La tarde estaba completamente nublada, presagiando una gran tormenta, eso miró por un momento en el cielo, pero luego se concentró en mantenerse sujeto a la viga, ya que no había conseguido avanzar más en ella, y al sentir el crac supo que los cuatro metros que lo separaban en ese momento del suelo le ocasionarían algo más que un esguince. Sólo cerró los ojos y espero lo peor, pero cayó sobre algo que amortiguó el golpe.

-Hey-dijo Sebastián debajo de él-pesas un poco-se movió y quedó sentado en el pasto que rodeaba toda la zona de deportes. Observó las astillas que habían caído a sus costados, mientras los brazos de la viga aún colgaban de los fierros del equipo de ejercicios.

-Lo siento-dijo aún sintiendo el escozor en sus manos, el que fue provocado por sostenerse tan fuerte de la madera antes de que se partiera. Se miró las manos, estaban rasguñadas, no tenía idea de qué había sido eso.

-Si no te conociera diría que estás gordo-dijo el castaño mirando la viga rota, a pesar de la broma le parecía demasiado extraño todo eso. Porque Blaine era uno de los alumnos destacados en todas las materias, eso incluía gimnasia y si hubiese notado la viga frágil no se habría colgado de ella.

-Esas vigas soportan bastante-dijo Blaine con una mueca y buscando una explicación a ese accidente, sí, aún quería pensar que eso había sido. Una gota de lluvia cayó en su nariz, era momento de entrar si no quería ganarse un resfriado.

Comenzó a caminar por el pasto, siendo seguido de cerca por el moreno, quien aún miraba sus manos, como si así pudiera encontrar una respuesta a lo que había ocurrido hace unos minutos. Él solo pensaba en que había sido una fatiga de material, incluso que alguien puso mal la viga y la presión en el elemento provocó que se partiera, con el movimiento que trató de hacer el moreno una vez colgado de ella.

-Lo mejor es descansar, por favor, reporta esto al entrenador y baja de peso, sería bueno para la estética de los Warblers-dijo con una mueca e ingresando a la academia. Necesitaba darse un baño, apestaba después de su entrenamiento de lacrosse.

-Qué gracioso-dijo Blaine alzando una ceja y caminando al interior del edificio. Eso no tenía nada que ver con su peso, aunque debía reconocer que desde que estaba con Kurt que ambos habían ganado mucho peso debido a sus salidas nocturnas a bailar y beber. Incluso podría pensar que los desayunos con cinco donas eran demasiado. Tal vez había subido de peso.

Cuando subió al segundo piso suspiró agotado. Se sentía cansado, todo desde que había terminado su relación con Clarington, quien aún insistía en que tenían que volver. No, él no aguantaba esa carga psicológica que trataba de imponer el rubio. Él no estaría escondido en Dalton porque Hunter no quiere que sus padres se enteren de que es bisexual ¡A quién le importaba! Sus padres vivían en Londres y lo enviaron a Estados Unidos solo para deshacerse de él, su abuela lo aceptaba tal cual era y ella era la única que importaba. Realmente podía ser un idiota cuando quería.

-Si no te conociera diría que estás pensando-dijo alguien a sus espaldas.

-Si no te conociera diría que eres inteligente-respondió molesto y caminando a su habitación.

-Blaine no está gordo-dijo de una vez su ¿amigo? no lo sabía, no cuando habían tenido esa extraña conversación la semana pasada, justo cuando terminó con Hunter y Kurt fue el único que se dio cuenta de que estaba llorando, todo porque lo siguió hasta los jardínes.

-Entonces es una ilusión la viga rota y el que tu hayas tenido que comprar pantalones una talla más grande solo porque no te entran los que tenías antes.

-Tal vez he subido de peso, pero eso no te da derecho a decirle…-ambos se quedaron en silencio al sentir un par de pasos, como si alguien tuviera los zapatos mojados y fuera subiendo la escalera.

Ninguno fue capaz de hablar, ambos contenían la respiración cuando esperaban ver a alguien subiendo, pero luego de escuchar cuatro pasos más, el sonido desapareció justo en el primer escalón. Sin embargo ninguno se atrevió a ver si las huellas habían quedado impresas en la madera de la escalera.

No dijeron más luego de eso, solo se limitaron a ir a sus respectivas habitaciones y dieron cualquier tema por zanjado. Aunque, a Sebastián, lo que más le sorprendió fue que Kurt fuese capaz de escuchar los pasos, esos que él cada día sentía a sus espaldas y que al voltear no veía a nadie. Incluso cuando ingresó a su habitación vio a Mr. Puss completamente engrifado, como si hubiese visto al mismísimo demonio.

-Tranquilo-susurró tomando al animal en sus brazos y sentándose en la cama, lo presionó contra su regazo como si esperara que algo ocurriera cuando miraba detenidamente la puerta de su habitación. Por un momento miró el reloj, faltaban solo unos segundos para las ocho de la noche, cuando la aguja marcó la hora exacta vio como el pomo de su puerta se movía con fuerza, alguien tratando de entrar.

Hace muchas noches que había dejado de preguntar quién era, desde la última vez que había visto a Hunter, desde el día en que se dio cuenta de que había abandonado a su gato. Incluso cuando se hizo cargo de él pensó que el rubio iría a reclamarlo. Pero de eso iban seis días, mismo tiempo que alguien trataba de ingresar a su habitación a esa misma hora y que Hunter no asistía a sus clases. Había preguntado a los Warblers por su amigo y todos le dijeron que desde que habían discutido en el salón que nadie lo había visto.

Sabía que no se había ido de Dalton, porque Hunter Clarington podía ser un desalmado, incluso un tirano, pero jamás dejaría abandonado a Mr. Puss. Algo le había pasado.