Salí de la escuela y me fui caminando a casa, no podía creer que por tercera vez ese maldito cabrón se hubiera ido de nuevo sin mí. Lo peor de todo, es que en casa nadie le decía nada. Abracé lo más que pude mi mochila y seguí caminando. Estaba haciendo un frío inhumano y no había tomado la precaución de llevar un suéter; a pesar de que mi madre había insistido, yo me negué diciendo que el clima seguiría igual. Ahora la ciudad fría y gris me estaba dando bofetadas en la cara.
Llevaba unos jeans ajustados, una playera tipo polo blanca y mis zapatillas deportivas. Había puesto mi mochila al frente para evitar que la gente viera mis pezones. ¡Dios, este frío me estaba matando! Apuré mis pasos para llegar a casa y que la lluvia no me agarrara. Por fortuna vivía a un par de cuadras de la escuela, pronto estaría en la comodidad de mi cuarto, claro, si es que no moría de hipotermia.
Estaba doblando la esquina cuando la lluvia se soltó. Maldije en voz alta y corrí lo más que mis piernas me permitieron. Herví de ira al ver que el coche estaba estacionado, ¡ese maldito bastardo me las pagaría! Pensé en poncharle las llantas de una buena vez, pero los cinco estornudos que di no me lo permitieron, tenía que darme una ducha lo más rápido.
Abrí la puerta y agradecí al cielo el calor de mi hogar, solté mi mochila y me recargué en la puerta de madera y cerré los ojos.
-Sí que te mojaste hermanita, te aconsejo que te des un buen baño- abrí mis ojos de golpe y lo vi delante de mí, el muy cabrón llevaba una taza de café y me sonreía como si fuésemos los mejores amigos. Tuve ganas de estampar mi puño en su estúpida cara y quitarle su patética sonrisa. En cambio, lo único que hice fue mirarlo largamente. Por mi mente pasaban todos los malos momentos que me había hecho pasar; estaba harta de él y de sus estúpidos juegos. No podía entender como esa clase de basura vivía bajo mi techo. Lentamente vi como su sonrisa comenzó a borrarse y la preocupación se adueñaba de su rostro, parpadeó un par de veces y vaciló un poco en su lugar. Sus manos comenzaron a jugar con la taza que llevaba y trató de acercarse
-¿Estás bien, Candy? ¿Qué ocurre?- fue entonces cuando sentí que las lágrimas recorrían mis mejillas. No sabía en qué momento había empezado a llorar, y la verdad es que ya no importaba, estaba cansada. Él tuvo intención de acercarse más pero se detuvo en cuanto escuchó mis palabras.
-Ni se te ocurra dar un paso más. Te quiero lejos de mí-
-Creo que eso será imposible hermana, vivimos en la misma casa- todavía tenía el cisnismo de intentar bromear conmigo, dio dos pasos pero nuevamente lo detuve.
-¡Aléjate de mí!-
-Estás exagerando todo Candy-
No quería seguir discutiendo con él, así que, tratando de controlar mi llanto me quité de la puerta y caminé directo hacia las escaleras que me llevarían a mi habitación.
-Eres una dramática Candy, ¿estás así por unas cuantas gotas de lluvia?- estaba por subir las escaleras cuando sus palabras me detuvieron, me giré y en cuestión de segundos ya estaba frente a él, y sin pensarlo exploté.
-¡No! Esto no es por hoy, eres tan estúpido que no te das cuenta. ¿Es tan difícil para ti ver que no te soporto? ¿Qué te odio, y que tu presencia en esta casa me asfixia? Estás tan metido en tu mundo que sientes que todos debemos de soportar tu mierda, pero ¿sabes qué? ¡Yo, ya no estoy dispuesta a seguir con tus tontos juegos! No quiero verte más- Estoy segura de que no esperaba que le dijera todo eso, ni siquiera yo podía creerlo, quizá él esperaba que le aventara algo o que lo ignorara como siempre, pero ya no podía más. De verdad que ya no, necesitaba liberarme. Por un momento tuve miedo al ver que su semblante se hacía cada vez más duro y que la vena de su cuello palpitaba incontrolablemente, así que retrocedí y retomé mi camino.
-Pues lamento decepcionarte hermanita, porque esta casa, es tanto tuya como mía, y aquí viviré el tiempo que me plazca, así que deberás seguir lidiando con mi presencia-
-No por mucho tiempo, y deja de llamarme así, que tú y yo no somos hermanos Terry-
No le di oportunidad para que me contestara porque corrí directo a mi habitación. Estando en la seguridad de mi cuarto dejé que las lágrimas volvieran a brotar, seguía sin entender por qué siempre se portaba así conmigo, yo trataba de ser amable y llevar la fiesta en paz, en cambio él prefería hacerme rabiar y sacar lo peor de mí.
Entré al baño y le puse seguro a la puerta que daba a la habitación de Terry, desafortunadamente compartíamos baño, afortunadamente era un cuarto baño muy grande y cada quien tenía sus estantes para sus cosas personales. Teníamos una especie de acuerdo no dicho ni escrito, aunque era más que obvio, cuando el otro viera que la luz del baño estaba encendida no podía entrar. Me quité la ropa y preparé mi bañera. Dejé que el agua caliente me envolviera y me perdí en mis pensamientos hasta que el agua comenzó a enfriarse. Me sequé y utilicé un pijama de franela, desenredé mi cabello y me miré en el espejo de cuerpo completo que tenía.
-No dejaré que mi estado de ánimo dependa de ese gusano asqueroso-
Me dirigí a la cocina y festejé que mi madre hubiera dejado suficiente comida antes de irse a trabajar. Calenté un poco de lo que había y me senté en la barra. No había visto a Terry pero sabía que se encontraba en sala viendo la televisión, mientras no se metiera conmigo todo estaría perfecto.
Estaba lavando los platos cuando los vellos de mi nuca se me erizaron, eso siempre pasaba cuando él estaba al acecho, cual león en busca de un indefenso animal. De pronto comencé a sentirme un poco incómoda porque no escuchaba ningún ruido de su parte, él seguía ahí, yo lo sentía. Por mi mente pasaron un millón de imágenes; Terry atacándome con el cuchillo, aventándome la cacerola de las papas, estrellando un vaso en mi cabeza, en fin, miles de maneras de morir en ese instante. Me sobresalté cuando sentí que me rozaba para dejar un plato en el fregadero. Ni siquiera sé por qué contuve mi respiración, estoy segura de que se quedó un buen de segundos detrás de mí.
-Hueles a vainilla-
-¿Perdona?-
-Nada-
Pero ¿Qué demonios? ¿Por qué, él diría algo así? Volteé para ver si seguía ahí pero ya se había ido. Sacudí mis pensamientos y terminé de lavar los platos. El televisor ya no estaba encendido, asumí que había salido, mejor para mí, su presencia siempre me alteraba. Subí a mi habitación y prendí mi computadora, abrí mi cuenta de Facebook y me perdí entre las publicaciones de mis amigos hasta que me salió un chat
Eliza: Candy, se puede saber q pasa cntigo?
Candy: a qué te refieres?
Eliza: te he estado marcando desde hace una hora a tu celular y no contestas, esto es una EMERGENCIAAAAAAAAAAA!
Candy: sorry amix, pero me estaba bañando, la lluvia me agarró y no quería enfermarme
Eliza: t fuiste caminando? No me digas que tu hermano otra vez no te esperó
Candy: NO ES MI HERMANO
Eliza: lo siento, es la costumbre cariño, debiste de llamarme para llevarte
Candy: no quería interrumpir tu cita con Thom
Eliza: ni me hables de ese estúpido, puedes creer que el muy cretino me dejó esperando en el café?
Candy: :o QUÉ? Tienes que contarme todo!
Eliza: lo sé y para eso te llamaba, debemos de vernos. Hoy toca la banda de Stear y nos invitó
Candy: no lo sé Eli, mis papás no están y mamá ya no me deja salir desde aquella vez
Eliza: vamos Candy! Será divertido
Candy: eso dijiste la última vez y mira tu divertido, mis padres me descubrieron y todavía sigo castigada
Eliza: pero de eso hace dos meses! No te pueden cstigar d por vida
Candy: ya conoces a mamá
Eliza: please amiga, vamos, por favorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!
Candy: quieres ver a Stear verdad?! No lo puedo creer Eliza, hoy tuviste una cita con Thom
Eliza: pero no fue, así que no cuenta, Anda ya Candy, no seas así, yo siempre….
Candy: sii, sii, ya sé, deja veo como le hago Eliza
Eliza: le haces al cuento Candy, tú también quieres ir a ver a Anthony
Candy: te marco dentro de un rato perra
Eliza: Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, te quiero perra
Cerré la ventana y mi Facebook, tenía que idear algo para poder salir sin que nadie se diera cuenta, el problema radicaba en que no sabía a qué hora llegarían mamá y Richard. No podía llamar para decirles que los quería, porque obviamente mi madre se las mosquearía.
-¡Maldición!-
Estaba acostada en mi cama tratando de encontrar una solución hasta que escuché que tocaban la puerta. No se necesitaba ser un genio para adivinar quién estaba detrás de mi pieza. Fastidiada me levanté y abrí la puerta.
-¿Qué cosa quieres?-
-Tu mamá quiere hablar contigo- diciendo esto me entregó el teléfono, se lo arrebaté y sin darle las gracias cerré mi puerta en su cara. Quizás esta podría ser mi oportunidad
-¿Pasa algo malo mamá?-
-Candy, te he dicho muchas veces que seas más amable con Terry- espera ¿qué?
-Si mamá, yo me encuentro muy bien, gracias por preguntar.
-No seas chistosita señorita, el pobre de Terry siempre hace de todo para que ustedes estén bien hija…-
-Mamá, tengo cosas más importantes por hacer, que estar aquí escuchando como engrandeces a ese… tipo-
-Es tu hermano…-
-No mamá, no lo es. Solo es el hijo de TU marido-
-No quiero pelear ¿de acuerdo? Solo llamaba para decirte que llegaremos un poco tarde- ¡Oh por Dios! ¡Si! Al fin podría salir.
-¿Qué tan tarde mamá? Ya sabes que las cosas han estado muy feas- ¡Ja! Mira quien lo dice, la hija hipócrita que se escapará con su mejor amiga.
-No lo sé mi amor, Richard tiene una conferencia y yo tengo una operación en dos horas
-Entiendo mamá-
-Si hija, pero hay algo más-
-¿Qué es?-
-Esta misma noche Richard y yo viajamos a San Francisco- -
-Espera, ¿qué? ¿Y me lo dices a esta hora? ¡Pudiste haberlo dicho en la mañana mamá!
-Lo sé cariño, pero lo olvidamos completamente, tengo que asistir a una ponencia mañana por la mañana-
-Sí, sí, ya lo capto mamá-
-En la nevera dejé comida para estos días, solo tienen que meterla al horno y calentarla, Rick dejó dinero en el despacho para que compraran lo que necesitaran… probablemente estaríamos llegando el martes por la noche-
-¡Mamá!-
-Dije probablemente, cariño-
-¿Puedo quedarme con Eliza?-
-No Candy, desde su última aventura me he cuestionado sobre esa amistad que tienes
-Pero es mi mejor amiga mamá, la conozco de toda la vida-
-Lo sé hija, mira, puedes salir por la tarde con ella, pero por las noches te quiero en la casa, Terry estará a cargo-
-¡No puede ser mamá! ¿Por qué no puedo ser yo? Ese estúpido jamás dejará que salga de aquí, me hará la vida imposible-
-Mide tus palabras Candy, estás hablando con tu madre, y precisamente por tu conducta es que no estás a cargo, no lo estarás hasta que no me demuestres que eres capaz de hacerlo y de ser una persona madura, ¿quedó claro?-
-Sí señora-
-Me parece perfecto cariño, nos vemos en unos días-
El teléfono se estrelló contra la pared, me le quedé viendo unos minutos hasta que comprendí lo que había hecho. ¡Maldición! Tendría que conseguir uno antes de que mamá volviera. Busqué mi teléfono celular para hablarle a Eliza pero no lo encontré, así como tampoco encontré mi mochila. Entonces recordé que la había aventado al llegar. Salí y bajé a la entrada. Cuando tuve mis cosas en mano, busqué mi celular, y en efecto, tenía muchas llamadas perdidas de Eliza, le mandé un WhatsApp contándole las nuevas buenas.
Eli: Perfecto amiga, ponte guapa porque esta noche TRIUNFAREMOS!
Sonreí al leer el mensaje de mi amiga, agarré mis cosas y subí a mi cuarto. Corrí a mi armario y miré todo lo que había, no, no, nada era adecuado. Refunfuñé y me senté en la alfombra, esto no estaba bien. Miré mi reloj de pared, tenía exactamente cuatro horas para estar lista. Volví a examinar pieza por pieza, estuve así durante una media hora, midiendo y midiendo un montón de ropa, al final me decidí por una falda negra de cuero que me quedaba muy corta, bueno, no tan corta y un crop top rojo. Ahora que ya tenía mi ropa, era momento de alaciar mi cabello.
Terry Prov
Veía sin ver la lluvia a través de la ventana, mientras mi mente recordaba lo ruin y cobarde que había sido durante las últimas semanas, tres para ser exactos. Resoplé y bruscamente me giré para pasarme las manos por mi cabello, el cual comenzaba a ser muy largo. Cerré los ojos y me controlé para evitar gritar, sentía que me moría por dentro pero ni siquiera sabía el por qué. ¿Quién dijo que la vida del adolescente es fácil?
La había dejado nuevamente en la escuela a sabiendas de que el clima estaría por cambiar, realmente no me importó que no llevara un suéter y mucho menos me importó que la lluvia estuviera por soltarse, sin importarme nada de eso me fui. Al llegar a casa estuve a punto de regresar por ella, pero mi orgullo de macho me lo impidió, bajé e ingresé en casa. Pasaron quince minutos y escuché que la puerta se cerraba de un golpe. Sabía que estaría molesta, muy pero muy molesta, pero jamás me esperé que ella reaccionara de esa forma y mucho menos que dijera todas esas cosas. Apreté los puños. Eres un estúpido, es tu hermana.
-No, no lo es Terry, Candy no es, ni será tu hermana nunca, es por eso que…- reprimí mis pensamientos y salí de mi habitación como alma que lleva el diablo. Necesitaba irme de ahí. Papá y Pauna llegarían hasta el martes, y aunque estaba a cargo de ella, sabía que no me haría caso, mucho menos después de todo lo que le había hecho, así que estaba de más estar en casa cuando no era para nada recibido.
Tomé las llaves de mi coche y fui directo a la casa de Stear. Esta era la noche en que olvidaría todo lo que comenzaba a atormentarme.
Candy Prov
Estaba terminando de alaciarme el cabello cuando escuché el portazo del cuarto de Terry, seguramente alguna chica le había cancelado. Me alegraba que fuera miserable tan siquiera por unos momentos.
Las horas volaron, tardé demasiado en lograr que mi cabello quedara liso y brilloso, pero al final había valido la pena, estaba muy contenta con el resultado. Me miré en el espejo después de maquillarme.
-¡Oh por Dios! A mamá le daría un paro cardiaco si me viera- recogió sus cosas y preparó la cama para simular que estaba "durmiendo"
-Dudo que el idiota ese venga a verificar si estoy aquí. Si por él fuera me dejaría encerrada para que muriera de hambre- tomó una bolsa y algo de dinero. No había escuchado que regresara, pero eso no significara que llegara en cualquier momento y la atrapara saliendo de casa sin su permiso.
¡Ja!, menudo idiota que eres Terry, seguramente regresarás borracho-
Le mandó un mensaje a Eliza para que la recogiera a una cuadra de su casa. Salió con mucho cuidado y pacientemente esperó por su amiga. Sabía que estaba haciendo mal pero rápidamente desechó esos pensamientos y se dedicó a ser feliz, aunque fuera por una sola noche.
Sentía una ligera molestia pero no sabía a qué se debía.
"Quizás sea porque la has dejado sola cuando tenías que cuidarla"
-Maldición-
-¿Ocurre algo Terry?
-No Susi, todo está bien-
-Se puede poner mucho mejor-
-¿Sí? ¿Cómo sería eso?-
-Así- la curvilínea adolescente rubia, que estaba sentada en las piernas de Terry, se movió un poco para quedar frente a él y de manera muy sensual acercase más y besarlo. A ella no le importaba que estuvieran en una fiesta y que una bola de curiosos los miraran, en realidad, eso la encendía, movió las caderas sugestivamente hasta lograr que el pene del guapo castaño reaccionara. Sin perder tiempo, Terry dirigió su boca al níveo cuello de su compañera, por unos momentos se permitió dejar la mente en blanco. Claro, el destino como siempre suele pasar, te juega malas pasadas.
Su boca seguía en el cuello de Susana mientras sus manos se aferraban a la diminuta cintura de ella, sin saber por qué, abrió los ojos y lo que su mirada captó le bajó toda la euforia que había logrado obtener.
Ahí en la puerta, de manera espectacular y seximente vestida, se encontraba una sonriente Candy.
