Hola Senshi, ha llegado el momento que has estado esperando. Te prometo que a pesar de lo que leas es un Rei&Takao. Espero que el comienzo del fic te guste. Ari–Yuna si lees esto espero que te guste a ti también.

Pareja: Rei&Takao

Boris&Mao&?

Advertencia: Lemon

"Pensamientos"

–Diálogos.

TAN DIFERENTES TAN IGUALES

–Kaily Hiwatari–

Hola, me llamo Kinomiya Takao y tengo diecinueve años. Estoy estudiando bachillerato. ¿Que qué quiero ser? Lo cierto es que nada. Sólo que para trabajar te exigen el título de bachillerato en muchos sitios. Me dirijo a la biblioteca antes de que comience la otra clase para devolver un libro prestado. ¿Qué cómo soy? Pues, soy un chico a los que los abusones definirían como; cuatro ojos, rata de biblioteca o pobretón. No les culpo. En parte tienen razón, pero no me conocen ni la mitad. Jamás se acercarían a un empollón como yo. ¿Por qué? Muy sencillo. Por tener libros en las manos, por no fumar en los pasillos como lo hacen ellos, por ir vestido como un empollón y sobre todo por llevar unas gafas e ir peinado con la raya por medio. Si a alguien le tenemos miedo mis colegas y yo, es a Kon Rei. Es el cabecilla de una banda de este instituto. Según he escuchado, mis compañeros afirman que si te piden hablar contigo es por dos cosas: quitarte el dinero o darte una paliza. Sí, lo sé. Son una especie de matones, pero siempre se las arreglan para que los profesores no les pillen, según he oído, tienen un lugar secreto para que nunca sean descubiertos.

&&&Rei&Takao&&&

Dos de esos chicos de la banda del instituto, se encontraban al principio del pasillo mirando a los estudiantes que circulaban por éste.

–Oye, Rei. ¿Qué tal si ahora nos divertimos un poco con ese otro? –preguntó un chico de cabellos azules, de ojos azul zafiro, vestido con una camisa de manga corta blanca, con un chaleco y unos pantalones negros de cuero. Señalaba a un chico de cabellos azules, alto, con el flequillo partido por la mitad, con gafas… mientras andaba casi corriendo, cabizbajo con una mochila en el hombro y unos libros en las manos dirigiéndose a la biblioteca.

–Ese ni merece la pena. Es una rata de biblioteca –contestó burlándose de él, un chico chino, de cabellos negros recogido en una larga coleta. Sus ojos eran de color miel y su piel morena. Vestía con unos pantalones negros y una camisa sin mangas blancas, con una cinta del ying–yang en la cabeza y unas muñequeras rojas.

–¿Y esos mocosos de ahí? No sé. Quizá podamos robarles el dinero que lleven encima –sugirió su acompañante– .Veamos... ¿Qué te parece ese rubito de ahí? Parece más tonto que los demás. –le indicó, señalando a un grupo con la cabeza.

–¿Mizuhara Max? –preguntó al fijarse en su próximo objetivo. Un chico de piel clara, pecosito, rubio y de ojos azules, vestido con el uniforme del instituto, que hablaba animadamente con varias personas–. De acuerdo, será en el lugar de siempre. En nuestro territorio, dentro de una hora. –concretó–. Tu guíalo hasta allí –aclaró con una sonrisa traviesa que su acompañante entendió a la perfección.

–Perfecto. Hasta luego.

–Adiós –le despidió mientras veía cómo su próxima víctima que estaba distraída entraba en la biblioteca– ¡Ja! Será divertido.

–¿Qué es tan divertido, Rei? –preguntó a sus espaldas una chica de cabello rosa, de ojos color miel, vestida con unos jeans vaqueros y una blusa de tirantes negra.

–Nada, hermanita –contestó Rei dándose la vuelta al reconocer la voz.

–No irás a hacerle ninguna jugarreta a nadie, ¿verdad? –preguntó la chica cruzándose de brazos mientras lo observaba con una ceja levantada esperando la respuesta que para ella era más que obvia.

–No, Mao. Tú me conoces y sabes que yo...–intentó parecer inocente.

–Por eso mismo. Mira Rei, sino quieres tener problemas con los profesores, no hagas nada que pueda perjudicarte. ¿De acuerdo?

–De acuerdo.

–Bien, me voy. Tengo clase de historia, nos vemos después en el recreo. Hasta luego. –le despidió antes de seguir su camino.

–Hasta luego. –le despidió tomando un camino diferente al de su hermana.

&&&Rei&Takao&&&

Una hora después…

Max se dirigió a la clase de Takao para esperar a que saliera, ya que era cambio de clase.

–Takao –le llamó, cuando vio a su amigo salir de la clase.

–Hola, Max –le saludó un Takao cabizbajo– ¿Cómo te ha ido en tu clase de matemáticas?

–Pues ha estado bien. ¿Y tu clase de historia?– preguntó Max mientras comenzaba a andar.

–Bien, supongo –contestó mientras seguía a Max.

–Oye, ¿Por qué no me acompañas a beber agua a la fuente?

–Vale. Por cierto, he sacado un diez en el examen que te dije el otro día.

–¡Qué bien! –celebró su amigo.

–Sí. Mi hermano se pondrá muy contento cuando se lo diga –contestó Takao. Estos seguían su conversación y no sabían que alguien los iba siguiendo.

Llegaron a una de las fuentes que había en el pequeño jardín. Takao fue el primero en beber agua, después Max.

–Oye, rubito –dijo un chico de cabellos y de ojos azules mientras esperaba a que Max le contestase.

Max se dio la vuelta– ¿Qué pasa? –preguntó, fijándose en quien era. Uno de esos gamberros, Yamashita Kane.

–Necesito hablar contigo –le informó, mirando atentamente al chico pecoso.

–Bien, te escucho –le hizo saber Max. Takao al saber lo que pretendía ese individuo, decidió retroceder en sus pasos, para así ir a pedir ayuda a alguien. Kane no se daría cuenta de su falta, ya que estaba muy centrado en su amigo.

–Aquí no –advirtió Kane. Takao iba a salir corriendo de ahí, pero en ese momento chocó contra un chico pelirrojo llamado Yuriy. Éste tenía los ojos azules muy claros y su piel era totalmente pálida, además de una altura increíble. Su vestimenta era similar a la de Kane. Lo cierto es que todo aquel que pertenecía a la banda de Rei, llevaban prácticamente las mismas vestimentas y no el uniforme que era lo que se exigía en ese instituto. Por eso era fácil reconocerles, aunque no se supiese de los nuevos integrantes de esa banda.

–¿Ibas a algún lado? –preguntó el pelirrojo al ver cómo el otro ni le había visto siquiera por estar pendiente de su amigo Kane.

–A clase. –contestó Takao intentando ocultar su nerviosismo, para ver si así lo dejaba pasar.

–Nt, nt, nt. No está bien mentir, ¿sabes? –Decía Yuriy mientras se acercaba a él y lo agarraba del brazo–. Tú te vienes conmigo. Andando –ordenó.

–Y tú conmigo –ordenaba Kane mientras cogía a Max del brazo y se los llevaban a su lugar secreto.

&&&Rei&Takao&&&

Los dos jóvenes vieron cómo eran guiados hasta una caseta que estaba abandonada y que en su tiempo había sido un cuarto de la limpieza, dónde guardaban anteriormente utensilios grandes de jardinería. Era de madera, estaba sucia y sus estanterías estaban vacías, debido a su abandono. Por motivos de seguridad, debido a que amenazaba con caerse y pillaba lejos de los edificios principales del instituto, los profesores, habían decidido cerrar la puerta con candado para impedir su uso. Claro estaba, que la banda lo había tomado como su escondite y así evitarían que los profesores pudieran controlarles.

–Bien, Rei –comenzó Kane, soltando a Max–. Aquí está el rubio. –Explicó al tiempo que Yuriy entró con Takao.

–¿Y ese? –pregunto Rei mirando a Takao, ya que él recordaba haber ordenado que quería que le trajesen a Max.

–Iba a chivarse y me lo traje –aclaró Yuriy sin más, cerrando la puerta tras de sí y soltando a Takao del brazo. Total, no podrían escapar ya de ahí.

–Bueno. A ver, rubio –decía Rei mirando a Max–. Dame todo el dinero que lleves encima. –le ordenó poniéndose frente a él.

–Toma –contestó Max metiéndose las manos en los bolsillos, dándole unas cuantas monedas.

–¿Eso es todo? –preguntó incrédulo aceptando lo que le daba.

–Sí.

–¿Y tú qué tienes? –le preguntó Yuriy a Takao.

–Nada –contestó Takao esquivando la mirada, sin dejar de mirar el suelo. Retrocedió unos pasos hasta chocar contra la pared de la habitación.

–¿En serio? –preguntó Yuriy mientras lo arrinconaba en la pared. Takao asintió– ¿Podrías mirarme a los ojos? Te estoy hablando. ¿Cómo te llamas?

–Eso no importa.

–Claro que importa. Hace meses que te he echado el ojo y me encantaría saber tu nombre, además tienes unos ojos preciosos.

–¡Oye! –Interrumpió Max–. ¡Déjalo en paz! –le ordenó al ver que estaba molestando a su amigo.

Yuriy se dio la vuelta y miró a Max, claramente molesto– ¿Acaso eres su novio? –Miró de nuevo hacia Takao, acercándose más a él con ambas manos apoyadas en la pared para no dejarlo escapar– ¿Es tu novio?

–No, es mi amigo. Por favor... hip... dejadnos ir.

–Jajaja, ¿tienes hipo? –agregó Yuriy mientras se acercaba más a él.

–Yuriy, déjalo –ordenó Rei.

–Vamos Rei, no estoy haciendo nada malo... todavía. –aclaró sin dejar de mirar a Takao.

Rei dejó de mirar lo que hacía su compañero, para mirar de nuevo al rubio–. Rubio, tú puedes irte. Pero el ratón de biblioteca se queda aquí hasta que nos dé algo de valor –advirtió el cabecilla de la banda mientras echaba un vistazo a Max para luego mirar a Kane–. Kane, sácalo fuera.

–Vamos, rubio –dijo mientras se lo llevaba cogido del brazo.

–No te preocupes Takao, te esperaré fuera –le hizo saber Max, antes de ser sacado por Kane, quien cerró la puerta al salir.

–Así que te llamas Takao –agregó Rei mientras se acercaba más a Yuriy y a él.

Takao no se atrevía a mirarles. Sabía de lo que esos chicos eran capaces de hacer si se les desafiaba–. Qué importancia tiene cómo me llame, si dentro de una hora ni os acordareis.

–Yo si me acordaré, Takao –aseguró Yuriy, haciéndose a un lado, para que su jefe pudiera ver al otro joven.

–Bueno, Takao. ¿Qué tienes de valor para darnos? –preguntó Rei mientras se cruzaba de brazos frente a él.

–No tengo dinero. Lo juro –avisó mientras él mismo vaciaba sus bolsillos.

–Pues nos pagarás de otra manera –concluyó el pelinegro–. Yuriy, regístrale. Seguro que tiene algo de valor.

–Claro –contestó contento mientras le ponía de cara a la pared, separándole tanto los brazos cómo las piernas para empezar a cachearlo.

–Hip... ¿qué vas... hip... a hacer? –preguntó Takao nervioso.

–Voy a cachearte, cómo lo hacen los polis a los ladrones. –le informó mientras comenzaba a poner sus manos sobre el pecho de Takao e iba descendiendo lentamente por el. Cuando estuvo a punto de llegar al ombligo, puso sus manos sobre el trasero de Takao para comprobar que en los bolsillos traseros no tenía nada. Se acercó al oído de Takao y le susurró–. Buen trasero –dicho esto, siguió bajando por una de las piernas hasta llegar al tobillo, dónde notó un pequeño bulto– ¿Qué es esto? –se preguntó mientras subía la mano por dentro de su pantalón y sacaba un móvil. –Es un móvil.

–¡No! ¡Eso no, por favor! –Pidió mientras se daba la vuelta y le quitaba el móvil a Yuriy–. Si queréis podéis quedaros con mis libros y venderlos por ahí. –contestó mientras se metía el móvil en el bolsillo del pantalón.

–No nos sirven unos estúpidos libros, Einstein –agregó Rei mientras observaba a Takao.

–Pues... mañana os daré dinero. Pero no me... hip...quitéis el móvil. Por favor... hip...

–¿Para qué necesita un empollón cómo tú un móvil? –preguntó el chino.

Yuriy se dio cuenta de que ese joven parecía desesperado porque no le fuesen a quitar el móvil. Realmente lo necesitaría–. Oye, deja que se quede con el móvil. Y piensa en otra cosa.

Rei sonrió al pensar en la forma que ese joven podría pagarle–. Está bien. No me quedaré con ese móvil y no tienes dinero. Tu forma de pagarme será... hacer lo que yo te pida cuando quiera y lo que quiera. Lo harás, si no quieres que a cambio uno de mis compañeros te dé una paliza, ¿entendido?

–Sí.

–Ya puedes irte –le ordenó Rei.

Como vio que el chico de cabellos azules no tardó ni dos segundos en salir por la puerta, el pelirrojo decidió salir detrás–. Bueno Takao ya que ese amigo tuyo no es tu novio. ¿Por qué no salimos juntos por ahí y nos conocemos mejor? ¿Qué me dices?

–Lo siento... hip... estoy ocupado. –decía apresurándose en su caminar, hasta finalmente echar a correr. Yuriy se quedó contemplando cómo el chico de cabellos azules se iba alejando del lugar. Rei salió de la habitación y se quedó mirando a Yuriy. Parecía una enamorada, viendo a su príncipe azul.

–Oye, explícame que ha sido eso –exigió saber Rei, caminando hacia él.

–No sé a qué te refieres.

–A lo del cacheo. ¿Desde cuándo se te ha ocurrido hacer eso? –preguntó deteniéndose a su espalda.

–Desde ahora y con él. Llevo semanas intentando acercarme a él. –especificó mirándole.

–¿Por qué? No me vengas con que te gusta un ratón de biblioteca.

–No sé si me gusta y tampoco sería de tu incumbencia, Rei. Lo que sí sé, es que tiene unos ojos preciosos.

–¿Qué ojos? Va con la cabeza tan agachada que me sorprende que sepa hasta con quien habla. Además, tiene gafas. ¿Cómo puedes saber de color tiene los ojos?

Yuriy acortó la distancia entre ellos, para verle más de cerca. –Verás el otro día…

Flash back

Yuriy se encontraba caminando por los pasillos, buscando una nueva víctima. Se detuvo cuando vio que uno de los empollones chocó contra otro de los suyos y el empollón cayó al suelo. El choque fue tan grande que las gafas de Takao se cayeron al suelo al igual que sus libros.

–¡Idiota! –Se quejó Miguel–, ¡mira por dónde vas!

–Lo siento –se disculpó mientras se arrodillaba en el suelo y buscaba sus gafas. Una vez que las encontró, las empezó a limpiar con su camisa.

–¡Estúpido! –siguió insultándole Miguel, mientras se acomodaba la camiseta, mandándole a Takao una mirada fulminante.

–Oye, Miguel –dijo Yuriy mientras se acercaba hasta ellos–, deja de insultarle. Él no es nuestro objetivo, ¿de acuerdo? –le recordó.

–De acuerdo –contestó Miguel mientras se iba alejando de ahí, siseando cosas que solamente él escuchaba.

Yuriy se fijó en los ojos de ese chico. Estaban tristes y parecía que estaban algo cansados, pero no por ello dejaban de ser hermosos a la vista de cualquiera. Takao se puso las gafas y comenzó a recoger sus libros rápidamente mientras Yuriy se quedaba observando cada movimiento de él. Sin tardar más, Takao recogió todo y se fue corriendo a clase.

Fin flash back

–No lo entenderás hasta que se los veas –reconoció Yuriy muy seguro de lo que decía–. He visto un montón de ojos en mi vida, pero ningunos cómo esos.

–Deja de babear por ese chico –aclaró Rei, mirando después su reloj de muñeca–. Mejor me voy, ya deben de estar a punto de salir de clases para empezar el recreo, lo que significa que tengo que comprarle algo de comer a Mao y esperarla. Nos vemos –le despidió dándole una palmada en el hombro pasándole de largo.

–Adiós –le despidió el pelirrojo mientras no dejaba de pensar en Takao.

En el recreo...

–Oye, Mao –dijo su hermano–. Que no se te olvide que hoy trabajo hasta las ocho de la noche –le recordaba mientras estaban sentados bajo la sombra de un árbol, desayunando.

–Tranquilo, no lo olvidaré –respondió Mao mientras veía cómo un chico de cabellos color gris platino, alto, de ojos color verde, piel clara, vestido con un mono de taller azul se acercaba hasta ellos.

–Mao, ¿puedo hablar contigo? –preguntó el chico recién llegado, llamando la atención de ella.

–Claro –respondió–. Ven conmigo –dijo ella mientras se ponía de pie y se alejaban del lugar, quedándose bajo la sombra de otro árbol–. Dime –contestó.

–Hoy estás preciosa –aclaró el chico mientras la observaba de arriba abajo.

–¿Sólo me has hecho venir para eso, Boris? –preguntó con una sonrisa

–Más o menos. –Contestó él mientras la arrinconaba en el árbol, la abrazaba de la cintura y le daba un beso en los labios–. Te he echado de menos estas tres horas –aclaró dándole otro beso.

–Y yo a ti.

–¿Por qué no vamos hoy al cine? –sugirió Boris.

–Ay, lo siento Boris. Pero mañana tengo examen de matemáticas –le hizo saber, con tristeza.

–Pues si no puedes ir al cine, alquilamos una película y la vemos en mi casa y... te traes el libro para estudiar. Anda, di que sí. –rogó con ojos brillantes.

–Yo... –se sentía culpable. Sabía que tenía que estudiar, pero por otro lado deseaba estar con Boris– a las 19:30h tendría que regresar a mi casa.

–No hay problema, yo te recogeré y te llevaré de vuelta.

–Está bien –contestó abrazándose a él– ¿Podrías recogerme temprano?

–Claro –le dio un beso en la cabeza–. A la hora de siempre –dijo él, ya que no era la primera vez que quedaban.

–Te esperaré.

&&&Rei&Takao&&&

Rei estaba esperando a su hermana– ¿Por qué tardará tanto?

–Tranquilo Rei, a lo mejor están hablando de algo importante y por eso tardan –le restó importancia Yuriy, quién comía un poco alejado de él.

–No me cae bien ese chico, no me da buena espina. –reconoció, al no estar su hermana presente.

El pelirrojo decidió cambiar la conversación–. Oye, ¿has pensado que le vas a pedir a Takao?

–No –Rei vio cómo Boris pasaba justo por el lado de ellos sin mirarlos y se alejaba tranquilamente. Eso indicaba que ya habría terminado de hablar con su hermana.

–Ya estoy aquí –avisó Mao mientras se sentaba junto a su hermano.

–¿Qué quería? –preguntó Rei con tono algo agresivo.

–Nada en especial. Sólo me ha preguntado si sabía dónde habían dejado mis compañeros el taladro, porque hemos estado esta mañana en su aula. Boris está estudiando electricidad por lo que usan continuamente el taller. –le explicó.

–¿Y tú que le has dicho? –preguntó interesado.

–Que lo habían metido en el cajón del profesor –inventó Mao.

&&&Rei&Takao&&&

Boris recogió a Mao a la hora acordaba y se la llevó a su casa.

–Ponte cómoda –anunció Boris mientras cerraba la puerta. Mao se sentó en el sofá dejando su libro sobre una pequeña mesa, junto al mando de la tele. Boris metió en el DVD el CD y se sentó junto a Mao, cogiendo el mando de la tele.

–¿De qué es la película?

–De miedo –contestó Boris mientras se tumbaba en el sofá y cogía de los brazos a Mao tumbándola encima de él. Mao apoyó su cabeza al igual que su mano izquierda en el pecho de Boris.

–Boris, sabes que no me gustan esas pelis –se quejó como si fuera un niña pequeña.

–Pero a mí me encantan, porque te abrazas más a mí –reconoció mirando a la tele mientras acariciaba la espalda de Mao y con su mano libre le daba al Play con el mando, soltándolo sobre la mesita.

Cuando la película terminó, Mao se quitó de encima de él, sentándose en el sofá. Boris se levantó, sacó el CD del DVD y lo metió en su carcasa. Cuando se dio la vuelta vio a Mao abriendo el libro de matemáticas. Se sentó junto a ella y se quedó observándola con una sonrisa maliciosa. Se acercó hasta ella y le dio un beso en la mejilla.

–¿Qué te ha parecido la película? –le preguntó.

–Ha estado bien –contestó ella mientras giraba la hoja del libro.

–A mi me ha puesto muy cachondo.

Mao lo miró sorprendida, pero con una sonrisa– ¿Te ha puesto cachondo que los muertos salgan de sus tumbas o que aparecieran los espíritus en esa casa?

–Eso no, cuando los protagonistas se han acostado. Me recuerda a cuando lo hacemos tú y yo. Dime, ¿a ti no te ha pasado? –le preguntó, esperando por parte de ella una afirmación.

–No. Ni siquiera recuerdo esa escena. –le respondió.

–Pues yo te hago recordarla –se ofreció mientras la comenzaba a besar y la recostaba en el sofá colocándose encima de ella. Boris comenzaba a acariciarle los pechos bajo la ropa y a abrirla de piernas con ayuda de la otra mano. Mao no oponía ningún tipo de resistencia, todo lo contrario, se dejaba llevar por su novio. Poco a poco se fueron desnudando, hasta que finalmente hicieron el amor en el sofá.

&&&Rei&Takao&&&

Sí, está cortito, lo sé. Pero mi hermana no para de agobiarme con que lo suba de una vez. Para que le diría nada. Bueno Senshi y Ari– Yuna, aquí está el comienzo de la historia. Espero que lo sigáis y no estéis decepcionadas.

Si alguien más lee este fic no olvide decirme su opinión, xao.