Los personajes de Diabolik Lovers son propiedad de Rejet, yo solo los ocupo para esta historia.


Capítulo 1

Es extraño que algo tan punzante se sienta tan bien. ¿Acaso ya enloquecí y por eso disfruto de esos colmillos desconocidos incrustados en mi piel?

Abre los ojos con pesadumbre. En un principio ve borroso el techo de su alcoba, pero después de parpadear un par de veces todo se aclara. Tuvo una especie de sueño tan realista, todavía siente como si le hubiesen clavado los colmillos en el cuello.

Se sienta en posición de loto a ver la nada en dirección a la puerta que da al pasillo. Se siente extraño que ese sea su último día en la casa donde vivió los pasados dieciocho años, ahora debe mudarse a una casa con seis vampiros y una vampiresa; ya siente que termina llena de agujeros.

Aquel hombre llegó a visitar a su padre y le ofreció un trato que amablemente acepto, con la única condición de que uno de esos vampiros debía desposarla. Realmente no entiende a su progenitor, pareciera que desde que su madre murió, él se embarcó en una búsqueda para que ella tenga alguien que la cuide; pero aun así no comprende porqué alguno de esos tipos sería capaz de ello cuando a lo que ella irá es a alimentarlos con su sangre, lo cual no es sinónimo de cuidar.

Suspira y decide que es momento de bajar a tomar el desayuno. Mira su habitación y en definitiva se siente extraño todo, como el primer día después de la muerte de su madre.

Abajo su padre ha preparado tortitas, un platillo que ella disfruta y advierte que es por eso que lo ha hecho. Esas son sus últimas horas en casa.

Ambos se sientan a degustar el desayuno, un silencio un tanto incomodo invade la atmosfera y ella siente que es capaz de tocar el aire que se vuelve cada vez más denso debido a la imposibilidad de ambos por iniciar una conversación. Pero ella se decide, no se irá sin conocer el territorio que está por pisar.

—Padre, ¿por qué aceptaste con tanta facilidad? Me cuesta creer que es por la condición que le diste, aunque si en dado caso esa es toda la razón no hace falta que te diga que es una razón idiota.

El hombre sonríe triste. Su hija es humana y él no se siente capaz de aguantar más la vida que lleva, si todo fuera tan fácil de sobrellevar no hubiera permitido que ese hombre se la lleve como "novia de sacrificio". La vida eterna puede ser horrorosa, y sin Saya, su amada esposa, no siente que pueda seguir; ella es lo último que puede soportar.

—Solo te puedo decir que es algo muy egoísta de mi parte, pero es lo mejor. Solo escoge a uno de ellos, ¿de acuerdo?

Ella asiente obediente, no objetara nada por esta ocasión. Quiere despedirse de su padre con una sonrisa y no con una mirada de enojo, quién sabe si lo vuelva a ver.

Se la pasan tranquilo hasta que llega la hora de que ella se tenga que ir, se despiden con un abrazo.

Mira por la ventanilla del taxi, ha sido un viaje aburrido, en su mente ha durado un siglo y solo quiere llegar a la mansión de esos vampiros para acostarse a dormir. Bosteza prestando atención al cielo casi nocturno teñido matices naranjas reflejando la última luz dada por el sol, su desaparición del cielo es como una sentencia de muerte.

Ya se puede divisar la mansión. Vuelve a bostezar, pequeñas lágrimas se acumulan en sus ojos y se los refriega para evitar seguir aletargándose para estar bien despierta cuando conozcan al fin a los residentes de ese lugar.

Para cuando ponga un pie en ese lugar el sol se habrá ocultado ya entregándola a los amos de la noche, y en cuanto entre no podrá decir que es una suerte que las noches sean eternas porque ya no tendrá escapatoria. Sonríe con burla hacia sí misma por el sádico destino que le ha tocado.

El taxi se detiene y ella baja con todas su maletas, que son solo dos y un simple bolso. La razón de su gran cantidad de equipaje es el simple hecho de que procuró empacar cada cosa que fuera importante y que necesitaría, se puede decir que una sola maleta para objetos que no son ropa ni alguna clase de productos femeninos o algo así, si fuera a darles un nombre sería "recuerdos".

Suspira y decide ingresar ya. No le sorprende cuando la puerta se abre sola por lo que entra sin ningún reparo, después de todo esa también será su casa.

Se queda de pie en la puerta, mira a su alrededor considerando el lugar al que podría ir. Se acomoda bien las maletas y comienza a caminar, en cualquier momento se encontrará con alguno de los vampiros o la vampiresa, después de todo su olor terminará por atraerlos.

Al llegar a lo que parece una sala de estar se va a sentar a uno de los sofás, después de todo tampoco irá a invadir alguna habitación. Abre una de las maletas y saca un pequeño libro, pocos recuerdos conserva de su madre y ese es uno de ellos, le gusta leerlo aunque ya se lo sabe de memoria, solo con sentirlo entre sus manos es reconfortante y leerlo le hace recordar a la primera vez que lo leyó.

—¿Quién eres?

Ella levanta la vista del libro que estaba por comenzar a leer. Frente a ella uno de ellos, de corto cabello oscuro y unos ojos rojos que la analizan como si fuera alguna especie de insecto a través de unos lentes de montura cuadrada, usa un uniforme escolar que seguro es de una escuela nocturna.

—Kanon Murakami, encantada de conocerlo señor vampiro—se presenta ella mostrando una sonrisa que raya lo cínico—, ¿puedo saber su nombre?

—Primero, ¿qué haces aquí?

—Un sujeto llegó a casa a proponerle un trato a mi padre, él aceptó y heme aquí en una mansión llena de vampiros. Creo que él dijo que yo sería la nueva "novia de sacrificio" porque la última se convirtió en vampiresa—emplea un tono de voz un tanto insolente, explicando su razón de estar—, no es mi problema sí ninguno de ustedes sabía de mi llegada.

El vampiro solo la ve con enfado por la forma de dirigirse a él, será alguien difícil de tratar y si se trata de la nueva novia de sacrificio se encargará de enseñarle modales porque es claro que le faltan.

—Una linda chica ha llegado—la forma casi cantarina del recién llegado la pone en alerta, no sabe dónde está, pero en cualquier momento lo tendrá encima—. Tenemos otra bitch-chan—Una lengua lame su oreja y en lugar de apartarse asustada lo que hace es dar un manotazo hacia atrás dándole en la cara para su sorpresa.

—Parece una chica con la que será divertido jugar, ¿no lo crees, Teddy?—Otro chico, mucho más bajo, se aparece justo frente a ella. Las marcadas ojeras bajo esos ojos violetas le hacen ver que no duerme mucho y por su mirada casi adivina que es impredecible, alguien de quien debe cuidarse. Le dedica una sonrisa que hace que ella sienta que ha acertado en su adivinación.

—Laito, Kanato. Deben comportarse, están frente a una dama.

El de nombre Laito se sienta junto a ella y se encoje de hombros restando importancia a ello mostrando una sonrisa juguetona. Él se inclina hacia ella, pero recibe otro golpe en la cara, esta vez con el libro.

—¿Otra humana?—Esta vez un chico de cabello blanco es quien aparece, se mantiene de brazos cruzados y con una expresión de disgusto. Ella solo le dedica una mirada rápida y regresa a evitar que Laito vuelva a lamer su oreja u otro lugar.

—Uh, ¿quién es ella?—Ahora la vampiresa hace acto de presencia y es agradablemente la más normal de todos los que ha conocido, en sus ojos rosados no se ve reflejado ningún atisbo de sadismo como en los de los vampiros.

Al lado de la chica un chico de cabello rojo acaba de aparecer, sus ojos verde intenso parecen reclamarla como su propiedad. Ya espera cosas como que todos se le abalanzaran encima, pero no deja de ser algo de mal gusto.

Pasea su vista por todos y los cuenta, hay seis vampiros, por lo que falta uno. Son siete residentes en esa mansión, pero en verdad no le importa.

—Estamos casi todos, ahora nos presentaré. El que falta es el hijo mayor, Shu; yo soy el segundo hijo, Reiji; los trillizos: Ayato, Kanato y Laito—Señala a cada uno conforme los nombre, todos le dedican una sonrisa que interpreta eficazmente como su sentencia a ser su presa—, y el hijo menor, Subaru. Ella es Yui Komori, la anterior novia de sacrificio.

Ella quita la vista del de cabello blanco y la posa sobre la chica quien le sonríe con dulzura. Todos los extremos son malos, de eso le queda constancia en esos momentos en donde se halla justo frente al extremo de la dulzura y del sadismo.

Suspira cansada, se siente atrapada en una casa de locos, puede sentirlo solo con estar en medio de todos ellos.

—Mucho gusto a todos, ya lo había dicho pero, soy Kanon Murakami.

Reiji alza una ceja ante el tono monótono con el que se ha presentado ante todos cuando hace un momento estaba de insolente mirándole con burla y malicia combinada.

—Te llevaré a tu habitación, también debes estar al tanto de que asistirás a la escuela nocturna con nosotros—Ella asiente ante las palabras del segundo hijo de la familia Sakamaki, lo cual ahora que cae en cuenta es un completo fastidio que la noche haya caído ya y que deba ir a estudiar recién llegando porque eso puede apreciar en esa mirada—. Vamos.

Se levanta y toma sus maletas, no sin antes darle una patada en la rodilla a Laito por tocarle el trasero al levantarse. Sigue a Reiji para que la escolte a su habitación, en donde solo podrá tirar las maletas antes de tener que arreglare.

—En unos momentos te traigo el uniforme.

Kanon asiente y al quedarse sola se dirige a la cama, suelta sus maletas y se tira a ella para saber si podrá dormir como bebé en ella, lo cual es bueno por lo que sonríe, al menos tendrá una buena cama para dormir.

Reiji regresa al poco tiempo con el uniforme que, a su ver, es de muy mal gusto. Y ahora que razona todo en ese lugar le parece de muy mal gusto, seguro es porque no está nada contenta de estar con todos esos vampiros.

—Alístate rápido, nos vamos en diez minutos. No quiero que nos atrasemos.

Ella suspira y le hace un ademán con la mano para que se salga a lo que recibe una mirada de desaprobación, pero sale sabiendo que mientras más tiempo se quede más se tardaran en ir a la escuela.

Con pereza comienza a quitarse la ropa, tiene mucho sueño no puede negarlo, por lo que agradece haberse quedado dormida de camino a la mansión, con eso puede aguantar hasta la media noche sin comenzar a cerrar los ojos del cansancio.

Al terminar de alistarse toma su bolso y lo vacía para solo meter su libro y una libreta para anotar cosas, después de todo no tiene otros materiales para ir a la escuela. Con eso listo se decide a salir y reunirse con los demás miembros de la casa.

Llegando casi a las escaleras se encuentra con algo que no estaba antes ahí, aunque es más bien un alguien y rápidamente lo identifica como el mayor de todos ya que era el único ausente y sorpresa, él también es diferente en características físicas, un rubio, excelente. Se acerca un poco y le toca la cara con el pie para que se despierte porque para empezar no se debe dormir en los pasillos, el suelo es muy duro para usarlo de esa forma.

El abre un solo ojo ante eso murmurando un: "que fastidiosa", pero luego sonríe casi malicioso.

—Lindas bragas.


El primer capítulo de esta historia que surgió por mi inconformidad de no encontrar historias de Shu que me gustasen. Espero les guste, trataré de respetar a los personajes lo más que pueda.

Gracias por leer.