Claim: Johan Andersen/Yuuki Juudai/Yubel.
Notas: Viñetas sin relación alguna de tiempo. Post-series.
Rating: T
Género: Romance/Humor
Tabla de retos: Abecedario
Tema: 44. Leer


Johan se puso de pie con mucha dificultad y ayudándose con las manos comenzó a identificar los objetos que lo rodeaban, empezando por el mueble de noche junto a su cama donde un reloj con números brillantes le indicaba que tenía todo el derecho de tener sueño, y terminando con un vaso de agua encima de dicho mueble, que por poco derramó sobre su almohada y que era en parte culpable de haberlo levantado cuando debía de estar en el plácido mundo de los sueños.

Avanzó a tientas por la habitación, con la clara luz de la luna colándose por la ventana y apenas abrió los ojos, aunque chocó en varias ocasiones contra muebles que se quejaban crujiendo ante la inusitada rudeza, como si también ellos quisieran un sueño reparador. No recordaba estar tan cansado desde hacía meses, como si de pronto un huracán se hubiera instalado en su casa, demandándole todo tipo de atenciones. Fue al baño y regresó, repitiendo los mismos pasos, que incluían tropezar con todo, bostezar mucho y tocar, como un ciego, las paredes y muebles en busca de un camino seguro de regreso a su añorada cama.

Cuando estuvo de regreso, se hizo patente el huracán que había llegado a su vida y del que casi se había olvidado en su rápida carrera por volver a dormir. Juudai había llegado la tarde anterior a su casa, tras varios meses de separación y con él, como siempre, llegaban todo tipo de aventuras, anécdotas y diversiones. Por ejemplo, esa noche habían estado combinando cosas extrañas como palomitas con mermelada para ver a qué sabían mientras se contaban los pormenores de su vida, que incluían sobretodo duelos espectaculares. Juudai fue el primero en quedarse dormido y cuando lo encontró en la cama, cuando se sentó a su lado para observar la figura que era, inmóvil (casi parecía haber muerto), con la respiración como única prueba de que no era parte de un sueño, cuando admiró su semblante al dormir, similar al de un niño indefenso aunque él bien sabía que no lo era, una sonrisa se ensanchó por su rostro y por instantes se olvidó de su cama. ¿Cuándo volvería a ver algo así? No estaba seguro. Juudai podía decir que se marchaba al día siguiente o la próxima semana, pero no volvería tan rápido, no cuando tenía un mundo que salvar.

Tenía que aprovechar el tiempo que tenía... Inconscientemente su mano se deslizó hacia el rostro del castaño para apartar un mechón de cabello rebelde que el joven aspiraba y exhalaba mientras dormía, haciendo un ruido curioso y fue en ese momento (mientras lo observaba, con una sonrisa en los labios), que sintió una mirada potente sobre él, un par de ojos bicolor en la oscuridad, similares a los de un fantasma o un monstruo, que brillaron con malicia durante un segundo antes de desaparecer y darle forma a una figura que, si hubiera estado medio dormido todavía, le hubiera sacado un buen susto. Y mientras salía de su asombro (había retirado la mano del rostro de Juudai como si éste quemara) se dio cuenta de que precisamente eso era lo que Yubel pretendía a tan altas horas de la noche: darle un buen susto.

La mujer espíritu le dirigió una sonrisa divertida desde el otro lado de la cama, donde estaba sentada a los pies de Juudai, velando por su sueño como un ángel de la guarda grotesco, Johan hizo otro tanto después de algunos momentos de estupefacción. Al principio se había sentido un tanto intimidado por el espíritu, porque habían compartido no sólo un cuerpo, sino también secretos y pensamientos, pero al ver que ese tipo de cosas, que en su opinión podían enrarecer una relación fuese de amigos o no, eran de una importancia nula para ella, comenzó a actuar más como solía y pronto se hizo patente que Yubel no estaba ni enojada con él, ni mucho menos celosa. Compartían algo después de todo y por sus facciones, cuando voltearon a verse de nuevo tras varios segundos, la fuerza de ese vínculo les era suficiente para limar toda aspereza.

Johan podía leer en el rostro de la mujer ternura, resignación, diversión y añoranza mientras miraba a Juudai enredado en las mantas y compartía con ella todos esos sentimientos e incluso muchos más, aunque nunca lo habían verbalizado eso era lo que los había decidido a intentar... Lo que fuera eso. Y Juudai se había quedado muy contento ante su resolución, aunque claro, eso no lo hacía menos extraño cuando se reunían. Y por supuesto, eso no lo haría menos extraño si decidían compartir otro tipo de cosas aparte de anécdotas, burlas subidas de tono y bromas. El pensamiento hizo que el europeo se sintiera súbitamente avergonzado y también curioso, cosa que se reflejó en sus ojos de color verde esmeralda cuando los dirigió hacia Yubel, fingiendo a la vez que volvía a acostarse para dormir.

Yubel, que parecía leer sus pensamientos, comenzó a reír cuando sintió su mirada, pero no hizo ningún comentario.

—¿Tú no duermes? —inquirió Johan cuando estuvo cubierto con las mantas y el plácido calor y suavidad de su cama comenzaron a adormecerlo—. ¿Te vas a quedar mirándolo toda la noche?

—¿Quién ha dicho que voy a mirarlo a él? —contestó el espíritu, devolviéndole la mirada con los ojos brillantes, verde y naranja, en un semblante bastante significativo.

Cuando Johan se cubrió con las mantas, tratando de contener la risa y a la vez, un poco la vergüenza y la curiosidad mezcladas ante la proposición de quien alguna vez lo consideró un rival, pudo escuchar por última vez una carcajada proveniente del espíritu, clara y fuerte, como las que se escucharían en casas embrujadas o en la mitad de la noche, tras haber despertado de una pesadilla. Eso lo decidió a una cosa más antes de perder el conocimiento: a que no tardaría en preguntarle a Juudai si quería intentarlo, bueno, si querían intentarlo los tres.