Disclaimer: Ningún personaje de Prince of Tennis me pertenece.
-.-Recuerdos de Navidad-.-
Sintió un frío terrible que le hizo recordar mucho a la última ciudad en la que estuvo. Personas caminando por las calles, tiendas abarrotadas de compradores indecisos por algún accesorio en oferta, desconocidos que buscaban algún lugar cálido en donde descansar y hasta niños que caminaban con sus padres en busca de un juguete de su preferencia. El común denominador de cada escena que pasaba ante sus ojos era la exaltación de las personas por esta fecha, que para él no tenía nada de especial, o por lo menos le era indiferente a primera vista.
Vísperas de navidad y sobretodo su cumpleaños.
—No encontré nada que llamara mi atención.
Un muchacho se hizo un lugar entre las personas para poder salir de la tienda en la que se encontraba. Sus manos automáticamente se refugiaron en los bolsillos de su abrigo para evitar el frío en su piel a esas horas de la noche, aunque no pudo evitar un pequeño escalofrío por la diferencia de temperatura de la tienda y el ambiente de la calle.
—Dijiste que sería la última —expresó con voz modorra. Se rascó levemente la frente viendo a su amigo que prestaba atención hacia otros lugares.
—Si me ayudaras a escoger me facilitaría las cosas.
—No pretendo entrar y que alguien me reconozca.
—El excelentísimo Ryoma-sama tiene miedo de tomarse fotos con las fans. —Rió burlonamente el muchacho—. ¡Ryoma-sama! ¡Ryoma-sama! —Repitió su nombre de forma aguda y aludiendo a las miles de fans que su amigo atraía por su título de jugador estrella en el tenis. Algo que nunca cambiaría.
—Estás haciendo méritos para que me vaya, momo-chan.
—Eso fue un golpe bajo.
—Estamos iguales.
Mostrando una sonrisa maliciosa, comenzó su camino por la calle para seguir con la compra especial de su amigo. Recordó que él era uno de los primeros en ofrecer aquella terminación para que se dirigieran de forma amigable, y así olvidar los honoríficos que merecía un superior. Sin embargo, ahora le puso en claro que se avergonzaba cuando lo llamaban de esa forma, ya que era un joven universitario y no quería burlas entre sus compañeros. ¿Quién iba a decir que sucedería aquello?
—¡Hace un frío de los mil de demonios! —exclamó en un sonoro estornudo sobre su pañuelo—. ¿Dónde quedó mi cálida primavera?"
—Ya deberías estar acostumbrado
—Agradece que no estuviste al invierno del año pasado.
—He estado en lugares peores, no es nada nuevo. —Bostezó y se restregó fregó ambos ojos a causa del cansancio visual de tantas luces prendidas por el camino.
—Tú siempre tan entusiasta.
—¿Comprarás algo o irás con las manos vacías? —intervino al cruzarse de brazos.
—Claro que compraré, sólo que todavía no estoy seguro que le podría gustar.
—Lo que sea estará bien.
—Se nota que no eres de comprar ningún regalo —insinuó irónicamente al detenerse en una de las tantas tiendas.
—Hmmm, como sea.
Momoshiro se mostró extrañado por el comportamiento de su amigo de años. Fue una sorpresa para muchos el enterarse que llegó para terminar la escuela secundaria en Japón, y así seguir con sus objetivos deportivos aquí o en algún otro país. Siempre fue una persona no muy comunicativa, pero su actitud de ahora dejaba mucho que desear; es decir, ¿A quién no le gustaba la navidad y los regalos?
—¡Cierto! —Detuvo sus pensamientos—. Ahora que recuerdo, ¿ya compraste un regalo para Ryuuzaki?
Tosió varias veces al sentir que la saliva tomó un rumbo diferente por la garganta. En verdad, le sorprendió la acotación que hizo su compañero, y no supo cómo cambiar el tema. ¡Diablos! Él mejor que nadie sabía que significaba el día posterior a ese, pero no se le pasó por la cabeza el comprar un presente para alguien como ella… ella que ahora era su novia.
—¿Para qué?
—¡Cómo que para que! —Se molestó—. ¡Mañana es Navidad!
—No necesito ningún regalo —bufó de manera indiferente. Colocó ambas manos en su abrigo y volteó la mirada hacia otro lugar. Controló su calor corporal para evitar que la sangre se acumulara en sus mejillas. ¿Desde cuándo tuvo problemas de circulación?
—¿Es una broma? Pobre Ryuuzaki las barbaridades que tiene que soportar.
—¿No tienes que comprar un regalo? —comentó fastidiado al querer cambiar el tema y empezó a caminar hacia la tienda más cercana.
—Espera, hay algo que me suena muy sospechoso. —Lo detuvo—. Hace unos días los vi muy alegres, digo a ella; dirigiéndose a las pistas de tenis, para que ahora me digas que no tienes un regalo. ¿Ha pasado algo que no me haya enterado?
Se quedó callado ante semejante idea de Momoshiro. Un frio navegó su espina dorsal al hacerse la idea que su amigo se enterara de lo acontecido en aquellos días, específicamente con Ryuuzaki y sus cambios de ánimo que lograban poner su mundo de cabeza.
—Nada.
—¿Cómo que nada?
—Nada —repitió ante la insistencia.
—Eso lo hace sonar más sospechoso.
—Sólo fue un… malentendido.
Momoshiro no pudo aguantarse la risa ante el comentario sincero de su amigo. Nunca se imaginó que llegaría el momento en que le dijera algo parecido. Ryoma Echizen tenía problemas de amores a sus cortos 17 años, y él que pensaba que moriría sólo, en otro país y con un arca llena de dólares sin tener con quien compartirlo. Sabía que no debía burlarse ante tal confesión, pero era muy gracioso.
—No te rías.
—Lo siento, no me hagas caso. Sin embargo, si necesitas algún consejo no dudes en contármelo cuando estés preparado.
—Hmmm No lo haré.
—Como digas. —expresó confiado.
—¿Por qué mejor no vas a comprar? La tienda ya va acerrar.
—¡Rayos! —Se alertó al ver el tumulto de gente—. No te muevas de aquí.
—Mada Mada Dane.
Con su última frase, notó como Momoshiro se adentró al mar de gente que literalmente se quitaba los objetos de las manos. No tenía idea a qué hora saldría de ese lugar, ya que en cada caja registradora había un serpentín de personas esperando para pagar.
Suspiró cansadamente y decidió caminar por las calles, para así no sentir frío. Los copos de nieve comenzaron a caer nuevamente ese día, y se preguntaba, que hacía a vísperas de navidad en compañía de Momoshiro. En mala hora se le ocurrió comprar el regalo que la daría a la menor Tachibana al día siguiente, y todavía se quejaba de él por ser un insensible. Sólo agradeció mentalmente que lo haya sacado de casa el día de su cumpleaños, ya que tuvo suficientes saludos por un día completo, además que evitó la tragedia del año al frenar las intensiones de su familia por hacerle una fiesta de cumpleaños, celebración de vísperas de navidad y año nuevo juntos. Primero muerto antes de volver.
No era que odiara la navidad o que se tratara del 'Grinch' de la época moderna, pero sólo escuchar la relación que había entre esa fecha y su cumpleaños lo ponían de mal humor. Era un adolescente de 17 años y no deseaba, que a cada momento, sus familiares le hicieran recordar los juguetes que le gustaba recibir cuando era pequeño. Lo cual difería bastante con la sensación que recorría su piel al escuchar a su padre hablarle como si se tratara de un niño. Exactamente se sentía como cuando las madres sacaban fotografías de sus hijos en pañales y se los mostraban a la familia para que vean cuanto había crecido. Simplemente embarazoso.
Tenía que sumar un problema más a estas fechas. Un supuesto malentendido que surgió con su novia hace unos días. Siguió el ejemplo de Momoshiro, y le dio ganas de reírse de sí mismo. No le gustaba aquella situación. Quién diría que después de tantos viajes famosos dentro de su vida, tantas medallas y trofeos en su carrera de tenis, terminaría en Japón por una temporada más y sobretodo que comenzaría una relación con la nieta de su vieja entrenadora Ryuuzaki.
Cómo no tenía dónde ir, entró a una de las tiendas, que milagrosamente no tenía muchas personas en su interior y no dudó en refugiarse del frío. Los estantes estaban casi vacíos después de las compras inconscientes, y lo pusieron ansioso ante la idea que no había comprado ningún regalo para Ryuuzaki. Su pequeña historia no fue como cualquiera de los cuentos que de seguro ella conocía de sobra, pero por lo menos quería saber si aquella locura funcionaria. Se preguntaba si la decisión que había tomado era la correcta…
-Flashback-
El salón de clases siempre sería el mismo independientemente del país que se encontrara, ya que nunca se sintió comprometido en formar relaciones cercanas con cualquiera de los estudiantes que ahí se encontraran. Su vista se posó en la ventana del costado, donde mostraba a Japón sin muchos cambios desde la última vez que lo visitó. Estuvo ausente los años posteriores a su escuela elemental, y pensó que sería buena idea terminar la secundaria ahí, para así regresar a Estados Unidos y continuar con su preparación como tenista. Según sus ideales, estaba en un 60% de conseguir sus objetivos trazados.
—¡Hola! Es un gusto verte… ¿eres Echizen Ryoma?
Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz chillona que al parecer no tenía mejores cosas que hacer, que gritar a toda la clase de quien se trataba. Por obvias razones, todos sabían quién era, pero nadie había sido lo suficiente valiente para saludarlo e identificarlo como el tenista estrella del país. Nunca faltaba alguna chica entusiasmada que seguramente pediría algo de él.
—¿Por qué?
—He visto cada programa deportivo y estoy segura que eres tú —agregó la muchacha de cabellos naranjas de forma risueña al juntar sus manos.
—Te has confundido —respondió sin mucho ánimo y volvió la vista hacia la ventana.
—Seré nueva en la escuela pero no me puedo equivocar.
—Me confundes con alguien más.
—¿Verdad que es él? —inquirió la muchacha a otra persona que estaba al costado de ella y que pasaba tranquilamente hacia los asientos de la parte posterior.
—Acabo de llegar —dijo la joven de cabellera negra al tener un signo de interrogación en su cabeza y obvió la pregunta de la chica.
El sonido de la campana fue un alivio para muchos de los estudiantes que se levantaron de sus asientos para dirigirse hacia otra clase. Él quería hacer lo mismo y olvidarse de la muchacha que seguía a su lado con una mirada impaciente. No tenía idea quien era, ni muchos menos porque le hablaba, y lo único haría, sería coger su mochila de raquetas e irse a practicar lo que quedaba del día.
—Tú si estuviste desde el comienzo de las clases… ¿Cómo te llamabas?
—¿Me hablas a mí?"
—Claro que sí. Es para desmentir a Echizen que quiere jugarme una broma.
Un silencio incómodo se formó en la muchacha que se puse de pié del lado de Ryoma. Estaba muy concentrada en levantar sus libros de la mesa para poder salir. Había escuchado la conversación anterior por parte de sus compañeros, pero no intervino en ningún momento. Se sorprendió cuando la muchacha de cabellos naranjas de dirigió a ella para preguntarle su nombre, y seguramente, para que la ayudara a desmentir sobre el nombre del muchacho que ella conocía muy bien.
—Soy… Ryuuzaki Sakuno —respondió tímidamente al coger sus libros fuertemente en su pecho.
—Oh Sakuno-chan. Sólo quise ser amigable y saber si conocías a… ¿Dónde se fue?
—¿Ah? Ryo… Echizen-san salió hace unos segundos.
—Cómo se atreve, y yo que quería hablar con él —refunfuñó al cruzarse de brazos—. Qué mala suerte.
—Etto. Me tengo que ir a mi siguiente clase.
—Ok. Nos veremos en clase.
La muchacha de largas trenzas parpadeó un par de veces al perder de vista a su compañera. No espero que alguien la interrumpieran de su quehacer diario para preguntarle si conocía a Ryoma Echizen. Desde el inicio de clases, se sentó junto a ella, pero se sintió tan nerviosa, que no pudo decirle nada, ni presentarse. Sólo se tomó la libertad de mirarlo cada cierto tiempo.
Escondiendo una sonrisa, apretó fuertemente sus libros y comenzó con su caminata fuera del salón de clases. Le parecía gracioso que a pesar de los años, su actitud seguía siendo la misma.
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Bostezó incontables veces mientras se dirigía hacia la salida de la escuela después de un día largo de actividades. Había escuchado a los profesores decir lo mismo de siempre, a los entrenadores de tenis que no le enseñaban lo suficiente para mejorar, y las personas que parecían animadas a preguntarle si en verdad era él o un impostor. ¡Qué tontería! Lo único que lo animaba es que llegaría a su gran y solitaria casa para poder reponer fuerzas, y es que sus padres estaban a kilómetros exorbitantes de distancia en otro país, y demorarían en llegar, así que tendría la casa para él sólo. Se evitó el alquiler inútil de algún departamento.
No supo en qué momento accedió ante el pedido de su padre para que regresara a Japón y terminara su último año de secundaría. Debió estar completamente fuera de sus cabales al aceptar y enrumbarse en un viaje que supuestamente le subiría el ánimo, ya que su vida únicamente tenía emoción cuando jugaba tenis. Ahora que lo pensaba, estaba sustituyendo un ambiente tranquilo por sus días de viajes entre países, sus intercambios entre clubes deportivos, las fiestas a las que se veía obligado a asistir, y su libertad completa sólo por estar en ese lugar.
¿Tan monótona se había vuelto su rutina para aceptar regresar a sus estudios de siempre?
Estaba seguro que cualquier mortal daría su vida por tener lo que él poseía y lo llamarían loco si supieran que se quedaría en Japón por una temporada y dejaría su vida supuestamente liberal.
Tenía planeado dirigirse hacia la salida cuando de repente su vista se posó en el ligero golpe que sintió en el pecho. Parpadeó varias veces ante la mancha amarilla que yacía sobre su camisa y que fue causado por un pincel que cayó al suelo en milésimas de segundos. ¿Era alguna clase de broma?
—Oh. ¡Lo siento!
De pronto escuchó una disculpa desesperada y una muchacha de largas trenzas se acercó hacia él. Su reverencia era por demás pronunciada.
—No me di cuenta en qué momento el pincel salió volando, en verdad lo siento mucho.
—Humm…
—Puedo pagarte la tintorería por la camisa, fue mi culpa.
—No importa.
—Es parte de mi responsabilidad reponer el daño que hice por un descuido —se disculpó nuevamente—, estaba pintando y no sé cómo paso para que…
—Dije que no importaba. —Se rascó la cabeza ante la disculpa reiterada de la muchacha.
—Etto… como digas, Ryoma-kun... quiero decir... —se corrigió de inmediato—. ¡Echizen-san!
Ryoma miró extrañado a la muchacha de trenzas. Por algún motivo, su rostro le parecía familiar, y sobretodo que lo llamara de manera tan cercana. Mientras más se esforzaba por recordar, más se formaba un bloqueo mental que no ayudaba en identificar rostros.
—¿Te conozco?
—Bueno, hace años que no nos vemos, y… podríamos decir que sí.
—¿En serio?
—Echizen-san es quién no recuerda.
—Humm…
Sakuno suspiró ante la dificultad que tenía su compañero para distinguir a las personas. No sabía si juzgarlo o no, pero seguramente veía a tanta gente que no recordaba ni con quien hablaba. Podía sentir aquella indiferencia… ¿Seguiría siendo el mismo de siempre?
—Soy la nieta de la entrenadora Ryuuzaki.
—¿Ryuuzaki?
—De la escuela Seigaku a la que asististe durante el primer año —explicó de manera pausada y convincente, pero al verlo pensativo, estaba empezando a perder las esperanzas—. "Si no recuerdas no importa.
Ese nombre obviamente se le hizo familiar, ya que por más que quisiera olvidar, no podía apartar de la mente el nombre de su escuela en el cual comenzó su largo camino en el tenis, y sobretodo, la creación de su propio estilo de juego. La entrenadora Ryuuzaki y la forma despectiva con la cual la llamaba su padre siempre estaría en su mente. Entonces la muchacha que intentaba hacerlo recordar era…
—La muchacha de trenzas largas.
—No son tan largas. Mou… —se quejó al coger el final de sus trenzas de manera protectora. Se sonrojó por ser la única característica de su cuerpo que no había cambiado.
Tuvo que hacer mucho esfuerzo para enlazar la imagen que tenía en la mente de la niña que era la nieta de la entrenadora Ryuuzaki y la muchacha que casi alcanzaba su tamaño. ¿Cómo se suponía que iba a recordar si habían pasado casi cinco años desde que la vio la última vez?
—Humm… ¿No tienes algo más interesante que pintar la salida? —preguntó sin querer, al ver a lo lejos la pintura que estaba en el lienzo.
—Es que… recién me estoy reintegrando al grupo de pintura y es una asignación simple.
—Ah… Esto es tuyo —comentó en un ademán de su mano al agacharse al suelo y recoger el pincel que seguía esperando la voluntad de alguien.
—Lo siento nuevamente. Y sobre tu camisa…
—Déjalo así.
—Gracias. —Recibió el pincel de la mano de Ryoma.
—¿No jugabas tenis?
Sorprendida por la pregunta que salió sin razón alguna, volvió a su actitud anterior y comenzó a jugar inconscientemente con el pincel que tenía en sus manos, lo cual demostraba su nerviosismo. ¿En verdad le importaba?
—Es que… no era muy buena en el deporte —explicó tímidamente —, y me vi atraída por la pintura, así que decidí escogerlo de curso libre.
—Después de tantos entrenamientos…
—Sé que me ayudaste a mejorar mi tenis, pero después de tiempo lo tuve que dejar por mis estudios. Fue un poco difícil retomarlo nuevamente.
—Ryuuzaki.
—Me disculpo si te hice perder el tiempo en enseñarme, pero hago lo posible por encontrar algo que me guste. Quiero disfrutarlo al máximo para que así mi abuela ya no me diga que soy una desertora.
—Ryuuzaki —insistió.
Sakuno volvió a la realidad y se dio cuenta que dijo cosas de más, que seguramente no le interesarían al muchacho.
—Ryoma-kun. ¿Querías decir algo?
—Hablas mucho.
—¿Cómo eso si recuerdas?
—¿Hnn? No entiendo
Sakuno tuvo que cubrir su boca para no reírse más fuerte. Era tan melancólico escucharlo decir esa frase, como si volviera a vivir aquel momento de escuela. Aunque generó una mirada de extrañeza por parte de él, se dio cuenta que seguía siendo el mismo de siempre.
—No importa. Si no te molesta, seguiré con mi pintura.
—Esta vez que sea en el lienzo.
—¡Lo haré!
Ryoma siguió la presencia de la muchacha que se alejó nuevamente hacia el árbol donde estaba su lienzo, así que decidió hacer lo mismo y volver a sus actividades pendientes. Bostezó y colocó sus manos detrás de la nuca para seguir caminando hacia la salida, ya que por una extraña razón se sentía relajado por la ligera conversación. No esperaba encontrarse con alguien conocido en aquella escuela. Sonaba interesante.
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Rechazó a varios compañeros de escuela que voluntariamente quedaron con él para ir caminando desde su casa a la escuela, ya que obviamente no era nuevo en la ciudad y no quería guardianes. Sin embargo, lo que no pudo controlar fue la presencia de Momoshiro que había dado con él en una de sus idas a la escuela, y casi a la fuerza, decidió acompañarlo las veces que pudiera. Su universidad estaba a unos minutos si usaba el tren.
Quiso negarse ante el entusiasmado pedido de su amigo, pero la energía que emanaba era como un recordatorio de épocas pasadas y que lo hacía sentir en familia. Muy contrario a la sensación que tenía con la suya propia. ¡Gracias a dios que todavía no llegaban a Japón!
—Quisiera saber cómo has hecho para sobrevivir todo este tiempo.
—Estudiando, comiendo y ejercitándome.
—¡Ja! No te hagas el responsable.
—Me da igual si no me crees.
—Aquí hay gato encerrado —comentó sin darse cuenta—. ¡Lo que me hace recordar! Karupin ya debe estar en huelga de hambre.
—Está bien de salud —aseguró confiado.
—Me quedé sin opciones.
Momoshiro se acomodó el cabello algo largo que quería crecer en su cabeza, y pedía a gritos un corte. Se sorprendió que alguien como Ryoma supiera cocinar después de todas las actividades que tenía en la escuela. Sin padres y sin control, seguramente debía estar consumiendo sopas instantáneas y demás comida chatarra a falta de alguien que lo alimentara. Fue entonces que su mente se iluminó al darse cuenta que olvidó un detalle muy importante: Una relación formada unos meses atrás.
—¡Espera! Me faltó una razón muy importante.
—¿No tienes mejores cosas que hacer?
—Y perderme la oportunidad de decirlo —rió entre dientes al saber muy bien su vergüenza.
—Me da igual.
—Ryoma-sama no sufre de desnutrición porque de seguro disfruta de la comida hecha en casa de parte de su… no-vi-a Ryuuzaki-chan.
Una electricidad muy conocida viajó por su espina dorsal al escuchar las palabras de su pronto ex amigo. No le gustaba que se lo dijeran a cada momento porque era algo personal que quería mantener en cautela. Dejando de lado que media escuela supiera que actualmente estaba de novio con la nieta de su ex entrenadora en un momento de su vida, que nunca creyó posible. Por lo menos, no deseaba mencionarlo y así evitar que fans enamoradas trataran de molestar a Ryuuzaki.
—Es divertido ver tu expresión —rió Momoshiro al darle unas palmaditas en el hombro de manera amistosa.
—Humm… no me hace gracia. —Envió una mirada amenazante.
—Sólo te hice recordar la ayuda que recibes de Ryuuzaki.
—No era necesario.
—Está bien. No lo volveré a mencionar por tu salud mental —dijo en una mirada aburrida—. Sólo recuerda que los besos de agradecimiento se dan en privado.
Ryoma calló ante semejante comentario y las risas de su sempai, a costa suya, hicieron que se quedara sin aire. Entonces bajó la visera de su gorra para que no se notara el inminente sonrojo que le saldría en el rostro. ¿Qué beso tendría que dar? ¿Había escuchado mal?
—¡Ay! Los jóvenes de ahora. Ya se han besado, ¿verdad?
Tragó grueso ante la inminente pregunta sin saber que responder.
—Mada Mada… Dane.
—¡¿Qué?! —Se sorprendió—. ¿No me digas que en estos dos meses, no se han besado?
—Eso no te importa.
—Como superior —tosió levemente—, tengo el deber de tratar temas de vital importancia y preocuparme por mis amigos.
—Olvídalo.
Ryoma se hizo el desentendido, y sin más, se dio media vuelta para escapar de las palabras de su amigo.
—Echizen, ¡¿a dónde crees que vas?!
—A mi clase —respondió rápidamente al salir corriendo del lado de su sempai y perderse entre la gente.
—Todavía no hemos terminado. —Salió en su busca—. ¡Necesitas muchos más consejos!
—Ahórratelos.
—Sino cómo vas a estar preparado para cuando pase.
—¡Sigue soñando!
Fue lo último que dijo, cuando corrió a toda velocidad hacia el primer autobús que encontró. Reguló su respiración al subir los escalones, y se sentó rápidamente. Era mejor alejarse de las tonterías que tuviera que decir Momoshiro. ¿Se supone que debía responder con la verdad?
Estaba completamente loco si pensaba que él… pudiera hacer algo semejante. No hace mucho pensó que existíaa atracción entre Ryuuzaki y él, para que pensara en ese tipo de acercamiento que… no era muy sano para sus nervios.
Que no expresara emociones, no significaba que existieran dentro de él.
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¡Maldito Momoshiro y sus ideas sin sentido!
Todo el camino pensó en lo que hacía y la relación que se vio inmerso sin pensar. Dos meses transcurrieron desde que Ryuuzaki le confesara sus sentimientos, expresando sinceramente su enamoramiento por él, desde que lo conocía. Con voz nerviosa le puso en claro que quería tomar el primer paso, y aprovechar ese momento de valentía porque tenía miedo que la rechazara.
Fue una acción que no pasó desapercibida por él, y notó esa sensación especial de pertenencia. Su sorpresiva confesión lo hizo darse cuenta que su vida de paseos y demás libertades, estaban siendo demasiado aburridas, y necesitaba un cambio. Ser novio de Ryuuzaki fue una oportunidad para hacerlo.
—Ryoma-kun.
Escuchó la voz tan conocida de la chica de trenzas, y volteó al llamado. Al verla acercarse hacía él, se detuvo de abrir la puerta del aula asignada para los dos. Iba a llamarla por su apellido, pero la raqueta rosada que descansaba entre sus brazos y sus libros, le llamó la atención. suponía que había dejado el deporte por dedicarse al arte y no pensó que quisiera retomar el tenis.
—¿Esos son tus pinceles?
—¿Ah? Hoy no tuve pintura.
—¿Y eso?
Sakuno bajó la mirada sobre sus brazos para entender a lo que se refería, y se dio cuenta que olvidó dejar la raqueta en su casillero con sus demás implementos de tenis. Se sonrojó levemente al ponerse al descubierto.
—Es que lo tenía en mi casillero… y ya sabes, se estaba malogrando, así que lo saque para…
—Mada Mada Dane.
—Mou… —suspiró al darse al darse por vencida—. Quise recordar los movimientos básicos y ver si aún podía jugar.
—Si dejaras de pintar, tendrías más tiempo.
—Descubrí mi gusto por la pintura y no lo dejaré. —Hizo una negación con la cabeza—. Sólo quise probar si aún recordaba mis antiguos movimientos —respondió en una sonrisa melancólica. Repasó los dedos por el encordado de la raqueta rosada—. No eran muchos pero por lo menos, quiero volver a sentir la sensación de jugar nuevamente.
—Hummm… como quieras.
—Ryoma-kun siempre fue y será bueno en tenis —comentó inocente en una sonrisa—. Seguramente ya tendrá muchos trofeos en casa.
Sin saber que decir, logró contener la delgada curvatura de los labios al escuchar las palabras de ánimo que le brindó. Se escuchaba tan bien cuando era precisamente ella quien lo comentaba. Nadie más que ella.
—Ryuuzaki.
—Dime Ryoma-kun.
—Te espero a las 7 de la mañana en la pista de tenis de la escuela.
—Quieres decir que…
—Entremos a clase.
Sakuno se sorprendió por la forma indirecta que le mencionó sobre ayudarla con su tenis muy temprano. Era imposible esconder una sonrisa sincera al escuchar semejante ofrecimiento de su parte. Aunque pensó que se burlaría de ella por ser una desertora en su momento y dedicar su tiempo libre a la pintura en lugar del tenis, ahora sería diferente.
—¡Hasta que terminaron con sus asuntos personales!
Un silencio sepulcral navegó por los rincones del aula. Se quedaron petrificados en la entrada al notar como el profesor estaba frente a todos, y las estudiantes mujeres, estaban en una esquina junto al escritorio principal. Ambos sonrojos saltaron a la vista al verse descubiertos.
—Y bien, ¿planean entrar en algún momento?
—¡Lo sentimos! —se disculparon al unísono. Hicieron una reverencia, y se dirigieron hacia sus lugares.
Varias risas no se dejaron esperar por parte del grupo de estudiantes que sabían de sobra la relación que llevaba la sonrojada pareja.
—Ryuuzaki-san, le pediría que se quedara junto a sus compañeras.
—C-claro profesor —tartamudeó un poco al seguir las órdenes de su tutor. Tímidamente se hizo espacio entre sus compañeras.
—Cómo les decía. —Se aclaró la garganta para continuar—. Hoy no tendremos clases normales porque en horas de la tarde, será el festival de los estudiantes de último año donde recaudaremos fondos para su baile de graduación.
Sakuno se sorprendió.
—¿Era hoy?
—Señorita Ryuuzaki, ¿olvidó el evento? —Se detuvo al alzar una ceja—. Seguramente, el señor Echizen está en la misma situación —dijo sarcástico al detener su escritura en el pizarrón. Generó varias risas entre los alumnos.
—Lo siento.
—No se preocupe, que ahora mismo se va a enterar de lo que haremos —aclaró—, por eso, está en ese lugar con sus compañeras.
Por su parte, Ryoma estaba totalmente perdido de la conversación del profesor. Siempre la hora extra en el horario le pareció inútil y lo último que hacía era prestar atención. Por un momento pensó que si tanto querían recaudar fondos, que le consiguieran un partido oficial de tenis para que donara el premio de su trofeo. Asunto solucionado.
Nada podía ser más efectivo que eso.
—Haremos un 'Maid Café' —agregó el profesor seriamente—. Esperemos que todos pongan de su parte, sobretodo las chicas, que seguramente necesitaran mucho tiempo para arreglarse.
—Todo saldrá muy bien profesor, descuide —intervino una alumna.
—Haremos nuestro mejor esfuerzo.
Sakuno se sonrojó ante las palabras del profesor y el ánimo de sus compañeras; se mostraron muy felices por colaborar. También intentó sonreír ante el entusiasmo colectivo de todas y volteó hacia las carpetas de sus demás compañeros, parecían más los clientes que los auspiciadores del evento. Sintió que se desmayaría en cualquier momento al hacerse la idea que tendría que actuar como una 'Maid' y pasaría la mayor vergüenza de su vida al pasearse con el disfraz respectivo. ¡Hasta Ryoma la vería!
El susodicho tenía los mismos pensamientos de pánico que ella al ver que sus compañeros estaban más alborotados que de costumbre. No tenía que hacerse ninguna idea de lo que vería en horas de la tarde cuando cada uno se encontrara disfrazado. En ese momento podía vislumbrar como se vería Ryuuzaki con su atuendo de 'Maid'.
¡Diablos! Estaba siendo consciente de sus pensamientos que lo hicieron sonrojarse y con indiferencia voltear hacia la ventana para obviar la mirada de su novia que también estaba en la misma situación.
¿A quién demonios se le ocurrió crear algo así?
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La figura alta y esbelta estaba parada al costado de la puerta trasera de la escuela; cruzada de brazos, mientras esperaba que la persona del otro lado se atreviera a salir. Miró el reloj por enésima vez, y se maldijo entre dientes al ver que ya habían pasado más de media hora de lo planeado. Sólo a él se le ocurría creer a su novia cuando le decía que se demoraría cinco minutos. ¡Resultó ser cinco minutos multiplicados por seis!
Debía escribir aquel hecho en un cuaderno para no olvidar acerca de las realidades femeninas.
—Ryoma-kun. Etto… ocurrió un percance.
—¿Ahora qué pasó?
—Es que… a mi ropa le cayó agua.
—No está lloviendo.
—Mou… es que no me quisieran dar mi ropa y accidentalmente cayó en una cubeta.
—¿Y con qué se supone que estás?
—Con el cosplay.
Una de sus manos terminó plantada en su rostro por el sonrojo y la molestia que sintió por la corta explicación de Ryuuzaki. No esperó mucho para escuchar sus disculpas y la oferta de que vaya a casa sin ella, porque se demoraría en secar su ropa. Ya estaba anocheciendo y no planeaba dejarla sola hasta quien sabe qué hora. Así que tomando una decisión, se deshizo de su chaqueta de escuela y tocó la puerta para que le abriera.
—Ponte esto.
—Pero Ryoma-kun hace frío y…
—Olvida es y sólo póntela, o quieres esperar hasta mañana en la escuela.
—¡C-claro! —dijo nerviosa al abrir la puerta e inmediatamente cerrarla.
Sakuno respondió profundo al tomar la chaqueta que le ofreció Ryoma. Se sintió completamente ofuscada con sus compañeras cuando le quitaron sus ropas de entre las manos, y le dijeron que saliera así disfraza de 'Maid', aludiendo que se veía mejor y que "su" Ryoma la vería. Con todas sus fuerzas forcejeó con su amiga para que se lo devolviera, pero como la vida se ensañaba con ella de la peor manera, la ropa terminó en la cubeta de limpieza. Casi se le salieron lágrimas por ese descuido, pero sus amigas se disculparon con ella porque no querían causarle problema sino ayudarla a resaltar sus encantos naturales.
'Sakuno-chan, ¡míralo de esta manera! Te vez muy bonita, y un cambio de vez en cuando, no le hace mal a nadie. Mejor aprovecha la oportunidad de mostrarte y dejar tu huella en ese chico que no ha hecho más que mirarte en todo el día. ¡Ánimo!'
Sonrojada, se colocó la chaqueta que aún seguía tibia por el cuerpo del muchacho, juró que sintió esa fragancia característica del él. Era como una novela, donde el hombre ponía muy gentilmente el saco sobre los hombros de la chica que sonría ante la amabilidad. Tanto tiempo enamorada de él en secreto, para que ahora, su sueño se volviera realidad.
Un sueño del cual no quería despertar.
—¿Nos vamos o te falta algo más?
—Ya estoy lista.
La puerta se abrió lentamente mientras Ryuuzaki daba unos pasos fuera del recinto. No pudo controlar el impulso de mirarla nuevamente, mucho más de lo que ya lo había hecho durante el evento. Nadie lo iba a demandar por mirar a su novia, que había dejado sus trenzas de siempre para hacerse una cola alta, que dejaba entrever su largo cuello y el cabello que llegaba graciosamente hasta su espalda. Adicionando que podía notar el conjunto blanco y negro de 'Maid' que aún llevaba. En verdad se veía adorable. Nunca creyó que pensaría algo así, pero el adjetivo le caía como anillo al dedo.
—Pásame tu mochila.
—Gracias.
—Deberías estar feliz porque cumplieron la meta del profesor.
—¡Sí! —sonrió—. Todo fue muy bonito, y este año tendremos el mejor evento de fin de clases —recalcó entusiasta al empezar su caminata junto a él—. ¿Te gusto el evento?
No sabía que responder porque su mirada de perdía una vez más en el atuendo poco común de Ryuuzaki y tuvo que hacer lo posible para que no lo notara.
—Claro… como todos —respondió rápidamente.
—Qué bueno. Es vergonzoso estar así, pero si los demás se divirtieron es muy bueno. Todo fueron muy amables y amigables.
—¿Qué tan amigables?
Sakuno parpadeó inocentemente al chocar la mirada de Ryoma. Por muy mala actitud que manejara, era raro escucharlo hablar de esa forma sarcástica y molesta.
—Mada nada…
—Ryoma-kun estuvo muy gracioso con su atuendo —comentó feliz—. Lástima que no lo tenga ahora.
—Humm…
Sakuno rió al sentir su rara indiferencia que rozaba en lo avergonzado. Ryoma hacía eso muchas veces, mostrarse como si no le importara, pero al mismo tiempo podía oler su nerviosismo. Sin embargo, su atención se vio desviada hacia la molestia que sentía sobre la cabeza; era lazo que amarraba su cabello en la parte alta.
—Mou… me molesta lo que tengo en el cabello —se quejó.
—¿No sería más fácil si tiraras de la cinta?
—¿Cuál? —Parpadeó confusa—. ¡Oh! Etto… tienes razón, no me di cuenta —suspiró vencida por el simple comentario. Tomando parte del lazo, tiró de ella lentamente para que saliera, pero el algún momento se atoró en medio camino—. Mou… siempre sucede lo mismo, prefiero mis trenzas de siempre.
—Déjalo.
—Ryoma-kun…
Sintió su cuerpo cerca del suyo y sus manos se dirigieron directamente hacia el nudo incompleto que quedó en su cabello. Cerró los ojos inconscientemente por el súbito acercamiento que la hizo tiritar de ansiedad por la suavidad con la que movía sus manos por su cabeza sin hacerle daño alguno. Lentamente volvió a abrirlos para quedar frente a frente con la expresión de Ryoma que era difícil de predecir.
—Tu cabello es demasiado largo.
Ryoma no pudo resistirse a ayudarla. Su delgado y lacio cabello se fue soltando poco a poco. Sintió calidez en sus mejillas y ese vacío en su estómago.
—Siempre me lo haces recordar.
—Pero… está bien así.
Fue cuando Sakuno sintió una de sus manos jugando con su cabello, mientras ensortijaba unas hebras. Su mano se posó en su mentón con una delicadeza única que no parecía él. Entonces, supo lo que quería hacer. Sintió como si miles de mariposas se arremolinaran en su estómago y sus pulmones en cualquier momento dejarían de funcionar. Cuando ella misma se refirió a que no quería despertar de ese sueño, se refería a la experiencia completa y ella también deseaba lo mismo. Quería compartir todas las experiencias con él.
—Ryoma-…
El espacio molesto desapareció completamente cuando en cuestión de segundos acercó su rostro y sus labios se posaron sobre los de ella en un beso seguro que sólo sería el comienzo de muchas otras que vendrían después. La muchacha estaba calando dentro de él y quería a arriesgarse a sentir todo lo que pudiera con ella.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Suspiró nuevamente al seguir pasar nuevamente la hoja del cuaderno que estaba al frente. En mala hora recordó que tenían asignaciones pendientes por esas fechas, y que serían las últimas, antes de irse de vacaciones indefinidas. Sonaba bien lo de irse de vacaciones, no sabía todavía si a otra prefectura en busca de sol o ir a un resort de invierno para practicar snowboard, las dos opciones sonaban tentadoras y dinero era lo que sobraba.
—Ryoma-kun. Ya terminé mi parte de la tarea.
Sólo que esta vez, las vacaciones serían más interesantes porque tenía alguien más con quien compartir la experiencia completa. Era una buena idea invitarla que vaya con él, convencer a su abuela no sería gran problema, ya que en pocas palabras lo adoraba.
—Humm… ya casi termino.
—Estaba pensando… —dijo pensativa—, si me podrías ayudar en inglés después de esto —continuó tímidamente al jugar nerviosamente con su lapicero.
—Si tu abuela no llama… entonces habrá más tiempo.
Se sonrojó inmediatamente al escuchar las sinceras palabras, y al parecer, no tuvo ningún problema en hacerle recordar la noche anterior. Ambos se habían quedado dormidos en medio de la alfombra de la casa de Ryoma, presos del cansancio, después de una larga sesión de estudios. Estaba muy agradecida con el cielo que su abuela confiara en su novio y le haya dado permiso de quedarse en su casa, mientras sus padres seguían de viaje. Era un lugar muy acogedor y amplio, que le daba ánimos para estudiar y terminar lo que tenían pendiente.
'No me preocupo porque Ryoma no es igual que su padre, sino te olvidabas completamente de ir sola a su casa. Cuídate mucho Sakuno-chan'
Aunque no sabía a lo que se refería su abuela con respecto al padre de Ryoma, ya que a su parecer era un señor muy divertido y original desde la última vez que lo vio. Así que no entendía muy bien, pero Ryoma se comportó muy atento y amable para que no le faltara nada, y es que tenía la costumbre de olvidarse sus propios libros muy a su pesar.
—Listo. Ahora sí descansaré —comentó el muchacho de mirada gatuna al poner sus brazos en su nuca, mientras se recostaba sobre la alfombra.
—Mou… Ryoma-kun, aún no juntamos la asignación.
—Humm…
Sakuno suspiró ante la actitud cansada de su novio que seguía en la misma posición. La estaba tentando en hacer lo mismo y descansar, pero ya era lo último antes de las vacaciones.
—Ryoma-kun —insistió—, Karupin tiene hambre.
El maullido del gato se dejó escuchar en la habitación y caminó en dirección a ella en busca de de caricias. Tantos años en posesión de su novio que seguramente estaba malcriado de tantos mimos.
—Karupin —dijo Ryoma al dejar su posición y sentarse sobre la alfombra para hacerle señas al gato para que se acercara —Te daré de comer.
—Mou… ¿Por qué ahí si te levantas? —se quejó al verlo pararse.
—Karupin no puede prepararse su comida.
—Dices eso porque te conviene.
—¿Hum? ¿Ya casi está o no?
—Sí, pero podrías ayudarme a terminarlo.
—Sé que lo harás bien —dijo en una sonrisa afectada al ofrecerle una mano para que se levantara.
—Ryoma-kun es un perezoso.
—Lamentarás haberlo dicho.
Era una gran oportunidad para él que tuviera la delgada mano de su novia entre la suya, pero la inocencia de tal acción fue aprovechada olímpicamente por su fuerza, y por la idea de no dejarla hablar para que le reclamara alguna otra cosa. Fue cuestión de segundos para que juntara sus labios con los de ella en un beso seguro que lo hizo aferrarse a su cintura. Recibió la aprobación de la boca femenina al momento de sentir su cálido contacto de sus brazos en su cuello.
Entonces el ruido de la puerta resonó en todo el lugar como si alguien hubiera entrado a la fuerza. Aquel sonido fue una alerta total para los oídos de la pareja que se separó sin más a causa del momento interrumpido y lo único que hicieron fue mirar hacia la puerta.
—Ryoma-kun ¿Esperabas a alguien?
—Dijeron que volverían la próxima semana.
—¿Quiénes?
—Ryuuzaki.
—¿Qué pasa? —preguntó preocupada al sentir las manos de su novio sobre sus hombros mirándola muy fijamente.
—Son mis padres y… por lo que más quieras… no les digas que estuviste aquí desde ayer.
—P-pero estuvimos estudiando y nos quedamos dormidos —intentó hablar muy sonrojada por tal la negación. No deberían sentir vergüenza si sólo habían hecho sus asignaciones de escuela.
—Sólo no lo menciones, te lo explicaré después.
—Esta… bien.
¡Diablos! Quiso maldecir a todo el mundo por confabular en su contra y traer a su familia el mismo día que su novia estaba en casa. Sus padres le confirmaron que llegarían la otra semana, y ahora, aparecían en la puerta seguramente peleándose con el taxista. Había confiado en la palabra de su madre y sin querer invitó a la muchacha a su casa para estudiar, explicación que sería suficiente para su mamá, pero el viejo lo iba a hacer añicos y lo fastidiaría hasta la quinta generación.
—Cómo se atreve a querer cobrarnos el doble desde el aeropuerto. Esta sociedad de ahora.
—No lograste nada Nanjirou.
—Pero ya pondré mi queja antes la asociación — refunfuño el samurái al entrar por la puerta principal y asomar la cabeza por la sala—. Oi Seishonen, tenemos una sorpresa para…
Pequeñas voces se escucharon desde la sala al mismo tiempo que Nanjirou se dejó ver junto a su esposa. Poco faltaba para que se les cayeran las quijadas por la escena tranquila frente a sus ojos. La pareja estaba de lo más distante en medio de la mesa japonesa, sobre la alfombra, mientras cada uno leía el libro respectivo que tenía en la mesa.
—¿Qué está pasando aquí Ryoma? —Rinko fue la primera en saltar.
—Madre, estábamos estudiando. ¿No vendrían la próxima semana?
—Bueno si, pero adelantamos nuestro viaje para pasar navidad aquí.
—¡Ejem! Seishonen… —interrumpió Nanjirou—. ¿No tienes que presentarnos a alguien?" —comentó sonriente al retirarse los lentes oscuros. Su cabeza única, hizo un millón de conjeturas.
Ryoma suspiró como si nunca hubiese pasado nada y se levantó con una nerviosa Sakuno.
—Es mi novia Ryuuzaki Sakuno —dijo en un tono indiferente al presentarla—. Mi mamá, Echizen Rinko y el viejo… que ahora no importa.
—Oi más respeto con tu padre —se quejó Nanjirou de mala gana al cruzarse de brazos.
—Mucho gusto, señores Echizen. —Finalizó Sakuno en una reverencia—. Soy Ryuuzaki Sakuno, es un placer conocerlos.
—Bienvenida Sakuno-chan. —Sonrió Rinko.
—Espera un momento —detuvo un sorprendido Nanjirou—, ¿Ryuuzaki? ¿Eres familiar de Ryuuzaki Sumire?
—Sí señor, soy su nieta.
—Oh vaya, pero que pequeño es el mundo —comentó en una rizotda—. Ahora que te veo bien te pareces bastante cuando era joven, es decir, sin tanta arruga y cuando tenía unas… ¡Rinko! ¿Por qué hiciste eso?"
—Para que dejes de hablar y pasemos a la mesa. Tengo muchas preguntas —manifestó Rinko en una vena notoria en la sien, y jalando la oreja de su esposo para que no siguiera hablando—. Además, no he visto a mi pequeño desde hace mucho y quiero que me cuente toda su travesía.
—No necesitabas decirlo mamá —se quejó Ryoma al querer callar a su madre después de mostrar sus afecciones verbales en frente de su novia.
—Sakuno-chan, acompáñame a la mesa para que podamos conversar.
—Si… Rinko-san.
Las mujeres se dirigieron hacia la mesa sin prestarles atención a los hombres que seguían en el mismo lugar. Ryoma fue el primero en moverse para alejarse del viejo, pero Nanjirou fue más rápido que él. Con una mano en su hombro, detuvo su caminata.
—¿Qué se supone que hacían solos en la casa?
—Ya te dije que estudiando.
—Y seguramente piensas que lo creeré —se burló—. ¿Acaso estudiando anatomía? —Se rió estrepitosamente al darle unas palmaditas que no fueron bien recibidas por su hijo.
—Deja de alucinar.
—Seishonen, soy tu padre y con mucha experiencia en estos temas. Puedo darte buenos consejos en el arte del amor.
—No deseo consejos de un viejo pervertido como tú.
—Fue una buena idea invitarla sabiendo que no hay nadie en casa… es un paso un poco flojo, debe ser más directo y haberle invitado a un h…
—¡Nanjirou! —interrumpió Rinko—. ¡¿Qué consejos le das a mi pequeño hijo?! —gritó desde la mesa principal con una gran vena en la frente por las sandeces que escuchó de su esposo.
—Nada Rinko… sólo preguntaba al muchacho sobre su estadía en los países que visitó.
—Así? ¿Y por qué mejor no vienen aquí?
Ryoma fue el primero en liberarse del agarre de su padre y se dirigió a la mesa para sentarse junto a Sakuno, así evitaría que los molestara. Estaba usando de todo su autocontrol para no gritarle e irse con su novia a otro lugar hasta que su padre dejara sus frases vergonzosas. ¡Cómo se atrevía a sugerir ideas fuera de lugar!
Su madre por lo menos se mostraba tranquila y estaba disfrutando de conversar con Sakuno de manera muy tranquila.
—Sakuno-chan ¿Serás la esposa de Ryoma?
—¿C-Cómo…? —Se alertó la muchacha al sonrojarse por la pregunta de Nanjirou de forma tan directa.
—Deja de decir tonterías —intervino el muchacho haciendo un además para silenciarlo.
—Pero que tiene de malo…
—¡Nanjirou! Veo que quieres hablar mucho, pero te aconsejaría que vayas a regar el jardín si no quieres quedarte sin comer —Comentó Rinko al tener un puño en el aire a punto de darle un buen golpe.
—Está bien… Qué carácter.
Los demás integrantes suspiraron aliviados al ver al patriarca salir del comedor hablando cosas sin sentido y con las manos en los bolsillos. Se fue refunfuñando consigo mismo por su forma tan amable de sacarlo de la conversación.
—Sakuno-chan. Siento por las palabras de mi esposo, habla demasiado.
—No se preocupe.
—Cómo te seguía diciendo, vinimos de forma veloz porque haremos una fiesta familiar el día 24 para celebrar el cumpleaños de Ryoma y vísperas de navidad. ¿Espero que puedas asistir?
—Vaya… sabía sobre la fecha, pero no sé si deba.
—Claro que debes, podrías invitar a tu abuela también para que pasemos juntos la navidad.
—Oh vaya. Gracias por su amabilidad.
—No se hará nada.
El entusiasmo de las mujeres se vio interrumpido por las palabras directas de Ryoma que estaba de lo más seguro al manifestar su desacuerdo por la actividad que lo incluía a él como protagonista. Al parecer nadie le consultó sobre lo que quería o no para su cumpleaños, que personalmente lo único que deseaba era tener un día fuera de casa. Lejos de su padre.
—Ryoma-kun… a mí no me molestaría.
—Pero a mí sí. Ese día no estaré y no se hará nada.
—Teníamos la idea de hacer una fiesta muy sobria para que pases un día inolvidable y, aprovecharemos que tienes a tu novia aquí para que pueda compartir este día tan especial.
—Ahórrense el esfuerzo.
—Ryoma no tienes por qué ser tan cerrado…
—Ya saben lo que pienso sobre ese día —comentó de forma cortante ante las palabras de su madre que parecían convincentes, pero no quería dar su brazo a torcer.
—¿Ni siquiera por Ryuuzaki que está ahora aquí?
Ryoma se quedó callado porque no pensó en ese detalle. En ese momento sólo tenía en claro que no deseaba ninguna celebración, y pasó por alto la presencia de Sakuno.
—Etto… Rinko-san —intervino Sakuno—, ¿me podría prestar los servicios?
—Claro. Están por el pasillo a la derecha.
—Gracias —musitó.
Sakuno espero la indicación de la señora, y se levantó rápidamente de su asiento para dirigirse al baño.
—Ara… creo que no le gustó tu silencio —suspiró Rinko al ver interesada hacia su hijo. Seguía con la mirada fija en su novia que iba por el pasillo.
—Mada Mada Dane.
—¡Es lo que yo debería decir!
—Ya se la pasará.
Dudó unos segundos sus palabras al detener su vista nuevamente por el pasillo donde desapareció su novia. A su parecer no había dicho nada fuera de lugar para que generara alguna molestia de su parte, por el contrario, ayudó a que Sakuno no asistiera a la loca fiesta que querían organizarle. Con su padre tenía demasiados comentarios fuera de lugar, y no quería imaginarse que vinieran más familiares malintencionados que les gustaba burlarse de lo demás.
Nunca se cansaría en repetirlo… ¡Primero muerto!
-Fin del Flashback-
La casa vibraba por el espíritu navideño, que una vez más, estaba presente este año. Los incontables ornamentos del árbol de navidad, las decoraciones en cada esquina, las luces de colores que brillaban por dentro y fuera de la casa. Se sintió orgullosa del gran trabajo realizado estos días, era una tranquilidad y paz que necesitaba.
Pudo escuchar pasos desde la segunda planta de la casa, seguramente a causa de su abuela que saldría nuevamente a reencontrarse con sus antiguos amigos de universidad. Era un hecho anecdótico que su abuela, a su edad, saliera con sus compañeros, y ella que debería estar fuera de casa, se quedara en casa a esperar navidad. ¿Se estaría volviendo aguafiestas?
—Sakuno. ¿Cómo me veo?
Sumire mostró su presencia en lo alto de las escaleras. Empezó a descender lentamente.
—Muy elegante abuela. ¿Tan importante es la reunión que tienes hoy?
—Si. No he visto a aquellos amigos hace muchos años y no puedo bajar la guardia con respecto a cómo me veo. Tengo que dejar una buena impresión —dijo en una risotada.
—Entiendo. Entonces nunca creerán que eres mi abuela —respondió en tono divertido ante la mirada expectante de Sumire.
—Tampoco creo que sea para tanto, pero mientras no me vea vieja.
—No digas eso. ¡Estás perfecta!
—¿Ryoma no vendrá por ti?
Sakuno se quedó callada unos segundos al mostrarse vacilante ante lo que respondería, y en ademán nervioso, comenzó a jugar con la punta de sus trenzas.
—Es por lo que te conté la última vez… no sé si quiera verlo aún.
—Hija dale tiempo. Ryoma será muy habilidoso en el tenis, pero cuando se trata de relaciones amorosas en un cero a la izquierda. Habrá sido mi alumno estrella pero es lo que puedo concluir.
—Tal vez tengas razón, pero quisiera que pase esta fecha para conversar con él.
—¿Y perderte su cumpleaños? Bueno… si decides lo contrario, recuerda cerrar bien la puerta.
—Mou… abuela, ya te dije que no iré.
—Sólo lo menciono por si acaso, nunca está demás —comentó Sumire en una actitud comprensiva al darle unas palmaditas en la cabeza—. Ahora si me voy porque sino llegaré tarde. Nos vemos mañana.
—Que te diviertas y feliz navidad.
Escuchó a su abuela desearle una feliz navidad y la vio salir muy apurada por la puerta, así que se acercó a la ventana que daba para despedirse de ella ese día. Ahogó un suspiro al notar el delicado manto blanco de nieve que cubría toda la calle, sólo algunos autos pasaban a esa hora y por fin el taxi de su abuela que desapareció en una esquina. Por lo menos alguien más se divertía.
—Ryoma no Baka.
Pronunció en un tono agotado e inflando sus mejillas por el enojo que sentía dentro de ella al darse cuenta que se quedaría en casa completamente sola. No había discutido con él acerca del incidente en su casa, y sólo le hizo saber su inconformidad por no querer que ella aceptara la invitación de su madre. Sin embargo, en lugar en obtener una respuesta clara, sólo le respondió que él sabía lo que hacía y que no iba aceptar ir a esa fiesta porque él no estaría. ¡Ni siquiera le explicó razones!
Seguro cualquiera pensaría que se trataba de una tontería sin sentido, ya que sonaba de esa manera, pero para ella no lo era. Estaba decidida a aceptar la invitación de Rinko-san y asistir sin problemas, pero nunca supo que a Ryoma no le gustara su cumpleaños. Que le mostrara esa actitud indiferente y como si hubiera cometido un pecado al aceptar, la hacía sentir como una tonta. Una novia tonta que ni siquiera sabía lo que le disgustaba a su novio. No había dudas que Ryoma se comportaba bien con ella, pero no era suficiente.
Suspiró nuevamente ante la sensación de frustración por querer saber todo de él, aunque sea lo que más le gustaba a parte de su gato, su ponta y su tenis. O hasta lo que le generaba molestia como cuando conversaba con su padre. Era sólo una pizca de información que necesitaba para que poco a poco vaya conociendo más de él, pero eso implicaba la colaboración de Ryoma.
—Baka, baka, baka, baka —repitió una y otra vez al desquitar su frustración con uno de los cojines—. Sólo quiero un poco más de comunicación… Mou —refunfuñó para sí misma al abrazar el cojín y seguir los copos de nieve que empezaron a caer.
Le causaba gracia lo que pedía, porque ella tampoco era la comunicación andando. Su parte tímida todavía no la abandonaba del todo, pero estaba haciendo lo posible por mostrarse más segura. Eso debería contar como un avance.
Sintiéndose más aliviada al darle de golpes al cojín de la sala, se paró del sillón y se dirigió a la cocina para prepararse un té. Hacía frío y pretendía quedarse en casa para evitar morir de hipotermia fuera de ella. Así que sirviendo su humeante té de hierbas, se sentó pesadamente en una de las sillas para comenzar su ansiada noche de películas navideñas que siempre quiso tener. Entonces, fue cuando su mirada se posó en las dos cajas que descansaban en la mesa. El regalo de cumpleaños y el de navidad que preparó para Ryoma.
—Me demoré tanto en elegirlos para que no se los pueda dar.
—¿Por qué no me los darás?
—Porque no quisiste que asista a la reunión que quiso realizar tu mamá tan amablemente.
—¿Y eso es necesario?
Sakuno literalmente escupió el té que tenía en la boca al escuchar la voz tan conocida de Ryoma en algún lugar de la casa. Cogió una servilleta rápidamente para secarse los labios y se levantó como resorte de su asiento al verlo junto a la puerta principal. Estaba con su ropa abrigadora y cruzado de brazos mirándola con esa sonrisa afectada que demostraba su altanería.
—¡Ryoma-kun! ¡¿Cómo entraste?!
—Tu abuela no cerró bien la puerta.
—Pero eso no te da derecho entrar a la casa de otros sin permiso.
—¿Quieres que me vaya?
—Bueno, yo quiero decir… —vaciló al no querer responder afirmativamente, pero recordó su conversación anterior consigo misma y sacudió su cabeza de un lugar a otro— ¡Sí! Quiero que te vayas. Ya es tarde y quiero estar sola en mi casa celebrando navidad —dijo muy segura y con voz molesta al acercarse donde se encontraba y hacerle seña hacia la salida.
—No te creo.
—Estoy siendo muy clara, será mejor que vayas a casa y pases tiempo con tu familia para que así…
—No me iré
—Mou… Ryoma-kun me hace confundir —dijo frustrada al retroceder unos pasos, pero para su sorpresa, sintió como unos fuertes brazos se aferraban a su cintura y una respiración cálida se colaba por su cuello—. Ryoma-kun…
¿Tanto deseas ir a esa fiesta sin ningún sentido?
Ryoma seguía sin entender porque el afán de su novia en ir a ese lugar donde sólo tenían planeado hacerlo quedar en ridículo. Él ya sabía lo que le esperaba si aceptaba que su loca familia hiciera esa reunión, ya que muchos años tuvo que soportarla, y ahora que tenía la oportunidad de rechazarla libremente y hasta desaparecer de su casa para que se olvidaran de su presencia este día, aparecía Ryuuzaki queriendo que él asistiera a la dichosa reunión.
—Siento que tus padres quisieron organizarla para pasar tiempo contigo. ¿Hace cuánto tiempo que no los ves? —cuestionó al tomar fuertemente la chaqueta de Ryoma para darse fuerzas, y añadió—: Estaba pensando que me molesta no saber lo que le gusta o no a Ryoma-kun. Quería conocerlo mejor, y entonces me dije, que no era sólo por eso… y es que… —Sollozó—, me siento envidiosa que Ryoma-kun tenga una bonita familia unida que quiere pasar tiempo con él y… me suena totalmente descabellado que se niegue a hacerlo. ¿Tan malo es aguantar un par de comentarios desacertados por parte de ellos como para negarse a no verlos más y alejarnos completamente de ellos?
Poco a poco la voz quebrada de Sakuno se dejó escuchar en el lugar presa de la emoción que generaron sus palabras en medio del abrazo del muchacho que no se detuvo, por el contrario, Ryoma había conseguido ponerse nervioso al no esperar semejante explicación de la chica de trenzas que parecía muy afectada con lo que para él era sólo una decisión simple.
—Ryoma-kun es un tonto por no aprovechar la oportunidad… que le dan para compartir estas dos fechas con su familia.
¿Cómo podía refutarle algo después de la ilustración que tenía mucho sentido ahora?
—Me sigue sin gustar esta fecha —añadió Ryoma en un tono de voz de resignación. Ocultó una sonrisa afectada al momento de hacer un espacio en el largo abrazo que poco a poco se fue deshaciendo.
—¡Ryoma-kun es un tonto por no escuchar! —Se molestó Sakuno por las palabras de indiferencia. Sus brazos dejaron de hacer fuerza y detuvo el acercamiento, presa del enojo—. Hago lo posible para hacerte ver… el significado de estas fechas para que ahora… ¡Eres un necio!
Las lágrimas de Sakuno no se dejaron esperar al hacer fuerza sobre sus brazos para que Ryoma la soltara. Se dio cuenta entonces que al querer hacerla enfadar con sus palabras, generó una emoción muy fuerte en la chica que se arrepintió de abrir la boca.
—Ryuuzaki, ya entendí lo que me quieres decir… ya deja de moverte.
—Pues no lo parece, yo que estaba diciéndote las cosas en serio para que… vengas a recalcarme que te sigue sin importar estas fechas.
Lo dije de broma.
Ryoma-kun no sabe hacer bromas —se quejó al secarse las lágrimas con el dorsal de la mano.
—Te dije que entendí lo de aceptar, y muy a mi pesar, tendrás que alistarte para ir a ese lugar que más parece la inquisición.
—Ahora te burlas de mí. Sino deseas ir a la reunión entonces yo me quedaré en casa.
—¿Hace un segundo me acabas de decir que vaya y ahora te niegas a cooperar?
—Tiene que nacer de ti e invitarme por el hecho que te gustaría ir.
—No planeo mentirte y fingir que estoy completamente de acuerdo.
—Mou… pero podrías pensar más profundamente lo que te dije y no sólo ofrecerme que vayamos sólo para darme la razón —dijo una vez más al seguir atorada en los brazos del muchacho que seguí con la misma actitud burlona.
—Sakuno… sigues hablando demasiado.
—Ryoma-kun que sigue siendo un inconsciente con respecto… ¿qué… qué dijiste?
—Que hablas demasiado.
Aprovechó aquella oportunidad por el rostro de sorpresa de Sakuno, a causa de su nombre que salió entre sus labios con todo el propósito de suavizar su fiero comportamiento. Se notaba que estaba muy vehemente para hacerlo entender el 'espíritu navideño' y demás disparates que sólo una persona sentimental podía creer. Fue entonces que sin dudar ni un segundo más junto sus labios con los de ella con todas las intenciones de callarla y calmar los ánimos por la conversación anterior.
Su mente le decía no corresponder el beso que compartían, y botarlo de su casa con una escoba por decirle que seguía renuente a integrarse a su familia por propia voluntad. Sin embargo, escuchar su nombre de forma tan clara fue como un balde de agua fría que la hizo sorprenderse y abrir la boca presa de la conmoción.
—Ryoma-kun… estas intentando… distraerme —logró decir entre espacios de tiempo al tratar de separase de él pero era una tarea difícil.
—Y tú, tendrás que convencerme de otra manera.
—Pero que… ¡Ryoma-kun es un pervertido! —gritó Sakuno presa de la vergüenza que sintió al escucharlo decir semejantes palabras mientras estaban en aquella posición tan cercana que hizo que su piel se erizara.
—¿Qué fue lo que dije? —preguntó extrañado al detener su rostro a escasos centímetros de ella. No sabía por qué motivo, pero tenía unas inmensas ganas de reírse por la expresión única de la muchacha.
—Me estas pidiendo que… —Se detuvo—. ¡Y no es bienvenido!
—Que me demuestres el significado de tus palabras, y vayamos juntos a la tan aclamada celebración. No necesitas tener una familia tan extensa para saber que se siente tener una… ¿No tienes suficiente con tu abuela?
—Ella es alguien muy importante para mí y…
—Entonces, no te quejes por algo que no puedes solucionar, y agradece que todavía está aquí.
Sintió la mirada cristalina y se dio cuenta que generó alivio inmediato. Él no era bueno con las palabras y sólo intentó que se sintiera mejor después de haber escuchado parte de su explicación que debería ser parte de su historia personal. Si tuviera la oportunidad de regalarle su familia, lo haría. ¡Eso hubiera sido perfecto!
—Ryoma-kun dice cosas muy sabías y espero que también siga su propio consejo.
—Entonces… planeas moverte o nos quedamos aquí hasta navidad.
—¿Esa es la otra manera para convencerte?
—¿Qué pensabas?
—¡Nada! Sólo quise ponerlo en claro. —Se avergonzó.
—Podríamos pensar en otra cosa aprovechando que tu abuela no está aquí.
—¡No! Si tenemos que ir para convencerte entonces lo haremos —añadió en un profundo sonrojo al acariciar su sorprendido rostro y abrazarlo como si se tratara de un peluche—. Ryoma tiene una bonita familia que quisiera conocer mejor. Por mucho que digas que no te gusta, estoy segura que disfrutas mucho su presencia.
—Si aguantas media hora ahí, entonces te daré la razón.
—Confío en que sí. Pasaremos una Feliz Navidad.
Con un monosílabo de aceptación, la dejó ir de entre sus brazos, no sin antes compartir con ella un último beso que sería el comienzo de muchos más que vendrían durante la relación que llevaran. Se sentía satisfecho por saber que al final si lograron algo después de aquella discusión a causa de su familia, así que podía agradecer por ello.
Después del largo contacto, escuchó que la esperara en la sala mientras ella se cambiaba de ropa, así que asintiendo, la vio irse rápidamente por las escaleras que daban a la segunda planta. Suspiró más aliviado al saber que por lo menos no enfrentaría las bromas de su familia solo, y estaba completamente seguro que mostraría su lado calmado al momento que hicieran comentarios sobre su relación.
Viendo que saldrían en cualquier momento, su vista se posó en las dos cajas que estaban sobre la mesa y que extrañamente tenían su nombre escrito en una tarjeta. Así que con mucha curiosidad se acercó hacia ellas y las tomó entre sus manos inspeccionándolas. Habían tenido la misma idea después de todo, ya que pese a que no se habían comunicado y en ese momento todavía la discusión estaba sin resolver, cada uno compró un regalo para el otro. Él lo hizo al momento que esperaba por Momoshiro en una de las tiendas, y no pudo contener las ganas por darle algo por navidad.
Sintió como su labios se curvearon en una sonrisa después de mucho tiempo, ya que hasta los músculos de su cara estaban haciendo un esfuerzo por hacerlo. Su mente le gritó que estaba haciendo lo correcto con respecto a la relación que llevaba con Sakuno. Sabía que él tenía muchos viajes por hacer y todavía su carrera como tenista no terminaba, pero si querían invitarlo a alguna competencia internacional tendrían que pagar un pasaje adicional para su acompañante.
Dejando las cajas de regalo sobre la mesa, se preguntaba si su novia tenía alguna idea del daño irreversible que había ocasionado en él para que pensara hasta llevársela en uno de sus viajes. Su abuela no sería tan difícil de convencer después de todo.
—Ryoma. Disculpa la tardanza, pero en cinco minutos termino.
Sakuno se dejó escuchar desde la segunda planta de la casa.
—Esa frase ya la conozco.
—Mou… lo digo en serio.
—Sakuno. Te traje un listón de regalo para que lo uses.
—¿Un que…?
—Te lo explico después.
Con una sonrisa maliciosa en el rostro apretó en su bolsillo el listón adicional que compró en la tienda para poner a su regalo personal que no planeaba compartir con nadie. Ella. ¿Podría decirle que logró que su cumpleaños y navidad tuvieran sentido?
Tal vez pronto se lo diría…
-Fin-
Por problemas técnicos no salió más temprano para vísperas de Navidad, pero de todas maneras cumplí mi promesa a una amiga de hacer un Oneshot con RyoSaku
¡Gracias a todos por leer y espero que hayan pasado una Feliz Navidad 2013!
