Absolutamente nada de lo que había ocurrido había sido intención de Rin, el realmente amaba a su hermano aunque algunas veces le sacara de quicio. A veces Yukio podría llegar a ser tan molesto al querer actuar como un solo a sus 15 años se había convertido en la sombra de su padre, pretendiendo terminar con todo el trabajo que Shirou tras su muerte había dejado atrás. Esto lo había llevado a convertirse en un ser tan frio, tan sombrío. Rara vez Rin veía una sonrisa verdadera en su rostro y por más que lo intentara no podía recordar la última vez que había visto a su hermano divertirse después de la muerte de su padre. ¡Por dios! ¡Tan solo era un niño!, un adolecente que debería estar pensado en chicas y salir con sus amigos, y no en exterminar demonios. Debería relajarse un poco y dejar de lado tantas preocupaciones.
- - Solo te estoy pidiendo que me dejes acompañarte en tu misión, no veo que tiene de malo, te estoy ofreciendo mi ayuda, deberías estar agradecido. – insistió Rin un poco disgustado por la ofensiva reacción de su hermano.
Recién Rin había terminado su entrenamiento, siendo supervisado por su hermano pequeño y a la vez maestro. Hacía tanto calor que era difícil respirar y el polvo de las ruinas en las que se hallaban no estaba ayudando con ello.
Ya la tarde finalizaba para dar paso a la noche por lo que también se hacía difícil ver. Ya era hora de regresar y lo habrían hecho de no ser porque el teléfono de Yukio había interrumpido.
A pesar de que su hermano hablaba en voz baja Rin pudo darse cuenta de que se trataba de una misión para esa misma noche. No era justo, podía darse cuenta de que Yukio había estado trabajando desde muy temprano en la mañana y al igual que él se encontraba agotado o incluso más. Así que le pareció buena idea ofrecerle su ayuda y así tal vez terminaría más pronto y su hermanito podría descansar un poco esa noche.
- - ¿En serio no entiendes que "tiene de malo" Nii-san?... será mejor que regreses, en lugar de ayudar solo vas a empeorar las cosas. – fue la respuesta de Yukio.
- -Pero… ¿Qué es lo que te pasa? Podrías dar las gracias por lo menos. Estoy preocupado por ti, solo quiero ayudarte. Tal vez si voy contigo pueda terminar más pronto y….
- -Olvídalo – interrumpió – eres un alumno terrible. Te quedas dormido en clases y abusas del poder de tus llamas porque no posees ninguna otra habilidad, ni siquiera puedes controlarlas completamente… además ni siquiera sigues órdenes, siempre haces lo que se te viene en gana y lo único que haces es causar problemas ¿aun así esperas que confíe en ti?
- - ¿qué has dicho cuatro ojos? – la ira comenzaba a apoderarse de su cuerpo. – te crees superior a causa de tu rango, pero no te das cuenta de que también eres débil. – escupió mientras comenzaba a acercarse a su hermano quien lentamente comenzó a retroceder. – sin mi muchas de tus misiones habrían fracasado, admítelo, es evidente que aun dependes de mí, pero te rehúsas a aceptar mi ayuda ya que me tienes miedo ¿verdad? Le temes a mis llamas.
- - Eso no es verdad nii-san, escucha….-continua retrocediendo, más su expresión es de completa neutralidad.
- - ¡Cállate Yukio! Sabes que es verdad, eres un cobarde, ¿no te das cuenta de que eres lo mismo que yo? Deja de tratarme como si fuera el único demonio entre nosotros.- dicho esto agarra a su hermano por el cuello de su abrigo, acercándolo más a su cuerpo, sintiéndose herido y a la vez satisfecho al darse cuenta que tenía razón, puesto que la expresión de nerviosismo en el rostro de su hermano pequeño lo confirmaba.
- - Dejaré de tratarte como un demonio cuando dejes de comportarte como tal – intentó inútilmente deshacerse del agarre de su hermano mayor.
Rin se sentía tan herido y enojado por el comportamiento del menor, que sus llamas perdieron el control y emergieron inmediatamente de su cuerpo como una explosión. Yukio, al sentir el calor tan cerca de su piel, y al darse cuenta de la apariencia de su hermano, acompañada por esa mirada tan llena de ira, se dio cuenta de que está vez quizá podría hacerle daño, quizá tenía la intención de herirlo, por tal motivo, reunió todas sus fuerzas para empujar a Rin y apartarse de él. Pero fue tanta la fuerza que empleó que terminó perdiendo el equilibrio y cayendo bruscamente hacia atrás, golpeándose contra el barandal del balcón ubicado junto las escaleras por las que habían subido, esto provocó que la madera ya podrida por los años y la humedad se rompiera tras su espalda y cayera al primer nivel junto con el muchacho de lentes. Rin vio con horror como su hermano pequeño se golpeaba la cabeza contra las escaleras cayendo inconsciente al instante.
-¡Yukio! – gritó desesperadamente, sintiendo como su sangre se congelaba sin dejar rastro del calor que segundos antes había sentido, mas no obtuvo respuesta.
No había tiempo de bajar las escaleras. Saltó desde el balcón por el cual su hermano acababa de caer, aterrizando con la gracia de un felino.
- -Yukio – volvió a llamar, inclinándose al lado del cuerpo tendido sobre su abdomen en el suelo, mas este no se movió.
Delicadamente Rin, dio la vuelta al cuerpo de Yukio, de modo que pudiese observar sus heridas, logrando a penas reconocer la herida en su cabeza debido a la gran cantidad de sangre que brotaba cerca de su sien izquierda, uno de sus lentes se había roto y su respiración parecía irregular. Instintivamente Rin arrancó un trozo de su camisa para limpiar la herida de su hermano, viendo como la tela blanca pronto se teñía de carmín. Se apresuró entonces con sus manos temblorosas, a buscar su móvil, tenía que pedir ayuda antes de que fuera demasiado tarde.
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