Disclaimer: Digimon no me pertenece.
Piezas de un mismo cielo
Uno. Dorado y gris.
Las gotas que caían por la ventana no le servían de nada para distraerse, ni siquiera el manga entre sus manos. Las ligeras risas que le llegaban de afuera, provenientes de esas difusas sombras, eran lo único que despejaba su mente. No las podía ver nítidamente, pero sabía que, allá afuera, personas se paseaban, tomadas de la mano, sonriéndose, besándose…Él no pudo evitar preguntarse, como siempre solía hacerlo, cuál era el origen de aquello a lo que no había respuesta.
Sus manos sudaron y sus labios retemblaron.
Él también tuvo su época de hormonas traidoras que saltaban al ver una falda demasiado corta. Pero todo cambió cuando llegó ella. De nuevo. Ella y su brillo. Porque fue entonces cuando comenzó a cuestionarse más cosas.
٭٭٭
—¿Quieres ir a jugar a casa? —le preguntó una vez a Taichi, mientras bajaban las escaleras de la escuela.
—Peleaste con Mimi. —Koushiro lanzó una moneda que llevaba en su bolsillo—. Siempre sé cuándo pelean.
—¿Y cómo?
—Es que siempre me invitas a salir cuando ocurre… Hikari hace lo mismo cuando Takeru está ocupado y Miyako no puede salir. Ustedes usan mi cuerpo a su antojo. —Pasó los brazos por detrás de su cabeza.
—¿Vas o no?
Taichi chasqueó los dientes como respuesta.
٭٭٭
La sala de computación estaba casi vacía. En el rincón un grupo de chicos de primer grado tecleaban sin parar, llenando el lugar con ligeros sonidos parecidos a los de la lluvia aterrizando en el suelo.
Los ojos grises de Koushiro eran invadidos por letras y él sonreía.
—¡Kou! —aquella voz horadó sus sentidos—. Toma.
—¿Ya no la necesitas? —dijo mirándola de reojo, concentrado aún en la pantalla inundada de números y letras.
—Es muy fea. —Arrugó el entrecejo—. Cuando me la diste la acepte porque en verdad la necesitaba. No sé por qué no consigues una nueva, Kou, se le ha caído una tecla y ocupa mucho espacio en mi bolso.
—No insultes a la calculadora.
—Te insulto a ti. Puedes inventar algo mejor que esto, Cerebro —él no lo aceptó, pero el comentario le hinchó el corazón.
—Por lo menos te ayudo en algo, ¿no?
—A multiplicar más rápido, sí. Pero en realidad me hace sentir tonta. Soy mala en matemáticas, no porque no comprenda nada, sino porque no me gusta seguir un orden… Lo mismo me pasa cuando empiezo a salir con alguien. Quieren hablar por teléfono todo el día, pero yo no. Y me dicen siempre que hablo mucho. —Pestañeó dos veces, esperando una respuesta—. El amor no debe ser así.
—El amor no existe. —Las palabras de Koushiro mutaron con el tecleo de sus dedos.
—Lo dices porque nunca has estado enamorado.
Koushiro dejo de mover las manos. Fue un simple e insignificante segundo que de todos modos notó Mimi.
—En realidad es algo que está comprobado. Cuando alguien te gusta; simplemente te gusta, no hay explicación más allá de eso. Todas las frases de «me gustan sus ojos», «me gusta su cabello» son meros pretextos que crea tu cerebro para justificar el por qué te gusta esa persona.
Ella se levantó, molesta, tomando asiento a un lado del chico.
—No entiendo por qué le tienes que encontrar una explicación a todo —voz calmada, remolino interno—. El amor es algo que ni siquiera genios como tú pueden explicar.
—Claro que puedo. —La voz de Koushiro se tornó monótona. Era la voz que adquiría cuando dejaba de interesarle todo. La que a Mimi le producía escalofríos—. En este momento, puedo decir que me gustas… Así, sencillamente. Preguntarías «¿por qué?», y yo contestaría; «me gustan tus labios».
٭٭٭
Las vacaciones de hace tres años, cuando ella los visitó, fue la primera vez que una chica entró a la habitación de Koushiro. Mimi había llegado con una bolsa de kasutera٭. Ni siquiera le había avisado que iba a ir. Mimi supuso que no necesitaba invitación para ir a la casa de un amigo.
Koushiro encendió la televisión que sintonizaba un solo canal debido al mal clima. «¡Pinky y Cerebro!», gritó Mimi, con voz más aguda. Aquel soso programa en realidad no le causaba gracia a ninguno, pero en esas vacaciones, vieron los 65 episodios.
—Creo que eres como Cerebro —mencionó, tomando un trozo de kasutera—. Siempre imagino que estás escondido en un laboratorio. Riendo cuando nadie te puede ver.
Él no supo si sentirse ofendido o halagado.
—Yo sería Pinky —prosiguió—: le gusta estar con Cerebro y arruina sus planes para dominar el mundo sin que sea su intención. Y a pesar de eso, Cerebro lo quiere.
—No eres Pinky. Él es tonto y tú no. —Finalizó Koushiro encogiéndose en su lugar, ruborizándose sin que ella lo notará.
Siguieron conversando de cosas que les interesaba a cada uno, y que el otro pretendía escuchar, soltando uno que otro comentario reciclado de una conversación anterior. Y cuando la luz de la ventana se opacó, iluminó el rostro de Mimi acomodado a los pies de Koushiro, con migajas en la boca, y a Koushiro con los dedos manchados de tinta. Al lado de ellos, descansaba una hoja maltratada con chuecos dibujos de aquella vieja caricatura.
Esa tarde, las nubes llenaron el cielo con un bello color gris, mas nunca se rompieron.
٭٭٭
—¿Me dirás por qué pelearon? —espetó Taichi por décima vez.
—No. Deja de preguntar, sabes que no diré nada.
—Entonces no me cuentes nada a medias, mal amigo. No me digas nada. Nada de nada. No quiero saber.
Koushiro sabía de memoria todas las artimañas que Taichi se guardaba en esa melena, pero esa, justo esa que acababa de usar, bien sabía que la había aprendido de él. Psicología inversa.
—La besé —soltó de repente.
—Ah, la be… ¿La besaste?
Comenzó a sentir que la cara le ardía.
—Recordé que debo pasar por un mandado de mi madre. —Cortó sus pasos, aún con la cara roja—. Adelántate.
Las palabras de Taichi, aunque distantes, le llegaban en forma de globos que explotaban en su oreja. Quedó aturdido, mas no le impidió mandar un mensaje:
«Nos vemos en el manga kissa٭٭ de la última vez».
٭٭٭
Había pasado mucho tiempo, no estaba seguro de cuánto, pero lo sabía porque su taza de té no humeaba tanto como antes. En la ventana, por la que no vería llegar a Mimi porque no la quería ver llegar y la que no se molestaba en limpiar aunque estuviera opaca, se dibujaban las sombras grises de quienes transitaban por la calle.
Las gotas de lluvia, pegadas en la ventana, se volvieron levemente doradas debido a los débiles rayos del sol que se asomaron fugazmente.
Era cierto que desde su llegada, las preguntas que antes le intrigaban parecían menos importantes. Quizá porque ahora su cabeza estaba llena de interrogantes sobre ella. ¿Su sonrisa era más grande? ¿Su cabello más largo y brillante? ¿Sus ojos más dorados?
La amaba.
¿De verdad la amaba?
Quería que fuera suya, pero entendía que, una vez que la tuviera, ya no la querría como antes. Por eso se permitía, simplemente, tenerla meros instantes en los que podía amarla tanto como quisiera, sin tenerla realmente. Después de todo, Mimi Tachikawa nunca podría pertenecer a alguien.
Cuando llegó envuelta en su abrigo rosa, ambos se sonrieron.
Platicaron de las mismas banalidades que salían a flote, en todas sus conversaciones. Mimi tomó comida del plato de Koushiro, y actuaron como si nada hubiera pasado. Koushiro dejo atorado un «lo siento» en su garganta, amainando lentamente con el paso del té y las anécdotas, siempre interesantes, que contaba Mimi con su voz dulce y gestos delicados.
—Kou, ya no quiero verte leyendo manga.
—¿Qué quieres hacer?
—Quiero ver Pinky y Cerebro —dijo, una de sus manos aplastando su mejilla.
El cielo respondió por ellos, pues en ese momento, la lluvia retornó a la ciudad, comenzando como un ligero murmullo.
Y aunque las tasas de ambos ya no humeaban, Koushiro se sintió tranquilo al ver la suave sonrisa en los labios ajenos.
Llegó a la conclusión de que Mimi era la mejor compañía que podía tener en los días de lluvia.
٭Kasutera: bizcocho hecho con azúcar, harina, huevo y sirope de almidón, muy común en los festivales y como comida callejera.
٭٭Manga kissa: ("Kissa" es la abreviatura de "kissaten", que significa café o cafetería) es un tipo de café en Japón donde la gente puede leer manga. Se paga por el tiempo que permanezca en el café
Bueno, eso que leyeron es producto de mis clases de Filosofía... ¡Sku! Espero que te haya sacado aunque sea una pequeña sonrisa, me he quebrado un poco la cabeza con qué regalarte, pero ojalá, ojalá lo disfrutes. y bueno, digamos que esto es un fic post-cumpleaños porque aún quedan dos capítulos más (que no serán Mishiro). Pero por ahora, ¡feliz cumpleaños!
