Disclaimer: Ouran High School Host Club pertenece a Bisco Hatori, sólo lo uso para divertirme y sin fines lucrativos (pero eso no quiere decir que puedan plagiar mi trabajo -.-)
Advertencias: Lemon, Incesto. Sino te gusta no lo leas ^^
Como siempre espero que disfrutéis de la lectura. (Y dejad algún rewiew, se agradece mucho)
---
Dudas [Kaoru Side]
Hikaru y yo... éramos un espejo.
Siempre estábamos juntos y físicamente parecíamos dos gotas de agua, por ello nos confundían todos, pero ambos sabíamos lo diferentes que éramos en personalidad.
Para la gente que nos nombraba, el otro que no era yo, era Hikaru; cuando pronunciaban mi nombre, Hikaru era el restante… Y sonaba cruel porque los únicos que estábamos seguros de no fallar éramos nosotros mismos.
Nadie más.
Eso nos hacía ser retorcidos con el resto. ¿Acaso una persona puede sustituir a otra? Ser gemelos no lo implica y como el mundo nos hizo daño, estábamos devolviendo el golpe a cada palabra que salía de nuestros labios al iniciar nuestros tortuosos juegos mentales.
Las chicas que se nos declaraban lloraban cuando jugábamos para confundirlas y finalmente las rechazábamos pero… ¿Se habían parado a pensar que las más crueles eran ellas? Hikaru y yo no éramos iguales aunque fuéramos gemelos y, aún así, decían conformarse con uno u otro ¿No les importaba lastimarnos de esa forma? Y luego los diabólicos éramos nosotros…
Los que quisieran ser nuestros amigos siempre iban con segundas intenciones, ya que al ser hijos de la familia Hitachiin ¿Quién no querría ser amigo nuestro?
Patético…
Me resultaba desagradable el sólo mirarles o dirigirles la palabra para que se largaran, aunque para ello, mi hermano era el más indicado. Su impulsividad era de gran ayuda y con frecuencia soltaba comentarios bordes, a veces arrogantes sin que él mismo se diera cuenta. A veces, aunque él fuera el mayor, lo veía como un niño y cada vez que lo demostraba, me hacía sonreír inconscientemente.
Era el único que podía comprenderlo a la perfección, por mucho que se ocultara tras bromas y risas.
Queríamos que nos diferenciaran, pero en el fondo esa misma idea nos asustaba. Si no nos descubrían nos sentíamos solos, si lo intentaban, no tardábamos en confundirlos y hacerlos desaparecer de nuestra vista.
Siendo completamente sincero… nos daba miedo que nuestro mundo se abriera a los demás porque ambos confiábamos sólo el uno en el otro.
-Kaoru… Oye, ¿me estás escuchando? –mis ojos parpadearon al verle frente a mí. A él... a Hikaru, quien chasqueó su lengua dándome a entender que se había enfadado por no prestarle atención –¡Últimamente estás en las nubes! –me espetó. Yo sólo pude encogerme de hombros sin saber qué contestar.
Ahora, gracias al Host Club y a nuestro rey, teníamos amigos, pero lo que más me desconcertaba era que Hikaru parecía feliz con todos y cada uno de los intrusos en nuestras vidas. Era algo que me atormentaba desde los primeros días del curso, justo cuando la conocimos.
Haruhi...
Esa chica era la que más participaba en desbaratar mis sueños, aunque no fuera esa su intención y por eso no podía odiarla ni a Hikaru tampoco, aunque no hiciera otra cosa que intentar terminar lo que ella comenzó.
Cada día que pasaba sentía que promesas como siempre estaré a tu lado ó sólo estamos tú y yo, se me hacían más y más distantes. Sí, fui estúpido al creerlo cuando éramos pequeños y aún hoy, prefiero seguir siéndolo y tener el beneficio de la duda.
Hikaru era muy lento para apreciar bien lo que sentía por nuestro juguete, pero sabía que si los días continuaban, si el reloj no dejaba de avanzar... acabarían dándose cuenta de que su relación no era amistosa. Al menos no completamente.
Y yo sólo sabía empujar a mi hermano hacia ella.
Me contradecía.
Ya había pasado una semana desde el día de Halloween y mis sospechas se hacían cada vez más evidentes. Haruhi estaba alejando a Hikaru de mi lado y estaba creando un nuevo mundo junto a él.
Mi hermano no hacía más que correr. Huye abriendo las puertas que aseguraban nuestro mundo para salir a toda velocidad hacia una luz demasiado brillante para mí, un lugar al que no pertenecía ni quería pertenecer, pero él había hecho una elección: Ir a un sitio donde mis brazos no lograban abrazarle, donde mi voz se perdía antes de llegar a sus oídos... Algo que me partía el alma.
¿Ya no le gustaba nuestra dulce oscuridad? Puede que ya se hubiera cansado de estar en el mismo lugar a todas horas, de monopolizar su tiempo sólo en mí.
Todas estas dudas no me dejaban dormir por las noches, cuando debía fingir estarlo para no alertar a mi hermano y de día, me los pasaba pensativo. No quería vivir en el mundo si eso suponía que debía afrontar la realidad.
Mi realidad.
Todo el camino de vuelta a casa, miraba por la ventana de la limusina y, de vez en cuando, la imagen de Hikaru junto a Haruhi me arrancaba un amargo suspiro.
Todo lo que se respiraba en ese ambiente... era felicidad.
Al llegar a casa, dejé la cartera en algún momento de camino al cuarto, ni siquera me fijaba por dónde pasaba. Nuestros padres estaban casi siempre fuera por trabajo, así que no me importaba tener malos modales y no saludar a nadie. Deseaba llegar a la habitación y escuchar algo de música, pero al alcanzar el pomo de la puerta sentí algo cálido sobre el dorso de mi mano. Alcé la mirada hasta encontrarme con los preocupados ojos dorados de Hikaru y me asusté.
¿Había pasado algo en clases? ¿En el Host? ¿De vuelta a casa?
No lo sabía...
Hacía mucho tiempo que no hablábamos entre nosotros a excepción de las clases o la "relación" que manteníamos en el Host Club.
Y cuánto dolía el saber que todo aquello era pura interpretación para engatusar a las clientas...
-¿Hikaru? –decidí preguntar al ver que me había detenido sin decir nada. –Si es por el examen de Química no te preocupes, te ayud... –me sorprendí al estar entre la puerta y el cuerpo de mi gemelo en un abrir y cerrar de ojos. Su movimiento fue agresivo pero el acto reflejo no fue gritarle, sino sonrojarme por la cercanía. -¿Pero qué haces? ¡No estamos en el Host como para ponernos a hacer teatro! –de nuevo desvié la mirada al suelo. La imagen del que estaba frente a mí regalandole sonrisas a Haruhi, ésas que sólo veía yo... No podía soportarlo y por vez primera fui brusco e impulsivo porque la situación podía conmigo. -¡Suéltame idiota! –grité con voz quebrada, fuera de control. Hikaru se sorprendió por mi comportamiento y es cuando pude empujarlo y entrar cerrando con seguro.
Me recosté en la puerta pero los constantes aporreos en ella y mi nombre salido de sus labios profundizaban la muesca que había en mi corazón. Tomé los cascos lo antes posible y dejé que mis lágrimas florecieran en el borde de mis ojos, derramándose por mis mejillas.
¿Por qué tuvimos que conocer al señor y a los demás del Host? ¿Cómo pudimos abrirnos a ellos con esa facilidad? ¡Maldita la mala suerte de Haruhi! ¿Tuvo que romper aquél jarrón y quedarse para pagar la deuda?
Poco a poco me fui calmando y me quité los cascos, dejando que el silecio ocupara el lugar de la melodía. Hikaru pareció desistir, así que suspiré tranquilo.
-"Vuelvo a contradecirme otra vez..." –me reprendí a mí mismo mientras mis manos se encargaban de limpiar los caminos salados que dejó mi llanto. De pronto sonó el teléfono de mi hermano y al ver la foto de Haruhi junto a él, tan sonrientes...
Nada
Lo apreté un poco entre mis dedos, suspiré y le llamé desde el pasillo para que viniera a contestar. Al escuchar un "ya voy" y sus pasos acelerados, volví a meterme en la habitación dejando el móvil en el umbral.
Me recosté en la cama que compartíamos y cerré mis ojos, pero la voz de Hikaru era alta y clara, así que la madera de la puerta no era rival para sus palabras que llegaban a mis oídos sin dificultad. -¿Hola? Ah Haruhi... perdona –supuse que se disculpó por no haber cogido antes- Sí... ya, ya lo sé... ¡No es tan fácil! –abrí mis ojos al escucharle nervioso y reí por lo bajo de forma amarga.
-"¿Ahora Haruhi sabe más de mi hermano que yo?" –Hikaru sabía que podía contarme cualquier cosa, iba a ser una tumba, pero parece que su confianza en mí no era plena. Ya no.
Como era de esperar... Nuestro mundo se desmoronaba.
-Volvimos a casa y no pude decírselo... ¡Ya sé que cuanto antes lo sepa será mejor!... Vale, ya me calmo... -oculté mi cabeza tras la almohada y de nuevo las lágrimas fluían por mi rostro acompañadas de algún que otro sollozo apagado por la tela.
¿Desde cuándo se me hacía tan fácil llorar?
No presté atención al resto de la conversación con la chica... no merecía la pena ser masoquista en aquél momento. Parecía que mi hermano se había dado cuenta de sus sentimientos y se decidió a dar el paso, ese momento que tanto temía y ahora quería contarme con tanta alegría.
Deseé con todas mis fuerzas que todo fuera un sueño, pero la realidad tiene una gran diferencia... y es que en los sueños jamás hubiera sentido cómo algo en mí dejó de existir. Unos lo llaman corazón, otros alma, pero a fin de cuentas es ese algo que te impulsa a vivir.
No hacía falta que aclarara nada, ya no habría un nosotros. El mundo que construímos para ambos y que tanto esfuerzo nos costó protegerlo de terceros se había desmoronado como un castillo de naipes.
En cierto modo siempre lo supe. En algún momento de nuestras vidas desearíamos vivir con amigos, conocer a esa persona especial y crear una nueva familia. Ahora que Hikaru había elegido una vida sin mí a su lado, no había nada más que discutir.
Quería dormir y si fuera posible... para siempre.
