Sacude su cabeza y brinca animada – Ela, la micro memoria que le diste a Nick anoche en el hospital, contiene lo que buscamos y mucho más – Judy la toma de una pata – tenías razón, allí estaba todo – le otorga la más tierna de las sonrisas – gracias.
La joven zorra suspiro triste, fijando la vista en el brazo de Judy y la coneja entiende, la razón de su preocupación – oh, esto – niega con la cabeza – no te preocupes, la bala solo me rozo, lo malo es que me lastime el hombro cuando caí, pero los doctores… – Judy detiene su animosa charla, al notar los ojos llorosos de la zorra, y como Nick ponía una pata en su hombro, dandole apoyo – tranquila Ela, todo va a salir bien.
– ¿Me perdí de algo? – las orejas de Judy se pegaron a su espalda, sintiendo angustia por su amiga depredadora.
– Ela – con toda la emoción de ver a Judy sana y salva, Ela se olvido por completo de Jack, y sobre todo, lo que le había hecho con sus labios. Todavía anonadado por el inesperado beso (más la bofetada), Jack Savage intenta acercarse a Ela. Ahora más que nunca, necesitaba hablar con ella.
Con vergüenza y temor en su rostro, la zorra se gira sobre sus patas y sale corriendo, dejando atrás a los tres mamíferos, junto con sus cosas – ¡espera! – estira su brazo y aunque sus patas deseaban reaccionar, parecía que su mente lo estaba traicionando, prueba de que aun estaba conmocionado.
– Ok, vamos a aclarar esto… – con una ladina sonrisa en su hocico, Nick Wilde entra a la oficina y apoya una pata en el hombro de Savage – el increíble y famoso detective Jack Savage, se ha quedado perplejo por… – cruzaron miradas y los labios de Nick comenzaron a temblar –puajajaja… ¡UN BESO! – sacude su hombro y le da una palmada en su espalda, a modo de burla – jajaja ¡un beso ha derrotado a Jack Savage! jajajaja.
Esta mofa, ayudo a reaccionar a la liebre, entrecerrando sus irritados ojos al insufrible zorro – Wilde… – de repente, algo brinca encima de Jack, tirándolo al piso y asustando a Nick – ¿Judy?
– ¡¿Qué le hiciste?! – con la mano libre que tenía, la coneja furiosa sujeta la camisa de Jack – ¿por qué Ela salió corriendo así? – los adorables ojos de Judy, se empezaron a llenar de agua, las orejas bajaron a su espalda y su nariz comenzó a temblar – ¡¿qué no ves que está enamorada de ti?!… snif…
– ¡Woow, woow! ok, ok – Nick toma a Judy de la cintura, quitándosela de encima a Jack, pero la pequeña coneja todavía trataba de alcanzarlo – demasiada información confidencial aquí Zanahorias, eso esta fuera de nuestra jurisdicción.
– Ela es mi amiga Nick, snif… – seca sus abundantes lagrimas – seguramente esta herida – con cuidado, Nick la pone sobre sus patas – ¿no la viste como se fue?
– Herida – Jack analizó esa palabra, recordando las palabras de Ela minutos atrás: "lo único que hiciste, fue correr junto con Wilde hacia Judy, no te importo ver si alguien más estaba herida" – lanza un pesado suspiro – su herida no era física… sino…
El constante golpeteo de una pata, lo saco de sus pensamientos. Jack miro a Judy y vio que estaba golpeando el piso con su pata – ¿y bien? – elevo su brazo, señalando la salida – ¿qué no piensas ir detrás de ella?
La extraña pasividad de Jack, saco a Judy de sus casillas – ¡ay dulces galletas con queso! – la coneja se acerco a la olvidada caja, saco un pequeño portarretratos de entre las pertenencias de Ela y se lo entrega a Jack – ¿quieres dejar de comportarte como un idiota?
El portarretratos, que no era más grande que su pata, contenía una selfie, la cual no recordaba haberse tomado. El hocico de ella permanece apoyado sobre su cabeza, sonriendo a la cámara, en cambio él, su sonrisa (o la mueca en su rostro) no demostraba más allá que pura cortesía, contrastando con la sincera emoción de la hembra.
¿Desde cuando poseía esta foto?
Miro primero a Judy, después levanto los ojos hacia Nick – ¡hey Savage! – el zorro lo señalo con su pata – mejor apresúrate, si lo sigues pensando, no la vas a alcanzar – le guiña un ojo.
– Gracias – por fin, sus patas reaccionaron y salió corriendo de la oficina. Solo existía un problema: ¿qué le iba a decir cuando la alcanzara? ¿le pediría disculpas?, bueno eso era obvio; ¿qué ya no estaba despedida? eso también se lo diría.
¿Y sobre el beso? ¿qué le iba a decir sobre eso?
Negó con la cabeza y arribo al vestíbulo, mirando a todas direcciones.
Él no la amaba, de eso estaba seguro. No obstante, ese beso lo dejo confuso, como si un velo cubriera la parte analítica de su cerebro, impidiéndole razonar con claridad.
Lo del beso lo pensaría más tarde, primero tendría que encontrarla – ¡Ben! ¡¿dónde esta Ela?!
– Lo siento Jack, se marcho – Savage saco su radio, con la intención de llamarla, pero Benjamin se adelanto a sus deseos – no te molestes – cabizbajo, extiende el brazo y abre su garra, mostrándole la placa y la radio de Ela – renuncio.
De inmediato saco su celular, pero pronto se dio cuenta de un pequeño detalle: no tenía su número de celular.
¿Cómo era posible, que él no la tomara en cuenta, mientras que ella guardaba una foto de ambos?
La liebre bajo sus orejas, sin despegar los ojos de la entrada al ZPD. No le quedaba más remedio que aceptarlo: Jack Savage, intrépido detective con categoría internacional, era un completo idiota.
c - c - c - c
Durante la primer semana sin Ela, Judy se mostró bastante afectada. Ela no era su única amiga en la estación de policía, pero si era la hembra con la que mejor se entendía, su mejor amiga. Y le dolía no saber nada de ella. No contestaba su celular, el teléfono de casa estaba desconectado, cerro sus cuentas en las redes sociales, y nadie atendía la puerta de su departamento.
Era como si se hubiera esfumado.
Nick también se veía afectado, pero el astuto zorro procuraba no demostrarlo delante de Judy. Ya bastante pena sentía la pobre coneja, para además preocuparse por él.
El resto del personal también se encontraba perturbado (en mayor o menor medida). En realidad, Ela no era la favorita de todos (ese puesto lo ocupaba Judy), aún así, la zorra de mármol era una compañera, miembro de la ZPD, que incluso logró salvar una misión muy importante, la cual desencadeno su inesperada renuncia.
En contraste, Jack Savage lucía tranquilo. Esto ocasionó que algunos agentes le miraran con recelo. No conocían de todo los hechos, pero fuertes rumores lo señalaban como el culpable de su salida, y eso no les gustaba.
Sin embargo, la tranquilidad de Jack se mermó, durante la segunda semana.
Los primeros días, Jack logró disimular su estado de ánimo, (sólo Nick y Judy se dieron cuenta, debido a que mantenían un ojo sobre él). Fue hasta el jueves, que todos se percataron de la nostalgia en los ojos de la liebre, sobre todo cuando pasó por el asiento vacío de Ela.
Su pequeña nariz se agitó un poco, suspiro y bajo la vista.
– Mph, mph – el jefe Bogo aclaro su garganta, recuperando algo de atención en los presentes – ¿algo más que quiera agregar, detective Savage? – su profunda voz, le obligo a levantar las orejas; hasta ese momento, reparo que todos le observaban expectantes – no yo… pueden retirarse – levanto su pata, sin regresar la vista a los presentes.
– ¿Judy? – Nick y Judy cruzaron miradas, antes de bajarse de su asiento – ¿si Jack?
Antes de preguntar, miro por un segundo al zorro, regresando la atención a Judy – ¿has sabido algo de ella?
Triste, bajo sus orejas y negó con la cabeza – estoy muy preocupada, la semana pasada telefoneé a su madre, pero la señora Marblete no sabe nada de ella – empezó a acariciar su oreja – no quiero preocuparla, por eso no le he vuelto a llamar.
– Entiendo – Jack se dirigió a la puerta y justo antes de salir, le hablo a los dos – si llegan a saber algo…
– Seguro Savage – contestó Nick – en cuanto sepamos algo, te lo haremos saber.
La liebre no respondió, solo asintió y salió de la sala de juntas.
En su oficina, Jack aseguro la puerta, saco su juego de llaves y abrió el último cajón de su escritorio, de donde extrajo la caja con las pertenencias de Ela.
Conocía su contenido de memoria. Todos los días, revisaba la caja de Ela y al principio, duraba solo unos minutos. Con el paso de los días, los minutos aumentaron, hasta convertirse en horas.
Lo que más consumía su tiempo (además de la foto), era la agenda personal de la zorra. En las últimas hojas, había unas anotaciones sobre él. Su dirección, sus números telefónicos, su fecha de nacimiento, sus gustos personales (comida favorita, equipo favorito, música preferida, etc) y demás datos.
Los diferentes trazos y los distintos colores de tinta, indicaban que esa información la había recabado en distintas fechas.
¿Tanto así lo amaba?
En el transcurso de los días, cayo en cuenta de muchas cosas que antes, no había notado. Cerró los ojos y se recargo en su silla ejecutiva, repasando los hechos.
¿Lo molestaba?
Si, para acercarse a él.
– Oye Savage, ¿por qué no mueves tu esponjosa cola y me dejas pasar? tengo prisa.
– Ela ¿qué no ibas al laboratorio? ¿por qué tomas este ascensor?
Con divertida sonrisa, la zorra se inclino hacia él – ¿y tú por qué no cierras esa linda boquita? – apretó su mejilla y lo hizo a un lado, entrando al ascensor antes que él – además, no te había molestado en todo el día – le guiña un ojo.
¿Lo hacía tropezar?
Si, para poder tocarlo.
Distraído con un expediente, Jack no advirtió que Ela venía directo a él, chocando con ella. Aún así, lo único que cayó al piso fueron las hojas del expediente. La astuta zorra lo atrapo de la cintura, evitando su caía – ¡mira lo que hiciste! he tirado mis documentos, ¡vaya que eres torpe!
– Lo siento mucho Ela, no te vi – ambos se pusieron de rodillas, comenzaron a juntar sus papeles y "accidentalmente", Ela toco la pata de Jack – ten más cuidado la próxima vez, pequeño Jack.
¿Le ponía sobrenombres?
Si, para disfrazar un cumplido.
– Awww, pero mira nada más quien viene para acá, Ben – se inclino hacia Jack y le acaricio su cabeza – es el pequeño Jack, ¿cómo estás, pequeño Jack?
Nick apoyo la burla con gusto, Judy sonrió divertida y Benjamin, bueno, él solo junto sus garras y suspiro – ¿cuantas veces le he dicho, señorita Marblete, que no me llame así? – le reclamo con molestia.
– Vamos Jack, solo esta bromeando – le animo Judy.
– Disculpe usted, detective Savage – la zorra paso de nuevo la pata sobre su cabeza, pero Jack la alejo – pero si se sigue enfadando de esa manera, dejara de verse tan galante – le guiño un ojo, arreglo las solapas de su traje y se fue con Judy – ven Ela, vamos al baño de hembras.
Una pequeña sonrisa se dibujo en su hocico. Ela le había estado haciendo 'cumplidos' y nunca se dio cuenta de ello.
Vaya detective que era, se decía a si mismo.
De pronto, recordó que llevaba dos semanas sin tomar café. Se levanto, dirigió sus pasos a la cafetería y escucho la plática de Wolford y Francine – este café esta muy sabroso Wolford, gracias.
– Por nada, Francine – el lobo da un sorbo a su café – ¿sabes? lo compre en el mismo local, donde Ela compraba el suyo.
– ¿Ela? – las orejas de Jack se tensaron.
– ¿Ah sí? – dio otro sorbo – pues está genial, si regresa le invitaré uno.
– Qué suerte tenía ese Savage – Wolford niega con la cabeza – un par de veces la acompañe al local, alegando que había arruinado el café de esa liebre – da un sorbo a su vaso – y tenía que compensarlo.
– Pues ojalá derramaras mi vaso jajaja – Francine saborea de nuevo su café – esta delicioso.
Esas palabras, casi hicieron que Wolford escupiera su bebida – ¿sabes cuánto cuesta?, mejor aprovecha este momento, porque no es un lujo que pueda darme todos los días.
Los dos mamíferos salieron de la cafetería, sin notar su presencia. Ahora Jack recordaba, porque ya no iba por café en las mañanas, Ela siempre le llevaba una taza.
¿Derramaba "accidentalmente" su café?
Si, para poder invitarle uno.
c - c - c - c
Fue hasta la quinta semana, cuando Ela se comunicó con Judy. La coneja estaba tan feliz, que olvido comunicarle la nueva a Jack. Si no hubiera sido por Nick, no se habría enterado y tampoco, se le habría ocurrido tan brillante idea.
Zorro astuto, pensó Jack.
Después de mucho insistir (y prácticamente suplicar) a Judy, esta accedió a la solicitud de Savage y Nick. La idea era hacer una videollamada a Ela, para que Jack pueda verla y escucharla, aunque sea por teléfono.
– No entiendo porque Wilde, tiene que estar presente en la videollamada – la liebre cruza sus brazos, viendo de reojo a Nick, que caminaba junto a él.
– Tranquilo Savage – Nick ajustó su corbata azul y aliso su camisa hawaiana – recuerda que fue mi idea – peina su pelaje y los tres entran a un callejón – además, se cómo arreglar el celular para que Ely-very-strawberry no nos vea.
Jack mira a Judy, quien solo se encoge de hombros – está bien Wilde, pero porque tenemos que hacer la videollamada, desde esta... – eleva las patas y señala la camioneta – cosa.
– Porque en esta "cosa" – hace comillas al aire – tengo las herramientas que necesito – Nick abre la puerta de la camioneta, dejando ver al pequeño fennec con un bate de béisbol – ¿quién insultó mi camioneta?
– ¡Pero si es mi pequeño Finnick! – el zorro burlón, abrazo con entusiasmo al zorrito – ¿por qué no le cuentas a papi lo que has hecho?
– Aléjate de mi, idiota – el pequeño zorro salta de las patas de Nick y ve a Jack – ¿quién es este? – lo señala con el bate.
Judy se pone en medio de los dos – Finnick, te presento a Jack Savage; Jack, él es Finnick.
Ambos (con desconfianza) estrecharon las patas. De repente, el razonamiento de Jack, le ayudo a comprender la situación – aguarden un segundo… – mira a Judy – ¿él también va a estar presente?
La coneja suspiro y puso una pata en su cuello, bajando las orejas - veras Jack, Finnick no...
– ¡Hey conejo!, si no estoy yo, nadie usa mi camioneta.
Frustrado, el detective miro a Judy, quien solo asintió – ¿y quién más falta? – reclama Jack – ¿Bogo?
– ¡Que buena idea! – Nick saca su celular – ¿bueno? ¿Clawhauser? ¿podrías decirle a Fangmeyer, Delgato, Wolford y los demás que vengan?
– ¡Grrr! ¡dame eso! – enojado, Savage brinca hacia Nick, en un intento por quitarle el celular.
– Jajaja es broma, mira – muestra la pantalla del móvil, apreciándose solo el menú.
– Como sea – la liebre ajusta su camisa tipo polo, color azul cielo. Nick abraza de lado a Jack, aun con sorna en su rostro y este lo empuja.
– ¡Chicos chicos, cálmense! – Judy le dirigió una mirada de advertencia al zorro – será mejor que empecemos – entrega su teléfono celular a Nick.
El interior del vehículo era bastante simple. Judy, Jack y Finnick se sentaron en un sillón, mientras que Nick ocupo una pequeña mesa de trabajo. Con destreza, Nick se colocó guantes de nitrito y con sumo cuidado, cogió el celular de Judy – tiene que quedar perfecto.
Dos de los presentes, estaban impresionados por Nick. Judy ignoraba las habilidades técnicas de su pareja, en tanto, Jack sentía que había subestimado al depredador – tiene más aptitudes de las que pensé.
Dando un salto triunfal, Nick le entrega el aparato a Judy – ¡listo! con esto no podrá vernos, solo escucharnos.
Los tres mamíferos sintieron, como la sangre subía hasta su rostro – ¿cinta adhesiva? – gritó el fennec.
La hembra del grupo alza las orejas, frunciendo el ceño – ¡Nick! – se pone de pie – ¡¿está es la "tecnología de punta", que nos ayudaría con la videollamada?!
– ¿Qué? – el zorro se retira los guantes – funcionará creanme, además a nadie se le ocurrió – sonríe seguro – sino, pregúntale a Savage.
El mencionado, que estaba inclinado hacia adelante, levanto un dedo, cubriendo su rostro con la otra pata – por favor, no me involucres en esto Wilde.
De nuevo, Judy analizo la cinta opaca, que ahora cubre la lente de su celular. Elevo sus ojos lila hacia Nick y esbozo una tierna sonrisa – zorro tramposo.
– Coneja astuta.
– Liebre antipática – exclama Finnick divertido.
Cansado, Jack se recargó, cruzó sus brazos y frunció el ceño, pero segundos después siguió el juego – fennec diminuto.
– ¡¿Qué dijiste?! – el pequeño mamífero intento alcanzar a la liebre, al último segundo, Nick lo detuvo, pues Jack estaba listo para enfrentarlo – shhh cállense todos, está sonando el teléfono.
– ¿Judy? ¿Judy eres tú? – al otro lado de la pantalla, se apareció la imagen de la zorra de mármol, deteniendo la confrontación entre los machos y tensando las orejas de Jack.
– ¿Ela? – por alguna razón, el fennec reconoció a la hembra. Jack alzo una ceja, confuso por su reacción.
Antes de responder, la coneja les hizo una seña a los tres, advirtiéndoles que guardaran silencio – hey Ela ¿cómo estas?
Al ver a la zorra en el teléfono, el corazón de Jack aumento su ritmo cardiaco, sintiendo una desconocida sensación de hormigueo.
– Judy ¿por qué no puedo verte? – la pata de Ela cubre la pantalla un instante – tal vez es un error en la llamada – el rostro de Ela reaparece – ¿quieres que te llame, para ver si se arregla?
– ¡No! – las orejas de Ela se pegaron en la cabeza, desconcertada – es decir, no importa Ela, yo si te veo.
– ¿A sí? – la zorra sonríe – dime, ¿cuántos dedos estoy levantando?
– No estás levantando ninguno – confirma Judy gustosa.
– Coneja astuta.
– Jeje, ya me lo han dicho – le otorgo una dulce mirada a Nick, distrayéndose un instante – es una pena – hablo la zorra, recuperando la atención de Judy – tengo muchas ganas de verte.
– Yo también – la coneja bajo las orejas – ¿cómo estás? ¿sigues con tú madre?
Ela negó con la cabeza – ¿no crees que es patético? – baja sus orejas y suspira – esconderme en casa de mi madre – sonríe con tristeza – como una cachorra cobarde.
Judy, Jack y Nick cruzaron miradas, preocupados – Ela, no eres una cachorra cobarde, simplemente necesitabas tiempo para pensar – acaricia su propia oreja – Nick también te extraña.
– Y yo a él – presuntuoso, Nick le sonríe a la liebre – aunque a veces diga malos chistes – este comentario desinflo al zorro, dibujando una sonrisa en el hocico de Jack.
– También te extraña Clawhauser jeje, siempre me pregunta por ti.
– Y yo también lo extraño a él y sus rosquillas – pasa una pata por su nariz – los extraño a todos.
– ¿A todos? – Judy ve de reojo a Jack – ¿también a Ja…?
– ¡Conseguí trabajo! – el drástico cambio de tema, le bajo los ánimos a Jack, aunque entendía por que no quería hablar de él – la paga no es muy buena, pero esta bien para empezar.
La pequeña nariz de Judy comenzó a agitarse – pero… ¿y el departamento de policía? ¿y nuestros amigos? – un nudo en la garganta se formo, con cada palabra que decía – ¿y que hay de mí? ¿no piensas regresar?
– Judy… – la zorra bajo la vista – ¿qué te parece, si vienes a la cafetería donde trabajo? allí hablaremos y…
– No – la sentimental coneja la interrumpió, sintiendo como las lágrimas ya bajaban por sus mejillas. Nick tomo una pata de Judy, mientras que Jack cogió la otra, demostrando su apoyo – ¿no quieres seguir siendo mi amiga?
– Judy… no llores – aunque Ela no la viera, el sonido de su voz la delataba – si lloras, yo… snif – bajo la cabeza y tapo su rostro con las patas – ¡espera! mi mamá te mando un regalo – sin previo aviso, Ela se levanta de lo que seguro era una cama, mostrando su cuerpo completo y conmocionando a los cuatro. Ela se arroja a su cama, enseñando a la cámara un portarretratos con una foto de las dos – mi mamá hizo este portarretratos, con la foto que más nos gusta, ¿qué opinas?
Segundos pasaron, y la coneja no respondía – ¿Judy?
Lo que Ela ignoraba, era que Judy, Nick, Finnick y Jack seguían pasmados, con el hocico abierto y ojos como platos.
– ¿Judy, sigues ahí?
Judy sacude su cabeza, para recuperarse – Ela… so-solo traes ropa interior…
– ¿Eh? – la zorra se sienta en la cama, estirando su camiseta desgastada, color rojo, la cual le llega arriba de la cintura y descubre su hombro izquierdo, asimismo, se aprecian sus bragas negras de encaje – ¿y qué tiene? estoy en mi casa… jajaja ay Judy ¿en serio aún te da vergüenza? jajaja… pensé que ya lo habías superado en los vestidores.
Ciertamente, Judy ya no sentía bochorno con Ela, después de todo, era hembra igual que ella. Pero no olvidaba, que otros tres machos estaban con ella, observando a su mejor amiga en paños menores.
Y hablando de los machos, los tres estaban inclinados, viendo de cerca el teléfono, casi sin parpadear. Como pudo, Judy los alejo y rescato su teléfono.
– ¡Hola Ela, preciosa muñeca!
– ¿Finnick? ¡Finnick! – exclamaron las hembras y Ela cogió la almohada mas cercana, para cubrirse – ¡Judy! ¿por qué no me dijiste que estás con Finnick?
Nick se dio una palmada en la cara y Jack apretó las patas, controlando las ganas de ahorcar al fennec – por… pues… por… porque va llegando – Judy toma al zorrito del cuello de su camisa – estoy esperando a Nick y acaba de llegar ¿no es así Finnick? – Judy le habla enojada, al zorro del desierto.
– Oh sí, lo que tú digas, coneja – Judy lo suelta y Finnick se acerca al celular – vamos preciosa, ¿por qué no regresas conmigo?
Jack y Judy cruzaron miradas, extrañados – Finnick, eres muy dulce, pero sabes que solo te veo como un amigo – la zorra juega con los pliegues de la almohada – aparte… conocí a alguien.
El zorro y la coneja se giraron hacia Jack, cuyo semblante se mantuvo sereno, al menos en el exterior – eso… eso es muy bueno Ela, me da gusto por ti.
– De hecho, tú lo conoces – esboza una discreta sonrisa – es Wolford.
– ¡¿Wolford?! – Judy y Nick dijeron al unísono, a lo que Ela sacudió sus orejas y Nick tapo su hocico – ¿Nick?
Molesta, Judy golpea el brazo de Nick – jeje… hola Ela.
– Ho-Hola Nick – Ela aprieta más su almohada, sintiéndose incomoda – Judy, ¿podemos hablar después? – coge el celular y lo pega a su rostro – es tarde y tengo que arreglarme para el trabajo.
– Claro Ela, dame la dirección de tú trabajo y mañana te visito.
– Judy… – Ela mira a la lente, con triste semblante – ¿aún están Finnick y Nick contigo?
– Eh… – los tres machos negaron con la cabeza – no… ¿quieres decirme algo?
– Si, bueno… ¡Dios! – la zorra hunde su cara en la almohada – ¿cómo está Jack?
Esta pregunta directa, los tomo por sorpresa. Ambos zorros y la coneja se volvieron hacia Jack, quien bajo las orejas – también te extraña Ela… y mucho – confesó Judy, sin despegar los ojos de la liebre.
Manteniendo la vista en Judy, Jack elevo sus orejas, hizo una respiración profunda, su nariz empezó a temblar y frunció un poco el entrecejo – ¿en serio? – los cuatro regresaron la atención al teléfono, atestiguando la pequeña chispa que reflejaron los ojos oscuros de la zorra, para inmediatamente, perder el brillo – quisiera creerte – pego las orejas en la cabeza y se despidió – adiós Judy – finalizo la llamada y se congeló la imagen de Ela.
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Afuera de la camioneta, permanecen los cuatro mamíferos – ¿y bien? – pregunta Nick, metiendo las patas en sus pantalones color caqui – ¿qué piensas hacer?
Antes de que la liebre pudiera responder, Finnick se planta frente a Jack – si llegas a herir a Ela, te las verás conmigo, liebre.
Savage enarco una ceja, abrió el hocico, pero la coneja lo interrumpió – Jack… – Judy se le acerca y coge sus patas – si te digo donde trabaja, ¿prometes no lastimarla?
El macho sonrió, cerro los ojos y soltó las patas de Judy – no la necesito – eleva una pata y se despide – gracias, nos vemos más tarde – giro sobre sus talones, metió las patas en los bolsillos de sus jeans y se alejo.
Esta respuesta no la esperaba la coneja. Agito su nariz y esta a punto de llamar a Savage, pero Nick puso una pata en su hombro – déjalo Judy – eleva los ojos y mira a la liebre – él sabe lo que hace.
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A altas horas de la noche, Jack condujo su vehículo de lujo, aparcando en la parte más oscura de una esquina. Apagó el motor y saco unos binoculares, enfocando la vista en una cafetería. Sonrió con ironía, al recordar las palabras de Judy.
"Si te digo donde trabaja, ¿prometes no lastimarla?
– Si tan solo Judy supiera – pensaba Jack.
Savage uso recursos del departamento, para averiguar el paradero de Ela. Desde la tercer semana, comenzó la investigación en secreto. Cuando su número de seguridad social se activo, rastreo la dirección de su nuevo empleador. Esto pasó, una semana antes de que Ela contactara a Judy.
Él sabía donde trabajaba y la espiaba todas las noches, antes de finalizar su turno. Solo un par de ocasiones, vio a Wolford llegar a la cafetería, pero su trato (desde la distancia) parecía cordial, al menos, por parte de ella.
El cambio, el lobo tenía otros intereses, quedando al descubierto en la videollamada. Por esto, la declaración de Ela, no causo mayor sorpresa en Jack.
– Hasta mañana – una joven oveja se despidió de Ela. La zorra aseguro su bolso y se encamino tranquila a casa.
Cuando la hembra estuvo a una distancia prudente, Jack encendió el automóvil.
Media hora más tarde, la zorra apenas llegaba a su departamento – ¡Dios, estoy muerta! – dejo las llaves en un mueble cercano a la puerta, y el bolso lo llevo a la cocina. Entro a su habitación, se puso un camisón color coral, con figuras de fresas en color blanco, fue a la cocina y tomo el bolso.
– Las ventajas de trabajar en una cafetería – pensó, sacando del bolso una fiambrera y la metió al microondas. Cuando sonó la campana del horno, saco su cena y fue a la sala.
Toc toc toc.
– ¡Sí eres tú Rumiante, no me interesa! – la zorra continuo comiendo, cambiando los canales de su televisor.
Toc toc toc.
Ela rodó los ojos – ¡largo! – se acomodó en el sofá, sonriendo al encontrar una película.
Toc toc toc.
La zorra se gira hacia la puerta y sin querer, derrama comida en su camisón – ¡rayos! – deja su fiambrera y corre a la cocina, para limpiar la mancha – ¡grrr! voy a matar a ese venado – agarra un paño húmedo y va hacia la puerta, deteniéndose en el mueble para coger las llaves – ¡Rumiante! ¿cuántas veces te he dicho, que no quiero salir…? – abre la puerta y encuentra a Jack Savage, vistiendo una camisa gris con las mangas dobladas, reloj de pulsera color plateado y pantalones jeans negros – ¿…contigo?
– Buenas noches, Ela.
– ¿Ja-Jack? – la zorra da un pasó hacia atrás, mira su camisón manchado y se abraza, ocultando la mancha – ¿qué… qué haces aquí?
La liebre se inclina a un costado y alza una caja de oficina – te traje esto.
Aún perturbada con su presencia, Ela solo asiente y coge la caja. Ambos quedan callados, oyéndose solo el ruido del televisor – ¿puedo pasar? – le pregunta, clavándole la profundidad de sus ojos azules.
La zorra frunció el entrecejo y lo medito por un segundo. Sin responder, Ela se hizo a un costado, dejando pasar a la liebre. Cerro la puerta con una pata y llevó la caja a la sala, siendo seguida por Jack – aguarda un segundo – le indico, antes de entrar a su habitación.
En ese momento, alguien más toco a la puerta. Jack tenso las orejas y desvío la vista a la entrada.
En tanto, la zorra intenta controlar sus nervios – cálmate Ela, calma – rápido, se quito el camisón quedando en ropa interior y busco que ponerse – Jack solo trajo tus cosas, seguro les estorbaban en archivo… ¿cómo supo donde vivo? – sacude su cabeza y continua buscando en los cajones.
Minutos después, encontró una camisa color naranja, junto con unos shorts azul marino. Revisaba el conjunto, cuando escucho un fuerte ruido en el pasillo, sobresaltándola. Se vistió y salió apurada, encontrando a Jack en el pasillo, con las patas metidas en los bolsillos, observando al venado ebrio, que está en el suelo – perdió el equilibrio y se cayó – comento Jack tranquilo.
Estupefacta, la zorra ayudo junto con Jack, a poner de pie al venado – ¿Cervic, estás bien? ¿qué pasó?
El embriagado mamífero, vio de reojo a Jack – perdí el equilibrio y caí – regreso la vista a Ela – buenas noches, señorita Marblete.
– ¿Señorita Marblete? – Ela enarco una ceja, ya que Cervic Rumiante nunca le había llamado así. Confusa, poso los ojos en Jack – tu vecino es un mamífero agradable – dijo sin más – ¿podemos regresar?
Ela sentía que algo más había pasado, pero decidió pasar por alto la situación. Ambos regresaron al departamento y de nuevo, el silencio incomodo se presento. Jack aclaro su garganta – bonito departamento.
– ¿Qué quieres, Savage? – Ela se recarga en la barra de su cocina, cruzo sus brazos y se apoyo en una pata.
El mamífero se encoge de hombros – ¿qué tal una taza de café? – le sonríe.
– Lo siento, no tengo… y no me refería a…
– ¿Por qué no abres la caja?
– ¿La caja? – Ela vio de reojo la caja, la misma que dejo semanas atrás en ZPD. Sin despegar la vista de Jack, la zorra se acerco sigilosa a la caja, le da la espalda y se inclina.
Sin poder evitarlo, la vista de Jack se recreo con las piernas y la esponjosa cola de Ela – mph, mph – puso su puño en el hocico y desvío la mirada, con marcado rubor en sus mejillas y orejas. Cuando regreso los ojos a Ela, vio que cargaba una bolsa de café en una pata y un enorme paquete de fresas, sellado y adornado con rosas blancas, con la etiqueta "Bunnyburrow's farms", en la otra. Dentro de la caja, no estaban sus cosas de oficina, sino varios artículos que le gustaban: dos paquetes de café, (de la misma tienda, donde le compraba el café a Jack), fresas de la granja de Judy, una botella fina de champagne, una caja de chocolates y una vela perfumada, con aroma a brisa marina – no… no comprendo – expresa perpleja.
– Tenías razón – Jack baja las orejas y empieza a caminar hacia Ela – sobre la misión – da otro paso – sobre mí – se para frente a ella y eleva su rostro – y mis sentimientos por Judy.
De inmediato, la zorra guarda las fresas en la caja y se aleja, evitando a Jack – no, no… a ver… – deja la bolsa de café en la barra y apoya las patas – mira Savage, si quieres que te perdone por despedirme…
– ¡No Ela, no es lo…!
– Te perdono – le corta la zorra – pero ni creas, que te pediré perdón por abofetearte – se mete a la cocina y saca su cafetera.
La liebre se acerca de nuevo, con las patas metidas en los bolsillos – esta bien, creo que es lo justo.
La cola de Ela empezó a moverse de manera errática – de lo que si me arrepiento es… de lo otro – suspira – jamás debí de haber… – de repente, la zorra da un pequeño salto y deja caer la cuchara con café. Jack cerro distancias y la abrazo de espaldas, hundiendo su rostro en la caja torácica – no… por favor, no digas que te arrepientes de eso.
Paralizada, Ela trata de reaccionar sin éxito; solo logra mover la cola – Ela, es verdad que me gusta Judy, pero desde que te fuiste, nada ha sido igual en mi rutina – aprieta más el abrazo en su cintura y suspira, llenando los sentidos con su aroma – y no estoy hablando solo del café.
Al no recibir respuesta, Jack prosiguió – Ela, quiero ser sincero contigo. No se lo que siento por ti – las orejas de Ela se movieron, dando a entender que estaba escuchando – pero si abandonar todos los casos, usar recursos de la ZPD y sobornar a unos animales, para poder localizarte (sin contar las noches en vela) quiere decir que me gustas, entonces sí, si me gustas Ela.
La zorra dejo de mover la cola, Jack la soltó y bajo la mirada. De improviso, se escucho un sonido extraño, seguido de una grabación: "…abandonar todos los casos, usar recursos de la ZPD y sobornar a unos animales para poder localizarte…"
Esto indudablemente perturbo a la liebre, pues no sabía que estaba siendo grabado. Ela se giro y le mostró su llavero, con forma de zanahoria (regalo de Judy y porque no decirlo, consejos de Nick) – esta bien Savage, el trato es este: tienes seis semanas para demostrarme lo que has dicho. Si es verdad, te permitiré borrar la grabación, si es un truco, no se… – la zorra sonríe, se encoge de hombros y se recarga en el mueble de cocina – tal vez le interesará saber a Bogo, lo que su detective estrella ha hecho con los recursos de la ZPD.
La mirada de asombro en Jack, cambio a una más animada. El tenso ambiente que existía entre los dos desapareció. Por primera vez después de mucho tiempo, Ela sentía algo de esperanzas con Jack – ven aquí Jack – jala una silla alta y lo invita a sentarse – ayúdame a preparar tu café.
Con entusiasmo, Jack salta a la silla, toma la cafetera y el café, mientras que Ela limpia el que tiro – seis semanas – comenta el macho – esos son 42 días, y solo han pasado 39.
– No sabía que llevarás la cuenta – llena el depósito de agua y sonríe coqueta.
Jack ríe y eleva su brazo – para ser más exactos, son 936 horas – ve su reloj – y en 8 horas y 53 minutos, serán 937.
– Si que eres bueno en matemáticas – enciende la cafetera y el gorgoteo del agua, acompaña al sonido de la televisión. La zorra fue por dos tazas y Jack no despego la vista de ella, aunque un recuerdo reciente, borro su sonrisa del hocico – mmmh, espero no causarte problemas con Wolford – cruza los brazos sobre la barra.
– ¿Wolford? – le da una taza – jajaja es solo un amigo.
– ¿Y sobre el fennec, amigo de Wilde?
– ¿Es acaso un interrogatorio, detective Savage? – Ela pone sobre la barra un pequeño tarro con azúcar – ya es medianoche y mañana lo esperan en la ZPD.
– Tengo tiempo – coge la taza de Ela y le sirve café – si a la señorita aquí presente, no le molesta atender a una liebre torpe como yo.
– Liebre lista.
– Zorra astuta.
La noche siguió su curso, acompañando a los dos mamíferos, con su refrescante brisa. No hubo besos, abrazos o caricias; solo una agradable charla, que se extendió hasta la madrugada.
Los primeros rayos de sol que entraron por la ventana, cubrieron de forma tenue a la liebre macho dormido, holgadamente sentado en el sillón. Un brazo esta apoyado en el mueble y el otro, rodea los hombros de la zorra, que descansa la cabeza en su regazo.
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Epílogo
Jack abrió la puerta del departamento de Ela, encontrándose con un venado, que apenas podía mantenerse de pie. El mamífero se recargo en el marco de la puerta, esforzándose por enfocar la vista – tú no eres Ela.
Jack esbozó una pequeña sonrisa – no – extendió la pata de manera diplomática – yo soy Jack Savage.
El venado no respondió al gesto, al contrario, se mofo de la liebre – jajaja ¿y qué se supone que eres? ¿Su nuevo muñeco que peluche? – da unos pasos para atrás, recuperando el equilibrio – mira pequeño, no tengo tiempo para bromas, háblale a Ela.
Jack cerró los ojos y cruzó los brazos – debo asumir, que usted es el señor Rumiante ¿verdad? – la liebre niega con la cabeza – lamento no poder ayudarle con su petición.
El venado entrecerró los ojos, se agachó para quedar a la altura de Jack y resopló, arrojando su aliento alcohólico a Savage, quien solo sacudió un poco su nariz – oh pero que dulce, crees que eres lo suficientemente bueno para ella jajaja – pone ambas pezuñas en el piso, para no caerse – esa zorra candente, necesita a un macho de verdad, así que esfúmate amigo – aproxima una pata hacia Jack, con la idea de quitarlo para entrar al departamento de Ela; sin embargo, en un zagas movimiento, Jack lo toma de la muñeca, asombrando al venado.
– Te la voy a dejar fácil "amigo" – el semblante amistoso de Jack cambio, poniendo la peor de sus caras. De manera insistente, el venado intenta liberar su muñeca, pero la fuerza de la liebre se lo impide – te referirás a la señorita Marblete de forma apropiada, vas a dejar de molestarla y no te acercaras a ella, en un radio de seis metros, ¿comprendes "amigo"? – finaliza y lo suelta.
El venado bufo, con dificultades se puso de pie y se apoyó en la pared – como sea, ni que estuviera tan buena – se da la vuelta para retirarse, pero a los dos pasos se detiene – al menos dime, ¿es buena en la cama, eh?, no quiero perder la apuesta – gira la cabeza buscando a Jack, pero ya no está – ¿pero qué…?
Como en cámara lenta, el venado siente que unas patas suaves lo toman del cuello, lo impulsan hacia atrás y es arrojado violentamente al piso, golpeando su brazo y pierna derecha al caer. Cuando levantó la cabeza, vio a Jack, enseñando su placa de policía y quedo pretificado.
Jack se alejo del venado, sin despegar los ojos de él. Metió las patas en los bolsillos de su pantalón y espero a Ela – perdió el equilibrio y se cayó – dijo sin voltear a verla.
Una vez que el venado se alejo, Jack entrecerró los ojos – vendré a verle cuando este sobrio… solo para asegurarme.
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Si has llegado hasta aquí, (ya sea por curiosidad, por que no hay nada mejor que hacer o porque realmente te gusto el fanfic… ¡muchas gracias!
Si te gusto, si no te gusto, si quieres una segunda parte, si tienes alguna queja o duda, no dudes en dejarme un review, con gusto lo leeré y en su caso, te responderé (por ejemplo: ¿quién de los dos fue el primero en despertar)
Nos leemos después ;)
MaRyMoRaNTe:)
